DIA 212--Tobías 7--11 Proverbios 29,14-27 Filipenses 4



Tobías 7
1 Al llegar a Ecbatana, Tobías dijo a Azarías: «Llévame inmediatamente a casa de nuestro hermano Ragüel. Lo llevó a la casa de Ragüel, quien estaba sentado cerca de la puerta del patio.
1 Lo saludaron y él respondió: «Buenas tardes, hermanos, bienvenidos a mi casa». Y los hizo pasar a la casa. 2 Dijo a su mujer Edna: «¡Que se parece este joven a mi hermano Tobit!» 3 Edna les preguntó: «¿De dónde son ustedes, hermanos?» Respondieron: «Somos hijos de Neftalí, desterrados a Nínive». 4 Ella les dijo: «¿Conocen a nuestro hermano Tobit?» «Por supuesto», dijeron ellos. 5 Entonces ella añadió: «¿Cómo está?» «Está bien, respondieron, y Tobías agregó: «Es mi padre».
6 Ragüel se levantó inmediatamente, lo abrazó y se puso a llorar. 7 Luego le dijo: «Bendito seas, hijo mío, tu padre es un hombre bueno y excelente. ¡Qué pena que un hombre tan bueno y tan generoso haya quedado ciego!» Se echó al cuello de Tobías y seguía llorando; su mujer Edna y su hija Sara lloraban también.
Así se casan los hijos de Dios
8 En seguida mandó matar un cordero de su rebaño y preparó una buena cena.
9 Entonces Tobías dijo a Rafael: «Hermano Azarías, ¿y si le pido ahora a Ragüel que me dé a mi hermana Sara?» 10 Al oír esas palabras, Ragüel dijo al joven: «Come y bebe. No eches a perder esta velada, nadie más que tú tiene derecho a casarse con mi hija Sara, hermano mío. Yo no soy libre de dársela a otro ya que tú eres nuestro pariente más cercano. Ahora, hijo mío, te hablaré francamente. 11 Se la di sucesivamente a siete de nuestros hermanos, y todos murieron la primera noche cuando se acercaron a ella. Por ahora, hijo mío, come y bebe. El Señor te concederá su gracia y su paz».
12 Pero Tobías exclamó: «¡No comeré ni beberé mientras no hayas arreglado este asunto!» Ragüel respondió: «¡Muy bien! Ya que según la ley de Moisés te pertenece, el Cielo ha decidido dártela; recibe pues a tu hermana. En adelante tú serás su hermano y ella, tu hermana, te la doy ahora para siempre. El Señor del Cielo vendrá a ayudarlos esta noche, hijo mío, y les dará su gracia y su paz».
13 Ragüel llamó a su hija Sara; le tomó la mano y la puso en la de Tobías, diciendo: «Recíbela según la Ley y los decretos escritos en el libro de Moisés, quien te la da como esposa. Tómala, que llegue felizmente contigo a la casa de tu padre. Que el Dios del Cielo les conceda que tengan un buen viaje sin incidentes». 14 Se dirigió luego a la madre y le pidió que fuera a buscar una hoja de papiro para escribir. Redactó luego el contrato de matrimonio y lo firmaron.
14 Después de eso, se pusieron a la mesa, comieron y bebieron. 15 Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la segunda pieza a donde la llevarás». 16 Ella se fue a hacer la cama del dormitorio, como se lo había pedido, y llevó allá a su hija. Luego se puso a llorar sobre ella y enjugándose las lágrimas, decía: 17 «¡Ten confianza, hija mía! ¡Que el Señor del Cielo cambie tu pena en alegría! ¡Ten confianza, hija mía!» Y se retiró.


