DIA 363-Zacarías 6--10, Eclesiástico 50,14-29, * Colosenses 1,11-23


Zacarías 6
1 Yo levanté de nuevo los ojos y tuve una visión: Había cuatro carros que salían de entre las dos montañas, y las montañas eran de bronce. 2 El primer carro era tirado por caballos rojos; el segundo por caballos negros; 3 el tercero por caballos blancos y el cuarto por caballos manchados. 4 Tomé la palabra y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estos, mi Señor?». 5 El me respondió: «¿Ellos avanzan de los cuatro vientos del cielo, después de haberse presentado ante el Señor de toda la tierra. 6 El carro de caballos rojos avanza hacia el país del oriente; el de los caballos negros hacia el norte; el de los blancos hacia el occidente; y el de los manchados hacia el sur». 7 Ellos avanzaron llenos de brío, ansiosos por recorrer la tierra. El ángel les dijo: «Vayan a recorrer la tierra». Y ellos recorrieron la tierra. 8 El me llamó y me dijo: «Mira, los que avanzan hacia el país del Norte hacen reposar mi espíritu en ese país». 9 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 10 Recoge las ofrendas de los deportados: de Jeldai, de Tobías y de Iedaías. Tú mismo irás ese día a la casa de Josías, hijo de Sefanías, adonde ellos acaban de llegar de Babilonia: 11 tomarás la plata y el oro, harás una corona y la pondrás sobre la cabeza de Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote. 12 Tú le dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Aquíha y un hombre llamado «Germen»» allí donde esté, algo va a germinar, y el reconstruirá el Templo del Señor. 13 El reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono. Habrá un sacerdote a su derecha, y habrá un perfecto acuerdo entre los dos. 14 Y la corona será para Jeldai, Tobías y Iedaías, y para Josías, hijo de Sefanías, un memorial en el Templo del Señor. 15 Entonces los que están lejos vendrán y reconstruirán el Santuario del Señor. Así sabrán que me envió a ustedes el Señor de los ejércitos. Esto sucederá si escuchan verdaderamente la voz del Señor, su Dios.



Zacarías 7
1 El cuarto año del rey Darío, el día cuatro del noveno mes, el mes de Quisleu, 2 Betel Saréser, gran mago del rey, y sus hombres enviaron una delegación para aplacar el rostro del Señor 3 y preguntar a los sacerdotes de la Casa del Señor de los ejércitos y a los profetas: «¿Debo seguir llorando e imponiéndome privaciones en el quinto mes, como lo he hecho durante tantos años?». 4 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 5 Habla a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciéndoles: Si ustedes han ayunado y se han lamentado en el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, ¿es por mí que han practicado esos ayunos? 6 Y cuando comen y beben ¿no lo hacen por ustedes mismos? 7 ¿No son estas las palabras que proclamó el Señor por intermedio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, rodeada de sus ciudades, y estaban poblados el Négueb y la Sefelá? 8 La palabra del Señor llegó a Zacarías en estos términos: 9 Así habla el Señor de los ejércitos: Hagan justicia de verdad, practiquen mutuamente la fidelidad y la misericordia. 10 No opriman a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre, y no piensen en hacerse mal unos a otros. 11 Pero ellos no quisieron hacer caso: se mostraron rebeldes y endurecieron sus oídos para no oír; 12 endurecieron su corazón como el diamante para no escuchar la instrucción y las palabras que el Señor de los ejércitos les había dirigido por su espíritu, por intermedio de los antiguos profetas. Entonces el Señor de los ejércitos se irritó profundamente. 13 Y sucedió lo siguiente: Así como él llamaba y ellos no escuchaban, así también ellos llamarán y yo no escucharé, dice el Señor de los ejércitos. 14 Yo los esparcía como un torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y el país fue devastado detrás de ellos, sin que nadie fuera ni volviera. De una tierra de delicias, ellos hicieron una desolación.


Zacarías 8
1 La palabra del Señor llegó en estos términos: 2 Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella. 3 Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada «Ciudad de la Fidelidad», y la montaña del Señor de los ejércitos, «Montaña Santa». 4 Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años. 5 Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas. 6 Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? –oráculo del Señor de los ejércitos–. 7 Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente. y de los países donde se pone el sol. 8 Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia. 9 Así habla el Señor de los ejércitos: Que se fortalezcan las manos de ustedes, los que escuchan en estos días, de la boca de los profetas, estas palabras pronunciadas desde el día en que se pusieron los cimientos de la Casa del Señor de los ejércitos, para la reconstrucción del Templo. 10 Porque antes de estos días no había salario para los hombres ni ración para los animales, ni había seguridad para los que iban y venían, a causa del enemigo: yo había lanzado a todos los hombres, unos contra otros. 11 Pero ahora, yo no trataré al resto de este pueblo como en los tiempo pasados –oráculo del Señor de los ejércitos–. 12 Porque hay semillas de paz: la viña dará su fruto, la tierra sus productos y el cielo su rocío. Yo daré todo esto como herencia al resto de este pueblo. 13 Y así como ustedes, pueblo de Judá y pueblo de Israel, fueron una maldición entre las naciones, así yo los salvaré, y ustedes serán una bendición. ¡No teman! ¡Que sus manos se fortalezcan! 14 Porque así habla el Señor de los ejércitos: Así como yo había resuelto hacerles mal cuando sus padres me irritaban –dice el Señor de los ejércitos– y no me arrepentí, 15 así, en cambio, decidí en estos días hacer el bien a Jerusalén y al pueblo de Judá. ¡No teman! 16 Esto es lo que deberán practicar: díganse mutuamente la verdad y dicten en sus puertas sentencias que restablezcan la paz; 17 no piensen en hacerse mal unos a otros y no amen el falso juramento. Porque yo aborrezco todo eso –oráculo del Señor–. 18 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 19 «Así habla el Señor de los ejércitos: El ayuno del cuarto, del quinto, del séptimo y el décimo mes se convertirán para la casa de Judá en alegría, en gozo y en hermosas solemnidades. ¡Pero amen la verdad y la paz!». 20 Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades. 21 Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: «Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir». 22 Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor. 23 Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: «Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes». 
 

Zacarías 9
1 Oráculo. La palabra del Señor llegó al país de Jadrac, y en Damasco está su reposo; porque al Señor pertenece la fuente de Aram, como todas las tribus de Israel, 2 y también Jamat, que está en su frontera, y Tiro y Sidón. Por su gran sabiduría, 3 Tiro se construyó una fortaleza, amontonó plata como polvo y oro fino como barro de las calles. 4 Pero el Señor va a apoderarse de eso, arrojará su poderío en el mar y ella misma será presa de las llamas. 5 Lo verá Ascalón y temerá; también Gaza, y se retorcerá de dolor, y lo mismo Ecrón, porque su esperanza quedó defraudada; Gaza no tendrá más rey, Ascalón ya no será habitada 6 y gente bastarda se instalará en Asdod. Yo aniquilaré el orgullo del filisteo, 7 quitaré la sangre de su boca y sus abominaciones de entre sus dientes. El también será un resto para nuestro Dios, será como un jefe en Judá, y Ecrón será como un jebuseo. 8 Yo acamparé junto a mi casa como una guardia contra los que pasan y vuelven: no pasará más entre ellos ningún opresor, porque ahora he visto con mis ojos. 9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. 10 El suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. 11 En cuanto a ti, por la sangre de alianza yo libraré a tus cautivos de la fosa sin agua. 12 Vuelvan a la plaza fuerte, cautivos llenos de esperanza. Sí, hoy mismo lo declaro: yo te daré una doble compensación. 13 Porque yo tendí mi arco: es Judá; lo armé con Efraím. Lanzaré a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Javán; te empuñaré como una espada de guerrero. 14 El Señor aparecerá sobre ellos, y su flecha partirá como el rayo. El Señor hará sonar la trompeta y avanzará en los torbellinos del sur. 15 El Señor de los ejércitos los escudará; ellos triunfarán y pisotearán las piedras de las hondas, beberán la sangre como si fuera vino, se llenarán como la copa de la aspersión, como los ángulos del altar. 16 El Señor, su Dios, los salvará en aquel día, como al rebaño de su pueblo; como piedras de una diadema, resplandecerán sobre su tierra. 17 ¡Qué felicidad y qué hermosura! El trigo dará vigor a los jóvenes y el vino nuevo a las jóvenes.




