DIA 324--Ezequiel 11--13 Eclesiástico 29,1-13 Juan 20


Ezequiel 11
1 Un espíritu me levantó y me llevó a la puerta oriental de la Casa del Señor, la que da hacia el oriente, y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres. En medio de ellos divisé a Iazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo.
2 El me dijo: Hijo de hombre, estos son los que hacen planes perversos y dan malos consejos en esta ciudad.
3 Ellos dicen: «Aún no está cerca el momento de reconstruir las casas. La ciudad es la olla y nosotros somos la carne».
4 Por eso, profetiza contra ellos, profetiza, hijo de hombre.
5 El espíritu del Señor cayó sobre mí y me dijo: Di: Así habla el Señor: Ustedes han dicho esto, casa de Israel, y yo sé lo que están pensando.
6 Ustedes han multiplicado las víctimas en esta ciudad, han llenado de cadáveres sus calles.
7 Por eso, así habla el Señor: Los cadáveres que ustedes han puesto en medio de la ciudad, esa es la carne, y la ciudad es la olla, de la que los haré salir a ustedes.
8 Ya que tienen miedo de la espada, ya atraeré la espada contra ustedes –oráculo del Señor–.
9 Los haré salir de en medio de la ciudad, los entregaré en manos de extranjeros y les infligiré justos castigos.
10 Ustedes caerán bajo la espada; los juzgaré en el territorio mismo de Israel, y así sabrán que yo soy el Señor.
11 Ni esta ciudad será para ustedes una olla, ni ustedes serán la carne en medio de ella: yo los juzgaré en el territorio mismo de Israel.
12 Entonces sabrán que yo soy el Señor, cuyos preceptos ustedes no han seguido y cuyas leyes no han practicado, porque han imitado las costumbres de las naciones que están a su alrededor,
13 Y mientras yo profetizaba, murió Pelatías, hijo de Benaías. Yo caí con el rostro en tierra y grité fuertemente: «¡Ah, Señor, tú estás exterminando al resto de Israel!».
14 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
15 Hijo de hombre, los habitantes de Jerusalén dicen esto de tus hermanos, de tus parientes y de toda la casa de Israel: «Ellos están lejos del Señor ; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión».
16 Por eso di: Así habla el Señor: Sí, yo los conduje a naciones lejanas sí, yo los dispersé entre los pueblos, pero soy momentáneamente un santuario para ellos, en los países adonde han ido.
17 Por eso di: Así habla el Señor: Yo los reuniré de entre los pueblos, los congregaré de entre los países donde han sido dispersados y les daré la tierra de Israel.
18 Ellos entrarán allí y exterminarán todos los ídolos y todas las abominaciones.
19 Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
20 a fin de que sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica. Así ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
21 En cuanto a aquellos cuyo corazón va detrás de sus ídolos y de sus abominaciones, yo haré recaer sobre sus cabezas su mala conducta –oráculo del Señor–.
22 Entonces los querubines desplegaron sus alas, y las ruedas se movieron junto con ellos. La gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos, en lo alto.
23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente de la ciudad.
24 El espíritu me elevó y me llevó a Caldea, donde estaban los deportados. Esto sucedió en mi visión, por obra del Espíritu de Dios. Luego se alejó de mí la visión que yo había contemplado,
25 y conté a los deportados todas las cosas que el Señor me había hecho ver.



