DIA 211--Tobías 1--3 Proverbios 28,15-28 Filipenses 2


Tobías 4
Las recomendaciones de Tobit a Tobías
1 Ese día Tobit se acordó del dinero que había dejado en casa de Gabael, en Ragués de Media. 2 Se dijo: «Si en realidad he pedido que me muera, debería llamar a mi hijo Tobías y hablarle de esa suma antes de morir».
3 Llamó pues a su hijo Tobías y le dijo: «Cuando haya muerto, hazme un entierro conveniente. Honra a tu madre y no la abandones un solo día de tu vida. Haz lo que te mande y no le des ningún motivo para que se entristezca. 4 Acuérdate, hijo mío, de los peligros que corrió por ti cuando todavía estabas en su seno, y cuando haya muerto, entiérrala a mi lado en la misma tumba.
5 Hijo mío, sé fiel al Señor todos los días; no peques ni desobedezcas sus leyes. Haz el bien todos los días de tu vida y no andes por los caminos de la injusticia. 6 Si actúas con rectitud, te irá bien en todo lo que hagas, como a todos los que practican la justicia.
7 Separa una parte de tus bienes para dar limosna, no des vuelta la cara frente a un pobre y Dios tampoco te dará vuelta su cara. 8 Da generosamente. Si tienes mucho, da más, si tienes poco, da menos; pero no vaciles en dar limosna. 9 Así te prepararás un buen tesoro para cuando tengas necesidad. 10 Porque la limosna libra de la muerte e impide que uno caiga en las tinieblas. 11 La limosna es una ofrenda de gran valor para todos los que la hacen bajo la mirada del Altísimo.
12 Abstente, hijo mío, de cualquier mal comportamiento. Elige una esposa en la familia de tus padres, no tomes como esposa a una mujer extranjera, porque somos hijos de profetas. Acuérdate de Noé, Abrahán, Isaac y Jacob que fueron nuestros padres desde nuestros comienzos. Todos eligieron una esposa entre su parentela y fueron bendecidos en sus hijos; su raza recibió como herencia la tierra. 13 Por eso tú también, hijo mío, prefiere a tus hermanos; no menosprecies a tus hermanos, a los hijos y a las hijas de tu pueblo, y elige entre ellos a tu esposa. Así como el orgullo acarrea la ruina, de igual modo la pereza trae consigo la miseria, ya que la pereza es la madre del hambre.
14 No dejes para el día siguiente el pago de tus obreros, sino que dáselo inmediatamente. Si sirves a Dios, serás recompensado. Sé responsable, hijo mío, de todo lo que hagas y actúa siempre con corrección. 15 No hagas a los demás lo que no te gustaría para ti. No tomes vino hasta embriagarte ni hagas de las juergas la compañera de tu vida. 16 Comparte tu pan con los que tienen hambre y tu ropa con los que andan desnudos. Da generosamente de todo lo que tengas en abundancia y que no te pese dar limosnas. 17 Reparte generosamente el pan y el vino en los funerales de los justos, pero no des al pecador.
18 Haz caso a los consejos de las personas mayores y no desprecies nunca un buen consejo. 19 Bendice al Señor Dios a cada momento, pídele que guíe tus pasos y que resulten tus obras y tus proyectos. La sabiduría del mundo no llega muy lejos, el Señor es quien da la prosperidad; si él lo quiere eleva a alguien o lo rebaja hasta la morada de los muertos. Recuerda ahora, hijo mío, estos mandamientos y no dejes que se borren de tu corazón.
20 Has de saber, hijo mío, que dejé depositados diez talentos de plata en casa de Gabael, hijo de Gabri, en Ragués de Media. 21 Pero no te preocupes, hijo mío, porque nos hemos vuelto pobres: tú poseerás una gran riqueza si temes a Dios, si evitas cualquier pecado y si haces lo que agrada al Señor tu Dios».



Tobías 5
1 Entonces Tobías le respondió a su padre Tobit: «Papá, haré todo lo que me ordenas. 2 Pero, ¿cómo voy a recuperar ese depósito? Gabael no me conoce ni yo tampoco a él. ¿Qué prueba le daré para que me crea y me entregue ese dinero? Además, tampoco conozco el camino para ir a Media». 3 Tobit le respondió: «Los dos pusimos nuestra firma en un recibo y yo lo partí en dos para que cada uno guardara una mitad. Me quedé con una y dejé la otra con el dinero cuando hice el depósito hace veinte años. Ahora, hijo mío, búscate a un hombre serio como compañero de tu viaje: nosotros le pagaremos hasta su vuelta. Y después anda a buscar ese dinero donde Gabael».
