DIA 60-Levítico 14 Salmo 62 Hechos 4,1-22




Levítico 14
La purificación del leproso


1 Yavé habló a Moisés y le dijo: 2 «Esta es la ley para el día de la purificación del leproso, cuando lo lleven al sacerdote.
3 El sacerdote saldrá fuera del campamento para examinarlo y comprobar que la llaga de la lepra ha sido sanada. 4 El sacerdote mandará traer para el que ha de ser purificado dos pájaros vivos y puros, madera de cedro, escarlata e hisopo. 5 Después mandará sacrificar uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua fresca. 6 Tomará luego el pájaro vivo, la madera de cedro, la escarlata y el hisopo, y los mojará, incluso el pájaro vivo, en la sangre del pájaro inmolado sobre el agua fresca. 7 Rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, y tras declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo.
8 El que ha sido purificado lavará sus vestidos, se afeitará todo su pelo, se bañará en agua y quedará puro, y luego volverá al campamento. Pero tiene que quedarse primero siete días fuera de su tienda, 9 y es al día séptimo cuando se afeitará todo el pelo, la cabellera, la barba y las cejas, es decir, se afeitará todo su pelo; lavará también sus vestidos, bañará su cuerpo en agua y quedará limpio.
10 El día octavo tomará dos corderos sin defecto y una oveja de un año sin defecto; y como oblación tres décimas de flor de harina amasada con aceite y un cuartillo de aceite. 11 El sacerdote que hace la purificación presentará a la persona que se purifica, junto con todas esas cosas, a la entrada de la Tienda de las Citas, delante de Yavé.
12 El sacerdote tomará uno de los corderos para ofrecerlo como sacrificio por el delito, además del cuartillo de aceite, y lo mecerá como ofrenda ante Yavé. 13 Luego sacrificará el cordero en el lugar donde se sacrifica el sacrificio por el pecado y el holocausto, en lugar puro; porque la víctima por el pecado, tanto como la víctima por el delito, pertenece al sacerdote: es una cosa muy santa. 14 Después el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la oreja derecha del que se está purificando, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 15 Y, tomando el cuartillo de aceite, el sacerdote echará parte del aceite en la palma de su mano izquierda. 16 Después untará el dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en su mano izquierda, y con su dedo hará siete aspersiones de aceite delante de Yavé. 17 Con el aceite restante que tiene en su mano, el sacerdote untará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho, sobre la sangre de la víctima de reparación. 18 Y el aceite que quede en la mano del sacerdote, lo echará sobre la cabeza del que se purifica haciendo en esta forma la expiación por él ante Yavé. 19 El sacerdote ofrecerá el sacrificio por el pecado y hará su reparación por el que se purifica de su impureza; después inmolará el holocausto, 20 y ofrecerá sobre el altar el holocausto y la oblación. De esta manera el sacerdote hará la súplica por él y quedará limpio.
21 Si el leproso es demasiado pobre para pagar todo eso, tomará un solo cordero como sacrificio de reparación, como ofrenda mecida para hacer reparación por él, y además como oblación una décima de flor de harina amasada con aceite, un cuartillo de aceite 22 y dos tórtolas o dos pichones, según sus recursos, uno como sacrificio por el pecado y otro como holocausto. 23 Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada de la Tienda de las Citas, para su purificación delante de Yavé. 24 El sacerdote tomará el cordero del sacrificio por el delito y el cuartillo de aceite, y los mecerá como ofrenda ante Yavé. 25 Después de haber sacrificado el cordero del sacrificio por el delito, el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica y el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 26 Luego derramará parte del aceite sobre la palma de su mano izquierda; 27 con un dedo de su mano derecha hará ante Yavé siete aspersiones con el aceite que tiene en la palma de la mano izquierda; 28 untará con el aceite que tiene en su mano el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el del pie derecho, en el lugar donde puso la sangre de la víctima por el delito. 29 Derramará el resto del aceite que le quede en la mano sobre la cabeza del que se purifica, haciendo reparación por él ante Yavé. 30 Luego sacrificará una de las tórtolas o pichones, 31 según los recursos del que ofrece, uno como sacrificio del pecado y otro como holocausto, además de la oblación. De este modo el sacerdote hará la expiación ante Yavé por aquel que se purifica.
32 Esta es la ley de purificación para el leproso de escasos recursos.»
La «lepra» de las casas
33 Yavé habló a Moisés y a Aarón y les dijo: 34 «Cuando hayan entrado en la tierra de Canaán que yo les daré en posesión, si yo castigo con la lepra alguna de las casas de la tierra que van a poseer, 35 el propietario de la casa irá a avisarle al sacerdote diciendo: «He visto en mi casa algo que parece lepra.» 36 Antes de ir para examinar esa plaga, el sacerdote ordenará que desocupen la casa, no sea que lo que hay en ella pase a ser impuro. Después irá a examinar la casa. 37 Si ve que la llaga está en las paredes de la casa en forma de cavidades verdosas y rojizas que parecen hundidas en la pared, 38 el sacerdote saldrá a la puerta de la casa y la cerrará durante siete días.
39 Volverá al día séptimo y si comprueba que la mancha se ha extendido por las paredes, 40 mandará arrancar las piedras manchadas y arrojarlas fuera de la ciudad en un lugar impuro. 41 Hará raspar todo el interior de la casa, y echará fuera de la ciudad, en un lugar impuro, el polvo que hayan quitado. 42 Luego tomarán piedras y las colocarán en el lugar de las primeras, y también mezcla nueva para revocar la casa.
43 Si la mancha vuelve a extenderse por la casa después de haber arrancado las piedras y de haberlas raspado y revocado, 44 el sacerdote entrará de nuevo; y si comprueba que la mancha se ha extendido por la casa, hay un caso de lepra maligna en la casa y está impura. 45 En este caso se derribará la casa. Sus piedras, sus maderas y todo el material de la casa serán sacados fuera de la ciudad a un lugar impuro. 46 Quien entre en esa casa durante el tiempo que esté clausurada quedará impuro hasta la tarde. 47 El que duerma en ella habrá de lavar sus ves tidos, como también el que coma en ella.
48 Pero si el sacerdote comprueba al entrar que, después de revocada la casa, la mancha no se ha extendido por ella, la declarará pura, pues ha sanado del mal. 49 Entonces ofrecerá por la casa un sacrificio por el pecado; tomará dos pájaros, madera de cedro, escarlata e hisopo; 50 sacrificará uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua fresca, 51 y tomando la madera de cedro, el hisopo y escarlata, con el pájaro vivo, los mojará en la sangre del pájaro sacrificado y en el agua fresca; luego rociará la casa siete veces. 52 Así hará la expiación por la casa con la sangre del pájaro, el agua fresca, el pájaro vivo, la madera de cedro, el hisopo y la escarlata. 53 Luego soltará el pájaro vivo fuera de la ciudad, en el campo. De este modo hará reparación por la casa, la cual quedará pura.
54 Esta es la ley para todo tipo de lepra o tiña, 55 para la lepra del vestido y de la ca sa, 56 para los tumores, erupciones y manchas. 57 Con esto se sabrá cuándo uno es puro o impuro. Esta es la ley de la lepra.»


