DIA 325--Ezequiel 14--16 Eclesiástico 29,14-28 Juan 21


Ezequiel 14
1 Algunos de los ancianos de Israel vinieron a verme, y se sentaron ante mí.
2 Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos:
3 Hijo de hombre, esta gente tiene el corazón apegado a sus ídolos y ha puesto delante de sí lo que es ocasión de sus culpas. ¿Voy a dejar que ellos me consulten?
4 Por eso, habla con ellos y diles: Así habla el Señor: Si un hombre de Israel que tiene el corazón apegado a sus ídolos y ha puesto delante de sí lo que es ocasión de sus culpas, va y se presenta al profeta, yo mismo, el Señor, me verá obligado a responderle, a causa de la multitud de sus ídolos.
5 Lo haré, a fin de llegar al corazón del pueblo de Israel, porque todos se han alejado de mi a causa de sus ídolos».
6 Por eso, di a la casa de Israel: Así habla el Señor: Conviértanse, apártense de sus ídolos; aparten su rostro de todas sus abominaciones
7 Porque si un hombre de Israel, o un extranjero que reside en Israel, se aleja de mí, erige en su corazón un altar para sus ídolos y pone delante de sí lo que es ocasión de sus culpas, y si luego se presenta al profeta para consultarme, yo mismo, el Señor, me veré obligado a responderle.
8 Volveré mi rostro contra ese hombre, haré que sirva de escarmiento y de ejemplo, y lo extirparé de en medio de mi pueblo. Así ustedes sabrá que yo soy el Señor.
9 Pero si el profeta se deja seducir y pronuncia una palabra, habré sido yo, el Señor, el que sedujo a ese profeta: extenderá mi mano contra él y lo exterminaré de en medio de mi pueblo Israel.
10 Uno y otro cargarán con esa culpa: el profeta y el que lo consulta serán igualmente culpables.
11 Así, nunca más el pueblo de Israel andará errante lejos de mí, y no volverá a mancharse con todas sus rebeldías: ellos serán mi Pueblo y yo será su Dios –oráculo del Señor–.
12 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
13 Hijo de hombre, si un país peca contra mí cometiendo alguna infidelidad, yo extenderá mi mano contra él y agotaré todas sus reservas de alimento: enviaré el hambre sobre él y extirparé por igual a hombres y animales.
14 Pero si se encuentran en ese país estos tres hombres: Noé, Daniel y Job, ellos salvarán su vida a causa de su justicia –oráculo del Señor–.
15 Si yo suelto las bestias feroces contra ese país para dejarlo despoblado, y él se convierte en un desierto intransitable, a causa de las fieras;
16 aunque se encuentren en ese país estos tres hombres, juro por mi vida –oráculo del Señor– que no podrán salvar ni a sus hijos ni a sus hijas: ellos solos se salvarán, mientras que el país quedará desierto.
17 O bien, si yo atraigo la espada contra ese país, diciendo: «Pase la espada por este país y extirpe de él a hombres y animales»;
18 aunque se encuentren en ese país estos tres hombres, juro por mi vida –oráculo del Señor– que no podrán salvar ni a sus hijos ni a sus hijas: ellos se salvarán.
19 O si envío la peste contra ese país y desahogo en forma sangrienta mi indignación contra ellos, extirpando por igual a hombres y animales;
20 aunque se encuentren en ese país Noé, Daniel y Job, juro por mi vida –oráculo del Señor– que no podrán salvar ni a sus hijos ni a sus hijas: ellos solos se salvarán a causa de su justicia.
21 Así habla el Señor: Aunque yo envié contra Jerusalén mis cuatro terribles castigos –la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste– para extirpar de ella a hombres y animales,
22 ahí queda un resto de sobrevivientes que hacen salir a sus hijos y a sus hijas y vienen adonde están ustedes. Ustedes verán su mala conducta y sus obras, y se consolarán de la desgracia que atraje sobre Jerusalén, de todo lo que mandé contra ella.
23 Ellos los consolarán, porque ustedes verán su mala conducta y sus obras, y así sabrán que no sin motivo hice todo esto en la ciudad –oráculo del Señor–.