Al buscar a un compañero, encuentra a un ángel
4 Salió pues Tobías a buscar a un buen guía que pudiera acompañarlo a Media. Se encontró afuera con el ángel Rafael que venía hacia él, pero no sabía que era un ángel de Dios.
5 Le dijo: «¿De dónde eres, amigo?» El ángel le respondió: «Soy uno de tus hermanos israelitas y he llegado hasta acá en busca de trabajo». Tobías le dijo: «¿Conoces el camino para ir a Media?» 6 El ángel le respondió: «¡Por supuesto! He ido allá varias veces, conozco perfectamente todos los caminos. He estado con frecuencia en Media, me he alojado en casa de Gabael, uno de nuestros hermanos que vive en Ragués de Media. Hay que caminar dos días de Ecbatana a Ragués. Ragués está en la montaña y Ecbatana en la planicie.
7 Tobías le dijo: «Espérame un momento, que voy a avisarle a mi padre. Tú vas a venir conmigo y yo te pagaré tu jornal». 8 El otro respondió: «¡Muy bien, te esperaré, pero no te demores!» 9 Fue Tobías a decirle a su padre que había encontrado a alguien entre sus hermanos de Israel. Su padre le dijo: «Preséntamelo para que yo sepa cuál es su familia y su tribu. Hay que ver si podemos confiar en él para que te acompañe, hijo mío». Salió pues Tobías a hablarle: «¡Eh, amigo, mi padre te necesita!»
10 Entró el ángel en la casa, Tobit saludó primero y el otro le respondió deseándole felicidad. Tobit le dijo: «¿Disfrutaré de nuevo de la felicidad? Soy ciego. Ya no veo la luz del cielo, y vivo sumergido en la noche como los muertos que no ven más la luz. Soy un muerto en vida, oigo la voz de las personas sin verlas». El ángel le dijo: «Ten confianza. Dios te va a sanar pronto. Ten confianza». Tobit le dijo: «Mi hijo Tobías quiere ir a Media. ¿Aceptarías servirle de guía? Yo te pagaré, hermano. Respondió: «Por supuesto que quiero acompañarlo, conozco todos los caminos. He ido con frecuencia a Media, he atravesado las llanuras y los montes y conozco todos los senderos».
11 Tobit le dijo: «Hermano mío, ¿de qué familia y de qué tribu eres tú? ¡Me quieres decir, hermano!» 12 El otro le preguntó: «¿Por qué te interesa mi tribu?» Tobit insistió: «Porque quiero saber de quién eres hijo y cuál es tu nombre». 13 El otro respondió: «Yo soy Azarías, hijo de Ananías el Grande, uno de tus hermanos». 14 Entonces Tobit le dijo: «Bienvenido seas, hermano mío, no te enojes porque quise conocer tu familia. Resulta que eres mi pariente de buena y linda descendencia. Conocí a Ananías y a Natán, hijos de Semeías el Grande. Iban conmigo a Jerusalén, allí adorábamos juntos y nunca dejaron el buen camino. Tus hermanos son hombres de bien, tú eres de una buena familia; bienvenido».
15 Agregó: «Te contrato por un dracma al día y para mantenerte dispondrás de lo que le dé a mi hijo. Acompaña a mi hijo, 16 y hasta te pagaré más de lo pactado». El ángel respondió: «Haré el viaje con él, no temas: iremos y volveremos sanos y salvos. Además, el camino es seguro». 17 Tobit le dijo: «¡Bendito seas, hermano mío!» Luego se dirigió a su hijo: «Hijo mío, le dijo, prepara lo que vas a necesitar para el viaje, y luego márchate con tu compañero. ¡Que el Dios que está en los cielos los guarde a ustedes allá abajo y los traiga de vuelta hasta mí con buena salud. Que su ángel les acompañe con su protección, hijo mío!»
