DIA 178-SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO


PARA OIR MISA CLIC EN LA IMAGEN
178 - DÍAS. LA SANTA
BIBLIA EN UN AÑO
TEXTO Y AUDIO

El Antiguo Testamento PRIMER LIBRO
DE LAS CRONICAS C. 13

Capítulo 13
1 Después de consultar a los jefes de mil y de cien hombres y a todos los oficiales,
2 David dijo a toda la asamblea de Israel: «Si a ustedes les parece bien y si el Señor, nuestro Dios, así lo decide, enviaremos mensajeros a nuestros hermanos que han quedado en todas las regiones de Israel y, además, a los sacerdotes y levitas en sus ciudades y poblados, a fin de que se reúnan con nosotros.
3 Entonces traeremos junto a nosotros el Arca de nuestro Dios, ya que no nos hemos preocupado de ella en los tiempos de Saúl».
4 Toda la asamblea resolvió hacerlo así, porque el pueblo entero dio su aprobación.
5 David reunió a todo Israel, desde el Torrente de Egipto hasta la Entrada de Jamat, para traer el Arca de Dios desde Quiriat Iearim.
6 Luego se dirigió con todo Israel a Baalá, a Quiriat Iearim, que está en Judá, para subir desde allí el Arca de Dios, que lleva el nombre del Señor, el que tiene su trono sobre los querubines.
7 Pusieron el Arca de Dios sobre un carro nuevo y la llevaron desde la casa de Abinadab. Uzá y Ajió conducían el carro,
8 mientras David y todo Israel bailaban con todas sus fuerzas delante de Dios, cantando y tocando cítaras, arpas, tamboriles, címbalos y trompetas.
9 Cuando llegaron a la era de Quidón, Uzá extendió su mano para sostener el Arca, porque los bueyes habían resbalado.
10 Entonces la ira del Señor se encendió contra Uzá y lo hirió de muerte por haber extendido su mano hacia el Arca, y Uzá murió allí mismo delante de Dios.
11 David se conmovió, porque el Señor había acometido contra Uzá, y aquel lugar se llamó Peres Uzá –que significa «Brecha de Uzá»– hasta el día de hoy.
12 Aquel día David tuvo miedo de Dios, y dijo: «¿Cómo voy a llevar a mi casa el Arca de Dios?».
13 Y no trasladó el Arca a su casa, a la Ciudad de David, sino que mandó que la llevaran a la casa de Obededom de Gat.
14 El Arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obededom. Y el Señor bendijo la casa de Obededom y todos sus bienes.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Antiguo Testamento
 PRIMER LIBRO
 DE LAS CRONICAS C. 14

Capítulo 14
1 Jiram, el rey de Tiro, envió a David mensajeros con maderas de cedro, albañiles y carpinteros, para edificarle una casa.
2 Así David reconoció que el Señor lo había afianzado como rey sobre Israel, porque su reino había sido enaltecido a causa de su pueblo Israel.
3 David tomó como esposas a otras mujeres en Jerusalén y tuvo más hijos e hijas.
4 Estos son los nombres de los hijos que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán y Salomón,
5 Ibjar, Elisúa y Elpálet,
6 Nogá, Néfeg y Iafía,
7 Elisamá, Beeliadá y Elifélet.
8 Cuando los filisteos oyeron que habían ungido a David como rey de todo Israel, subieron para atacarlo. Pero David lo supo y les salió al encuentro.
9 Los filisteos vinieron y se desplegaron por el valle de Refaím.
10 David entonces consultó a Dios: «¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?». Y el Señor le respondió: «¡Sube, y yo los entregaré en tus manos!».
11 Ellos subieron a Baal Perasím, y allí David los derrotó. Entonces dijo: «Dios ha abierto ante mí una brecha entre mis enemigos, como una brecha abierta por las aguas». Por eso se llamó a ese lugar Baal Perasím –que significa «Señor de las Brechas»–.
12 Los filisteos abandonaron allí a sus dioses, y David dijo: «¡Que sean arrojados al fuego!».
13 Los filisteos volvieron a desplegarse por el valle.
14 David consultó nuevamente a Dios, y él le respondió: «¡No subas a perseguirlos! Da una vuelta por detrás de ellos y enfréntalos desde el lado de las balsameras.
15 Cuando oigas ruidos de pasos sobre la copa de las balsameras, ataca decididamente, porque Dios saldrá delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos».
16 David hizo lo que el Señor le había ordenado y derrotó al ejército de los filisteos, desde Gabaón hasta Guézer.
17 La fama de David se extendió por todas las regiones, porque el Señor lo hizo temible delante de todos los pueblos.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Antiguo Testamento
 PRIMER LIBRO
 DE LAS CRONICAS C. 15