Ezequiel 15
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, ¿en qué aventaja la leña de la vid a la de cualquier otra rama de los árboles del bosque?
3 ¿Se saca de ella madera para emplearla en una obra? ¿Se hace con ella una percha para colgar alguna cosa?
4 No, se la echa al fuego para ser consumida: el fuego devora sus dos extremos y arde también el centro. ¿Servirá entonces para alguna cosa?
5 Cuando todavía estaba intacta, no se utilizaba para nada: ¡cuánto menos se hará algo con ella, una vez que el fuego la devore y esté quemada!
6 Por eso, así habla el Señor: como la leña de la vid, entre los árboles del bosque, la arrojé al fuego para que se consuma, así arrojo a los habitantes de Jerusalén.
7 Yo vuelvo mi rostro contra ellos: salieron del fuego, pero el fuego los devorará. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor, cuando vuelva mi rostro contra ellos.
8 Yo haré del país una desolación, porque han sido infieles –oráculo del Señor–.


Ezequiel 16

1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, da a conocer a Jerusalén sus abominaciones.
3 Tú dirás: Así habla el Señor a Jerusalén: Por tus orígenes y tu nacimiento, perteneces al país de Canaán; tu padre era un amorreo y tu madre una hitita.
4 Al nacer, el día en que te dieron a luz, tu cordón umbilical no fue cortado, no fuiste lavada con agua para ser purificada ni frotada con sal, ni envuelta en pañales.
5 Nadie se compadeció de ti para hacerte alguna de esas cosas, sino que fuiste arrojada en pleno campo, porque dabas asco el día que naciste.
6 Yo pasé junto a ti, te vi revolcándote en tu propia sangre y entonces te dije: «Vive
7 y crece como un retoño del campo». Tú comenzaste a crecer, te desarrollaste y te hiciste mujer; se formaron tus senos y crecieron tus cabellos, pero estaban completamente desnuda.
8 Yo pasé junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo del amor; extendí sobre ti el borde de mi mano y cubrí tu desnudez; te hice un juramento, hice una alianza contigo –oráculo del Señor– y tú fuiste mía.
9 Yo te lavé con agua, limpié la sangre que te cubría y te perfumé con óleo.
10 Te puse un vestido bordado, te calcé con zapatos de cuero fino, te ceñí con una banda de lino y te cubrí con un manto de seda.
11 Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar en tu cuello;
12 coloqué un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas y una espléndida diadema en tu cabeza.
13 Estabas adornada de oro y de plata, tu vestido era de lino fino, de seda y de tela bordada; te alimentabas con la mejor harina, con miel y aceite. Llegaste a ser extraordinariamente hermosa y te convertiste en una reina.
14 Tu fama se extendió entre las naciones, porque tu belleza era perfecta gracias al esplendor con que yo te había adornado –oráculo del Señor–.
15 Pero tú te preciaste de tu hermosura y te aprovechaste de tu fama para prostituirte; te entregaste sin pudor a todo el que pasaba y fuiste suya.
16 Tomaste tus vestidos para hacerte lugares altos de vivos colores, y te prostituiste en ellos.
17 Tomaste tus joyas hechas con mi oro y mi plata, que yo te había regalado, y te fabricaste imágenes de hombres con las que te prostituiste.
18 Tomaste tus vestidos bordados para cubrirlas, y pusiste delante de ellas mi aceite y mi incienso.
19 Y el pan que yo te había dado, la mejor harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, los ofreciste delante de ellas como perfume de aroma agradable –oráculo del Señor–.
20 Tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que tú habías engendrado para mí, y los sacrificaste a esas imágenes como alimento. ¿Acaso no te bastaba con prostituirte,
21 que también inmolaste a mis hijos y los entregaste, haciéndolos pasar por el fuego en honor de ellas?
22 En medio de todas tus abominaciones y prostituciones, no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas completamente desnuda, revolcándote en tu sangre.
23 Y en el colmo de tu maldad –¡ay, ay de ti!, oráculo del Señor–
24 te has edificado una colina y has levantado un montículo en todas las plazas.
25 A la entrada de todos los caminos edificaste un montículo, hiciste de tu hermosura una cosa abominable y entregaste tu cuerpo a todo el que pasaba, multiplicando tus prostituciones.
26 Te prostituiste a los egipcios, tus vecinos de cuerpo robusto, y multiplicaste tus prostituciones para provocarme.
27 Por eso, yo extendí mi mano contra ti, Racioné tu alimento y te entregué a la avidez de tus enemigos, a las ciudades de los filisteos, avergonzadas ellas mismas de tu conducta infame.
28 No satisfecha con esto, te prostituiste a los asirios; te prostituiste a ellos, y aún así no quedaste satisfecha.
29 Entonces multiplicaste tus prostituciones en una tierra de comerciantes, en Caldea, pero ni siquiera con esto quedaste satisfecha.
30 ¡Qué enloquecido estaba tu corazón –oráculo del Señor– cuando hacías todo esto, obra de una prostituta empedernida!
