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177 - DÍAS. LA SANTA
BIBLIA EN UN AÑO
TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
PRIMER LIBRO
DE LAS CRONICAS C. 11
Capítulo 11
1 Todo Israel se congregó junto a David en Hebrón y le dijeron: «¡Nosotros somos de tu misma sangre!
2 Ya desde antes, incluso cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que conducía a Israel. Y ahora el Señor te ha dicho: "¡Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tu serás el jefe de mi pueblo Israel!"».
3 Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón, donde estaba el rey: David estableció una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos lo ungieron como rey sobre Israel, conforme el Señor lo había anunciado por medio de Samuel.
4 David, con todo Israel, avanzó sobre Jerusalén –es decir, Jebús– donde estaban los jebuseos, que habitaban el país,
5 pero estos le dijeron: «¡Aquí no podrás entrar!». A pesar de eso, David conquistó la fortaleza de Sión, que es la Ciudad de David.
6 David había dicho: «El primero que mate a un jebuseo será comandante en jefe». Joab, hijo de Seruiá, fue el primero en subir y se convirtió en jefe.
7 David se instaló en la fortaleza, y por eso la llamaron «Ciudad de David».
8 Luego construyó la ciudad en derredor, desde el Miló hasta los alrededores, y Joab restauró el resto de la ciudad.
9 Así David se iba engrandeciendo cada vez más, y el Señor de los ejércitos estaba con él.
10 Estos son los jefes de los Guerreros de David, que lo sostuvieron durante su reinado, y se unieron a todo Israel para hacerlo rey, conforme a la palabra del Señor acerca de Israel.
11 Esta es la lista de los Guerreros que tenía David: Iasobam, hijo de Jacmoní, jefe de los Tres, que empuñó su lanza y mató a más de trescientos de una sola vez.
12 Después de él, Eleazar, hijo de Dodó, el ajotita, uno de los Tres Valientes.
13 Este estaba con David en Pas Damín, donde los filisteos se habían concentrado para el combate. Allí había una parcela de campo toda sembrada de cebada, y el pueblo huyó delante de los filisteos.
14 Pero él se apostó en medio del campo, lo defendió y derrotó a los filisteos, Así el Señor alcanzó una gran victoria.
15 Tres de los Treinta bajaron juntos a la peña de la cueva de Adulam, donde estaba David, mientras los filisteos acampaban en el valle de Refaím.
16 David se encontraba entonces en el refugio y una guarnición filistea estaba en Belén.
17 David manifestó este deseo: «¡Quién me diera de beber agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!».
18 Los Tres Valientes irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo que está junto a la puerta de Belén y se la llevaron a David. Pero él no quiso beberla y la derramó como libación al Señor,
19 diciendo: «¡Líbreme Dios de hacer tal cosa! ¿Voy a beber la sangre de estos hombres, al precio de su vida? Ellos la han traído, arriesgando su vida». Y no quiso beber. Esto es lo que hicieron los Tres Valientes.
20 Abisai, hermano de Joab, era el jefe de los Treinta. El empuñó su lanza contra trescientos hombres y los mató, ganándose un renombre entre los Treinta.
21 Era el más famoso de ellos, y fue su jefe, pero no llegó a igualar a los Tres.
22 Benaías, hijo de Iehoiadá, era un hombre valiente, rico en hazañas, oriundo de Cabsel. El mató a los dos héroes de Moab, y fue él quien bajó a la cisterna un día de nieve para matar al león.
23 También abatió al egipcio que medía dos metros y medio de alto y tenía en su mano una lanza gruesa como el palo grande de un telar. Benaías lo enfrentó con un garrote, le arrancó la lanza de la mano y le dio muerte con su propia lanza.