Capítulo 15
1 David construyó casas en la Ciudad de David y preparó un lugar para el Arca de Dios, levantando para ella una Carpa.
2 Después dijo: «El Arca de Dios sólo puede ser transportada por los levitas, porque el Señor los ha elegido para trasladar el Arca del Señor y para servirlo constantemente».
3 Entonces David reunió en Jerusalén a todo Israel, para hacer subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado.
4 También reunió a los hijos de Aarón y a los levitas:
5 de los descendientes de Quehat, a Uriel, el jefe, y a sus hermanos: ciento veinte en total;
6 de los de Merarí, a Asaías, el jefe, y a sus hermanos: doscientos veinte en total;
7 de los de Gersón, a Joel, el jefe, y a sus hermanos: ciento treinta en total;
8 de los hijos de Elisafán, a Semaías, el jefe, y a sus hermanos: doscientos en total;
9 de los de Hebrón, a Eliel, el jefe, y a sus hermanos: ochenta en total;
10 de los descendientes de Uziel, a Aminadab, el jefe, y a sus hermanos: ciento doce en total.
11 Después David llamó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab,
12 y les dijo: «Ustedes son los jefes de la familia de los levitas. Santifíquense, ustedes y sus hermanos, para subir el Arca del Señor, el Dios de Israel, al lugar que yo le he preparado.
13 Por no haber estado ustedes allí la primera vez, el Señor, nuestro Dios, acometió contra nosotros, ya que no fuimos a consultarlo como está mandado».
14 Entonces los sacerdotes y levitas se santificaron para subir el Arca del Señor, el Dios de Israel.
15 Los hijos de los levitas trasladaron el Arca de Dios, sosteniéndola sobre sus hombros con unas andas, como lo había ordenado Moisés según la palabra del Señor.
16 David ordenó a los jefes de los levitas que organizaran a sus hermanos los cantores, con instrumentos musicales, arpas, cítaras y címbalos, para que los hicieran resonar alegremente.
17 Los levitas designaron a Hemán, hijo de Joel; entre sus hermanos, a Asaf, hijo de Berequías; y entre los hijos de Merarí, sus hermanos, a Etán, hijo de Cusaías.
18 Junto con ellos, a sus hermanos de segundo orden: Zacarías, hijo de Iaaziel, Semiramot, Iejiel, Uní, Eliab, Benaías, Maaseías, Matitías, Eliflehú, Micneías, Obededóm y Ieiel, los porteros.
19 Los cantores Hemán, Asaf y Etán hacían resonar címbalos de bronce.
20 Zacarías, Aziel, Semiramot, Iejiel, Uní, Eliab, Maasías y Benaías tenían arpas de tonos altos.
21 Matitías, Eliflehú, Micneías, Obededóm, Ieiel y Azazaiás tenían cítaras de octava, para dirigir el canto.
22 Quenanías, jefe de los levitas, dirigía el traslado, porque era muy experto.
23 Berequías y Elcaná eran porteros del Arca.
24 Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaías y Eliezer, tocaban las trompetas delante del Arca de Dios. Obededóm y Iejías eran porteros del Arca.
25 David, los ancianos de Israel y los jefes de mil hombres fueron con gran alegría a subir el Arca de la Alianza del Señor, desde la casa de Obededom.
26 Y porque Dios había asistido a los levitas que trasladaban el Arca de la Alianza del Señor, se inmolaron siete toros y siete carneros.
27 David iba revestido con un manto de lino, lo mismo que todos los levitas que llevaban el Arca, los cantores y Quenanías, el que dirigía el traslado. David llevaba además un efod de lino.
28 Todo Israel subió el Arca de la Alianza del Señor entre aclamaciones y al son de cuernos, trompetas, címbalos, arpas y cítaras.
29 Cuando el Arca de la Alianza del Señor entraba en la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, estaba mirando por una ventana, y al ver al rey David saltando y bailando, lo despreció en su corazón.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Antiguo Testamento
 PRIMER LIBRO
 DE LOS MACABEOS C. 13