Ezequiel 12
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pro no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde.
3 En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje como si tu vieras que ir al exilio, y parte en pleno día, a la vista de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a la vista de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde.
4 Sacarás tu equipaje en pleno día, a la vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a al vista de ellos, como salen los deportados.
5 Abrirás un boquete en el muro y saldrás por él, a la vista de ellos.
6 Cargarás el equipaje sobre tus espaldas y saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque yo te he convertido en un presagio para el pueblo de Israel.
7 Yo hice exactamente lo que se me había ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por la tarde abrí un boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y cargué el equipaje sobre mis espaldas, a la vista de ellos.
8 A la mañana, la palabra del Señor me llegó en estos términos:
9 Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo?
10 Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel que vive en medio de ella.
11 Diles también: Yo soy un presagio para ustedes. Lo mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al exilio.
12 El príncipe que está en medio de ellos cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el boquete que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro, para no ver el país.
13 Yo tenderé mi red sobre él y él quedará preso en mi trampa. Lo llevará a Babilonia, la tierra de los caldeos, pero no la verá y morirá allí.
14 Y a todos los que lo rodean, a su guardia y a todas sus tropas, los dispersaré a todos los vientos y desenvainaré la espada detrás de ellos.
15 Y cuando los disperse entre las naciones y los disemine por los países, sabrán que yo soy el Señor.
16 Pero dejaré que un pequeño número de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde vayan: así se sabrá que yo soy el Señor.
17 El Señor me dirigió su palabra en estos términos:
18 Hijo de hombre, comerás tu pan con estremecimiento y beberás tu agua con inquietud y ansiedad.
19 Y dirás a la población del país: Así habla el Señor a los habitantes de Jerusalén que viven en la tierra de Israel: Ustedes comerán su pan con ansiedad y beberán su agua con terror, para que el país quede horrorizado porque está lleno de violencia de todos sus habitantes.
20 Las ciudades habitadas quedarán en ruinas y el país se convertirá en un desierto: así ustedes sabrán que yo soy el Señor.
21 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
22 Hijo de hombre, ¿qué significa ese refrán que se escucha en la tierra de Israel: «Pasan los días y no se cumple ninguna visión»?
23 Tú diles, en cambio: Así habla el Señor: Yo acabaré con este refrán y no se lo repetirá más en Israel. Diles más bien: Se acercan los días en que toda visión se cumplirá;
24 ya no habrá más visiones ilusorias ni predicciones engañosas en medio de la casa de Israel,
25 porque yo, el Señor, diré lo que tenga que decir, y la palabra que pronuncie se cumplirá sin demora. Sí, en vida de ustedes, pueblo rebelde, pronunciaré una palabra y la cumpliré –oráculo del Señor–.
26 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
27 Hijo de hombre, el pueblo de Israel dice: «Las visiones que este tiene van para largo; él profetiza para un futuro lejano».
28 Por eso, diles: Así habla el Señor: En adelante, todas mis palabras se cumplirán sin demora; lo que yo diga se realizará –oráculo del Señor–.


Ezequiel 13
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel; profetiza, y di a los que profetizan por su propia iniciativa: Escuchen al palabra del Señor.
3 Así habla el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos que siguen su propia inspiración, sin haber tenido ninguna visión!
4 Chacales entre las ruinas: ¡eso han sido tus profetas, Israel!
5 Ustedes no han subido a las brechas ni han levantado un muro alrededor de la casa de Israel, a fin de que pueda resistir en el combate, el día del Señor.
6 Tienen visiones ilusorias y hacen predicciones engañosas, esos que andan diciendo: «¡Oráculo del Señor!», sin que el Señor los haya enviado. ¡Y todavía esperan que él confirme sus anuncios!
7 ¿O no es verdad que ustedes tienen visiones ilusorias y hacen predicciones engañosas, cuando dicen: «¡Oráculo del Señor!, sin que yo haya hablado?
8 Por eso, así habla el Señor: Por haber hablado falsamente y haber tenido visiones engañosas, yo estoy aquí contra ustedes –oráculo del Señor–.
9 Mi mano se alzará contra los profetas que tienen visiones ilusorias y hacen predicciones engañosas: ellos no participarán en el consejo de mi pueblo, no serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni entrarán en la tierra de Israel. Así ustedes sabrán que yo soy el Señor.
10 Porque ellos extraviaron a mi pueblo, anunciando: «¡Paz!», cuando en realidad no había paz, y mientras mi pueblo se construía una pared inconsistente, ellos la recubrían con cal;
11 por eso, di a esos que recubren con cal: Vendrá una lluvia torrencial, yo haré caer piedras duras de granizo, y se desatará un viento huracanado.
12 Y cuando la pared se haya derrumbado, les preguntarán: «¿Dónde está la cal con que la habían recubierto?».
13 Por eso, así habla el Señor: En mi furor, desataré un viento huracanado; en mi ira, enviaré una lluvia torrencial; y en mi enojo, haré caer piedras duras de granizo, hasta que todo quede derruido.
14 Derribaré la pared que ustedes recubrieron con cal, la dejaré a ras del suelo, y sus cimientos quedarán al desnudo. La pared se desplomará, y ustedes perecerán en medio de ella. Así sabrán que yo soy el Señor.
15 Y una vez que se haya desahogado mi ira contra esa pared y contra los que la recubrían con cal, les diré: Ya no existe la pared, ni tampoco los que la recubrían,
16 esos profetas que profetizaban sobre Jerusalén y tenían para ella visiones de paz, cuando no había paz –oráculo del Señor–.
17 Y tú, hijo de hombre, vuelve tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan por su propia iniciativa, y profetiza contra ellas.
18 Dirás: Así habla el Señor: ¡Ay de aquellas que tejen ligaduras mágicas para atar las mano, y preparen velos para las cabezas de gente de todas las edades, a fin de atrapar vidas humanas! ¡Ustedes pretenden atrapar la vida de la gente de mi pueblo y preservar la suya propia!
19 Me han profanado delante de mi pueblo por unos puñados de cebada y unas migajas de pan, matando a los que no deben morir, dejando con vida a los que no deben vivir, y diciendo mentiras a mi pueblo, que siempre está dispuesto a escucharlas.
20 Por eso, así habla el Señor: Yo estoy contra las ligaduras que ustedes usan para atrapar como pájaros las vidas humanas. Las arrancaré de los brazos de ustedes, y dejaré en libertad las vidas humanas. Las arrancaré de los brazos de ustedes, y dejaré en libertad las vidas que ustedes han atrapado.
21 También romperé sus velos, y libraré a mi pueblo de las manos de ustedes, para que ya no sean una presa en sus manos. Así sabrán que yo soy el Señor.
22 Ustedes hacen sufrir al justo con engaños, cuando yo no lo hago sufrir y reconfortan al impío para que no se convierta de su mala conducta y salve su vida.
23 Por eso, no tendrán más falsas visiones ni volverán a hacer predicciones: yo libraré a mi pueblo de las manos de ustedes, y así sabrán que yo soy el Señor.


Eclesiástico 29,1-13
1 El que practica la misericordia presta a su prójimo, y el que acude en su ayuda observa los mandamientos.
2 Presta a tu prójimo cuando esté necesitado, y restitúyele a tu vez en el momento convenido.
3 Cumple tu palabra y sé leal con él, y encontrarás en todo momento lo que necesites.
4 Muchos consideran el préstamo como una ganga y ponen en aprietos a quienes los han ayudado.
5 Hasta que reciben, besan las manos de la gente y hablan con humildad de las riquezas del prójimo, pero en el momento de restituir, piden prórroga, sólo devuelven con palabras quejumbrosas y echan la culpa a las circunstancias.
6 Si llegan a pagar, el acreedor recibe apenas la mitad y tiene que aceptarlo como un favor. Si no, lo despojan de sus riquezas, y él se gana inútilmente un enemigo que le paga con maldiciones e insultos y le devuelve desprecio en vez de honrarlo.
7 Así, muchos se niegan a prestar, no por maldad, sino por temor a ser despojados sin razón.
8 Pero tú sé indulgente con el humilde y no le hagas esperar tu limosna.
9 Socorre al pobre para cumplir el mandamiento y, en su indigencia, no lo despidas con las manos vacías.
10 Pierde tu dinero por un hermano y un amigo: que no se herrumbre bajo una piedra y lo pierdas.
11 Deposita tu tesoro según los mandamientos del Altísimo y te reportará más provecho que el oro;
12 que el tesoro encerrado en tus graneros sea la limosna, y ella te preservará de todo mal:
13 mejor que un fuerte escudo y una lanza pesada combatirá a tu favor frente al enemigo.


Juan 20
1 El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
2 Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
5 Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
6 Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo,
7 y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
8 Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
9 Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
10 Los discípulos regresaron entonces a su casa.
11 María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
13 Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
14 Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
15 Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo».
16 Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!».
17 Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes».
18 María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
21 Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes»
22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo.
23 Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
25 Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré».
26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
27 Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe».
28 Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!.
29 Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».
30 Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
31 Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.