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Tema 2-El auxilio de la inteligencia y la voluntad


Primera parte: Lo que es el resentimiento




Tema 2

El auxilio de la Inteligencia y la Voluntad


Hablamos de algunas dificultades que encontramos para configurar la respuesta conveniente ante una ofensa. Dijimos que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la persona, que la persona resentida “se siente” herida, se “considera” ofendida. Estos sentimientos se arraigan cuando los estimulamos constantemente.

El auxilio de la Inteligencia

Sin embargo, estas dificultades no son insuperables si hacemos buen uso de nuestra capacidad de pensar. La inteligencia se forma cuando aprendemos a pensar, cuando descubre por sí misma, cuando lee el interior de las realidades. El conocimiento propio, mediante la reflexión periódica sobre nosotros mismos, nos permite ir conectando las manifestaciones de nuestros resentimientos con las causas que lo originan, y en esta medida, nos vamos encontrando en condiciones de entender lo que nos pasa, lo cual favorecerá a encontrar la solución.

Si al analizar las ofensas que hemos recibido hacemos un esfuerzo por comprender por qué el ofensor actuó de esa manera y por comprender la razón de su modo de proceder en esa determinada circunstancia, nuestra reacción negativa se verá reforzada por estos pensamientos más objetivos y en muchos casos desaparecerá el resentimiento experimentado por debilitamiento del estímulo, por falta de refuerzo que agigante el sentimiento. Cuando un hijo recibe una reprensión de su padre porque se portó mal, si es capaz de entender la intención del padre que sólo busca ayudarle mediante esta llamada de atención, podrá incluso quedar agradecido. Esto refleja en qué medida nuestra inteligencia puede influir, descubriendo motivos o proporcionando razones, para evitar o eliminar los resentimientos. Se trata de una influencia directa -Aristóteles hablaba de un dominio político y no despótico de lo racional sobre lo sensible-, que modifica las disposiciones afectivas y favorece la desaparición del veneno. Esto es principalmente claro en los casos en los que la supuesta ofensa se interpretó inicialmente de manera exagerada o imaginaria.

La intervención de la voluntad
Otro recurso con que contamos para echar fuera de nosotros el agravio, sin tenerlo, incluso en el caso de las ofensas reales, es nuestra voluntad, por su capacidad de auto determinarse, pues como acertadamente advierte Carlos Llano, “la causa eficiente- efectiva, física, psíquica, real- de la voluntad es la voluntad misma”. En efecto cuando recibimos una agresión que nos duele, podemos decidir no retenerla para que no se convierta en un resentimiento. Eleanor Roosevelt solía decir: “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”, lo cual significa que depende de nosotros que la ofensa produzca una herida.


Gandhi afirmaba ante las agresiones y maltrato de los enemigos: “Ellos no pueden quitarnos nuestro auto respeto, si nosotros no se lo damos”. Ciertamente este no es un asunto fácil, porque dependerá da la fortaleza del carácter de cada persona para orientar sus reacciones en esta dirección. Marañón advertía que “el hombre fuerte reacciona con directa energía ante la agresión y automáticamente expulsa, como un cuerpo extraño, el agravio de su conciencia. Esta elasticidad salvadora no existe en el resentido”.


Es interesante que la voluntad fuerte en este terreno se caracterice por ser elástica, más que dura o insensible, en cuanto que su función consiste en echar fuera el agravio que realmente se ha sufrido, en no permitir que se convierta en una herida que contamine todo el organismo interior.

En quien carece de esta capacidad de dirigir su respuesta por falta de carácter, porque no ha sabido fortalecer su voluntad, la ofensa, además de provocar una emoción negativa, se repite y el sentimiento permanece dentro del sujeto, se vuelve a experimentar una y otra vez, aunque el tiempo transcurra. En esto precisamente consiste el resentimiento: “Es un volver a vivir la emoción misma, un volver a sentir, un re-sentir”. Algo muy distinto del recuerdo o de la consideración intelectual de la ofensa o de las causas que lo produjeron. Más aún, una ofensa puede ser recordada al margen del resentimiento, por la sencilla razón que no se tradujo en una reacción sentimental negativa y, en consecuencia, no se retuvo emocionalmente. En cambio, el resentimiento es un re-sentir, un volver a sentir la herida porque permanece dentro, como un veneno que altera la salud interior: “la agresión queda presa en el fondo de la conciencia, acaso inadvertida; allí dentro incuba y fermenta su acritud; se infiltra en todo nuestro ser; y acaba siendo la rectora de nuestra conducta y de nuestras menores reacciones. Este sentimiento, que no se ha alimentado, sino que se ha retenido e incorporado a nuestra alma, es el resentimiento ”. Es significativo que algunas personas que están resentidas refieran las ofensas de que han sido víctimas con tal cantidad de detalles que uno pensaría que acaban de ocurrir; cuando se les pregunta cuándo tuvieron lugar esos terribles hechos, su respuesta puede remontarse a decenas de años. La razón por la cual son capaces de describir lo sucedido con lujo de detalle es porque se han pasado la vida concentrada en tales agravios, dándole vueltas, provocando que la herida permanezca abierta. “Por tanto, podemos concluir que: resentimiento= sentirse dolido y no olvidar”.