Capítulo 13
1 Simón supo que Trifón había reunido un gran ejército para invadir y devastar a Judea.
2 Viendo que el pueblo era presa del pánico, subió a Jerusalén, reunió a sus habitantes
3 y los exhortó, diciéndoles: «Ustedes saben muy bien todo lo que yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el Santuario, y las guerras y tribulaciones que hemos soportado.
4 A causa de esto, todos mis hermanos han muerto por Israel y he quedado yo solo.
5 ¡Pero lejos de mí tratar de ponerme a salvo en los momentos de peligro, ya que no valgo más que mis hermanos!
6 Al contrario, vengaré a mi nación, al Santuario, a las mujeres y a los hijos de ustedes, porque todos los pueblos, por el odio que nos tienen, se han unido para exterminarnos».
7 Al oír estas palabras, se enardeció el espíritu del pueblo
8 y todos le respondieron a una sola voz: «Tú eres nuestro jefe, en; lugar de Judas y de tu hermano Jonatán:
9 dirige nuestra guerra, y nosotros haremos todo lo que nos mandes».
10 Luego reunió a todos los hombres aptos para la guerra, se apresuró a terminar los muros de Jerusalén y fortificó todo su contorno.
11 En seguida envió a Jonatán, hijo de Absalón, a Jope, con un buen número de hombres, y este expulsó a sus habitantes y se estableció en ella.
12 Trifón partió de Tolemaida al frente de un gran ejército para invadir el país de Judá, llevando prisionero consigo a Jonatán.
13 Entonces Simón acampó en Adidá, frente a la llanura.
14 Al enterarse Trifón de que Simón había sucedido en el mando a su hermano Jonatán y que estaba preparado para combatir con él, le envió mensajeros para decirle:
15 «Tenemos en nuestro poder a tu hermano Jonatán por las deudas contraídas con el tesoro real en el desempeño de su cargo.
16 Envíanos cien talentos de plata y a dos de sus hijos como rehenes, no sea que una vez puesto en libertad se vuelva contra nosotros. Sólo así lo soltaremos».
17 Simón, aunque se dio cuenta del engaño, mandó traer el dinero y a los niños, a fin de no provocar una fuerte oposición de parte del pueblo,
18 que de lo contrario hubiera dicho: «Por no haberle enviado el dinero y a los niños, ha muerto Jonatán».
19 Entonces envió a los niños, junto con los cien talentos, pero Trifón faltó a su palabra y no liberó a Jonatán.
20 Después de esto, se puso en marcha para invadir el país y devastarlo. Dio un rodeo por el camino de Adorá, mientras Simón y su ejército le seguían los pasos por todas las partes donde iba.
21 Al mismo tiempo, los de la Ciudadela enviaban mensajeros a Trifón, instándolo a que viniera por el desierto y les hiciera llegar víveres.
22 Trifón dispuso toda su caballería para ir, pero aquella noche cayó tanta nieve que no pudo avanzar. Por eso partió y se fue a Galaad.
23 En las cercanías de Bascamá, hizo matar a Jonatán, que fue enterrado allí mismo.
24 Luego Trifón dio la vuelta y volvió a su país.
25 Simón mandó recoger los restos de su hermano Jonatán y les dio sepultura en Modín, la ciudad de sus padres.
26 Todo Israel hizo un gran duelo por él y lo lloraron durante muchos días.
27 Simón construyó sobre el sepulcro de su padre y de sus hermanos un mausoleo bien alto, de manera que pudiera verse, cubriéndolo por detrás y por delante con piedras pulidas.
28 Levantó siete pirámides, una frente a otra, dedicadas a su padre;, a su madre y a sus cuatro hermanos.
29 Las adornó, rodeándolas de grande columnas y sobre estas colocó escudos con armas, en recuerdo eterno. Junto a las armas, hizo esculpir unas naves, para que las vieran los que navegan por el mar.
