DIA 113-- Josué 23--24 Salmo 114 Gálatas 5


Josué 23
Discurso de Josué en Siquem

1 Hacía ya mucho tiempo que Yavé había librado a Israel de todos sus enemigos de los alrededores y le había dado la tranquilidad. En cuanto a Josué, ya estaba viejo y de edad avanzada. 2 Josué entonces reunió a todo Israel junto con sus ancianos, sus jefes, sus jueces y sus escribas y les dijo: «Estoy ahora viejo y de edad avanzada. 3 Ustedes vieron todo lo que Yavé, el Dios de ustedes, hizo a esas naciones con las que se enfrentaron: Yavé su Dios combatió al lado de ustedes. 4 ¡Miren! Les repartí por sorteo el dominio de esas naciones que permane cían entre ustedes y que eliminé. Esta será la herencia de sus tribus desde el Jordán hasta el Gran Mar hacia el lado del sol poniente. 5 Yavé su Dios los expulsará ante ustedes y les quitará la tierra para que sea de ustedes, como Yavé su Dios se lo dijo.
6 ¡Tengan pues ánimo! Observen y pongan en práctica todo lo que está escrito en el libro de la Ley de Moisés. No se aparten ni a la derecha ni a la izquierda, 7 no se mezclen con los pueblos que quedaron entre ustedes. No invoquen el nombre de sus dioses y no juren por ellos; no les sirvan ni se postren ante ellos. 8 A Yavé su Dios, y sólo a él seguirán, como lo han hecho hasta hoy. 9 Yavé expulsó ante ustedes a naciones grandes y poderosas y nadie pudo oponerles resistencia hasta hoy. 10 Uno solo de ustedes perseguía a mil, porque Yavé su Dios combatía para ustedes, como él se lo había dicho. 11 Amen a Yavé su Dios, es vital para ustedes.
12 Si se apartan de él, si se juntan con los otros pueblos que quedaron entre ustedes, si se mezclan con ellos casándose y se visitan mutuamente, 13 sépanlo bien: Yavé su Dios no continuará despojándolos ante ustedes. Pero ellos serán para ustedes como un lazo y como una trampa, como un látigo en su espalda y espinas en sus ojos, hasta que ustedes hayan desaparecido de esta buena tierra que Yavé su Dios les dio.
14 En el momento en que me estoy yendo por el camino de toda criatura, reconozcan desde el fondo de su corazón y de su espíritu que Yavé su Dios realizó todo lo que había prometido. Todas sus palabras se han cumplido, ni una sola quedó sin efecto. 15 Por eso, así como se realizaron todas las promesas de Yavé su Dios respecto a ustedes, de igual forma Yavé realizará en contra de ustedes todas sus amenazas hasta exterminarlos de esta buena tierra que les dio. 16 Si ustedes son infieles a la Alianza que Yavé su Dios les propuso, si sirven a otros dioses y se prosternan delante de ellos, entonces se encenderá contra ustedes la cólera de Yavé y desaparecerán rápidamente de esta buena tierra que él les dio».



Josué 24
Renovación de la Alianza en Siquem
1 Josué reunió pues en Siquem a todas las tribus de Israel. Convocó a los ancianos de Israel, a los jefes, a los jueces y a los escribas, y éstos se presentaron ante Dios.
2 Josué dijo entonces a todo el pueblo: «Esto es lo que Yavé, el Dios de Israel, les manda decir: Sus padres vivían más allá del Río, y servían a otros dioses: acuérdense de Teraj, padre de Abrahán y padre de Najor, 3 Pero yo tomé a su padre Abrahán más allá del Río y le hice recorrer todo el territorio de Canaán, multipliqué su raza y le di a Isaac. 4 A Isaac le di a Jacob y Esaú. Le di el monte Seir a Esaú como su propiedad; pero Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.
5 Luego envié a Moisés y a Aarón y tuvieron lugar las plagas de Egipto y todo lo que yo hice allí; en seguida los hice salir. 6 Cuando llegaron ustedes al mar y los egipcios persiguieron a sus padres con sus carros y sus jinetes hasta el Mar de los Juncos, 7 clamaron a Yavé y Yavé interpuso una niebla entre ustedes y los egipcios, hizo retroceder el mar sobre ellos y los cubrió. Ustedes vieron con sus ojos lo que hice en Egipto, después de lo cual permanecieron por largos días en el desierto.
8 Después los hice entrar en el país de los amoreos que viven al otro lado del Jordán. Pelearon con ustedes y yo los puse en sus manos. Conquistaron ustedes su país y los exterminé ante ustedes. 9 Fue entonces cuando Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, salió en son de guerra contra Israel, y mandó a buscar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. 10 Pero no quise escuchar a Balaam y tuvo que bendecirlos: así fue como los libré de sus manos. 11 Luego ustedes atravesaron el Jordán y llegaron a Jericó. Los jefes de Jericó, los amoreos, los fereceos, los cananeos, los hititas, los guirgaseos, los jeveos y los jebuseos los atacaron, pero los entregué en manos de ustedes.
12 Expulsé delante de ustedes a los dos reyes amoreos, no por la espada o el arco, sino por medio de las avispas que mandé delante de ustedes. 13 Les di una tierra donde no han trabajado, ciudades que no construyeron pero que han habitado, viñas y olivares que no plantaron, pero cuya fruta han comido.
14 ¡Ahora, pues, teman a Yavé! ¡Sírvanle con sinceridad y fidelidad! ¡Eliminen los dioses a los que sus padres sirvieron tanto más allá del Río como en Egipto, y sirvan a Yavé! 15 Pero si no quieren servir a Yavé, elijan ahora a quién servirán: o bien a los dioses a los que sus padres sirvieron más allá del Río, o bien a los dioses de los amoreos en el país donde viven. Lo que es yo y mi familia serviremos a Yavé».
16 El pueblo respondió: «Por ningún motivo abandonaremos a Yavé para servir a otros dioses, 17 porque Yavé, nuestro Dios, fue quien nos hizo subir con nuestros padres desde Egipto, ( ) y nos protegió a lo largo del camino por donde íbamos, y en medio de todos los pueblos por donde pasábamos. 18 Yavé fue quien expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos como también a los amoreos que vivían en este país. Serviremos pues a Yavé, él es nuestro Dios».
19 Entonces Josué dijo al pueblo: «¿Podrán ustedes servir a Yavé? Porque es un Dios santo, un Dios celoso; El no perdonaría las infidelidades y los pecados de ustedes. 20 Si abandonan a Yavé para servir a dioses extranjeros, él también cambiará: les hará el mal y los exterminará después de haberles hecho el bien».
21 El pueblo dijo a Josué: «¡De ninguna manera! ¡Serviremos a Yavé!» 22 Entonces Josué les dijo: «Ustedes mismos son testigos que han escogido a Yavé y quieren servirlo». Le respondieron: «Somos testigos». 23 «Pues bien, dijo José, boten ahora los dioses extranjeros que tienen entre ustedes y vuelvan su corazón hacia Yavé, el Dios de Israel». 24 El pueblo dijo a Josué: «Nosotros serviremos a Yavé y haremos caso a su palabra».
25 Ese día estableció Josué una alianza con el pueblo, le impuso un estatuto y una regla en Siquem. 26 Escribió todas esas palabras en el libro de la Ley de Dios. Tomó una gran piedra y la puso debajo de la Encina que estaba en el santuario de Yavé. 27 Josué dijo entonces al pueblo: «Esta piedra atestiguará en contra de ustedes, porque escuchó todas las palabras que Yavé pronunció delante de nosotros. Servirá como testigo en contra de ustedes, para impedirles que renieguen de su Dios».
28 Después Josué mandó de vuelta al pueblo, a cada uno a su posesión.
29 Josué, hijo de Nun, servidor de Yavé, murió después de eso, a la edad de ciento diez años. 30 Lo sepultaron en el territorio que había recibido en el reparto, en Timnat-Sera, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaas. 31 Israel sirvió a Yavé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que sucedieron a Josué, pues habían visto todo lo que Yavé había realizado en favor de Israel.
32 En Siquem sepultaron los huesos de José que los israelitas habían traído de Egipto. Los depositaron en una parcela que Jacob había comprado a los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien piezas de plata; ella pasó a formar parte de la herencia de los hijos de José. 33 Eleazar, hijo de Aarón, murió también y lo enterraron en la montaña de Efraín en Guibea, ciudad que había sido otorgada a su hijo Finjas.



Salmo 114
La salida de Egipto
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1 Cuando Israel salió de Egipto,
1 la casa de Jacob, de un pueblo bárbaro,
2 Judá pasó a ser su santuario,
2 Israel se convirtió en su dominio.
3 El mar lo vio y huyó,
3 el Jordán debió retroceder,
4 las montañas saltaron como carneros
4 y como corderos las colinas.
5 ¿Qué te pasa, mar, que huyes?
5 Y tú, Jordán, ¿por qué retrocedes?
6 Montañas, ¿por qué saltan como carneros
6 y ustedes, colinas, como corderos?
7 Tiembla, tierra, en presencia del Señor,
7 en presencia del Dios de Jacob,
7 del que cambia la roca en manantial,
7 y la piedra, en fontana.


Gálatas 5
1 Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
2 Yo, Pablo, se lo digo: si ustedes se hacen circuncidar, Cristo ya no les servirá de nada. 3 De nuevo declaro a todo el que se haga circuncidar: ahora estás obligado a practicar toda la Ley. 4 Ustedes, que se ganan méritos con las observancias de la Ley, se han desligado de Cristo y se han apartado de la gracia. 5 A nosotros, en cambio, el Espíritu nos da la convicción de que por la fe seremos tales como Dios nos quiere. 6 Para los que están en Cristo Jesús ya no son ventajas el tener o no tener la circuncisión; solamente vale la fe que actúa mediante el amor.
7 Ustedes estaban caminando bien; ¿quién les dio la señal de detenerse, para que ahora no sigan la verdad? 8 Porque ésa no era la voz de Aquel que los llamó. 9 Aunque la levadura sea poca, hace fermentar toda la masa. 10 Tengo la convicción en el Señor de que no van a desviarse, pero el que los perturba, sea quien fuere, debe ser juzgado.
11 Por mi parte, hermanos, si mantuviera la circuncisión, ¿creen que seguiría siendo perseguido? Pero con eso habría removido el escándalo de la cruz. 12 ¿Y por qué no llegan hasta mutilarse esos que los perturban?
La verdadera libertad
13 Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros. 14 Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo. 15 Pero si se muerden y se devoran unos a otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
16 Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu y los deseos del espíritu se oponen a la carne. Los dos se contraponen, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero si se dejan guiar por el Espíritu ya no están sometidos a la Ley.
19 Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: fornicación, impurezas y desvergüenzas; 20 culto de los ídolos y hechicería; odios, ira y violencias; celos, furores, ambiciones, divisiones, sectarismo 21 y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no condena ninguna Ley.
24 Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus impulsos y deseos. 25 Si ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu; 26 depongamos toda vanagloria, dejemos de querer ser más que los demás y de ser celosos.