DIA 114 --Jueces 1--2 Salmo 115 Gálatas 6


Jueces 1
1 Josué había muerto. Los israelitas consultaron a Yavé: «¿Quién de nosotros, dijeron, subirá primero a atacar a los cananeos?» 2 Yavé respondió: «Judá será quien subirá, pues he puesto el país en sus manos». 3 Los de Judá dijeron a sus hermanos de Simeón: «Vengan a ayudarnos contra los cananeos en la parte que nos corresponde, y nosotros los ayudaremos en la de ustedes». Y los de Simeón fueron a ayudarlos.
4 Subió pues Judá y Yavé puso en sus manos a los cananeos y a los fereceos en Besec: derrotaron a diez mil hombres. 5 En Besec se encontraron con Adoni-Besec; se trabaron en combate y derrotaron a los cananeos y a los fereceos. 6 Adoni-Besec emprendió la fuga y lo persiguieron. Lo apresaron y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. 7 Adoni-Besec dijo entonces: «Setenta reyes, con los pulgares de las manos y de los pies cortados, recogían las migas debajo de mi mesa, hoy Dios me devuelve lo que hice». Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.
8 La gente de Judá atacó Jerusalén. Se apoderaron de ella, la pasaron a cuchillo e incendiaron la ciudad. 9 Después de esto, bajaron para atacar a los cananeos que vivían en la Montaña, en el Negueb y en la Tierra Baja. 10 Judá atacó después a los cananeos que vivían en Hebrón (Hebrón se llamaba antes Quiriat-Arba); derrotaron a Sesai, Ajimán y Talmai. 11 De allí se dirigieron para pelear con los habitantes de Debir (Debir se llamaba antes Quiriat-Sefer). 12 Caleb dijo entonces: «Daré como esposa a mi hija Acsa a quien ataque a Quiriat-Sefer y se apodere de ella». 13 Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb, se apoderó de ella y Caleb le dio su hija Acsa. 14 En cuanto ella llegó, la impulsó a que pidiera a su padre un campo. Al verla que bajaba de su burro, Caleb dijo: «¿Qué quieres?» 15 Respondió: «Hazme un favor; ya que me enviaste a esta zona del Negueb, dame al menos manantiales». Caleb le dio pues las Fuentes de Arriba y las Fuentes de Abajo.
16 Los hijos de Hobab el quenita, cuñado de Moisés, subieron con los hijos de Judá, desde la Ciudad de las Palmeras hasta el desierto de Judá, al sur de Arad. Allí se establecieron en medio del pueblo de Israel. 17 Los de Judá salieron después con sus hermanos de Simeón. Derrotaron a los cananeos que vivían en Sefat y los condenaron al anatema, por eso la ciudad se llama Jormá. 18 Judá no se apoderó de Gaza y su territorio ni de Asquelón y su territorio ni de Ecrón y su territorio. 19 Judá se adueñó de la montaña con ayuda de Yavé, pero no pudo expulsar a los habitantes de la llanura, porque tenían carros de hierro.
20 Tal como lo había ordenado Moisés, dieron Hebrón a Caleb; expulsó a los tres hijos de Anac. 21 En cuanto a los jebu seos que vivían en Jerusalén, los hijos de Benjamín no los expulsaron, y por eso hasta hoy día los jebuseos viven en Jerusalén junto con los hijos de Benjamín.
22 La gente de la casa de José emprendió una expedición contra Betel y Yavé estuvo con ellos. 23 Instalaron su campamento frente a Betel (la ciudad se llamaba antes Luz). 24 Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: «Muéstranos por donde se puede entrar a la ciudad y te perdonaremos la vida». 25 Les mostró entonces cómo entrar en la ciudad. La pasaron a cuchillo, pero dejaron libre a ese hombre con toda su familia. 26 El hombre se fue al territorio de los hititas y allí construyó una ciudad que se llamó Luz (y ese es el nombre que tiene todavía hoy).
27 Manasés no pudo apoderarse de la ciudad de Bet-Seán ni de sus dependencias, ni tampoco de Tanac, de Dor, de Jibleam y de Meguido; los cananeos se mantuvieron firmes en ese territorio. 28 Pero cuando Israel fue más fuerte, redujo a servidumbre a los cananeos, sin empero eliminarlos. 29 Efraín tampoco expulsó a los cananeos que vivían en Guezer; los cananeos siguieron pues viviendo allí con él.
30 Zabulón no expulsó a los habitantes de Quitrón ni a los de Nahalol; así fue como los cananeos continuaron en medio de Zabulón pero fueron reducidos a servidumbre. 31 Aser no expulsó a los habitantes de Acco ni a los de Sidón, de Majaleb, de Aczib, de Jelba, de Afec y de Rejov. 32 La gente de Aser siguió pues viviendo en medio de los cananeos que poblaban la región, pues no los habían expulsado.
33 Neftalí no echó a los habitantes de Bet-Seán ni a los de Bet-Anat: vivió pues en medio de los cananeos que habitan en la región, pero impuso trabajos forzados a los habitantes de Bet-Semés y de Bet-Anat. 34 Los amoreos hicieron retroceder hasta la montaña a los hijos de Dan y les impidieron que bajaran a la llanura. 35 Los amoreos se quedaron en Har-Jerés, en Ayalón y Saalbim, pero cuando la casa de José adquirió fuerza, fueron también reducidos a servidumbre. 36 (El territorio de los edomitas se extiende de la Subida de los Escorpiones hasta la Roca y continúa luego subiendo).


