DIA 146-- 2 Samuel 15--16 Salmo 138 Marcos 14,22-42



2 Samuel 15
1 Después de eso Absalón se compró un carro, caballos y contrató a cincuenta hombres que iban corriendo delante de él. 2 Muy temprano iba Absalón a pararse al lado del camino que lleva a la puerta de la ciudad. Cada vez que un hombre tenía un pleito y debía presentarse en casa del rey para el juicio, Absalón lo llamaba y le preguntaba: «¿De qué ciudad eres tú?» Si el otro respondía: «Tu servidor es de tal tribu de Israel», 3 Absalón le decía: «Mira, tu causa es buena y justa, pero no habrá nadie en la casa del rey para escucharte». 4 Luego Absalón agregaba: «¡Ah, si yo estuviera encargado de la justicia en este país! Todos los que tuvieran un pleito vendrían a verme y yo les haría justicia». 5 Y cuando alguien se acercaba para postrarse ante él, Absalón le tendía la mano, lo levantaba y lo abrazaba. 6 Así se comportaba Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey por algún pleito, y con eso se ganaba el corazón de todos los israelitas.
7 Al cabo de cuatro años, Absalón dijo al rey: «Déjame ir a Hebrón a cumplir una manda que hice a Yavé. 8 Cuando estaba en Guesur, en Aram, hice esta manda: «Si Yavé permite que vuelva a Jerusalén, iré a honrarlo en Hebrón». 9 El rey le dijo: «Anda en paz». Absalón entonces se preparó y partió para Hebrón.
Absalón se rebela contra su padre
10 Absalón mandó a decir a todas las tribus de Israel: «En cuanto oigan el sonido del cuerno, ustedes proclamarán: ¡Absalón es rey en Hebrón!» 11 Doscientas personas invitadas por Absalón habían salido con él de Jerusalén, pero iban sin saber, sin conocer nada de lo que se tramaba. 12 Mientras Absalón ofrecía sacrificios, mandó buscar en Guiló a un consejero de David que se llamaba Ajitofel de Guiló. La conspiración aumentaba día a día y los partidarios de Absalón iban siendo cada vez más numerosos.
13 Alguien fue a informarle a David: «Los hombres de Israel se pasaron a Absalón». 14 David entonces dijo a sus servidores y a los que estaban con él en Jerusalén: «¡Rápido, huyamos, porque en caso contrario no escaparemos de Absalón! Salgamos inmediatamente, porque si nos alcanza, nos derrotará y pasará a cuchillo la ciudad». 15 Los servidores del rey le dijeron: «Adondequiera que vaya nuestro señor el rey, allí estarán sus servidores».
16 El rey salió a pie con toda su familia, dejando en la ciudad a diez concubinas para que cuidaran el palacio. 17 El rey iba a pie acompañado de toda su gente, e hicieron un alto en la última casa. 18 Todos sus servidores estaban a su lado mientras desfilaban delante del rey los mercenarios quereteos y peleteos: éstos eran seiscientos hombres que habían venido de Gat con él.
19 El rey dijo a Itaí de Gat: «¿Por qué vienes también con nosotros? Vuélvete y quédate con el nuevo rey. Tú eres un extranjero y ya has tenido que dejar tu país. 20 Has llegado hace poco y ¿voy a hacerte salir cuando no sé a dónde voy? Regresa con tus hermanos y que Yavé te pague tu bondad y tu fidelidad». 21 Pero Itaí respondió al rey: «Por Yavé que vive y por la vida del rey mi señor, donde esté mi señor el rey allí estarán para mí la vida y la muerte». 22 David dijo entonces a Itaí: «Adelante, pasa». E Itaí siguió adelante con todos sus hombres y sus familias.
23 El pueblo iba pasando y todos lloraban a gritos. El rey atravesó el torrente del Cedrón y toda la gente pasó al este del camino que pasa por el desierto.
24 También estaba allí Sadoc junto con todos los levitas que transportaban el Arca de la Alianza de Dios; habían dejado el Arca en el suelo mientras el pueblo que venía de la ciudad subía y desfilaba. 25 El rey dijo entonces a Sadoc: «Lleva el Arca de Dios a la ciudad. Si merezco consideración a los ojos de Yavé, me traerá de vuelta y volveré a ver el Arca y su Morada. 26 Pero si dice: Ya no quiero más de ti; aquí estoy, que me trate como mejor le parezca».
27 El rey dijo además al sacerdote Sadoc: «Vuelve en paz a la ciudad con tu hijo Ajimaas y con Jonatán, hijo de Ebiatar. 28 Miren, yo me quedaré en los desfiladeros del desierto hasta que reciba de ustedes algún mensaje con noticias». 29 Sadoc y Ebiatar llevaron pues de vuelta a Jerusalén el Arca de Dios y se quedaron allí.
30 Mientras David subía el monte de los Olivos, iba llorando, con un velo en la cabeza y caminando descalzo. Todos los que estaban con él llevaban también la cabeza cubierta y subían llorando.
Humillación de David
31 Transmitieron a David esta noticia: «¡Ajitofel es uno de los conjurados, está con Absalón!» David entonces exclamó: «¡Oh Yavé, vuelve insensatos los consejos de Ajitofel!»
32 Cuando David llegó a la cumbre, allí donde se adora a Dios, vio que venía a su encuentro uno de sus familiares, Jusaí el arquita, quien llevaba rota su túnica y la cabeza cubierta de polvo. 33 David le dijo: «Si vienes conmigo, serás una carga para mí. 34 Podrías volver a la ciudad y decir a Absalón: Estaré a tu servicio, señor rey; antes serví a tu padre pero ahora te sirvo a ti. Así me harás un servicio embrollando los consejos de Ajitofel. 35 Contigo estarán los sacerdotes Sadoc y Ebiatar. Todo lo que veas en el palacio se lo transmitirás a los sacerdotes Sadoc y Ebiatar. 36 Sus dos hijos, Ajimaas, hijo de Sadoc y Jonatán, hijo de Ebiatar, están con ellos y por su intermedio me darán a conocer todo lo que sepan».
37 Jusaí, familiar de David, volvió a la ciudad, en el mismo momento en que Absalón llegaba a Jerusalén.