31 Cuando tú edificabas una colina a la entrada de todos los caminos, y levantabas un montículo en todas las plazas, no eras como la prostituta que busca un salario.
32 La mujer adúltera, en lugar de su marido, recibe un regalo.
33 A todas las prostitutas se les da un regalo; tú, en cambio, dabas regalos a todos tus amantes, tú los sobornabas a fin de que acudieran a ti de todas partes para tus prostituciones.
34 Al prostituirte, te sucedía lo contrario que a las otras mujeres: nadie corría detrás de ti, eras tú la que pagabas y nadie te pagaba a ti. ¡Hacías exactamente lo contrario!
35 Por eso, prostituta, escucha la palabra del Señor,
36 Así habla el Señor: Por haberte exhibido desvergonzadamente y haber descubierto tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y por la sangre de tus hijos que les has ofrecido,
37 por todo eso, yo voy a reunir a todos tus amantes, a los que has complacido y amado, y también a los que has odiado; los reuniré contra ti, de todas partes, descubriré ante ellos tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez.
38 Te aplicaré el castigo de las mujeres adúlteras y sanguinarias y descargaré sobre ti mi furor y mis celos.
39 Yo te entregaré en sus manos. Ellos arrasarán tus colinas y demolerán tus montículos; te despojarán de tus vestidos, te arrebatarán tus joyas y te dejarán completamente desnuda.
40 Incitarán a la asamblea contra ti, te lapidarán y te atravesarán con sus espadas,
41 Quemarán tus casas y te infligirán justos castigos a la vista de una multitud de mujeres. Yo te haré renunciar a la prostitución y ya no harás más regalos.
42 Así se apaciguará mi furor contra ti y mis celos se apartarán de ti, quedaré tranquilo y no me irritaré más.
43 Porque no te has acordado de los días de tu juventud y has provocado mi ira con todas estas cosas, yo haré recaer tu mala conducta sobre tu cabeza –oráculo del Señor– ¿Acaso no has cometido una infamia con todas tus prácticas abominables?
44 Todos los que hacen proverbios, harán uno acerca de ti, diciendo: «De tal madre, tal hija».
45 Sí, tú eres la hija de tu madre, que sentía asco de su marido y de sus hijos; eres la hermana de tus hermanas, que sentían asco de sus maridos y de sus hijos: la madre de ustedes era una hitita y su padres un amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaría, que junto con sus hijas habita a tu izquierda, y tu hermana menor es Sodoma, que junto con sus hijas habita a tu derecha.
47 Pero tú no te has contentado con seguir sus caminos y practicar sus mismas abominaciones, sino que te has corrompido más que ellas en todos tus caminos.
48 Juro por mi vida –oráculo del Señor– que tu hermana Sodoma y sus hijas no han obrado como tú y tus hijas.
49 Esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: soberbia, buena mesa y total despreocupación. Además de esto, ella y sus hijas no socorrieron al pobre y al indigente;
50 se enorgullecieron y cometieron abominaciones en mi presencia. Por eso las rechacé, como tú lo has visto.
51 Samaría no cometió ni la mitad de tus pecados. Tú has cometido más abominaciones que tus hermanas, y con las abominaciones cometidas has hecho que ellas parecieran justas.
52 Carga, entonces, con tu ignominia, por haber intercedido en favor de tus hermanas: tú, con tus pecados, te has hecho más abominable que ellas, y ellas con más justas que tú. Avergüénzate y carga con tu ignominia, ya que has hecho justas a tus hermanas.
53 Yo cambiaré su suerte, la suerte de Sodoma con sus hijas y la suerte de Samaría con sus hijas, y cambiaré tu suerte en medio de ellas,
54 a fin de que cargues con tu ignominia y sientas vergüenza de lo que has hecho, para consuelo de ellas.
55 Tu hermana Sodoma y sus hijas, lo mismo que Samaría y sus hijas, volverán a su antigua condición. Y tú también volverás a tu antigua condición.
56 ¿Acaso no has comentado muchas cosas acerca de Sodoma, en el día de tu orgullo,
57 antes que fuera descubierta tu desnudez? Lo mismo que ella, tú eres ahora objeto de burla para las ciudades de Edom y de todas sus vecinas, y para las ciudades de los filisteos, que se burlan de ti en tus alrededores.
58 Así cargarás con tu infamia y con tus abominaciones –oráculo del Señor–.
59 Porque así habla el Señor: Yo obraré contigo como has obrado tú, que despreciaste el juramento imprecatorio, quebrantando la alianza.
60 Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu juventud y establecerá para ti una alianza eterna.
61 Tú te acordarás de tu conducta y te sentirás avergonzada, cuando yo tome a tus hermanas, a las mayores y a las menores que tú, y te las dé como hijas, sin que ellas participen de tu alianza.
62 Yo estableceré mi alianza contigo, y tú sabrás que yo soy el Señor,
63 para que te acuerdes y te avergüences, y para que en tu confusión no te atrevas a abrir la boca, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho –oráculo del Señor–.



