DIA 140-- 2 Samuel 1--2 Salmo 131 Marcos 11,12-33



2 Samuel 1
Anuncian a David la muerte de Saúl

1 Después de la muerte de Saúl, David volvió victorioso de su campaña contra los amalecitas. 2 Al tercer día de su retorno en Siquelag llegó un hombre del campamento de Saúl. Tenía la ropa destrozada y tierra en la cabeza. Apenas llegó donde David, se tiró al suelo y se postró. 3 David le dijo: «¿De dónde vienes?» Respondió: «Fui uno de los que se salvaron del campamento de Israel».
4 David le dijo: «Dime, pues, cómo sucedieron allá las cosas». Ese hombre respondió: «El pueblo huyó del campo de batalla, muchos del pueblo cayeron, y también murieron Saúl y su hijo Jonatán».
5 David dijo al joven que le traía esa noticia: «¿Cómo sabes que murieron Saúl y su hijo Jonatán?» 6 Respondió: «Me encontraba por casualidad en los montes de Guelboé. Saúl estaba apoyado en su lanza, los carros y los jinetes lo tenían cercado. 7 Entonces él me vio, se dio vuelta y me llamó. Le dije: «Aquí me tienes. 8 Me dijo: ¿Quién eres tú? Le dije: Soy un amalecita. 9 Me dijo: Acércate y dame muerte, todavía me quedan fuerzas pero el pavor me atenaza. 10 Entonces me acerqué y lo maté porque bien sabía que no sobreviviría a su derrota; luego tomé la corona que tenía en la cabeza, la pulsera que llevaba en el brazo y se los he traído aquí a mi señor».
11 David rasgó su vestimenta, y todos los que estaban con él hicieron lo mismo. 12 Se lamentaron mucho, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y su hijo Jonatán, por el pueblo de Yavé y por la casa de Is rael que habían perecido a espada.
13 Después le dijo David al joven que le había llevado la noticia: «¿De dónde eres?» Respondió: «Soy extranjero en este país, soy hijo de un amalecita». 14 David le dijo: «¿Cómo te atreviste a matar al ungido de Yavé?» 15 Llamó David a uno de sus compañeros y le dijo: «Anda y mátalo». Le dio un golpe y murió. 16 David dijo entonces: «Recaiga tu sangre sobre tu cabeza. Tú mismo te condenaste cuando dijiste que habías herido de muerte al ungido de Yavé».
17 Luego entonó David una lamentación por Saúl y su hijo Jonatán, 18 y ordenó que se la aprendieran los hijos de Judá; es el canto del arco que se puede leer en el Libro del Justo:
19 ¡Ay, la gloria de Israel pereció en los montes!
19 ¿Cómo cayeron esos héroes?
20 ¡No lo anuncien en Gat,
20 ni cuenten la noticia por las calles de Asquelón;
20 no den esa alegría a las mujeres filisteas,
20 a las hijas de los incircuncisos!
21 Montes de Guelboé,
21 que nunca más caiga sobre ustedes ni rocío ni lluvia,
21 ni se vean campos exuberantes:
21 porque allí fue profanado el escudo de los héroes.
21 El escudo de Saúl no estaba ungido con aceite
22 sino con sangre de heridos y grasa de héroes.
22 Ni el arco de Jonatán retrocedía,
22 ni en el vacío hería la espada de Saúl.
23 Amados y amables eran Saúl y Jonatán:
23 ni la vida ni la muerte pudieron separarlos.
23 Más ligeros eran que las águilas,
23 tenían más fuerza que los leones.
24 ¡Lloren por Saúl, hijas de Israel!
24 Las vestía con ropas de colores,
24 joyas de oro ponía en sus trajes de fiesta.
25 ¡Cómo cayeron esos héroes!
25 ¿Quién hirió de muerte a Jonatán en el combate?
26 ¡Jonatán, hermano mío, por ti tengo herido el corazón,
26 pues te quería tanto! Tu amor era para mí
26 más dulce que el amor de las mujeres.
27 ¿Cómo cayeron esos héroes?
27 ¿Cómo fueron rotas sus armas?



