DIA 103- Deuteronomio 33--34 Salmo 104 1 Tesalonicenses 3


Deuteronomio 33
Las bendiciones de Moisés

1 Estas son las bendiciones que Moisés dio a los hijos de Israel antes de morir. Dijo:
2 “Yavé ha salido del Sinaí; para ellos se ha levantado sobre el horizonte de Seír; resplandeció desde el monte Parán; para ellos llegó a Meriba de Cadés acompañado de sus ángeles.
3 Yavé ama a todos los pueblos, pero en su mano está el pueblo de sus santos. Ahí están, postrados a sus pies, esperando sus instrucciones.
4 Moisés nos dio la Ley que es la herencia de la asamblea de Jacob; 5 Israel tenía un rey cuando estaban reunidos los jefes y las tribus de Israel eran unidas.
6 Viva Rubén y no muera, a pesar de que sus hijos son tan escasos.
7 Aquí está lo que dijo para Judá: Escucha, Yavé, la voz de Judá y haz que se junte a su pueblo. Sus manos lucharán y tú lo ayudarás contra sus adversarios.
8 Dijo para Leví: Tus Tumim y tus Urim, oh Yavé, están en manos del que te es fiel, a quien probaste en Masa y al que reprochaste en Meribá. 9 El que fue capaz de decir a sus padres: “A ustedes no los conozco”; y no les hizo caso a sus hermanos e hijos. Están a cargo de tus palabras y cuidan de tu Alianza. 10 Ellos enseñan a Jacob tus decisiones, a Israel tu Ley. Hacen subir hacia ti el olor del incienso y ponen las ofrendas en tu altar. 11 Bendice, ¡oh, Yavé!, su valentía y acepta su servicio. Hiere en el dorso a los que contra él se alcen y que sus enemigos no se levanten jamás.
12 Dijo para Benjamín: Amado de Yavé, descansa confiado en el que lo protege desde las lomas en que tiene su santuario.
13 Dijo para José: ¡Que Yavé bendiga su tierra con el rocío del cielo y las aguas que surgen del abismo, 14 los frutos que madura el sol y lo que hace germinar la luna, 15 lo mejor de los viejos montes y de las antiguas lomas, 16 la tierra generosa y las cosechas abundantes! ¡Descienda sobre la cabeza de José la bendición del que se apareció en la zarza, pues es el elegido entre sus hermanos! 17 José es su toro primogénito: ¡gloria a él! Son sus cuernos, cuernos de búfalo, con los que hiere a todos los pueblos hasta los confines de la tierra. ¡Miren las muchedumbres de Efraím y los millares de Manasés!
18 Dijo para Zabulón: Sé feliz, Zabulón, cuando viajes, y tú, Isacar, en tus tiendas. 19 Ellos llamarán a los pueblos a la montaña sagrada, ahí ofrecerán sacrificios justos, pues gozan de las riquezas del mar y los tesoros escondidos en la arena.
20 Dijo para Gad: ¡Bendito el que ensanche a Gad. Como leona se halla tumbado y desgarra el brazo y la cabeza! 21 El escogió la parte mejor, la parte que fue reservada para el jefe. Encabeza el pueblo, pues ha cumplido la justicia de Yavé y sus decisiones respecto a Israel.
22 Dijo para Dan: Dan es un cachorro de león que salta de Basán.
23 Dijo para Neftalí: Neftalí es colmado de favores, lleno de la bendición de Yavé. ¡Extiéndete hacia el sur y hacia el mar!
24 Dijo para Aser: Bendito sea Aser entre los hijos. 25 Sea él preferido entre sus hermanos y meta sus pies en el aceite. Sean de hierro y bronce tus cerrojos. Seas fuerte mientras vivas.
26 Nadie hay como Dios ¡oh, Israel!, el que atraviesa los cielos para socorrerte, cabalgando majestuoso sobre las nubes. 27 El Dios eterno es tu refugio, te protegen sus brazos para siempre. Arroja ante ti al enemigo y te dice: Acaba con él.
28 Israel habita seguro. La fuente de Jacob corre aparte en una tierra de trigo y de vino, y le llega rocío del cielo. 29 Feliz eres, ¡oh, Israel! ¿Quién semejante a ti, pueblo salvado por Yavé? El es el escudo que te ampara, la espada que te da la victoria. Tus enemigos quisieran apaciguarte, pero tú, al fin, les pisas el cuello.


Deuteronomio 34
La muerte de Moisés

1 Moisés subió del llano estéril de Moab al cerro de Nebo, a la cumbre de Pisga, frente a Jericó, y Yavé le mostró toda la Tierra: de Galaad hasta Dan, 2 todo Neftalí, la tierra de Efraím y de Manasés, toda la tierra de Judá, hasta el mar occidental, 3 el Negueb, la llanura, el valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar.
4 Y le dijo Yavé: “Esta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, y juré que se la daría a su descendencia. Dejo que la veas con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.” 5 Allí murió Moisés, siervo de Yavé, en el país de Moab, conforme Yavé lo había dispuesto. 6 Lo sepultaron en el valle, en el país de Moab frente a Baal Peor, pero nadie hasta hoy ha conocido su tumba.
7 Tenía Moisés ciento veinte años cuando murió. No había perdido su vigor y sus ojos veían aún claramente. 8 Los hijos de Israel hicieron duelo por él en los campos de Moab; durante treinta días estuvieron en duelo. 9 Pero tenían a Josué, hijo de Nun, el cual quedó lleno del espíritu de sabiduría porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Los hijos de Israel le obedecieron y actuaron en todo según Yavé había ordenado a Moisés.
10 No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés. Con él, Yavé había tratado cara a cara. 11 ¡Cuántos milagros y maravillas hizo en Egipto contra Faraón, contra su gente y todo su país! 12 ¡Qué mano tan poderosa y qué autoridad para obrar estos prodigios a los ojos de todo Israel!



Salmo 104
El universo alaba a su Creador.

—El creyente contempla el universo, obra de Dios, y se llena de admiración y de optimismo. Todo viene de Dios, pero también todo existe para el hombre y Dios ahora está acabando su creación por el trabajo de los hombres y la irradiación de sus testigos. «Envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.»
1 ¡Bendice al Señor, alma mía!
1 ¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios,
1 vestido de gloria y majestad,
2 envuelto de luz como en un manto!
2 Tú despliegas los cielos como un toldo,
3 construyes sobre las aguas tu piso alto.
3 Tú haces tu carro de las nubes
3 y avanzas en alas de los vientos.
4 Tomas de mensajeros a los vientos
4 y como servidores un fuego en llamas.
5 Pusiste la tierra sobre sus bases,
5 por siempre jamás es inamovible.
6 La cubres con el manto de los océanos,
6 las aguas se han detenido en las montañas.
7 Ante tu amenaza emprenden la fuga,
7 se precipitan a la voz de tu trueno;
8 suben los montes, bajan por los valles
8 hasta el lugar que tú les señalaste;
9 pusiste un límite que no franquearán,
9 para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10 Haces brotar vertientes en las quebradas,
10 que corren por en medio de los montes,
11 calman la sed de todos los animales;
11 allí extinguen su sed los burros salvajes.
12 Aves del cielo moran cerca de ellas,
12 entremedio del follaje alzan sus trinos.
13 De lo alto de tus moradas riegas los montes,
13 sacias la tierra del fruto de tus obras;
14 haces brotar el pasto para el ganado
14 y las plantas que el hombre ha de cultivar,
14 para que de la tierra saque el pan
15 y el vino que alegra el corazón del hombre.
15 El aceite le dará brillo a su rostro
15 y el pan fortificará su corazón.
16 Los árboles del Señor están colmados,
16 los cedros del Líbano que plantó.
17 Allí hacen sus nidos los pajaritos,
17 en su copa tiene su casa la cigüeña;
18 para las cabras son los altos montes,
18 las rocas son escondrijo de los conejos.
19 Pusiste la luna para el calendario
19 y el sol que sabe a qué hora ha de ponerse.
20 Tú traes las tinieblas y es de noche,
20 en que rondan todas las fieras de la selva;
21 rugen los leoncitos por su presa
21 reclamando a Dios su alimento.
22 Cuando el sol aparece se retiran
22 y vuelven a acostarse en sus guaridas;
23 el hombre entonces sale a su trabajo,
23 a su labor, hasta que entre la noche.
24 ¡Señor, qué numerosas son tus obras!
24 Todas las has hecho con sabiduría,
24 de tus criaturas la tierra está repleta!
25 Mira el gran mar, vasto en todo sentido,
25 allí bullen en número incontable
25 pequeños y grandes animales;
26 por allí circulan los navíos
26 y Leviatán que hiciste para entretenerte.
27 Todas esas criaturas de ti esperan
27 que les des a su tiempo el alimento;
28 apenas se lo das, ellos lo toman,
28 abres tu mano, y sacian su apetito.
29 Si escondes tu cara, quedan anonadados,
29 recoges su espíritu, expiran
29 y retornan a su polvo.
30 Si envías tu espíritu, son creados
30 y así renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Que la gloria del Señor dure por siempre
31 y en sus obras el Señor se regocije!
32 él, que mira a la tierra y ésta tiembla,
32 y si toca a los montes, echan humo.
33 Al Señor quiero cantar toda mi vida,
33 salmodiar para mi Dios mientras yo exista.
34 Ojalá que le agrade mi poema,
34 yo, como sea, me alegro en el Señor.
35 ¡Desaparezcan de la tierra los pecadores
35 y que no existan más los malvados!
35 ¡Alma mía, bendice al Señor!


1 Tesalonicenses 3
Inquietudes de Pablo

1 Como no podía soportarlo más, decidí quedarme solo en Atenas 2 y enviarles a Timoteo, hermano nuestro, que junto con nosotros trabaja con Dios por el Evangelio de Cristo. El debía fortalecerlos y animarlos en la fe 3 para que nadie se dejara conmover por las tribulaciones que ahora soportan; pues saben que ese es nuestro destino.
3 Saben que ése es nuestro destino. 4 Cuando estábamos con ustedes ya se lo decíamos: tendremos que enfrentar la persecución. Y sucedió, como bien saben. 5 Por eso no pude esperar más y envié a Timoteo para tener noticias de vuestra fe, no fuera que el Tentador los hubiera hecho tropezar, resultando inútil nuestro trabajo.
6 Mas ahora Timoteo acaba de volver y nos trae buenas noticias de su fe y su caridad. Nos dice que conservan siempre buen recuerdo de nosotros y que tienen tantas ganas de vernos como nosotros a ustedes. 7 Así que son ustedes, hermanos, y su fe lo que nos dio ánimo en nuestras angustias y pruebas; 8 si están firmes en el Señor, nosotros volvemos a vivir.
9 ¿Cómo podríamos dar suficientemente gracias a Dios por ustedes y por la gran alegría que nos hacen sentir ante Dios? 10 Noche y día le pedimos con la mayor insistencia que nos permita volver a verlos y completar lo que todavía falta a su fe.
11 Quiera Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, prepararnos el camino para ir a visitarlos.
12 Que el Señor los haga crecer más y más en el amor que se tienen unos a otros y en el amor para con todos, imitando el amor que sentimos por ustedes.
13 Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos.