DIa 50.Éxodo 31--33 Salmo 51 Mateo 26,26-46



Éxodo 31
El ternero de oro


1 Moisés no bajaba del monte y le pareció al pueblo un tiempo largo. Se reunieron en torno a Aarón, al que dijeron: «Fa brícanos un Dios que nos lleve adelante, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, que nos sacó de Egipto.»
2 Aarón les contestó: «Saquen los aros de oro que sus mujeres, y sus hijos e hijas llevan en sus orejas, y tráiganmelos.» 3 Todos se los sacaron y los entregaron a Aarón. 4 El los recibió y fabricó un ternero de metal batido.
4 Entonces exclamaron: «Israel, aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto.» 5 Se lo mostraron a Aarón, el que edificó un altar delante de la imagen y luego anunció: «Mañana habrá fiesta en honor de Yavé.»
6 Al día siguiente, se levantaron temprano, ofrecieron víctimas consumidas por el fuego, y también presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó para comer y beber; luego se levantaron para divertirse.
7 Entonces Yavé dijo a Moisés en el cerro: «Vuelve y baja, porque tu pueblo ha pecado. 8 Bien pronto se han apartado del camino que yo les había indicado. Se han hecho un ternero de metal fundido y se han postrado ante él. Le han ofrecido sacrificios y han dicho: Israel, aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto.»
9 Yavé dijo también: «Ya veo que ese pueblo es un pueblo rebelde. 10 Ahora, pues, deja que estalle mi furor contra ellos. Voy a exterminarlos, mientras que de ti yo haré nacer un gran pueblo.»
11 Moisés suplicó a Yavé, su Dios, con estas palabras: «Oh Yavé, ¿cómo podrías enojarte con tu pueblo, después de todos los prodigios que hiciste para sacarlo de Egipto? 12 ¿O quieres que los egipcios digan: «Yavé los ha sacado con mala intención, para matarlos en los cerros y suprimirlos de la tierra»? Aplaca tu ira y renuncia a castigar a tu pueblo. 13 Acuérdate de tus servidores Abrahán, Isaac y Jacob, y de las promesas que les hiciste. Pues juraste por tu propio Nombre: «Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu raza la tierra que te prometí, para que sea de ellos para siempre.»
14 Así, pues, Yavé renunció a destruir a su pueblo, como lo había anunciado.
15 Al bajar de regreso del monte, Moisés traía las dos tablas de las Declaraciones divinas en que las leyes estaban escritas y grabadas por ambos lados. 16 Las tablas eran obra de Dios, como también la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre ellas.
17 Josué estaba con Moisés, y al oír el griterío del pueblo dijo: «¡Hay gritos de guerra en el campamento!» 18 Moisés le contestó: «No son gritos de victoria, ni lamentos de derrota; lo que oigo son cantos a coros.»
19 Al acercarse Moisés al campamento, vio el ternero y las danzas. Se llenó de furor y arrojó las tablas, que se hicieron pedazos al pie del monte. 20 Después tomó el ternero que habían fabricado, lo quemó y lo machacó hasta reducirlo a polvo. Y dio de beber al pueblo agua con este polvo mezclado.
21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te hizo ese pueblo para que lo hayas arrastrado a un pecado tan grave?» 22 Aarón le contestó: «¡No te enojes conmigo, mi señor! Tú sabes que este pueblo está apegado al mal. 23 Ellos me dijeron: No sabemos lo que ha pasado con Moisés, el que nos ha sacado de Egipto, así que fabrícanos dioses que nos lleven adelante. 24 Yo les dije: ¿Quiénes son los de ustedes que tienen oro? Ellos se lo sacaron al instante de sus orejas y me lo dieron; yo lo fundí y salió este ternero.»
25 Moisés vio que el pueblo estaba sin freno por culpa de Aarón: ¡cómo ahora no se burlarían de él sus enemigos! 26 Se colocó, pues, a la entrada del campamento y llamó en voz alta: «¡Vengan a mí los que estén por Yavé!» Todos los de la tribu de Leví se juntaron en torno a él. 27 El les dijo: «Esta es orden de Yavé, el Dios de Israel: Colóquense cada uno su espada al costado y pasen y repasen por el campamento, de una entrada a la otra; y no vacilen en matar a sus hermanos, compañeros y familiares.»
28 Los de la tribu de Leví cumplieron la orden de Moisés, y perecieron, aquel día, unos tres mil hombres del pueblo. 29 Entonces Moisés dijo a los levitas: «Ustedes hoy acaban de ser consagrados a Yavé con sangre, tal vez con la sangre de un hijo o de un hermano. Por eso hoy él les da la bendición.»
Moisés ruega por el pueblo
30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado, pero voy a subir donde Yavé, a ver si puedo conseguirles el perdón de este pecado.» 31 Al volver Moisés donde Yavé le dijo: «Este pueblo ha cometido un gran pecado con estos dioses de oro que se hicieron. 32 Con todo, dígnate perdonar su pecado..., pero si no, bórrame del libro que has escrito.»
33 Yavé respondió a Moisés: «Al que peca contra mí, a éste borraré yo de mi libro. 34 Pero tú, sigue, y conduce al pueblo al lugar que te indiqué. Mi Angel irá delante de ti, pero algún día los visitaré y les pediré cuentas de su pecado.» 35 Y, en efecto, Yavé castigó al pueblo por el ternero que se fabricaron, el ternero que les hizo Aarón.