Jueces 2
1 El ángel de Yavé subió de Guilgal a Boquim. «Los he hecho subir de Egipto, dijo, y los he traído a este país que prometí con juramento a sus padres. Yo había dicho: No romperé nunca mi alianza con ustedes, 2 y por su parte ustedes no harán alianza con los habitantes de este país sino que derribarán sus altares. Pero ustedes no me han hecho caso. ¿Qué es lo que han hecho? 3 Pues bien, esto he decidido yo: ¡No expulsaré a esa gente delante de ustedes! Estarán continuamente a su lado y sus dioses serán para ustedes una trampa». 4 Cuando el ángel de Yavé hubo hablado así a todo Israel, el pueblo lanzó alaridos y se puso a llorar. 5 Por eso llamaron a aquel lugar Boquim y ofrecieron allí sacrificios a Yavé.
6 Cuando Josué había despedido al pueblo, los israelitas habían vuelto cada uno a su parte de herencia, procurando conquistar el país. 7 El pueblo sirvió a Yavé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le sucedieron, pues habían visto los prodigios que había realizado Yavé en favor de Israel. 8 Al morir Josué hijo de Nun, servidor de Yavé, a la edad de ciento diez años, 9 lo enterraron en el territorio que había recibido como herencia en Timnat-Herés, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 Cuando esa generación a su vez fue a reunirse con sus padres, le siguió otra generación que no conocía a Yavé ni sabía lo que éste había hecho por Israel.
La moral del libro
11 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos de Yavé y sirvieron a los Baales. 12 Abandonaron a Yavé, al Dios de sus padres que los había sacado del país de Egipto y siguieron a otros dioses. Se postraron ante los dioses de los pueblos que los rodeaban, y atrajeron sobre ellos la cólera de Yavé. 13 En cuanto abandonaron a Yavé para servir a los Baales y a las Astartés, estalló la cólera de Yavé contra Israel. 14 Los entregó en manos de salteadores que los despojaron, los vendió a sus enemigos de todo el contorno: ya no oponían más resistencia a sus enemigos. 15 Cada vez que iban a la guerra, la mano de Yavé se alzaba en su contra para su desgracia, tal como Yavé se lo había dicho y jurado: estaban en una situación desastrosa.
16 Entonces Yavé les dio jueces que los salvaron de las manos de los que los asaltaban. 17 Pero tampoco escucharon a sus jueces. Se prostituyeron siguiendo a otros dioses y se postraron ante ellos. Bien pronto se apartaron del camino por donde habían andado sus padres cuando éstos hacían caso a los mandamientos de Yavé. Ellos, en cambio, hicieron todo lo contrario.
18 Cuando Yavé les envió jueces, Yavé estaba con el juez, y durante toda la vida del juez los libraba de las manos de sus enemigos. Pues Yavé tenía piedad de ellos cuando escuchaba sus lamentos bajo la opresión y la persecución. 19 Pero apenas moría el juez, volvían a hacer el mal, peor que sus padres. Seguían tras otros dioses, los servían y se postraban ante ellos. No que rían renunciar a sus malas acciones y se empecinaban en su camino.
20 Estalló pues la cólera de Yavé contra Israel y declaró: «Ya que esta nación violó mi alianza que había hecho con sus padres y ya que no me escuchan, 21 yo tampoco expulsaré delante de ellos ni al más insignificante de los pueblos que Josué dejó al morir. 22 De este modo probaré a Israel: tal vez así quieran seguir los caminos de Yavé, tal como lo hicieron sus padres».
23 Yavé dejó pues en paz a esas naciones que no había puesto en manos de Josué y no se apresuró en expulsarlas.



Salmo 115
El pueblo de Dios no tiene ídolos.

—Ya que recibimos el conocimiento del único y verdadero Dios, dejemos todo lo que no es de él.
1 ¡No a nosotros, Señor, nos des la gloria,
1 no a nosotros, sino a tu nombre,
1 llevado por tu amor, tu lealtad!
2 ¿Quieres que digan los paganos:
2 «¿Dónde está, pues, su Dios?»
3 Nuestro Dios está en los cielos,
3 él realiza todo lo que quiere.
4 Sus ídolos no son más que oro y plata,
4 una obra de la mano del hombre.
5 Tienen boca pero no hablan,
5 ojos, pero no ven ,
5 orejas, pero no oyen,
5 nariz, pero no huelen.
7 Tienen manos, mas no palpan,
7 pies, pero no andan,
7 ni un susurro sale de su garganta.
8 ¡Que sean como ellos los que los fabrican
8 y todos los que en ellos tienen confianza!
9 ¡Casa de Israel, confíen en el Señor,
9 él es su socorro y su escudo!
10 ¡Casa de Aarón, confíen en el Señor,
10 él es su socorro y su escudo!
11 ¡Los que temen al Señor, confíen en el Señor,
11 él es su socorro y su escudo!
12 El Señor no nos olvida, nos bendecirá:
12 bendecirá a la casa de Israel,
12 bendecirá a la casa de Aarón,
13 bendecirá a los que temen al Señor,
13 tanto a los pequeños como a los grandes.
14 Que el Señor los haga crecer
14 a ustedes y a sus hijos.
15 ¡Que el Señor los bendiga,
15 el que hizo los cielos y la tierra!
16 Los cielos son la morada del Señor,
16 mas dio la tierra a los hijos de Adán.
17 No son los muertos los que alaban al Señor,
17 ni todos los que bajan al Silencio,
18 mas nosotros, los vivos, bendecimos al Señor
18 desde ahora y para siempre.



Gálatas 6
Consejos varios

1 Hermanos, si alguien cae en alguna falta, ustedes, los espirituales, corríjanlo con espíritu de bondad. Piensa en ti mismo, porque tú también puedes ser tentado. 2 Lleven las cargas unos de otros, y así cumplirán la ley de Cristo. 3 Si alguno se cree algo, cuando no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Que cada uno examine sus propias obras y, si siente algún orgullo por ellas, que lo guarde para sí y no lo haga pesar sobre los demás. 5 Para esto sí, que cada uno cargue con lo suyo.
6 El que se hace instruir, debe retribuir al que lo instruye con cualquier cosa que tenga.
7 No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno cosechará lo que ha sembrado. 8 El que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción. El que siembra en el espíritu, cosechará del espíritu la vida eterna.
9 Así, pues, hagamos el bien sin desanimarnos, que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes. 10 Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y especialmente a los de casa, que son nuestros hermanos en la fe.
Estoy crucificado con Cristo
11 Miren qué letras tan grandes estoy trazando por mi propia mano.
12 Los que tratan de imponerles la circuncisión son sobre todo gente preocupada por ser más considerados en el mundo; no quieren que la cruz de Cristo les acarree problemas. 13 Por estar circuncidados no es que observen la Ley; tan sólo les interesa la marca en el cuerpo, y se sentirían orgullosos de que ustedes la tuvieran.
14 En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. 15 No hagamos ya distinción entre pueblo de la circuncisión y mundo pagano, porque una nueva creación ha empezado. 16 Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios.
17 Por lo demás, que nadie venga a molestarme, pues me basta con llevar en mi cuerpo las señales de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, esté con su espíritu. Amén.