DIA 139-- 1 Samuel 29--31 Salmo 130 Marcos 11,1-11


1 Samuel 29
1 Los filisteos concentraron todas sus fuerzas en Afec; los israelitas, por su parte, acampaban al lado de la fuente que está en la llanura de Yizreel. 2 Los jefes de los filisteos desfilaban con sus compañías de cien y de mil; David y sus hombres iban a la retaguardia con Aquis. 3 Los jefes de los filisteos preguntaron a Aquis: «¿Quiénes son esos hebreos?» Aquis les respondió: «Pero si es David, el servidor de Saúl rey de Israel. Hace ya mucho tiempo, tal vez dos años, que está conmigo y nunca he tenido que quejarme de él desde que se pasó a mi lado».
4 Pero los jefes de los filisteos se enojaron con Aquis y le dijeron: «¡Despide a ese hombre y que vuelva al lugar de donde vino! Que no venga con nosotros a la batalla pues bien podría volverse en contra nuestra. ¿De qué otra manera podría comprar el perdón de su amo sino con las cabezas de nuestros hombres? 5 ¿No era con respecto a ese David que bailaban y cantaban: Saúl mató mil, pero David, diez mil?» 6 En vista de eso, Aquis llamó a David y le dijo: «Tan cierto como que Yavé vive que tú eres un hombre honrado. Por lo que a mí respecta, me siento feliz de que estés conmigo, porque no has merecido ninguna crítica desde que llegaste hasta ahora, pero eres muy mal visto por los jefes. 7 Regrésate, pues, ándate en paz y no nos indispongamos con los jefes de los filisteos». 8 David dijo a Aquis: «¿Qué he hecho? ¿Qué tienes que criticarle a tu servidor desde que llegué hasta ahora para que no me permitas que combata a los enemigos del rey mi señor?»
9 Aquis respondió a David: «Lo sé, tú nos das tanta seguridad como un ángel de Dios, pero los jefes de los filisteos han decidido que tú no entres al combate con nosotros. 10 Levántate pues muy temprano, tú y los que vinieron contigo, y regresen al lugar que les asigné. No lo tomes a mal, pues sabes que te estimo. Mañana temprano se levantarán rápidamente, y apenas aclare el día, se irán». 11 David y sus hombres se levantaron pues muy de mañana y partieron temprano al país de los filisteos; los filis teos, en cambio, subieron hasta Yizreel.



1 Samuel 30
Campaña contra los Amalecitas

1 David llegó a Siclag con sus hombres dos días después. Ahora bien, los amalecitas habían hecho una incursión por el Negueb hasta Siclag, se habían apoderado del pueblo y lo habían incendiado. 2 También habían capturado a las mujeres y a todos los que se encontraban allí, pequeños y grandes, pero sin matar a nadie; y se habían vuelto por donde habían venido llevándose a todo el mundo. 3 Cuando David y sus compañeros llegaron al pueblo, lo encontraron incendiado, y vieron que sus mujeres, hijos e hijas habían sido llevados cautivos. 4 David y el pueblo que lo acompañaba se pusieron a gritar y a llorar hasta que quedaron sin aliento para llorar. 5 Las dos mujeres de David, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, mujer de Nabal de Carmel, también habían sido llevadas cautivas.
6 David se vio en un gran apuro porque su gente hablaba de apedrearlo, pues tan grande era la desesperación de cada uno por sus hijos e hijas. Pero David recuperó su confianza en Yavé su Dios. 7 Dijo al sacerdote Ebiatar, hijo de Ajimelec: «Tráeme el efod». Ebiatar trajo el efod a David. 8 David consultó a Yavé: «Tengo que perseguir a esa banda? ¿La alcanzaré?» La respuesta fue: «Persíguelos, los alcanzarás y librarás a los cautivos».
9 David salió y caminaron con él seiscientos compañeros hasta el torrente de Besor, 10 pero sólo cuatrocientos prosiguieron la persecución con David, porque los otros doscientos estaban muy cansados para cruzar el torrente de Besor, y allí se detuvieron. 11 Hallaron en descampado a un egipcio y lo llevaron donde David. Le dieron pan y agua, comió y bebió. 12 Además le dieron un trozo de torta de higos y dos racimos de pasas; después que comió recuperó sus sentidos, porque no había comido ni bebido hacía tres días y tres noches.
13 David le dijo: «¿A quién perteneces y de dónde vienes?» Dijo: «Soy un joven egipcio esclavo de un amalecita; mi amo me abandonó hace tres días porque estaba enfermo. 14 Nosotros habíamos hecho una incursión por el Negueb de los quereteos, por el Negueb de Judá y por el Negueb de Caleb; además incendiamos Siclag. 15 David le dijo: «¿Puedes llevarnos donde esos salteadores?» Respondió: «Si me juras por tu Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, te llevaré donde esos salteadores».
16 Los llevó allá. Los salteadores estaban dispersos, comiendo, tomando, celebrando una fiesta con todo el botín que habían juntado en territorio filisteo y de Judá. 17 David los masacró desde el alba hasta el atardecer y acabó con ellos. No escapó ninguno, salvo cuatrocientos jóvenes que huyeron en sus camellos. 18 David recuperó todo lo que le habían quitado los amalecitas, y recuperó también a sus dos mujeres. 19 No quedó nadie de los amalecitas, ni chico ni grande, ni joven ni muchacha; tampoco les quedó algo de todo el botín que habían juntado; David se lo llevó todo. 20 David tomó el ganado menor y mayor y su gente lo arriaba delante de él, diciendo: «¡Este es el botín de David!»
21 Cuando David llegó cerca de los doscientos hombres que se habían detenido, demasiado cansados, ante el torrente de Besor, éstos salieron al encuentro de David y de la tropa que lo acompañaba. David se dirigió donde ellos y los saludó, 22 pero los más malos y mañosos de sus acompañantes tomaron la palabra: «Ya que esos hombres no vinieron con nosotros, no les daremos ninguna cosa del botín que hemos ganado. Sólo les devolveremos a sus mujeres e hijos y dejaremos que se vayan». 23 Pero David les dijo: «No, hermanos, no hagan tal cosa después de lo que Yavé ha hecho por nosotros. Vean cómo nos protegió entregando en nuestras manos a esa banda de salteadores que habían venido a atacarnos. 24 ¿Quién podría estar de acuerdo con ustedes? El combatiente y el que custodia el equipaje tendrán partes iguales».
25 Desde ese día, esta ha sido la regla y ha pasado a ser una costumbre en Israel.
26 Cuando regresó a Siclag, David envió una parte del botín a los ancianos de Judá, diciéndoles: «Ahí tienen un regalo del botín que arrebatamos a los enemigos de Yavé». 27 Lo envió a Betul, a Ramá del Neguev, a Yatir, 28 a Aroer, a Sifmot, a Estemoa, 29 a Carmel, a las ciudades de Yerajmeel, a las ciudades de los quenitas, 30 a Jorma, a Bor-Asán, a Eter, 31 a Hebrón, y a todos los lugares que había frecuentado David con sus compañeros; cada uno recibió su parte.