30 Este es el mausoleo que construyó en Modín y que existe hasta el día de hoy.
31 Trifón, que actuaba insidiosamente con el joven rey Antíoco, terminó por matarlo.
32 Ocupó su trono y se ciñó la corona de Asia, causando grandes estragos en el país.
33 Simón, por su parte, reparó las fortalezas de Judea, las rodeó de altas torres y de grandes murallas con puertas y cerrojos, y almacenó víveres en ellas.
34 Después eligió a algunos hombres y los envió al rey Demetrio, para que este concediera al país una remisión de impuestos, ya que Trifón no había hecho más que cometer depredaciones.
35 El rey Demetrio accedió a su demanda, y le escribió esta carta:
36 «El rey Demetrio saluda a Simón, Sumo Sacerdote y amigo de reyes, a los ancianos y a la nación de los judíos.
37 Hemos recibido la corona de oro y el ramo de palma que ustedes nos enviaron y estamos dispuestos a otorgarles una paz completa y a ordenar a los funcionarios que les concedan la exención de las deudas.
38 Todo lo que hemos decretado en favor de ustedes mantendrá su vigencia, y quedarán en poder de ustedes las fortalezas que han construido.
39 Les indultamos los errores y delitos cometidos hasta el día de hoy y renunciamos a la corona que nos deben. Si se percibía algún otro impuesto de Jerusalén, ya no será exigido.
40 Si alguno de ustedes es apto para enrolarse en nuestro séquito, podrá inscribirse. Y que haya paz entre nosotros».
41 El año ciento setenta Israel fue liberado del yugo de las naciones.
42 A partir de entonces, el pueblo comenzó a escribir en los documentos y contratos: «Año primero de Simón, Sumo Sacerdote insigne y general en jefe de los Judíos».
43 En aquellos días Simón acampó frente a Gázara y la sitió con sus tropas. Fabricó una torre móvil de asalto y la acercó a la ciudad; así embistió uno de los baluartes y lo tomó.
44 Los que estaban en la torre saltaron al interior de la ciudad y se produjo entre la gente una gran conmoción.
45 Los habitantes de la ciudad, con sus mujeres y sus niños, subieron a la muralla, rasgándose las vestiduras y pidiendo a gritos a Simón que les concediera la paz.
46 «No nos trates, le decían, según nuestras maldades, sino según tu misericordia».
47 Entonces Simón se reconcilió con ellos y dejó de atacarlos, pero los expulsó de la ciudad y purificó las casas donde había ídolos. Así entró en la ciudad, entonando himnos y bendiciones.
48 Después de limpiarla de toda impureza, estableció en ella gente que practicaba la Ley, la fortificó y se construyó una residencia.
49 Los que ocupaban la Ciudadela de Jerusalén, como no podían ir y venir por la región para comprar y vender, se vieron acosados por el hambre, y muchos de ellos murieron de inanición.
50 Entonces clamaron a Simón, pidiéndole la paz. El se la concedió, pero los expulsó de allí y purificó la Ciudadela de toda contaminación.
51 Los judíos entraron en ella el día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, con vítores y palmas, al son de arpas, címbalos y cítaras, y entonando himnos y cantos, porque un gran enemigo había sido exterminado de Israel.
52 Simón dispuso que este día se celebrara cada año jubilosamente. Luego fortificó la montaña del Templo a lo largo de la Ciudadela y se estableció allí con los suyos.
53 Y al ver que su hijo Juan era ya un hombre, lo nombró general de todas las tropas. Juan vivía en Gázara.


AnteriorSiguiente
 
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******