Salmo 62
En Dios solo descansa el alma mia.

—He aquí otra vez un salmo que parecerá muy ajeno a los creyentes de los países en paz. Los salmos son la oración de un pueblo siempre en lucha y roído por la violencia. Fijémonos en las noticias de la televisión, incluso en las de un noticiario manejado, y veremos que la violencia aflora lo suficiente como para que hagamos esa noche la oración del verdadero mundo, del que lucha por sobrevivir.
2 En Dios sólo descansa el alma mía,
2 de él espero mi salvación.
3 Sólo él es mi roca y mi salvador,
3 si es mi fortaleza, no he de vacilar.
4 ¿Hasta cuándo se lanzan todos contra uno,
4 para juntos demolerlo
4 como se echa abajo un muro,
4 como se derriba una cerca?
5 Todos sus proyectos son sólo engaños,
5 su placer es mentir;
5 con lo falso en la boca ellos bendicen,
5 y en su interior maldicen.
6 Sólo en Dios tendrás tu descanso, alma mía,
6 pues de él me viene mi esperanza.
7 Sólo él es mi roca y mi salvador,
7 si es mi fortaleza, no he de vacilar.
8 En Dios están mi salvación y mi gloria,
8 él es mi roca y mi fuerza, en él me abrigo.
9 Pueblo mío, confíen siempre en él,
9 abran su corazón delante de él,
9 Dios es nuestro refugio.
10 El vulgo no es más que una pelusa,
10 y de los de arriba no se puede fiar.
10 Si en la balanza se pusieran todos,
10 ni un soplo pesarían
11 No vayan a contar con la violencia
11 ni se hagan ilusiones con la rapiña;
11 el corazón no apeguen
11 a las riquezas cuando se acrecientan.
12 Una vez Dios habló,
12 dos cosas yo entendí:
12 Que de Dios es la fuerza,
12 y tuya es, oh Señor, también la gracia.
12 Que eres tú quien retribuye
12 a cada cual según sus obras.



Hechos 4,1-22
Pedro y Juan son arrestados

1 Pedro y Juan estaban aún hablando al pueblo, cuando se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos; 2 toda esa gente se sentía muy molesta porque enseñaban al pueblo y afirmaban la resurrección de los muertos a propósito de Jesús. 3 Los apresaron y los pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues ya estaba anocheciendo. 4 Pero muchos de los que habían oído la Palabra creyeron, y su número llegó a unos cinco mil hombres.
5 Al día siguiente, los jefes de los saduceos se reunieron con los ancianos y los maestros de la Ley de Jerusalén. 6 Allí estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y todos los que pertenecían a la alta clase sacerdotal. 7 Mandaron traer a Pedro y Juan ante ellos y empezaron a interrogarles: «¿Con qué poder han hecho ustedes eso? ¿A qué ser celestial han invocado?»
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Jefes del pueblo y Ancianos: 9 Hoy debemos responder por el bien que hemos hecho a un enfermo. ¿A quién se debe esa sanación? 10 Sépanlo todos ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre que está aquí sano delante de ustedes ha sido sanado por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos. 11 El es la piedra que ustedes los constructores despreciaron y que se ha convertido en piedra angular. 12 No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que debamos ser salvados.»
13 Quedaron admirados al ver la seguridad con que hablaban Pedro y Juan, que eran hombres sin instrucción ni preparación, pero sa bían que habían estado con Jesús. 14 Los jefes veían al hombre que había sido sanado allí, de pie a su lado, de modo que nada podían decir contra ellos.
15 Mandaron, pues, que los hicieran salir del tribunal mientras de liberaban entre ellos. Decían: 16 «¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusalén saben que han hecho un milagro clarísimo, y nosotros no podemos negarlo. 17 Pero prohibámosles que hablen más de ese Nombre ante ninguna persona, no sea que esto se extienda entre el pueblo.» 18 Llamaron, pues, a los apóstoles y les ordenaron que de ningún modo enseñaran en el nombre de Jesús, que ni siquiera lo nombraran.
19 Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obecedecer a Dios. 20 Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
21 Insistieron ellos en sus amenazas y los dejaron en libertad. No encontraron manera de castigarlos a causa del pueblo, 22 pues todos glorificaban a Dios por lo que había sucedido, sabiéndose además que el hombre milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.