Tobías 8
1 Cuando se hubo terminado la ce- na, hablaron de ir a acostarse. Llevaron al joven desde el comedor al dormitorio. 2 Tobías se acordó de los consejos de Rafael; tomó su bolso, sacó de él el corazón y el hígado del pescado y los puso sobre las brasas del pebetero. 3 El demonio salió huyendo intoxicado a través del aire hasta arribar a las mesetas de Egipto. Rafael lo persiguió, lo capturó y en seguida lo amarró. 4 Los padres, sin embargo, habían salido y cerrado la puerta.
4 Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, hermana mía. Oremos los dos, supliquémosle a nuestro Señor para obtener su gracia y su protección». 5 Ella se levantó y juntos se pusieron a orar por su salvación:
5 «Bendito eres, Dios de nuestros padres y bendito sea tu Nombre por los siglos de los siglos. ¡Los cielos y todas las criaturas te bendigan de siglo en siglo! 6 Tú creaste a Adán, tú creaste a Eva, su mujer, para que fuera su compañera y su ayuda, y de ambos nació toda la raza humana. Tu dijiste: No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante a él. 7 Ahora no he buscado el placer al casarme con esta hermana, lo hago con un corazón sincero. Ten piedad de ella y de mí y llévanos juntos hasta la vejez».
8 Terminaron diciendo juntos: «¡Amén, Amén!» 9 Luego se acostaron para pasar la noche.
9 Ragüel estaba en pie. Había llamado a sus sirvientes y había salido con ellos a cavar una tumba. 10 Se decía: «Si por casualidad muere, no es necesario que nos veamos cubiertos de confusión y vergüenza». 11 Luego Ragüel volvió a casa y llamó a su mujer. 12 Le dijo: «Manda una sirvienta a la pieza para ver si Tobías está vivo. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie lo sepa». 13 Mandaron a la sirvienta, la que encendió una lámpara y abrió la puerta. Entró y halló a los dos acostados y durmiendo.
14 Salió y les hizo una seña de que estaba vivo. 15 Entonces Ragüel bendijo al Dios del Cielo: «¡Oh Dios, tú mereces todas las santas bendiciones! ¡Que todos los siglos te bendigan! 16 Bendito seas porque me has llenado de alegría. Lo que yo temía no ocurrió, tú actuaste con nosotros con una inmensa bondad. 17 Bendito seas tú, que tuviste piedad de estos dos hijos únicos. Señor, dales tu gracia y tu salvación. ¡Que toda su vida transcurra en la felicidad y en tu gracia!
18 Antes que despuntara el día, Ragüel había ordenado a sus sirvientes que rellenaran la tumba.
19 Después dijo a su mujer que hiciera una hornada de pan y él fue al establo, laceó a dos bueyes y a cuatro corderos y pidió a la gente de la cocina que los mataran y los prepararan. 20 Luego mandó llamar a Tobías y le dijo: «No te vayas de aquí antes de dos semanas, comerás y beberás en mi casa. Mi hija ha tenido demasiadas pruebas, tú puedes muy bien darle un poco de felicidad. 21 Después te llevarás de aquí la mitad de mis bienes y regresaras sin problemas a casa de tu padre. Cuando yo y mi mujer hayamos muerto, la otra mitad será para ustedes. ¡Confianza, hijo mío! Ahora yo soy tu padre, y Edna, tu madre. En adelante estaremos a tu lado como lo estamos con tu hermana. ¡Confianza, hijo mío!»


Tobías 9
1 Entonces Tobías dijo a Rafael: 2 «Hermano Azarías, toma a cuatro sirvientes y dos camellos y anda a Ragués. 3 Irás a casa de Gabael, le darás el recibo y recogerás el dinero; luego lo traerás a él contigo al casamiento. 4 Tú sabes que mi padre está contando los días y que cada día de demora aumenta su pre ocupación. 5 Tú ves como Ragüel ha insistido: no me puedo librar de su juramento».
5 Salió Rafael para Ragués de Media junto con los cuatro sirvientes y los dos camellos, y se alojaron en la casa de Gabael. Rafael le presentó el recibo. También le comunicó que Tobías, hijo de Tobit, se casaba y que lo invitaba a su casamiento. Gabael contó los sacos que todavía estaban con su sello; los cargaron en los camellos 6 y partieron juntos para el casamiento. Al llegar a casa de Ragüel, encontraron a Tobías que estaba a la mesa. Se levantó y lo saludó. Gabael lloró y lo bendijo: «Tú eres el hijo excelente de un padre bueno, justo y generoso. Que el Señor te bendiga de lo alto del Cielo, tanto a ti y a tu mujer como al padre y a la madre de tu esposa. ¡Bendito sea Dios! Acaba de permitirme que vea el vivo retrato de mi primo Tobit».