La voluntad débil es también origen de resentimientos por otra razón, más sutil, pero ciertamente real. Al no alcanzar lo que desearía o al no lograr lo que se propone, la voluntad influye sobre el entendimiento para que éste deforme la realidad y quite valor a aquello que no ha podido conseguir. En otras palabras “el resentimiento consiste en una falsa actitud respecto de los valores. Es una falta de objetividad en el juicio y de apreciación, que tiene su raíz en la flaqueza de la voluntad. En efecto, para alcanzar o realizar un valor más elevado hemos de poner un mayor esfuerzo de voluntad. Por lo cual, para librarme subjetivamente de la obligación de poner ese esfuerzo , para convencerme de la inexistencia de ese valor, el hombre disminuye su importancia, le niega el respeta a que la virtud tiene derecho en realidad, llega a ver en ella un mal a pesar de que la objetividad obliga a ver en ella un bien. Parece pues que el resentimiento posee los mismos rasgos característicos que el pecado capital de la pereza. Según santo Tomás, la pereza es “esa tristeza que proviene de la dificultad del bien”.

Reflexión:

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. A él se le atribuye la siguiente anécdota...

Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:

- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?.

- Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.

- ¿Triple filtro?

- Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.

El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y... Bien -dijo Sócrates- , entonces realmente no sabes si es cierto o no.

Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?

- No, por el contrario...

- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.

Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

- No, la verdad que no. Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¡¡¡¿para qué querría yo saberlo?!!!


Aplicación: este sentimiento de dolor que siento por esta ofensa recibida ¿Es verdad? ¿Me hace bien recordarlo? ¿Me es útil mantenerlo?



Cuestionario Práctico

El examen de conciencia realizado con seriedad y continuidad, es un gran medio para alcanzar el conocimiento personal, la madurez, la coherencia de vida y el progreso por el camino del bien. Nos hace sensibles al pecado y nos ayuda a superar las tentaciones, pruebas y contrariedades.
A continuación te ofrecemos un cuestionario que te ayudará a examinar tu propia vida, tus principios, tus criterios conforme al criterio del evangelio.

(Las respuestas NO se publican en los foros, son para uso personal)


1. ¿Me preocupo por cultivar mi inteligencia? ¿Estudio y me capacito para superarme?
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas? ¿Les doy pronta solución? ¿Soy indeciso?
3. ¿Cómo es mi voluntad? ¿Fuerte? ¿Luchadora? ¿Perseverante?
4. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿Creo que sólo yo tengo las respuestas y la razón? ¿Recurro a personas que realmente puedan orientarme cuando lo necesito?
5. ¿Pienso que sin abnegación y sacrificio se pueden alcanzar grandes metas?
6. ¿Si algo me molesta se lo ofrezco a Dios? ¿Me muestro molesto (a) e impaciente ante todo aquello que me mortifica? ¿Es norma en mi conducta el hacer lo que me agrada y es cómodo?
7. ¿Necesito con mucha frecuencia una palabra de ánimo para seguir adelante? ¿O me basta la conciencia y la voluntad?
8. Cuando fracaso o me va mal en algo ¿el mundo se me cae encima? ¿Busco hacer nuevo esfuerzo de superación y no me dejo llevar por el sentimiento de derrota?
9. ¿Cualquier actitud de los demás que no concuerda con lo que me agrada, ¿me desconcierta y enfada? ¿resto importancia a estas pequeñas contrariedades?
10. ¿Domino mi temperamento cuando practico algún deporte o juego? ¿Sé ganar con equilibrio? ¿Sé perder con nobleza? ¿Tengo dominio en mis palabras?