17 Cuando llegó el momento de dejar la casa para emprender el viaje, Tobías abrazó a su padre y a su madre. Tobit le dijo: «¡Que tengan buen viaje!» 18 pero su madre se puso a llorar; le dijo a Tobit: «¿Por qué has consentido que se vaya mi hijo, siendo que él es el bastón de nuestra vejez y el que se preocupa en todo de nosotros? 19 ¿Para qué tener dinero? El dinero es nada en comparación con nuestro hijo. 20 ¡Teníamos bastante con lo que Dios nos daba para vivir! 21 Entonces Tobit le dijo: «¡Tú te imaginas cosas! Nuestro hijo se va con buena salud y volverá del mismo modo a casa. 22 Lo acompañará un buen ángel, hará un buen viaje y volverá sano y salvo.» 1 Ella dejó de llorar.




Tobías 6
El pez del Tigris

2 El joven se fue con el ángel y de- trás lo seguía su perro. Caminaron juntos y al cabo del primer día acamparon a orillas del Tigris. 3 El joven bajó al río para lavarse los pies, pero un gran pez salió del agua y casi le devora el pie. El joven se puso a gritar, 4 pero el ángel le dijo: «¡Péscalo, no lo dejes escapar!» El joven agarró al pez y lo lanzó a la orilla. 5 El ángel le dijo: «Abrelo, sácale la hiel, el corazón y el hígado y ponlos aparte antes de tirar las tripas. Pues, en realidad, son remedios muy útiles». 6 El joven abrió el pescado y le sacó la hiel, el corazón y el hígado. Coció un trozo de pescado para comérselo y guardó el resto para salarlo. Luego continuaron juntos su camino hasta Media.
7 Entonces el joven preguntó al ángel: «Hermano Azarías, ¿para qué sirven como remedio el corazón, la hiel y el hígado del pescado?» 8 Respondió: «El corazón y el hígado del pescado se queman delante de un hombre o de una mujer atormentados por un demonio o un mal espíritu, y cualquier mal desaparece completamente sin dejar huella. 9 La hiel sirve para curar los ojos cuando hay manchas en ellos. Basta con soplarla sobre las manchas para que desaparezcan.
10 Ya habían entrado a Media y se aproximaban a Ecbatana, 11 cuando Rafael dijo al joven: «¡Hermano Tobías!» Este respondió: «¿Qué quieres?» El ángel le dijo: «Esta noche vamos a alojarnos en casa de tu pariente Ragüel; es de tu familia y tiene una hija llamada Sara. 12 Fuera de Sara no tiene hijo ni hija, y tú eres su pariente más cercano. Ella te corresponde a ti por derecho propio y tú además tienes derecho a la herencia de su padre. Es una buena hija, valiente, muy linda y su padre la quiere mucho».
13 El ángel continuó: «Tú tienes que casarte con ella. ¡Escúchame, hermano! Esta noche hablaré de ella a su padre, para que sea inmediatamente tu novia, y cuan do volvamos de Ragués, haremos el casamiento. Te aseguro que Ragüel no tiene ningún derecho a negártela o a dársela a otro. Si así fuere, de acuerdo a la ley de Moisés, merecería la muerte apenas supiera que tú tienes la prioridad sobre cualquiera en la familia para casarte con su hija. Haz, pues, hermano lo que te digo.
Un hijo obediente
14 Tobías respondió a Rafael: «Hermano Azarías, me han dicho que ella se casó siete veces y que sus maridos murieron uno tras otro la misna noche de bodas, cuando se acercaban a ella. Y oí decir que era un demonio quien les daba muerte. 15 ¡Tengo miedo! A ella el demonio no le hace nada porque la quiere, pero al que intenta acercarse a ella le da muerte. Ahora bien, yo soy el hijo único de mi padre, ¿quieres que muera y que mi padre y mi madre arrastren esa pena hasta su tumba? No tendrán otro hijo que los entierre».
16 El ángel respondió: «¿Te olvidas de las recomendaciones de tu padre? El te recomendó que te buscaras una esposa entre la familia de tu padre. Pues bien, escúchame, hermano, no te preocupes por ese demonio, y cásate con ella; te prometo que esta misma noche será tu esposa.