Tobías 10
1 Durante ese tiempo, Tobit llevaba la cuenta de los días. Calculaba el tiempo que se necesitaba para ir y volver, y cuando pasó el tiempo sin que su hijo volviera, 2 pensó: «¡Ojalá no lo hayan retenido allá abajo! ¡Ojalá que Gabael no haya muerto! A lo mejor no había nadie que le entregara el dinero.
3 Comenzó a preocuparse. 4 Su mujer Ana decía: «¡Perdí a mi hijo! ¡Ya no está más entre los vivos!» Y se ponía a llorar y a lamentarse por su hijo: 5 «¡Qué desgracia! ¿Por qué permití que te fueras, hijo mío? Tú eras la luz de mis ojos». 6 Tobit le respondía: «¡Cálmate, hermana! ¡No te metas esas malas ideas en la cabeza! Seguramente está bien, pero se habrán retardado allá abajo. Su compañero es una persona de confianza, es un hermano. No te preocupes, hermana mía, va a volver de un momento a otro».
7 Pero ella respondía: «¡Déjame! ¡No me cuentes historias, mi hijo está muerto!» Y todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo; ya no tenía confianza en nadie. Y cuando se ponía el sol, se volvía a su casa, y lloraba y se lamentaba toda la noche sin poder dormir.
7 Al cabo de los catorce días de bodas que Ragüel había jurado hacerle a su hija, Tobías le dijo: «Déjame partir, mi padre y mi madre deben estarse preguntando si me volverán a ver. Por favor, padre, déjame volver a casa de mi padre; ya te he dicho en qué estado lo dejé». 8 Ragüel dijo a Tobías: «Quédate todavía un poco más conmigo, hijo mío. Mandaré mensajeros a tu padre Tobías para darle tus buenas noticias». 9 Pero Tobías insistió: «No, te pido que me dejes regresar a casa de mi padre».
10 En vista de eso Ragüel le entregó a su esposa Sara, y le pasó a Tobías la mitad de sus bienes en sirvientes y sirvientas, en bueyes, ovejas, burros y camellos, en ropas, en dinero y en toda clase de artículos. 11 Hizo que se fueran en las mejores condiciones, dirigiendo a Tobías estas palabras de adiós: «Ten buena salud, hijo mío, y buen viaje. ¡Que el Señor del Cielo esté contigo y con tu mujer Sara! Espero ver a los hijos de ustedes antes de morir!»
12 Y a su hija le dijo: «Anda a la casa de tu suegro, ya que en adelante serán tus padres igual como los que te dieron a luz. Anda en paz, hija mía. Estoy seguro que sólo oiré hablar bien de ti mientras viva». Se despidió de ellos y dejó que se fueran.
12 Por su parte Edna dijo a Tobías: «Hijo y hermano muy querido, que el Señor te acompañe. Quiero ver a los hijos de ustedes, a ti y a mi hija Sara, antes de morir. Ante el Señor te confío a mi hija. No le causes pena mientras viva. Anda en paz, hijo mío. En adelante yo seré tu madre y Sara, tu hermana. Que la vida de todos nosotros se desenvuelva sin problemas hasta el fin». Los abrazó y dejó que se fueran acompañados de sus deseos de felicidad.
13 Tobías se fue de la casa de Ragüel feliz y contento. Bendecía al Señor del cielo y de la tierra, al rey del universo por el buen éxito de su viaje. También bendijo a Ragüel y a su mujer Edna: «¡Señor, cuídalos todos los días de su vida!»


Tobías 11
Regreso de Tobías a la casa de sus padres

1 Cuando llegaron a Caserim, frente a Nínive, 2 Rafael dijo: «Sabes muy bien el estado en que dejamos a tu padre. 3 Adelantémonos a tu mujer, y vayamos a preparar la casa para cuando ellos lleguen». 4 Los dos se fueron adelante; le había recomendado mucho que llevara la hiel, y el perro los seguía.
5 Ana estaba sentada, miraba el camino por donde debía venir su hijo. 6 De repente tuvo un presentimiento y le dijo al padre: «¡Mira, ahí viene tu hijo con su compañero!» 7 Rafael había dicho a Tobías antes que se reuniera con su padre: «Te prometo que los ojos de tu padre se abrirán. 8 Le aplicarás en los ojos la hiel del pescado. El remedio le hará efecto y tú le retirarás de los ojos como una telita blanca. Entonces tu padre recuperará la vista y verá la luz».
9 La madre fue a echarse al cuello de su hijo: «Ahora, decía ella, puedo morir porque te he recuperado». Y lloraba. 10 Tobit se levantó y caminando a tropezones logró llegar a la puerta del patio. Tobías corrió donde él; 11 llevaba en la mano la hiel del pescado y le dijo: «¡Ten confianza, papá!» Luego le aplicó el remedio y lo dejó un tiempo. 12 En seguida, con cada mano, le quitó una débil tela del extremo de los ojos. 13 Entonces su padre se echó a su cuello, 14 llorando y exclamando: «¡Te veo, hijo mío! ¡Tú eres la luz de mis ojos!» Y añadió:
14 «¡Bendito sea Dios!
14 ¡Bendito sea su santo Nombre!
14 ¡Benditos sean todos sus santos ángeles!
14 ¡Bendito sea su Gran Nombre,
14 por los siglos de los siglos!
15 Porque me había castigado,
15 pero tuvo piedad de mí,
15 y hoy día veo a mi hijo Tobías».
15 Tobías entró en la casa. Muy feliz bendecía a Dios en alta voz; luego contó su viaje a su padre: le traía el dinero, se había casado con Sara, hija de Ragüel, que venía detrás de él y que ya no estaba lejos de las puertas de Nínive.
16 Tobit se dirigió a las puertas de Nínive para encontrarse con su nuera, y en su alegría alababa a Dios. Cuando los habitantes de Nínive lo vieron caminando sin que nadie lo llevara de la mano, y avanzando a paso firme como antes, se quedaron maravillados. 17 Entonces, ante ellos, Tobit proclamó que Dios había tenido piedad de él y que le había abierto los ojos. Luego Tobit se acercó a Sara, la mujer de su hijo Tobías, y la bendijo: «¡Bienvenida, hija mía! ¡Bendito sea Dios que te hizo venir a nuestra casa, hija mía! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías, bendita seas tu, hija mía; que el arribo a tu casa traiga la alegría y bendición. Entra hija mía». Ese día se hizo una fiesta para todos los judíos de Nínive, 18 y los primos de Tobías, Ajicar y Nadab fueron a compartir su alegría.



Proverbios 29,14-27
14 El rey que imparte a los pobres una verdadera justicia tendrá estable su poder.
15 Los azotes y las correcciones llevan a la sabiduría, el niño que lo dejan hacer todo será la vergüenza de su madre.
16 Cuando los malos prosperan, abunda el pecado, pero los justos verán su caída.
17 Corrige a tu hijo si quieres después descansar: entonces te dará grandes alegrías.
18 Si no hay visiones el pueblo vive sin freno; ¡feliz el que observa la Ley!
19 No se corrige a un sirviente sólo con palabras, ¡comprende pero no obedece!
20 ¿Ves a un hombre que se muere de ganas de hablar? Hay que esperar más de un tonto que de él.
21 Si has regaloneado a tu sirviente desde su juventud, al fin se volverá intratable.
22 El violento multiplica las peleas, el arrebatado comete una y otra falta.
23 Tu orgullo hará que te humillen, el que es humilde alcanzará los honores.
24 Busca su propia ruina y es cómplice del ladrón, el que nada dice cuando hacen jurar a los que saben.
25 Es una trampa temblar ante los hombres: el que confía en Yavé está seguro.
26 Muchos buscan los favores del poder, pero Yavé es el que fija la suerte de cada cual.
27 Los hombres justos no aguantan al malo, así como los malvados no aguantan al que es honrado.


Filipenses 4
1 Por eso, hermanos míos, a quienes tanto quiero y echo de menos, que son mi alegría y mi corona, sigan así firmes en el Señor, amadísimos.
2 Ruego a Evodia y también a Síntique que trabajen juntas en el Señor. 3 Y a ti, querido Sícigo, verdadero compañero, te pido que las ayudes; no olvides que ellas lucharon conmigo por el Evangelio, lo mismo que Clemente y los demás colaboradores míos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
Alégrense
4 Estén siempre alegres en el Señor; 5 se lo repito, estén alegres y tengan buen trato con todos.
5 El Señor está cerca. No se inquieten por nada; 6 antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. 7 Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo y limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso, en todos los valores morales que merecen alabanza. 9 Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Agradecimiento de Pablo
10 Sentí mucho gozo en el Señor al ver florecer en ustedes esa preocupación por mí. En realidad pensaban en mí, sólo que les faltaba una ocasión. 11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a arreglarme con lo que tengo. 12 Sé pasar privaciones y vivir en la abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo momento: a estar satisfecho o hambriento, en la abundancia o en la escasez. 13 Todo lo puedo en aquel que me fortalece.
14 Sin embargo, hicieron bien en compartir mis pruebas. 15 Filipenses, ustedes saben que en los principios de la evangelización, cuando me alejé de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió una cuenta de gastos e ingresos excepto ustedes. 16 Durante mi permanencia en Tesalónica me mandaron dos veces todo lo que necesitaba. 17 No es que yo busque regalos; más me interesa que la cuenta de ustedes vaya subiendo. 18 Por el momento tengo todo lo que necesito y más de lo que necesito. Tengo de sobra con lo que Epafrodito me entregó de parte de ustedes y que recibí como un sacrificio «agradable a Dios y cuyo olor sube hasta él». 19 Mi Dios, a su vez, proveerá a todas sus necesidades, según su inmensa riqueza en Cristo Jesús. 20 Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
21 Saluden a los hermanos, como a santos en Cristo Jesús. Los saludan los hermanos que están conmigo. 22 Los saludan todos los hermanos de aquí, especialmente los del palacio del César.
23 La gracia de Cristo Jesús, el Señor, sea con su espíritu.