Participación

Preguntas que pueden servirte para estructurar tus conclusiones

¿Qué me ha parecido el tema?
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Algún comentario particular…


Tema 1-Los estímulos y la respuesta personal

Escucha ésta sesión.

Introducción

Para algunas personas perdonar es signo de debilidad; otras lo consideran un contrasentido porque lo suponen un atentado contra la justica; hay quienes piensan que el perdón se deba condicionarse al ajuste de cuentas o en el mejor de los casos, a la rectificación del agresor. También es frecuente que alguien asegure que perdona cuando en el fondo no está dispuesto a olvidar; o que le parezca razonable perdonar hasta un cierto límite, porque lo contrario resultaría intolerable. O que incluso se considera incapaz de perdonar determinada ofensa, aunque quisiera hacerlo.

No podemos ocultar que el tema del perdón es difícil, pero mucho más difícil es el vivirlo. Mas debemos reconocer que el perdón es uno de los medios más importantes para alcanzar la felicidad porque estabiliza el alma y la llena de paz.

Para tener éxito en este curso se recomienda a los participantes que, que para el mejor aprovechamiento del mismo, se procure ser sincero consigo mismo, especialmente en aquellos puntos en los que de alguna manera pueda verse reflejada su situación personal.


Primera parte: Lo que es el resentimiento
Tema 1
Los estímulos y la respuesta personal


Para saber cómo debo evitar algo que me hace daño, debo conocer qué es, de dónde viene y cómo actúa. Explicaremos lo qué es el resentimiento, sus estímulos y la respuesta que personalmente podemos dar ante ellos.

El resentimiento suele aparecer como una reacción a un estímulo negativo que nos hiere. Ordinariamente se presenta en forma de ofensa o agresión. No toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va siempre precedido de una ofensa.

Los estímulos del resentimiento

Las ofensas que causan resentimiento pueden presentarse de diversas formas:
1. Acción, de alguien contra mí: cuando me agreden físicamente, me insultan o me calumnian.

2. Omisión, cuando no recibo lo que esperaba como una invitación, un agradecimiento por el servicio prestado o el reconocimiento por el esfuerzo realizado.

3. Circunstancias: se puede estar “resentido” por la situación socioeconómica personal, por algún defecto físico, o por las enfermedades que se padecen y no se aceptan.

En cualquiera de los casos anteriores, el estímulo que provoca la reacción del resentimiento puede ser real y ser juzgado por el la persona ofendida con objetividad. Puede tener fundamento real pero estar exageradopor el sujeto, como aquél que considera que recibió un golpe de graves consecuencias cuando a penas lo tocaron, o el que piensa que nunca le agradecen sus servicios, porque en una ocasión concreta no le dieron las gracias, o el que se siente invadido de cáncer cuando sólo tiene un tumor incipiente.

La reacción del resentimiento también puede responder a un estímulo imaginario, como el que interpreta una frase desagradable como intento de difamación o el que no recibe el saludo de alguien – que tal vez ni siquiera lo vio- y lo traduce como un desprecio, o el que se considera socialmente marginado por culpa de los demás.

Estas formas muestran, por tanto, en qué medida el resentimiento depende del modo como se mire una misma realidad. O más concretamente, de cómo se juzguen las ofensas recibidas (con objetividad, exageración o de manara imaginaria), esto explica el que muchos resentimientos que almacenamos sean completamente gratuitos, porque dependen de la propia subjetividad que aparta de la realidad, exagerando o imaginando situaciones o hechos que no se han producido o no están en la intención de nadie.

La respuesta personal

El resentimiento es una reacción ante la agresión que cuando no interviene la razón humana encauzando o rectificando la reacción, esta se convierte en algo negativo. Por esto lo determinante en un resentimiento no está en la “ofensa “recibida, sino en la respuesta personal.

Y esta respuesta depende de cada quien, porque nuestra libertad nos confiere el poder de orientar de alguna manera nuestras reacciones. Covey advierte en “Los 7 Hábitos de la Gente Eficaz” que “no es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña, es nuestra respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo. Es mucho mejor tomar medidas inmediatas para extraer el veneno”. Esta alternativa se presenta ante cada agresión: o nos concentramos en quien nos ofendió con su agravio y entonces surgirá el veneno del resentimiento, o lo eliminamos mediante una respuesta adecuada, no permitiendo que permanezca dentro de nosotros. Esto explica que una misma “ofensa” sufrida por varias personas a la vez con la misma intensidad, puede causar en unos sólo un sentimiento fugaz de dolor, mientras los otros pueden quedar resentidos para toda la vida. ¿Es posible realmente orientar nuestras reacciones ante las ofensas para que no se conviertan en resentimientos?