2 Samuel 2
David, rey de Judá en Hebrón

1 Después de eso David consultó a Yavé: «¿Debo subir a una de las ciudades de Judá?» Yavé le respondió: «Sube». David añadió: «A cuál?» Y Yavé respondió: «A Hebrón». 2 Subió pues David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, mujer de Nabal de Carmel. 3 Con él subieron sus hombres, cada cual con su familia, y se instalaron en las aldeas de Hebrón. 4 Entonces se reunieron los hombres de Judá y allí consagraron a David como rey de la casa de Judá.
4 Le informaron a David que la gente de Yabés de Galaad había enterrado a Saúl. 5 David mandó entonces a sus hombres donde la gente de Yabés de Galaad con este mensaje: «Que Yavé los bendiga por haber enterrado a Saúl, su señor, pues se lo debían. 6 Que Yavé les muestre su bondad y su fidelidad; por mi parte también los recompensaré por esa hermosa acción. 7 Y ahora sigan valientes y animosos. Aunque Saúl ha muerto, los hombres de la casa de Judá me han consagrado como su rey».
8 Abner, hijo de Ner, era el jefe del ejército de Saúl. Tomó a Isbaal, hijo de Saúl y se lo llevó a Majanayim. 9 Allí lo proclamó rey de Galaad, de la tribu de Aser, de Yizreel, de Efraín y Benjamín; en una palabra, de todo Israel. 10 Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando pasó a ser rey de Israel y reinó dos años, mientras que la casa de Judá seguía a David. 11 David reinó en Hebrón siete años y seis meses sobre la casa de Judá.
La guerra entre el norte y el sur
12 Abner, hijo de Ner, y la guardia de Isbaal, hijo de Saúl, dejaron Majanayim para dirigirse a Gabaón. 13 Joab, hijo de Seruya, y la guardia de David marcharon también hacia allá, y ambas tropas se encontraron cerca de la laguna de Gabaón. Los primeros se estacionaron a un lado de la laguna, y los segundos, al otro lado.
14 Abner dijo a Joab: «Que salgan los jóvenes a pelear ante nosotros». Joab respondió: «De acuerdo, que salgan». 15 Se pararon y los contaron: había doce de la tribu de Benjamín por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de la guardia de David. 16 Cada uno tomó a su adversario por los cabellos y le hundió la espada en el costado, de tal modo que cayeron todos juntos. A ese lugar lo llamaron el Campo de los costados, y se ubica al lado de Gabaón.
17 Hubo allí ese día una dura batalla; Abner y la gente de Israel fueron derrotados por la guardia de David. 18 Allí estaban los tres hijos de Seruya, Joab, Abisaí y Azael. Azael, que corría tan rápido como una gacela salvaje, 19 se lanzó en persecución de Abner sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. 20 Abner se dio vuelta y le dijo: «¿Eres tú Azael?» Respondió: «Sí, yo soy». 21 Abner le dijo entonces: «Apártate a la derecha o a la izquierda y lánzate sobre uno de esos jóvenes si es que quieres apoderarte de su equipo». Pero Azael no quiso apartarse de él. 22 Abner le repitió a Azael: «Apártate de mí, si no te dejaré tirado en el suelo; pero, ¿cómo podría después hablar a tu hermano?» 23 Como no quisiera apartarse de él, Abner le clavó en el vientre la punta de su lanza y la lanza le salió por la espalda. Cayó allí mismo y murió. Todos se detenían a medida que iban llegando al lugar donde Azael había caído herido de muerte.
24 Joab y Abisaí se lanzaron en persecución de Abner, y cuando el sol ya se ponía, llegaron a la colina de Amma, al este de Guiaj por el camino del desierto de Gabaón. 25 La gente de Benjamín se agrupó entonces detrás de Abner en una formación cerrada, y se instalaron en la cumbre de una colina. 26 Abner gritó a Joab: «¿Seguirá devorando la espada? ¿No sabes que esto acabará en lágrimas? ¿Qué esperas para ordenar a tus hombres que dejen de perseguir a sus hermanos?»
27 Joab respondió: «Tan cierto como que Yavé vive que si tú no hubieras hablado, esta gente habría seguido persiguiendo a sus hermanos hasta la madrugada». 28 Entonces Joab tocó el cuerno y se detuvo todo el ejército, y así dejaron de perseguir a Israel y terminó la batalla.
29 Abner y sus hombres caminaron toda la noche por la Arabá, cruzaron el Jordán y después de haber caminado además toda la mañana, llegaron a Majanayim. 30 Joab, por su parte, reunió a sus tropas después de haber puesto fin a la persecución de Abner; la guardia de David había perdido a diecinueve de sus hombres además de Azael, 31 pero había dado muerte a trescientos sesenta hombres de Benjamín, en el ejército de Abner. 32 Se llevaron a Azael y lo enterraron en la tumba de su padre en Belén. Joab y sus hombres caminaron toda la noche y llegaron a Hebrón al despuntar el día.