24 Esto es lo que hizo Benaías, hijo de Iehoiadá, y así se ganó un renombre entre los treinta Guerreros.
25 El era el más famoso de los Treinta, pero no llegó a igualar a los Tres. David lo incorporó a su guardia personal.
26 Los Guerreros valerosos fueron Asahel, hermano de Joab; Eljanán, hijo de Dodó, de Belén;
27 Samot, de Jarod; Jeles, el pelonita;
28 Irá, hijo de Iqués, de Técoa; Abiézer, de Anatot;
29 Sibecai, de Jusá; IIai, el ajotita;
30 Majrai, de Netofá; Jéled, hijo de Baaná, de Netofá;
31 Itai, hijo de Ribai, de Guibeá de los hijos de Benjamín; Benaías, de Pireatón;
32 Jurai, de los torrentes de Gaás; Abiel, el arbatita;
33 Azmávet, de Bejurím; Eliajabá, de Saalbón;
34 Bené Hasém, el guizonita; Jonatán, hijo de Sagué, el ararita;
35 Ajiam, hijo de Sacar, el ararita; Elifal, hijo de Ur;
36 Jéfer, de Mequerá; Ajías, el pelonita;
37 Jesró, de Carmel; Naarai, hijo de Ezbai;
38 Joel, hermano de Natán; Mibjar, hijo de Agrí;
39 Seléc, el amonita; Najrai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Seruiá;
40 Irá, de Iatir; Gareb, de Iatir;
41 Urías, el hitita; Zabad, hijo de Ajlai;
42 Adiná, hijo de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, que estaba al frente de los Treinta;
43 Janán, hijo de Maacá; Josafat, el mitnita;
44 Uzías, de Astarot; Sama y Ieiel, hijos de Jotam, de Aroer;
45 Iediael, hijo de Simrí; Jojá, su hermano, el tisita.
46 Elieel, el majavita; Ieribai y Iosavías, hijo de Elnaam; Itmá, el moabita;
47 Eliel, Obed y Iaasiel, de Sobá.
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El Antiguo Testamento
PRIMER LIBRO
DE LAS CRONICAS C. 12
Capítulo 12
1 Estos son los que se unieron a David en Siquelag, mientras él se mantenía alejado de Saúl, hijo de Quis. Ellos estaban entre los guerreros de refuerzo para los combates.
2 Manejaban el arco y la honda con la derecha y con la izquierda, para lanzar flechas y piedras. Eran benjaminitas, parientes de Saúl.
3 Los principales eran Ajiézer y Joás, hijos de Semaá, de Guibeá, y los otros, Ieziel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot;
4 Ismaías, de Gabaón, un guerrero de los Treinta y jefe entre ellos;
5 Jeremías, Iajaziel, Iojanán, Iozabad, de Guederot;
6 Eluzai, Ierimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif;
7 Elcaná, Isaías, Azarel, Ioézer, Iasobam, los coreítas;
8 Ioelá y Zebadías, hijos de Ierojam, de Guedor.
9 También algunos gaditas se pasaron a David en el refugio del desierto; eran hombres valerosos, guerreros preparados para el combate, diestros en el manejo del escudo y la lanza, con rostros de león y rápidos como gacelas de los montes.
10 Su jefe era Ezer; el segundo, Abdías; el tercero, Eliab;
11 el cuarto, Mismaná; el quinto, Jeremías;
12 el sexto, Atai; el séptimo, Eliel;
13 el octavo, Iojanán; el noveno, Elzabad;
14 el décimo, Jeremías; el undécimo, Macbanai.
15 Estos eran los jefes de los gaditas, en el ejército: el menor de ellos valía por cien y el mayor por mil.
16 Fueron ellos los que atravesaron el Jordán en el primer mes, cuando se desborda por todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles, al este y al oeste.
17 También fueron al refugio, donde estaba David, algunos hombres de Benjamín y de Judá.
18 David se presentó ante ellos y les dijo: «Si vienen como amigos para ayudarme, yo estoy dispuesto a unirme con ustedes; pero si vienen para entregarme a mis enemigos, siendo así que no hay violencia en mis manos, ¡que lo vea el Dios de nuestros padres y haga justicia!».
19 Entonces el espíritu descendió sobre Amasai, el jefe de los Treinta, y este exclamó: «¡Estamos de tu parte, David! ¡Estamos contigo, hijo de Jesé! ¡Paz, paz para ti, y paz para el que te ayuda! ¡Porque tu Dios viene en tu auxilio!». David les dio la bienvenida y los puso al frente de sus divisiones.
20 También algunos hombres de Manasés se plegaron a David, cuando él iba con los filisteos a combatir contra Saúl; pero esa gente no pudo ayudarlo porque los príncipes de los filisteos, reunidos en consejo, lo despidieron, diciendo: «El se pondrá de parte de Saúl, su señor, a costa de nuestras vidas».
21 Cuando regresó a Siquelag, se plegaron a él algunos de la tribu de Manasés: Adná, Iozabad, Iediael, Micael, Iozabad, Elihú y Siletai, jefes de mil hombres en Manasés.
22 Estos fueron una buena ayuda para David y su tropa, porque todos eran guerreros valerosos y llegaron a ser jefes del ejército.
23 Día tras día David recibía refuerzos, de manera que su campamento llegó a ser enormemente grande.
24 Este es el número de los hombres equipados con sus armas, que se presentaron ante David en Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la orden del Señor:
25 Hombres de Judá, armados de escudo y lanza: 6.800 equipados para la guerra.
26 Hombres de Simeón, guerreros valerosos para el ejército: 7.100.
27 Hombres de Leví: 4.600;
28 además, Iehoiadá, príncipe de los aaronitas con otros 3.700,
29 y Sadoc, joven guerrero valeroso, con veintidós jefes de su familia.