La dificultad para poder dar una respuesta adecuada ante una ofensa, es que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la personalidad, porque esencialmente es un sentimiento, una pasión, un movimiento que se experimenta sensiblemente. Quien está resentido “se siente herido u ofendido” por alguien o por algo que influye contra su persona. Y el manejo de los sentimientos no es sencillo. Unas veces no somos conscientes de ellos y pueden estar actuando dentro de nosotros sin que nos demos cuenta. Hay quienes experimentan una especial dificultad para amar a los demás, porque no recibieron afecto de sus padres en la infancia, pero no pueden resolver el problema por desconocer la causa.

Otras veces ocurre que el resentimiento queda reforzado por razones que lo justifican, cuando la persona no sólo se siente herida, sino que se considera ofendida. Cuando sucede esto, el resentimiento se arraiga más, pero sigue siendo emocional, una vivencia sensible. Si un marido es insultado por su esposa, sienteel agravio y nace en él el resentimiento; si además de sentirlo, piensa que ella lo odia, este pensamiento reforzará el sentimiento que está experimentando.


Reflexión:


Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. Éste, profundamente ofendido, sin decir nada, escribió en la arena: –“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto, comenzó a ahogarse. El otro amigo se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: –“Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo le preguntó: –“¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo, el otro le respondió: –“Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, porque el viento del olvido se lo lleva; en cambio, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo”.

Aplicación: ¿las ofensas voluntarias o involuntarias que recibo ¿las escribo en arena para que el viento del olvido las borre o las grabo en piedra de la memoria de mi corazón?


Cuestionario práctico


El cuestionario práctico nos ayuda y llena de luz porque confronta nuestra vida con las exigencias objetivas de la vocación cristiana, haciéndonos conocer las desviaciones o avances positivos, así como la raíz más profunda de sus causas. Nos ayuda también a suscitar dentro de nosotros una actitud de contrición, al propósito de superación cuando vemos lo negativo y de gratitud con Dios cuando reconocemos con sencillez nuestro progreso. Además el católico, el cristiano es un soldado de Jesucristo que con frecuencia debe limpiar, afilar y ajustar la armadura según lo recomienda San Pablo: “Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder, revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir contra las asechanzas del diablo…y tras haber vencido todo, os mantengáis firmes” (Ef.6. 10-13)

El examen de conciencia realizado con seriedad y continuidad, es un gran medio para alcanzar el conocimiento personal, la madurez, la coherencia de vida y el progreso por el camino del bien. Nos hace sensibles al pecado y nos ayuda a superar las tentaciones, pruebas y contrariedades.
A continuación te ofrecemos un cuestionario que te ayudará a examinar tu propia vida, tus principios, tus criterios conforme al criterio del evangelio.

(Las respuestas NO se publican en los foros, es de uso personal)

1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo firmemente por superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Acepto mis sentimientos? ¿los manejo, controlo, encauzo adecuadamente? ¿soy una persona serena y equilibrada?
3. ¿Conozco las exigencias de mi vida estado de vida: como hija (o), esposa (a), padre (madre), en mi trabajo? ¿las cumplo con agrado, dedicación, alegría?
4. ¿Me llevo bien con los demás? ¿Soy buen compañero (a), amigo (a) discreto y fiel?
5. ¿Soy capaz de trabajar en equipo? ¿participo, apoyo y colaboro con entusiasmo? ¿o me opongo a las iniciativas y demás ideas que proponen los demás?
6. ¿Soy pesimista? ¿pienso frecuentemente en mis fracasos, en mis metas no logradas?
7. ¿Sé tomar decisiones o vivo al vaivén de mis sentimientos? ¿vivo por convicciones o de acuerdo a lo que sucede a mí alrededor?


Participación

Comparte tus conclusiones de esta sesión en los foros del curso (Sí se publica en los foros)

Preguntas que pueden servirte para estructurar tus conclusiones

¿Qué me ha parecido el tema?
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
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