Exodo 32-El ternero de oro
1 Moisés no bajaba del monte y le pareció al pueblo un tiempo largo. Se reunieron en torno a Aarón, al que dijeron: «Fa brícanos un Dios que nos lleve adelante, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, que nos sacó de Egipto.»
2 Aarón les contestó: «Saquen los aros de oro que sus mujeres, y sus hijos e hijas llevan en sus orejas, y tráiganmelos.» 3 Todos se los sacaron y los entregaron a Aarón. 4 El los recibió y fabricó un ternero de metal batido.
4 Entonces exclamaron: «Israel, aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto.» 5 Se lo mostraron a Aarón, el que edificó un altar delante de la imagen y luego anunció: «Mañana habrá fiesta en honor de Yavé.»
6 Al día siguiente, se levantaron temprano, ofrecieron víctimas consumidas por el fuego, y también presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó para comer y beber; luego se levantaron para divertirse.
7 Entonces Yavé dijo a Moisés en el cerro: «Vuelve y baja, porque tu pueblo ha pecado. 8 Bien pronto se han apartado del camino que yo les había indicado. Se han hecho un ternero de metal fundido y se han postrado ante él. Le han ofrecido sacrificios y han dicho: Israel, aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto.»
9 Yavé dijo también: «Ya veo que ese pueblo es un pueblo rebelde. 10 Ahora, pues, deja que estalle mi furor contra ellos. Voy a exterminarlos, mientras que de ti yo haré nacer un gran pueblo.»
11 Moisés suplicó a Yavé, su Dios, con estas palabras: «Oh Yavé, ¿cómo podrías enojarte con tu pueblo, después de todos los prodigios que hiciste para sacarlo de Egipto? 12 ¿O quieres que los egipcios digan: «Yavé los ha sacado con mala intención, para matarlos en los cerros y suprimirlos de la tierra»? Aplaca tu ira y renuncia a castigar a tu pueblo. 13 Acuérdate de tus servidores Abrahán, Isaac y Jacob, y de las promesas que les hiciste. Pues juraste por tu propio Nombre: «Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu raza la tierra que te prometí, para que sea de ellos para siempre.»
14 Así, pues, Yavé renunció a destruir a su pueblo, como lo había anunciado.
15 Al bajar de regreso del monte, Moisés traía las dos tablas de las Declaraciones divinas en que las leyes estaban escritas y grabadas por ambos lados. 16 Las tablas eran obra de Dios, como también la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre ellas.
17 Josué estaba con Moisés, y al oír el griterío del pueblo dijo: «¡Hay gritos de guerra en el campamento!» 18 Moisés le contestó: «No son gritos de victoria, ni lamentos de derrota; lo que oigo son cantos a coros.»
19 Al acercarse Moisés al campamento, vio el ternero y las danzas. Se llenó de furor y arrojó las tablas, que se hicieron pedazos al pie del monte. 20 Después tomó el ternero que habían fabricado, lo quemó y lo machacó hasta reducirlo a polvo. Y dio de beber al pueblo agua con este polvo mezclado.
21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te hizo ese pueblo para que lo hayas arrastrado a un pecado tan grave?» 22 Aarón le contestó: «¡No te enojes conmigo, mi señor! Tú sabes que este pueblo está apegado al mal. 23 Ellos me dijeron: No sabemos lo que ha pasado con Moisés, el que nos ha sacado de Egipto, así que fabrícanos dioses que nos lleven adelante. 24 Yo les dije: ¿Quiénes son los de ustedes que tienen oro? Ellos se lo sacaron al instante de sus orejas y me lo dieron; yo lo fundí y salió este ternero.»
25 Moisés vio que el pueblo estaba sin freno por culpa de Aarón: ¡cómo ahora no se burlarían de él sus enemigos! 26 Se colocó, pues, a la entrada del campamento y llamó en voz alta: «¡Vengan a mí los que estén por Yavé!» Todos los de la tribu de Leví se juntaron en torno a él. 27 El les dijo: «Esta es orden de Yavé, el Dios de Israel: Colóquense cada uno su espada al costado y pasen y repasen por el campamento, de una entrada a la otra; y no vacilen en matar a sus hermanos, compañeros y familiares.»
28 Los de la tribu de Leví cumplieron la orden de Moisés, y perecieron, aquel día, unos tres mil hombres del pueblo. 29 Entonces Moisés dijo a los levitas: «Ustedes hoy acaban de ser consagrados a Yavé con sangre, tal vez con la sangre de un hijo o de un hermano. Por eso hoy él les da la bendición.»
Moisés ruega por el pueblo
30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado, pero voy a subir donde Yavé, a ver si puedo conseguirles el perdón de este pecado.» 31 Al volver Moisés donde Yavé le dijo: «Este pueblo ha cometido un gran pecado con estos dioses de oro que se hicieron. 32 Con todo, dígnate perdonar su pecado..., pero si no, bórrame del libro que has escrito.»
33 Yavé respondió a Moisés: «Al que peca contra mí, a éste borraré yo de mi libro. 34 Pero tú, sigue, y conduce al pueblo al lugar que te indiqué. Mi Angel irá delante de ti, pero algún día los visitaré y les pediré cuentas de su pecado.» 35 Y, en efecto, Yavé castigó al pueblo por el ternero que se fabricaron, el ternero que les hizo Aarón.