2 Samuel 16
1 Cuando David llegó a la cumbre, Siba, el servidor de Meribaal, salió a su encuentro con un par de burros. Llevaba doscientos panes, cien racimos de pasas, cien frutas de la estación y un cuero de vino. 2 El rey dijo a Siba: «¿Qué vas a hacer con todo eso?» Siba le respondió: «Los burros servirán para que monten en ellos la familia del rey; el pan, las frutas de la estación servirán como alimento de sus compañeros, y a los que se cansen en el desierto les darán a beber vino». 3 Entonces le dijo el rey: «Pero, dónde está el hijo de tu señor?» Siba dijo al rey: «Se quedó en Jerusalén, pues piensa que la casa de Israel le devolverá hoy la realeza de su padre». 4 El rey dijo a Siba: «Todo lo que tiene Meribaal te pertenece». Siba respondió: «¡Sólo puedo inclinarme, que siempre cuente con el favor del rey mi señor!»
5 Como el rey David se acercara a Bajurim, salió un hombre de la familia de Saúl que se llamaba Simeí, hijo de Guera. Mientras caminaba, iba lanzando toda clase de maldiciones. 6 Y tiraba piedras a David y a los servidores del rey, mientras el rey David caminaba rodeado a derecha e izquierda por el pueblo y su guardia. 7 Simeí lo maldecía: «¡Andate, ándate! No eres más que un sanguinario y un criminal! 8 Yavé ha hecho recaer sobre ti la sangre de la familia de Saúl; así como tú le quitaste el trono, así también ahora Yavé se lo da a tu hijo Absalón. Te ha venido la desgracia porque eres un sanguinario».
9 Abisaí, hijo de Seruya, dijo al rey: «¿Por qué ese perro furioso maldice al rey mi señor? Déjame pasar el torrente y le corto la cabeza». 10 Pero el rey le respondió: «Hijo de Seruya, no te metas en mis asuntos; tal vez me maldice porque Yavé le dijo: ¡Maldice a David! ¿y quién tendrá derecho a preguntarle por qué lo hace?» 11 David dijo entonces a Abisaí y a sus servidores: «Si mi hijo, el que salió de mí, quiere atentar contra mi vida, con cuánta mayor razón ese hombre de Benjamín. Déjenlo que maldiga si Yavé se lo dijo. 12 A lo mejor Yavé toma en cuenta esta pena mía para devolverme la felicidad después de la maldición de hoy».
13 David y sus hombres continuaron su camino mientras Simeí seguía en la misma dirección pero al otro lado de la quebrada; maldecía, tiraba piedras y levantaba polvo.
14 El rey y todo su pueblo se detuvieron agotados por fin para respirar un poco.
15 Absalón y todo el pueblo de Israel entró en Jerusalén; con él iba Ajitofel. 16 Jusaí el arquita, consejero de David, fue a presentarse a Absalón, le dijo: «¡Viva el rey! ¡Viva el rey!» 17 Absalón le respondió: «¡Esa es la fidelidad a tu amigo! ¿Por qué no fuiste a reunirte con tu amigo?» 18 Pero Jusaí respondió a Absalón: « ¿No fue a ti a quien eligieron Yavé, todo ese pueblo y todos los hombres de Israel? Te pertenezco pues y me quedo contigo. 19 Y además, ¿a quién voy a servir? ¿No eres tú su hijo? Te serviré pues igual como serví a tu padre».
20 Absalón dijo a Ajitofel: «Reunamos al consejo para saber lo que vamos a hacer». 21 Ajitofel dijo a Absalón: «Anda donde las concubinas de tu padre, las que dejó para que cuidaran el palacio. Así sabrá todo Israel que te has vuelto odioso para tu padre, y todos tus partidarios se sentirán más comprometidos contigo».
22 Instalaron, pues, una tienda en la terraza del palacio y ante los ojos de todo Israel Absalón se unió a las concubinas de su padre. 23 Por ese entonces todos los consejos de Ajitofel eran como palabras de Dios; así los consideraban tanto David como Absalón.