Eclesiástico 29,14-28

14 El hombre de bien sale fiador de su prójimo, pero el que perdió la vergüenza lo deja abandonado.
15 No olvides los favores de tu fiador, porque él ha expuesto su vida por ti.
16 El pecador dilapida los bienes de su fiador y el desagradecido abandona al que lo salvó.
17 La fianza perdió a muchos que vivían prósperamente, los sacudió como una ola del mar;
18 obligó a expatriarse a hombres poderosos, que anduvieron fugitivos por países extraños.
19 El pecador que se ofrece como fiador y busca ventaja, se expone a ser procesado.
20 Socorre a tu prójimo en la medida de tus recursos, pero ten cuidado de no arruinarte.
21 Lo esencial para la vida es el agua, el pan, la ropa, y una casa para albergarse dignamente.
22 Más vale vida de pobre en una cabaña que comida exquisita en casa ajena.
23 Conténtate con lo que tienes, sea poco o mucho, y no oirás que te reprochan por ser un extraño.
24 Triste vida es andar de casa en casa: donde eres un extraño, no puedes abrir la boca.
25 Sirves de comer y beber a gente desagradecida, y encima tienes que oír cosas amargas:
26 –Ven aquí, forastero, prepara la mesa, y si tienes algo a mano, dame de comer».
27 –»Deja el lugar para alguien más importante; mi hermano viene a hospedarse, y necesito la casa».
28 ¡Qué duro es para un hombre sensible que le reprochen la hospitalidad y le echen en cara una deuda!




Juan 21
1 Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:
2 estaban junto Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
3 Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
4 Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
5 Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No».
6 el les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
7 El discípulo al que Jesús amaba dio a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
8 Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
9 Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
10 Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».
11 Simón Pedro subió a al barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
12 Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres», porque sabían que era el Señor.
13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
14 Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
15 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».
16 Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
17 Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.
18 Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras».
19 De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».
20 Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».
21 Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: «Señor, ¿y qué será de este?».
22 Jesús le respondió: «Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué importa? Tú sígueme».
23 Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: «El no morirá», sino: «Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?».
24 Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
25 Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.