DIA 102— Deuteronomio 32 Salmo 103 1 Tesalonicenses 2



Deuteronomio 32
Cántico de Moisés


1 “Cielos, presten oídos, que voy a hablar, y la tierra toda escuche las palabras de mi boca.
2 Como lluvia se derrame mi doctrina,
2 caiga como rocío mi palabra,
2 como suave lluvia sobre la verde hierba,
2 como aguacero sobre el césped.
3 Voy a proclamar el nombre de Yavé:
3 ¡alaben a nuestro Dios!
4 El es la Roca, cuya obra es perfecta,
4 y todos sus caminos son justicia.
4 Es Dios leal, enemigo del mal,
4 es recto y justo.
5 Se portaron mal con él, ¡hijos indignos!
5 generación perversa y depravada.
6 ¿Así pagas a Yavé,
6 pueblo tonto y estúpido?
6 ¿No es él tu Padre, el que te creó,
6 el que te hizo y te estableció?
7 Acuérdate de los días pasados,
7 recuerda las generaciones anteriores.
7 Interroga a tu padre, que te cuente,
7 a tus ancianos, que te expliquen.
8 Cuando el Altísimo dio a cada pueblo su tierra,
8 cuando repartió a los hijos de Adán,
8 fijó las fronteras de los pueblos
8 según el número de los Hijos de Dios.
9 Pero la parte de Yavé fue su pueblo,
9 Jacob fue su propio dominio.
10 Lo encontró en el desierto,
10 en la soledad rugiente,
10 y lo cubrió, lo alimentó,
10 lo cuidó como a la niña de sus ojos.
11 Como un águila cubre a sus polluelos,
11 y revolotea sobre ellos,
11 así él extendió sus alas y lo tomó
11 y lo llevó sobre sus plumas.
12 Sólo Yavé lo guiaba,
12 no estaba con él ningún dios ajeno.
13 Lo estableció en las tierras altas,
13 lo alimentó de los frutos del campo,
13 le dio a gustar la miel de una peña
13 que sale como aceite del hueco de la roca,
14 la crema de la vaca y la leche de las ovejas,
14 la grasa de los corderos,
14 y la flor de los granos de trigo;
14 tuvo por bebida el jugo de la uva.
15 Comió el Regalón y se sació,
15 engordó Israel y dio coces,
15 rechazó a Dios, que lo formó,
15 despreció a su Roca, que lo salvó.
16 Despertaron sus celos con dioses ajenos,
16 lo irritaron con sus ídolos.
17 Sacrificaron, no a Dios, sino a demonios.
17 a dioses que no eran suyos,
17 dioses nuevos, recién llegados,
17 a los que nunca veneraron sus padres.
18 ¿Cómo? Olvidas a la Roca que te creó,
18 ignoras al Dios que te engendró?
19 Yavé lo ha visto, y desprecia
19 a sus hijos e hijas que lo han ofendido.
20 Les voy a esconder mi rostro,
20 a ver qué será de ellos.
20 Estos son una generación perversa,
20 hijos de los que uno no se puede fiar.
21 Me pusieron celoso con lo que no es Dios,
21 me molestaron con cosas que no sirven.
21 Por eso yo los pondré celosos
21 de una gente que no es pueblo,
21 y los molestará una nación que no sirve.
22 ¡Miren que saltó fuego de mi cólera
22 y la llama consume hasta el mundo de abajo,
22 devora la tierra y sus frutos,
22 abrasa los cimientos de los cerros!
23 Descargaré mis plagas sobre ellos
23 y agotaré en ellos mis dardos.
24 Los consumirán el hambre, la peste
24 y las fiebres mortales.
24 Dientes de fiera mandaré contra ellos,
24 y el veneno de los reptiles.
25 Por fuera la espada hará estragos
25 y dentro reinará el espanto.
25 Caerán sobre el joven y la doncella,
25 el niño de pecho y el viejo encanecido.
26 ¿Acaso diré: A polvo los reduciré,
26 borraré su recuerdo de en medio de los hombres?
27 Temo que se jacten sus enemigos,
27 ya que no entenderían
27 y dirían: “Les ganamos nosotros,
27 no es Yavé quien lo hizo.”
28 Israel no sabe conducirse
28 y no hay en ellos sensatez.
29 Si fueran inteligentes, lo entenderían,
29 y sabrían en qué van a parar:
30 Un solo enemigo persigue a mil de ellos
30 y dos ponen en fuga a diez mil,
30 ¿no será porque su Roca los ha vendido,
30 porque Yavé los ha entregado?
31 El enemigo, su roca no es como nuestra Roca,
31 no hay sabiduría en nuestros adversarios.
32 Porque su viña es viña de Sodoma
32 y de las plantaciones de Gomorra
32 uvas venenosas son sus uvas,
32 racimos amargos sus racimos.
33 Su vino es veneno de serpiente,
33 mortal ponzoña de áspid.
34 ¿Qué suerte les tengo reservada,
34 sellada y guardada junto a mí?
35 ¡A mí la venganza y la sanción
35 en el momento que su pie vacile!
35 Pues se acerca el día de su ruina,
35 y pronto llega su fin.
36 Porque Yavé hará justicia a su pueblo
36 y se apiadará de sus siervos,
36 cuando vea que su fuerza se agota,
36 que no queda ya ni hombre libre ni esclavo.
37 Y les dirá: ¿Dónde están sus dioses,
37 la roca en la que buscaban su refugio,
38 los que comían la grasa de sus sacrificios
38 y bebían el vino de sus ofrendas?
38 ¡Que se levanten y los salven a ustedes!,
38 ¡sean ellos su amparo y refugio!
39 Vean ahora que Yo, sólo Yo soy,
39 y que no hay más Dios que yo.
39 Yo doy la muerte y la vida,
39 yo hiero, y soy yo mismo el que sano,
39 y no hay quién se libre de mi mano.
40 Sí, yo alzo al cielo mi mano y digo:
40 “Tan cierto como vivo yo para siempre,
41 afilaré la punta de mi espada,
41 y mi mano empuñará el Juicio;
41 me vengaré de mis adversarios,
41 y daré el pago a quienes me aborrecen.
42 Embriagaré de sangre mis saetas,
42 y mi espada se hartará de carne:
42 sangre de muertos y cautivos,
42 cabezas de caudillos enemigos.
43 ¡Que los cielos festejen a su pueblo!
43 ¡Hijos de Dios, póstrense ante él!
43 Porque él venga la sangre de sus siervos
43 y devuelve la venganza a sus adversarios,
43 mientras purifica la tierra de su pueblo.”
44 Moisés pronunció las palabras de este cántico ante el pueblo que lo escuchaba, y Josué, hijo de Nun, estaba con él.
45 Cuando Moisés acabó de pronunciar estas palabras a todo Israel, les dijo: 46 “Estén bien atentos a todas estas palabras que contienen mi declaración contra ustedes, y digan a sus hijos que cuiden de ponerlas todas en práctica. 47 Porque no es cosa de poca importancia: esta palabra es su vida y, por ella, ustedes prolongarán sus días en el país que van a conquistar después de pasar el Jordán.”
48 Yavé habló a Moisés en aquel mismo día y le dijo: 49 “Sube a los cerros de los Abarim, en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy a los hijos de Israel. Morirás en el cerro al que vas a subir, 50 y te reunirás con tus padres, igual que tu hermano Aarón, que murió en el cerro de Hor y fue a reunirse con los suyos. 51 Bien sabes que han desconfiado de mí en las aguas de Meribá, en el desierto de Zin, cuando no me proclamaron frente al pueblo. 52 Por eso no entrarás en la Tierra; sólo la contemplarás de lejos.”




Salmo 103
El Señor nos colma de sus bendiciones.

—El presente salmo mira a Dios, al hombre, a la misericordia de Dios para el hombre; de estas tres miradas nace la alabanza.
1 Bendice al Señor, alma mía, alabe todo mi ser su santo Nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias.
4 El rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y de ternura.
5 El colma de dicha tu existencia y como el águila se renueva tu juventud.
6 El Señor obra en justicia y a los oprimidos les da lo que es debido.
7 Reveló sus caminos a Moisés y a los hijos de Israel sus proezas.
8 El Señor es ternura y compasión, lento a la cólera y lleno de amor; 9 si se querella, no es para siempre, si guarda rencor, es sólo por un rato.
10 No nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras ofensas.
11 Cuanto se alzan los cielos sobre la tierra tan alto es su amor con los que le temen.
12 Como el oriente está lejos del occidente así aleja de nosotros nuestras culpas.
13 Como la ternura de un padre con sus hijos es la ternura del Señor con los que le temen.
14 El sabe de qué fuimos formados, se recuerda que sólo somos polvo.
15 El hombre: sus días son como la hierba, él florece como la flor del campo; 16 un soplo pasa sobre él y ya no existe y nunca más se sabrá dónde estuvo.
17 Pero el amor del Señor con los que le temen es desde siempre y para siempre; defenderá a los hijos de sus hijos, 18 de aquellos que guardan su alianza y se acuerdan de cumplir sus ordenanzas.
19 El Señor ha fijado su trono en los cielos y su realeza todo lo domina.
20 Bendigan al Señor todos sus ángeles, héroes poderosos, que ejecutan sus órdenes apenas oyen el sonido de su palabra.
21 Bendigan al Señor todos sus ejércitos, sus servidores, para hacer su voluntad.
22 Bendigan al Señor todas sus obras, en todos los lugares de su dominio.
22 ¡Bendice, alma mía, al Señor!




1 Tesalonicenses 2
Los comienzos de la Iglesia de Tesalónica


1 Bien saben, hermanos, que esa visita nuestra no fue en vano. 2 Acabábamos de ser muy maltratados e insultados en Filipos, pero nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios, en medio de fuerte oposición, confiados en nuestro Dios.
3 Les dijimos verdades; no teníamos propósitos sucios y no hubo engaño. No. 4 Acreditados por Dios mismo, que nos ha confiado su evangelio, nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones. 5 Nunca los halagamos con palabras bonitas, como ustedes saben; ni tampoco buscamos dinero, Dios es testigo. 6 Tampoco buscamos que la gente nos rindiera honores, fueran ustedes u otros, 7 a pesar de que, como apóstoles de Cristo, hubiéramos podido serles gravosos.
7 Por el contrario nos hicimos pequeños entre ustedes, imitando a la madre que da calor a sus hijos. 8 Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros.
9 Recuerden, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Mientras les predicábamos el Evangelio de Dios, trabajábamos noche y día para no ser una carga para ninguno. 10 Ustedes son testigos, y Dios también, de que nuestra conducta con ustedes los creyentes fue irreprochable, buena y correcta. 11 A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo; 12 los animábamos y los urgíamos a que llevasen una vida digna del Dios que los ha llamado a su propio Reino y gloria.
13 De ahí que no cesamos de dar gracias a Dios porque al recibir de nosotros la enseñanza de Dios la aceptaron, no como enseñanza de hombres, sino como Palabra de Dios. Porque eso es realmente y como tal actúa en ustedes los creyentes.
14 De hecho, hermanos, ustedes imitaron en Cristo Jesús a las Iglesias de Dios de Judea, pues han sido perseguidos por sus compatriotas del mismo modo que ellos lo fueron por los judíos. 15 Estos son los que dieron muerte al Señor Jesús y a los profetas y los que nos persiguen a nosotros. No agradan a Dios y se portan como enemigos de todos los hombres 16 al impedirnos hablar a los paganos para que se salven. Lo hacen todo para colmar la medida de sus pecados, pero la condenación está para caer sobre ellos.
17 Como hacía tiempo que nos veíamos privados de su compañía, aunque no alejados de corazón, teníamos grandes deseos de verlos y buscábamos el medio. 18 Quisimos ir a visitarles y, en cuanto a mí, Pablo, lo intenté varias veces, pero Satanás nos puso trabas.
19 En efecto, ¿quiénes sino ustedes son nuestra esperanza, nuestra alegría y la corona de la que nos sentiremos orgullosos ante Jesús, nuestro Señor, cuando venga? 20 Us tedes son nuestra gloria y nuestra alegría.