Éxodo 33
El perdón de Yavé a su pueblo


1 Yavé dijo a Moisés: «Márchate de ese lugar tú y tu pueblo que saqué de Egipto; sube a la tierra que yo prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob cuando les dije: Se la daré a tu descendencia. 2 Enviaré delante de ti un ángel para que eche del país al cananeo, al amorreo, al heteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. 3 Pero no subiré con ustedes a esa tierra que mana leche y miel, no sea que los destruya en el camino, por ser un pueblo rebelde.»
4 Al oír el pueblo esta reprensión, estuvieron consternados y nadie se puso sus adornos.
5 Yavé dijo a Moisés: «Di a los hijos de Israel: Ustedes son un pueblo rebelde; si estuviera en medio de ustedes, aunque fuera por un momento, los exterminaría. Ahora, quítense sus ropas de fiesta, y veré lo que puedo hacer con ustedes.» 6 Y los hijos de Israel se quitaron sus trajes de fiesta al pie del monte Horeb.
La Tienda del encuentro
7 Entonces Moisés tomó la Tienda de campaña y la plantó a cierta distancia, fuera del campamento. La llamó Tienda de las Citas divinas, y todo el que quería consultar a Yavé tenía que ir a la Tienda de la Citas, fuera del campamento. 8 Cada vez que Moisés iba a la Tienda del encuentro, el pueblo se ponía de pie, cada uno a la entrada de su carpa, y los ojos de todos lo seguían hasta que entraba en ella.
9 Y al entrar Moisés en la Tienda, la nube en forma de columna bajaba y se detenía a la entrada de la Tienda, mientras Yavé hablaba a Moisés. 10 Cuando el pueblo veía la nube parada junto a la entrada de la Tienda, todos se ponían de pie y luego se postraban cada uno ante su carpa.
11 Yavé hablaba con Moisés, cara a cara, como habla un hombre con su prójimo. Después Moisés volvía al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, no se alejaba de la Tienda.
12 Moisés dijo a Yavé: «Tú me mandas que encabece a este pueblo, y no me das a conocer a quién enviarás conmigo. Sin embargo, me has dicho: Te conozco por tu nombre, y gozas de mi favor. 13 Ahora, si realmente me miras con bue nos ojos, dame a conocer caminos para que te conozca, y me sigas mirando bien. No olvides que esa gente es tu pueblo.»
14 Yavé respondió: «Ve y haz lo que te diga, que yo te llevaré al descanso.» 15 Moi sés contestó: «Si tu Rostro no nos acompaña, no nos hagas salir de aquí. 16 ¿Cómo podrá verse que nos das tu preferencia a mí y a tu pueblo? ¿No será, acaso, en que tú nos acompañarás? Esto nos distinguirá, yo y tu pueblo, de todos los pueblos de la tierra.»
17 Yavé contestó a Moisés: «También esto que me acabas de pedir, lo haré, pues te di mi preferencia y te conozco por tu nombre.»
Yavé pasa ante Moisés
18 Moisés dijo a Yavé: «Por favor, déjame ver tu Gloria.» 19 Y El le contestó: «Toda mi bondad va a pasar delante de ti, y yo mismo pronunciaré ante ti el Nombre de Yavé. Pues tengo piedad de quien quiero, y doy mi preferencia a quien la quiero dar.»
20 Y agregó Yavé: «Pero mi rostro no la podrás ver, porque no puede verme el hombre y seguir viviendo. 21 Mira este lugar junto a mí. Te vas a quedar de pie sobre la roca y, 22 al pasar mi Gloria, te pondré en el hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. 23 Después sacaré mi mano y tú entonces verás mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver.»