Salmo 138
Tu mano lo hace todo bien por mí.

—Oración para los momentos en que estamos contentos con Dios y en que quisiéramos que el cielo y la tierra se asociaran a nuestra alegría y a nuestra acción de gracias.
1 Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
1 pues oíste las palabras de mi boca.
1 Canto para ti en presencia de los ángeles,
2 y me postro ante tu Templo santo.
2 Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad,
2 pues tu palabra ha superado tu renombre.
3 El día en que clamé, me respondiste
3 y aumentaste la fuerza en mi alma.
4 Te darán gracias, Señor,
4 todos los reyes de la tierra,
4 cuando oigan las palabras de tu boca,
5 celebrarán los caminos del Señor:
5 «¡Es muy grande la gloria del Señor!»
6 Desde arriba el Señor ve a los humildes
6 y de lejos distingue al orgulloso.
7 Si en medio de angustias caminare,
7 tú me harías vivir;
7 con tu mano paras al enemigo
7 y tu diestra me salva.
8 El Señor lo hará todo por mí,
8 Señor, tu amor perdura para siempre,
8 no abandones la obra de tus manos.


Marcos 14,22-42
22 Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomen, esto es mi cuerpo.» 23 Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. 24 Y les dijo: «Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos. 25 En verdad les digo que no volveré a probar el fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»
Jesús anuncia la negación de Pedro
26 Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos. 27 Y Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche, pues dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. 28 Pero cuando resucite, iré delante de ustedes a Galilea.»
29 Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos tropiecen y caigan, yo no.» 30 Jesús le contestó: «En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez, me habrás negado tres veces.» 31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.» Y todos decían lo mismo.
La agonía de Jesús en Getsemaní
:B:32 Llegaron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí mientras voy a orar.» 33 Y llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan. Comenzó a llenarse de temor y angustia, 34 y les dijo: «Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense aquí y permanezcan despiertos.»
35 Jesús se adelantó un poco, y cayó en tierra suplicando que, si era posible, no tuviera que pasar por aquella hora. 36 Decía: «Abbá, o sea, Padre, para ti todo es posible, aparta de mí esta copa. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
37 Volvió y los encontró dormidos. Y dijo a Pedro: «Simón, ¿duermes? ¿De modo que no pudiste permanecer despierto una hora? 38 Estén despiertos y oren para no caer en la tentación; pues el espíritu es animoso, pero la carne es débil.» 39 Y se alejó de nuevo a orar, repitiendo las mismas palabras. 40 Al volver otra vez, los encontró de nuevo dormidos, pues no podían resistir el sueño y no sabían qué decirle.
41 Vino por tercera vez, y les dijo: «Ahora ya pueden dormir y descansar. Está hecho, llegó la hora. El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42 ¡Levántense, vámonos!; ya viene el que me va a entregar.»