Salmo 131
Confianza filial en Dios.

—Oración sencilla y humilde, llena de confianza, que hace pensar en la tranquilidad de un niño en los brazos de su mamá. ¿No es esa la actitud que alaba Jesús? ¿Acaso Dios no sería tanto madre como es padre?
1 Señor, mi corazón no es engreído
1 ni mis ojos altaneros:
1 no he tomado un camino de grandezas
1 ni de prodigios que me superaran.
2 Al contrario, tranquila y en silencio
2 he mantenido mi alma,
2 como un niño saciado que se aprieta a su madre;
2 mi alma en mí nada reclama.
3 ¡Que Israel cuente con el Señor,
3 desde ahora y para siempre!



Marcos 11,12-33
Jesús maldice a la higuera

12 Al día siguiente, cuando sa lían de Betania, sintió hambre. 13 A lo lejos divisó una higuera llena de hojas y fue a ver si encontraba algo en ella. Se acercó, pero no encontró más que hojas, pues todavía no era tiempo de higos. 14 Entonces Jesús dijo a la higuera: «¡Que nadie coma fruto de ti nunca jamás!» Y sus discípulos lo oyeron.
Jesús expulsa del Templo a los vendedores
15 Llegaron a Jerusalén, y Jesús fue al Templo. Comenzó a echar fuera a los que se dedicaban a vender y a comprar dentro del recinto mismo. Volcaba las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los vendedores de palomas, 16 y no permitía a nadie transportar cosas por el Templo.
17 Luego se puso a enseñar y les dijo: «¿No dice Dios en la Escritura: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? ¡Pero ustedes la han convertido en una guarida de ladrones!»
18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley se enteraron de lo ocurrido y pensaron deshacerse de él; le tenían miedo al ver el impacto que su enseñanza producía sobre el pueblo.
19 Cada día salían de la ciudad al anochecer.
El poder de la fe
20 Cuando pasaban de madrugada, los discípulos vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. 21 Pedro se acordó, y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.»
22 Jesús respondió: «Tengan fe en Dios. 23 Yo les aseguro que el que diga a ese cerro: ¡Levántate de ahí y arrójate al mar!, si no duda en su corazón y cree que sucederá como dice, se le concederá. 24 Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán. 25 Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, 26 para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus faltas.»
¿Con qué autoridad haces esto?
27 Volvieron a Jerusalén, y mientras Jesús estaba caminando por el Templo, se le acercaron los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y las autoridades judías, 28 y le preguntaron: «¿Con qué derecho has actuado de esa forma? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que haces?»
29 Jesús les contestó: «Les voy a hacer yo a ustedes una sola pregunta, y si me contestan, les diré con qué derecho hago lo que hago. Háblenme 30 del bautismo de Juan. Este asunto ¿venía de Dios o era cosa de los hombres?
31 Ellos comentaron entre sí: «Si decimos que este asunto era obra de Dios, nos dirá: Entonces, ¿por qué no le creyeron?» 32 Pero tampoco podían decir delante del pueblo que era cosa de hombres, porque todos consideraban a Juan como un profeta. 33 Por eso respondieron a Jesús: «No lo sabemos.» Y Jesús les contestó: «Entonces tampoco yo les diré con qué autoridad hago estas cosas.»