Zacarías 10
1 Pidan al Señor la lluvia en el tiempo de la primavera. El Señor es el que produce los relámpagos; él les dará una lluvia abundante, y a cada uno la hierba en su campo. 2 Porque los ídolos dan respuestas vanas, y los adivinos ven visiones engañosas, relatan sueños quiméricos y dan consuelos ilusorios. Por eso la gente ha partido como un rebaño, están afligidos porque no tienen pastor. 3 Mi ira se ha encendido contra los pastores y yo castigaré a los machos cabríos. Cuando el Señor de los ejércitos visite a su rebaño –la casa de Judá– hará de ella su caballo de honor en el combate. 4 De él saldrá la Piedra angular, de él la Estaca, de él el arco de guerra, de él todos los jefes. Todos juntos 5 serán como héroes, que pisotean el barro de las calles en el combate; combatirán porque el Señor estará con ellos, mientras que los jinetes quedarán confundidos. 6 Yo fortificaré a la casa de José. Los restableceré porque tendré piedad de ellos, y serán como si yo no los hubiera rechazado, porque yo soy el Señor, su Dios, y los escucharé. 7 Efraím será como un héroe, y su corazón se alegrará como con el vino: sus hijos verán y se regocijarán, su corazón se llenará de júbilo en el Señor. 8 Les silbaré y los reuniré, porque yo los he liberado, y ellos serán tan numerosos como antes. 9 Yo los diseminé entre los pueblos, pero se acordarán de mi en las regiones lejanas, criarán a sus hijos y estos volverán. 10 Los haré volver del país de Galaad y en el Líbano, y no habrá lugar suficiente para ellos. 11 Atravesarán el mar de Egipto, él golpeará las olas en el mar, y se secarán las profundidades del Nilo. Será abatido el orgullo de Asiria, y el cetro de Egipto será arrebatado. 12 Yo los fortaleceré en el Señor, y ellos avanzarán en su Nombre –oráculo del Señor–.



Eclesiástico 50,14-29
14 Mientras oficiaba en los altares y disponía la ofrenda para el Altísimo todopoderoso, 15 él extendía la mano sobre la copa, derramaba la libación la sangre de la uva y la vertía al pie del altar, como perfume agradable al Altísimo, Rey del universo. 16 entonces, los hijos de Aarón prorrumpían en aclamaciones, tocaban sus trompetas de metal batido y hacían oír un sonido imponente, como memorial delante del Altísimo. 17 En seguida, todo el pueblo, unánimemente, caía con el rostro en tierra para adorar a su Señor, el Todopoderoso, el Dios Altísimo. 18 También los cantones entonaban sus alabanzas: en medio del estruendo se oía una dulce melodía. 19 El pueblo suplicaba al Señor Altísimo, dirigía sus plegarias ante el Misericordioso, hasta que terminaba el culto del Señor y se ponía fin a la liturgia. 20 Entonces, él descendía y elevaba las manos sobre toda la asamblea de los israelitas, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su Nombre. 21 Y por segunda vez, el pueblo se postraba para recibir la bendición del Altísimo. 22 Y ahora bendigan al Dios del universo que hace grandes cosas por todas partes, al que nos exaltó desde el seno materno y nos trató según su misericordia. 23 Que él nos dé la alegría del corazón, y conceda la paz en nuestros días, a Israel, por los siglos de los siglos. 24 Que su misericordia permanezca fielmente con nosotros y que nos libre en nuestros días. 25 Hay dos naciones que detesta mi alma, y la tercera, no es una nación: 26 los que habitan en la montaña de Seír, los filisteos, y el pueblo necio que habita en Siquem. 27 Una instrucción de sabiduría y de ciencia es la que dejó grabada en este libro Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén, que derramó como lluvia la sabiduría de su corazón. 28 ¡Feliz el que vuelve continuamente sobre estas palabras! El que las ponga en su corazón, será sabio. 29 Si las practica, será capaz de afrontarlo todo, porque la luz del Señor marca su huella.



* Colosenses 1,11-23
11 Fortalecidos plenamente con el poder de su gloria, adquirirán una verdadera firmeza y constancia de ánimo, 12 y darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. 13 Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, 14 en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. 15 El es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, 16 porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. 17 El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. 18 El es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. El es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, 19 porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. 20 Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. 21 Antes, a causa de sus pensamientos y sus malas obras, ustedes eran extraños y enemigos de Dios. 22 Pero ahora, él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable. 23 Para esto es necesario que ustedes permanezcan firmes y bien fundados en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a todas las criaturas que están bajo el cielo y de la cual yo mismo, Pablo, fui constituido ministro.cho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente.