DIA 101-- Deuteronomio 30--31 Salmo 102 1 Tesalonicenses 1



Deuteronomio 30
1 Cuando te sucedan todas estas cosas acerca de la bendición o maldición que te he propuesto, te acordarás de ellas en medio de las naciones donde Yavé, tu Dios, te haya arrojado. 2 Volverás a él, tú y tus hijos; escucharás su voz con todo tu corazón y con toda tu alma, obedeciendo todo lo que hoy te mando.
3 Entonces Yavé, tu Dios, hará que vuelvan los cautivos de tu pueblo, tendrá piedad de ti y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos donde Yavé te haya dispersado. 4 Aunque tus desterrados estén en el otro extremo de la tierra, de allí te sacará Yavé, 5 y te llevará de nuevo a la tierra que era de tus padres, para que también sea tuya; te hará feliz y te multiplicará más que a tus padres.
Dios no pide cosas imposibles
6 Yavé, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes para que ames a Yavé con todo tu corazón y con toda tu alma y para que vivas. 7 Entonces Yavé, tu Dios, hará caer todas estas maldiciones sobre tus enemigos, contra los que te hayan perseguido porque te odian.
8 Tú volverás a escuchar a Yavé y pondrás en práctica todos sus mandamientos, que yo te prescribo hoy. 9 Yavé, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todo lo que hagas, multiplicará a tus hijos y las crías de tus ganados; tu tierra será fecunda y tendrás de todo en abundancia. De nuevo se complacerá Yavé en tratarte bien, como hizo con tus padres, 10 porque tú habrás vuelto a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y guardarás sus mandamientos y sus normas, en una palabra, lo que está escrito en el libro de esta Ley.
11 Este mandamiento que yo te doy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está en el cielo, para que puedas decir: “¿Quién subirá al cielo y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.” 13 Tampoco está al otro lado del mar, para que tengas que decir: “¿Quién pasará hasta el otro lado y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.” 14 Todo lo contrario, mi palabra ha llegado bien cerca de ti; ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y sólo hace falta ponerla en práctica.
¡Escoge el camino de la vida!
15 Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte. Lo que hoy te mando es que tú ames a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos. 16 Observa sus preceptos, sus normas y sus mandamientos, y vivirás y te multiplicarás, y Yavé te dará su bendición en la tierra que vas a poseer. 17 Pero, si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses para servirlos, 18 yo declaro hoy que perecerás sin remedio. No durarás largo tiempo en el país que vas a ocupar al otro lado del Jordán.
19 Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia. 20 Ama a Yavé, escucha su voz, uniéndote a él, para que vivas y se prolonguen tus días, mientras habites en la tierra que Yavé juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.»



Deuteronomio 31
Josué sucesor de Moisés

1 Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel. Luego les dijo: 2 “Tengo ya ciento veinte años. Ya se me van las fuerzas y Yavé me advirtió que no pasaría el río Jordán. 3 Pero ahora Yavé, tu Dios, irá delante de ti; él destruirá a tu vista estas naciones y tú las desalojarás. Es Josué quien estará al frente de ustedes, como ya lo tiene dicho Yavé.
4 Yavé tratará a estas ciudades tal como trató a Sijón y a Og, los reyes amorreos, y a su país, a los cuales destruyó. 5 Así, pues, cuando les haya entregado estas naciones ustedes harán lo mismo, según les tengo mandado. 6 Sean valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo; no te dejará ni te abandonará.”
7 Después de esto, Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: “Sé valiente y firme, tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yavé, hablando a sus padres, juró darles; y sortearás la parte que le corresponderá a cada uno. 8 Yavé irá delante de ti. El estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas, pues, ni te desanimes.”
9 Moisés puso esta Ley por escrito y se la entregó a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé, así como también a todos los jefes de Israel, 10 dándoles esta orden: “Cada siete años, en el año de la Remisión, en el tiempo fijado que es la fiesta de las Tiendas, 11 cuando todo Israel se junte para presentarse ante Yavé en el lugar elegido por él, ustedes leerán esta Ley en presencia de todo Israel.
12 Reúne al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que vive en tus ciudades, para que escuchen, aprendan a temer a Yavé y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Ley. 13 Tus hijos, que todavía no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yavé, tu Dios, todos los días que vivan en el país que vas a conquistar después de pasar el Jordán.
14 Yavé dijo a Moisés: “Ya se acerca el día en que vas a juntarte con tus padres. Llama a Josué y preséntense los dos en la Tienda de las Citas, para que yo le dé mis órdenes.” Moisés fue con Josué y se presentaron en la Tienda de las Citas. 15 Yavé se les apareció en la Tienda, en la columna de nube; la columna estaba a la entrada de la Tienda. Y Yavé dijo a Moisés:
16 “Apenas hayas ido a descansar con tus padres, este pueblo empezará a rebelarse y se prostituirá siguiendo a dioses extraños. Me abandonarán y romperán la Alianza que tengo pactada con ellos. 17 Aquel día me enojaré contra ellos, los abandonaré y les ocultaré mi rostro; entonces no les quedará más que ser devorados, y los alcanzarán muchos males y adversidades. Aquel día dirán: ¿No me habrán llegado estos males porque mi Dios ya no está en medio de nosotros? 18 Pero yo ocultaré mi rostro aquel día a causa de todo el mal que habrán hecho yéndose detrás de otros dioses.
19 Escribe, pues, este libro y enséñaselo a los hijos de Israel para que lo recen de memoria. Este cántico me servirá de testimonio contra los hijos de Israel. 20 Pues los estoy llevando a la tierra que bajo mi juramento prometí a sus padres, tierra que mana leche y miel, y ellos, después de comer hasta saciarse y engordar bien, se volverán hacia otros dioses, les darán culto y a mí me despreciarán y romperán mi Alianza.
21 Y cuando les sucedan males y calamidades sinnúmero, este cántico dará testimonio contra ellos, ya que sus descendientes no lo olvidarán. Pues conozco esa gente y no se me escapan sus malas disposiciones cuando todavía no han entrado en la tierra que les tengo prometida.”
22 Moisés, pues, escribió aquel día este cántico y se lo enseñó a los hijos de Is rael. 23 Luego dio orden a Josué, hijo de Nun: “Sé valiente y firme, porque tú llevarás a los hijos de Israel a la tierra que les tengo prometida, y yo estaré contigo.”
24 Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley, 25 Moisés dio esta orden a los levitas que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé: 26 “Tomen el libro de esta Ley y pónganlo al lado del Arca de la Alianza de Yavé, nuestro Dios. Allí quedará como testimonio contra ustedes. 27 Porque yo conozco su espíritu rebelde y su cabeza dura. Si hoy, que vivo yo entre ustedes, son rebeldes a Yavé, ¿cuánto más lo serán después de mi muerte?
28 Reúnan junto a mí a todos los ancianos y los oficiales de todas las tribus, que voy a pronunciar en sus oídos estas palabras, y pediré al cielo y la tierra que sean testigos contra ellos. 29 Porque sé que después de mi muerte obrarán perversamente y se apartarán del camino que les he señalado, y la desgracia vendrá sobre ustedes en el futuro por haber hecho lo que es malo a los ojos de Yavé, enojándolo con sus obras.”
30 Luego, ante toda la asamblea de Israel, Moisés recitó este cántico hasta el fin:





Salmo 102
Oración de un afligido.—

2 Señor, escucha mi plegaria, que mis gritos lleguen hasta ti.
3 No me escondas tu cara en el día de mi desgracia, vuelve tus oídos hacia mí el día que te invoco, apresúrate en responderme.
4 Pues mis días se esfuman, mis huesos se consumen como brasas; 5 como hierba segada, mi corazón se seca y hasta me olvido de comer mi pan; 6 con lo fuerte de mis sollozos, a través de la piel se ven mis huesos.
7 Me parezco al pelícano del desierto, soy como la lechuza de las ruinas.
8 Paso en vela gimiendo como un pájaro solo en un tejado.
9 Todo el día me insultan mis enemigos, los que me adulan maldicen de mí.
10 El pan que como es la ceniza, mezclo mi bebida con mis lágrimas, 11 debido a tu cólera y a tu furor pues me arrancaste y me tiraste al suelo.
12 Mis días son como la sombra que declina, y yo me voy secando como el pasto.
13 Mas tú, Señor, reinas para siempre, y te invocan por todas las edades.
14 Tú te levantarás, enternecido por Sión, pues ya es tiempo que de ella te apiades, ya ha llegado la hora; 15 tus siervos se encariñan con sus piedras y sienten pena al ver sus escombros.
16 Entonces los pueblos respetarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra, tu gloria; 17 cuando el Señor reconstruya a Sión y se manifieste en su gloria, 18 cuando atienda la oración del despojado y no se haga sordo a su plegaria.
19 Escríbanlo para la nueva generación: un pueblo recreado alabará al Señor.
20 Pues se inclinó de lo alto de su santuario, desde los cielos miró el Señor a la tierra 21 para escuchar el gemido del cautivo y liberar a los condenados a muerte, 22 para que resuene en Sión el nombre del Señor y su alabanza, en Jerusalén.
23 Se reunirán entonces los pueblos y los reinos para adorar al Señor.
24 Agotó mi fuerza en el camino, y ha abreviado mis días, 25 pero yo digo: Dios mío, no me arranques a mitad de mis días, siendo que tus años corren de edad en edad.
26 Hace tiempo que fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos; 27 ellos perecerán, pero tú permaneces, todos se gastan como la ropa, los cambias como un vestido, y se mudan, 28 pero tú eres el mismo, tus años no se acaban.
29 Los hijos de tus siervos vivirán en ella y su raza siempre te servirá.



1 Tesalonicenses 1
1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre y en Cristo Jesús el Señor:
1 Permanezcan con ustedes la gracia y la paz.
2 En todo momento los tenemos presentes en nuestras oraciones y damos gracias sin cesar a Dios por ustedes, pues constantemente 3 re cor damos ante Dios, nuestro Padre, su fe que produce frutos, su amor que sabe actuar, su espera de Cristo Jesús, nuestro Señor, que no se desanima.
4 No olvidamos, hermanos amados por Dios, en qué circunstancias fueron llamados. 5 El Evangelio que les llevamos no se quedó sólo en pa labras, sino que hubo milagros y Espíritu Santo, dejándoles plena con vicción. Y tampoco han olvidado cómo nos comportamos entre ustedes para su bien. 6 A su vez ustedes se hicieron imitadores nuestros y del mismo Señor cuando, al recibir la palabra, probaron la alegría del Espíritu Santo en medio de fuertes oposiciones. 7 De este modo pasaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
8 De hecho, a partir de ustedes la palabra del Señor se difundió en Macedonia y Acaya, y más allá aún. Su fe en Dios se comenta en tantos lugares que no necesitamos decir más al respecto. 9 Todos hablan del impacto de nuestra visita y de cómo se pasaron de los ídolos a Dios. Pues empezaron a servir al Dios vivo y verdadero, 10 esperando que venga del cielo el que nos libera del juicio que se acerca: éste es Jesús, su Hijo, al que resucitó de entre los muertos.