17 Pero cuando entres en la pieza, toma el hígado y el corazón del pescado y ponlos en las brasas del pebetero. El olor se extenderá, 18 y apenas lo sienta el demonio, saldrá huyendo. No lo volverán a ver nunca más cerca de la joven. Luego, cuando llegue el momento de consumir el matrimonio, pónganse, primero, los dos a orar: pídanle al Señor del Cielo que les dé su gracia y su protección. No temas, pues ha estado reservada para ti desde siempre y tú eres quien la va a salvar. Ella te seguirá y te dará hijos que serán como hermanos para ti.»
19 Al oír las palabras de Rafael, Tobías entendió que Sara era su hermana, una pariente de la familia de su padre y se enamoró de tal manera de ella que no dejaba de pensar en ella.



Proverbios 29,1-13
1 El hombre que se encapricha a pesar de las advertencias será derribado de un golpe y sin remedio.
2 Cuando los justos están en el poder, el pueblo se alegra; cuando domina un malo, el pueblo gime.
3 El que ama la sabiduría es la alegría de su padre, el que se entretiene con prostitutas dejará allí su fortuna.
4 Por la justicia un rey hace prosperar al país; si sólo es un opresor, lo lleva a la ruina.
5 Adular a su prójimo es tenderle una red bajo sus pies.
6 El pecado del malvado le prepara una trampa, mientras que el justo corre y le va bien.
7 El justo conoce los derechos del pobre, el malo no quiere saber de ellos.
8 Los que sólo saben criticar alborotan la ciudad, pero los sabios apaciguan la cólera.
9 Cuando un sabio discute con un loco, ya sea que se enoje o que bromee, no consigue nada.
10 Los violentos aborrecen al hombre integro, los malvados tratan de perderle.
11 El insensato da libre curso a su impulsividad, el sabio domina la suya y la calma.
12 Cuando un jefe hace caso de las calumnias, todos sus servidores son malos.
13 El pobre y el opresor tienen algo en común: Yavé les da a ambos la luz del día.



Filipenses 3
1 Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor.
No vuelvan a la Ley judía
1 A mí no me cansa escribírselo otra vez, y para las mismas cosas, y para ustedes es más seguro. 2 ¡Cuídense de los perros, cuídense de los obreros malos, cuídense de los que se hacen incisiones! 3 Nosotros somos los verdaderos circuncidados, pues servimos a Dios en espíritu y confiamos no en cosas humanas, sino en Cristo Jesús.
4 Porque, hablando de méritos humanos, yo también tendría con qué sentirme seguro. Si alguno cree que puede confiar en tales cosas, ¡cuánto más lo puedo yo! 5 Nací de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos, y fui circuncidado a los ocho días.
5 ¿Observaba yo la Ley? Por supuesto, pues era fariseo, 6 y convencido, como lo demostré persiguiendo a la Iglesia; y en cuanto a ser justo según la Ley, fui un hombre irreprochable.
7 Al tener sin embargo a Cristo, consideré todas mis ganancias como pérdidas. 8 Más aún, todo lo considero al presente como peso muerto en comparación con eso tan extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. A causa de él ya nada tiene valor para mí y todo lo considero como basura mientras trato de ganar a Cristo. 9 Y quiero encontrarme en él, no llevando ya esa justicia que procede de la Ley, sino aquella que es fruto de la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios y se funda en la fe.
10 Quiero conocerlo, quiero probar el poder de su resurrección y tener parte en sus sufrimientos; y siendo semejante a él en su muerte, 11 alcanzaré, Dios lo quiera, la resurrección de los muertos.
12 No creo haber conseguido ya la meta ni me considero un «perfecto», sino que prosigo mi carrera para conquistarla, como ya he sido conquistado por Cristo. 13 No, hermanos, yo no me creo todavía calificado, pero para mí ahora sólo vale lo que está adelante; y olvidando lo que dejé atrás, 14 corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la vocación celestial, que es llamada de Dios en Cristo Jesús.
15 Todos nosotros, si somos de los «perfectos», tenemos que pensar así; y si no ven todavía las cosas en esta forma, Dios los iluminará. 16 Mientras tanto, sepamos conservar el terreno que hemos conquistado.
17 Sean imitadores míos, hermanos, y fíjense en los que siguen nuestro ejemplo. 18 Porque muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo; se lo he dicho a menudo y ahora se lo repito llorando. 19 La perdición los espera; su Dios es el vientre, y se glorían de lo que deberían sentir vergüenza. No piensan más que en las cosas de la tierra.
20 Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor. 21 Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, del que irradia su gloria.