Salmo 51
Piedad de mí, Señor.

—Ante el Dios de verdad reconocemos el pecado que cometimos. No faltará la esperanza en nuestra humillación, pues sabemos que él es capaz de crear en nosotros un corazón nuevo.
3 Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad,
3 por tu gran corazón, borra mi falta.
4 Que mi alma quede limpia de malicia,
4 purifícame de mi pecado.
5 Pues mi falta yo bien la conozco
5 y mi pecado está siempre ante mí;
6 contra ti, contra ti sólo pequé,
6 lo que es malo a tus ojos yo lo hice.
6 Por eso en tu sentencia tú eres justo,
6 no hay reproche en el juicio de tus labios.
7 Tú ves que malo soy de nacimiento,
7 pecador desde el seno de mi madre.
8 Mas tú quieres rectitud de corazón,
8 y me enseñas en secreto lo que es sabio.
9 Rocíame con agua, y quedaré limpio;
9 lávame y quedaré más blanco que la nieve.
10 Haz que sienta otra vez júbilo y gozo
10 y que bailen los huesos que moliste.
11 Aparta tu semblante de mis faltas,
11 borra en mí todo rastro de malicia.
12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
12 renueva en mi interior un firme espíritu.
13 No me rechaces lejos de tu rostro
13 ni me retires tu espíritu santo.
14 Dame tu salvación que regocija,
14 y que un espíritu noble me dé fuerza.
15 Mostraré tu camino a los que pecan,
15 a ti se volverán los descarriados.
16 Líbrame, oh Dios, de la deuda de sangre,
16 Dios de mi salvación,
16 y aclamará mi lengua tu justicia.
17 Señor, abre mis labios
17 y cantará mi boca tu alabanza.
18 Un sacrificio no te gustaría,
18 ni querrás si te ofrezco, un holocausto.
19 Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré,
19 pues no desdeñas a un corazón contrito.
20 Favorece a Sión en tu bondad:
20 reedifica las murallas de Jerusalén;
21 entonces te gustarán los sacrificios,
21 ofrendas y holocaustos que se te deben;
21 entonces ofrecerán novillos en tu altar.


Mateo 26,26-46
26 Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.»
27 Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: 28 esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados. 29 Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.»
30 Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas. 32 Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.»
33 Pedro empezó a decirle: «Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti.» 34 Jesús le replicó: «Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.» 35 Pedro insistió: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y los demás discípulos le aseguraban lo mismo.
En el huerto de Getsemaní
36 Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.»
37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. 38 Y les dijo: «Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos.»
39 Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: «Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» 40 Volvió donde sus discípulos, los halló dormidos; y dijo a Pedro: «¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo? 41 Es tén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.»
42 De nuevo se apartó por segunda vez a orar: «Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.» 43 Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño. 44 Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras.
45 Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: «¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense, vamos! El traidor está a punto de llegar.»