1 Samuel 31
La muerte de Saúl

1 Los filisteos atacaron a Israel y los hombres de Israel salieron huyendo ante los filisteos. Fueron muchos los que cayeron heridos de muerte en los cerros de Guelboé. 2 Los filisteos se ensañaron con Saúl y sus hijos, y mataron a Jonatán, Abinadab y Malquisúa, los tres hijos de Saúl. 3 Luego dirigieron el ataque contra Saúl; los arqueros lo descubrieron y lo hirieron muy gravemente. 4 Entonces Saúl dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame, no sea que vengan esos incircuncisos a matarme y ultrajarme». Su escudero no quería hacerlo porque tenía miedo; entonces Saúl tomó su espada y se dejó caer sobre ella. 5 Al ver que Saúl estaba muerto, el escudero se dejó caer también sobre su espada y murió con él. 6 Así fue como el mismo día murieron Saúl y sus tres hijos, su escudero y todos sus hombres.
7 Cuando se supo que los israelitas habían huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, los israelitas que estaban al otro lado de la llanura y los que estaban a este lado del Jordán abandonaron sus ciudades y huyeron. Llegaron allí los filisteos y se instalaron en su lugar.
8 Al día siguiente los filisteos fueron a despojar a los muertos; hallaron muertos a Saúl y a sus tres hijos en los cerros de Guelboé. 9 Le cortaron la cabeza y le quitaron sus armas, y después mandaron que se publicara la noticia en todo el país de los filisteos, en los templos de sus ídolos y entre el pueblo. 10 Depositaron las armas de Saúl en el templo de Astarté y colgaron su cadáver de las murallas de Bet-seán.
11 Cuando los habitantes de Yabés de Galaad supieron lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12 los más valientes de entre ellos salieron y caminaron toda la noche. Retiraron de las murallas de Bet-seán los cuerpos de Saúl y de sus hijos, regresaron a Yabés y los quemaron. 13 Tomaron sus huesos y los enterraron debajo del tamarindo de Yabés, y después ayunaron siete días.



Salmo 130
Desde el abismo clamo a ti.

—Salmo de penitencia, pero más que todo, de confianza en Dios.
1 Desde el abismo clamo a ti, Señor,
2 ¡Señor, escucha mi voz!
2 que tus oídos pongan atención
2 al clamor de mis súplicas!
3 Señor, si no te olvidas de las faltas,
3 Adonai, ¿quién podrá subsistir?
4 Pero de ti procede el perdón,
4 y así se te venera.
5 Espero, Señor, mi alma espera,
5 confío en tu palabra;
6 mi alma cuenta con el Señor,
6 más que con la aurora el centinela.
7 Como confía en la aurora el centinela,
7 así Israel confíe en el Señor;
7 porque junto al Señor está su bondad
7 y la abundancia de sus liberaciones,
8 y él liberará a Israel
8 de todas sus culpas.


Marcos 11,1-11
Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

1 Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 diciéndoles: «Vayan a ese pueblo que ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. 3 Si alguien les pregunta: ¿Por qué hacen eso?, contesten: El Señor lo necesita, pero se lo devolverá cuanto antes.»
4 Se fueron y encontraron en la calle al burro, amarrado delante de una puerta, y lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Por qué sueltan ese burro?» 6 Ellos les contestaron lo que les había dicho Jesús, y se lo permitieron.
7 Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. 8 Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. 9 Y tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 10 ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»
11 Entró Jesús en Jerusalén y se fue al Templo. Observó todo a su alrededor y, siendo ya tarde, salió con los Doce para volver a Betania.