30 Hombres de Benjamín, parientes de Saúl: 3.000, la mayor parte de los cuales habían estado al servicio de la casa de Saúl.
31 Hombres de Efraím: 20.800 guerreros valerosos, ilustres en sus propias familias.
32 Hombres de la tribu de Manasés: 18.000 designados nominalmente para ir a proclamar rey a David.
33 Hombres de Isacar, expertos en el conocimiento de los tiempos, para discernir lo que Israel debía hacer: 200 jefes, y todos sus hermanos bajo sus órdenes.
34 Hombres de Zabulón: 50.000 aptos para la guerra, y preparados para combatir con toda clase de armas y luchar audazmente y sin vacilación.
35 Hombres de Neftalí: 1.000 jefes con 37.000 hombres, armados de escudo y lanza.
36 Hombres de Dan preparados para el combate: 28.600.
37 Hombres de Aser, aptos para la guerra y preparados para combatir: 40.000.
38 Hombres de la Transjordania, es decir, de Rubén, de Gad y de la mitad de la tribu de Manasés: 120.000, provistos de toda clase de armas de guerra.
39 Todos estos hombres de guerra, formados en orden de batalla, fueron a Hebrón, sinceramente dispuestos a proclamar a David rey de todo Israel; y también todo el resto de Israel estaba decidido unánimemente a hacer rey a David.
40 Durante tres días, permanecieron allí, comiendo y bebiendo con David, porque sus hermanos los habían provisto de víveres.
41 Además, de los pueblos vecinos, y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí habían traído víveres en asnos, camellos, mulas y bueyes, provisiones de harina, tortas de higo y pasas, vino y aceite, y ganado mayor y menor en abundancia; porque reinaba la alegría en Israel.
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El Antiguo Testamento
PRIMER LIBRO
DE LOS MACABEOS C. 12
Capítulo 12
1 Jonatán, al ver que las circunstancias le eran favorable, eligió a unos cuantos hombres y los envió a Roma para confirmar y renovar la amistad con los romanos.
2 También envió cartas a los espartanos y a otros lugares en el mismo sentido.
3 Cuando los judíos llegaron a Roma y se presentaron ante el Senado, dijeron: «El Sumo Sacerdote Jonatán y la nación de los judíos nos han enviado para que ustedes renueven con ellos la amistad y el pacto, tal como quedó establecido anteriormente».
4 El Senado les dio un salvoconducto para los distintos países, a fin de que les permitieran llegar sanos y salvos al país de Judá.
5 Esta es la copia de la carta que Jonatán escribió a los espartanos:
6 «Jonatán, Sumo Sacerdote, el consejo de la nación, los sacerdotes y todo el Pueblo judío saludan a sus hermanos de Esparta.
7 Ya en tiempos pasados, Areios, que reinaba entre ustedes, envió una carta al Sumo Sacerdote Onías en la que le decía que ustedes son hermanos nuestros, como lo atestigua la copia adjunta.
8 Onías recibió al embajador con todos los honores, y aceptó la carta que hablaba claramente de pacto y amistad.
9 Ahora nosotros, aunque no tenemos necesidad de estas cosas, porque encontramos el consuelo en los Libros santos que están en nuestras manos,
10 nos hemos permitido enviarles embajadores para renovar la fraterna amistad que nos liga con ustedes, a fin de no comportarnos como extraños, ya que ha pasado mucho tiempo desde que nos escribieron.
11 En todo momento nos acordamos de ustedes, particularmente en las fiestas y en otros días apropiados, cuando ofrecemos los sacrificios y hacemos oración, ya que es justo y conveniente acordarse de los hermanos.
12 Nos alegramos mucho de la gloria de ustedes.
13 Nosotros, en cambio, nos hemos visto envueltos en muchas tribulaciones y guerras, y hemos sido atacados por los reyes vecinos.
14 Pero no hemos querido molestarlos, ni a ustedes ni a nuestros otros aliados y amigos, con motivo de estas guerras,
15 porque contamos con el auxilio del Cielo que nos asiste constantemente. Así fuimos liberados de nuestros enemigos y ellos quedaron humillados.
16 Ahora hemos elegido a Numenio, hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, y los hemos enviado a los romanos para renovar con ellos nuestro antiguo pacto de amistad,
17 Además, les ordenamos que fueran a saludarlos a ustedes y les entregaran la carta con al que queremos renovarles nuestra fraternidad.
18 Tengan ahora la bondad de respondernos».
19 Esta es la copia de la carta que había sido enviada a Onías:
20 «Areios, rey de los espartanos, saluda a Onías, Sumo Sacerdote.
21 En un documento que trata de los espartanos y los judíos, consta que son hermanos y que pertenecen a la raza de Abraham.
22 Ahora que sabemos esto, hagan el favor de escribirnos para ver cómo están.
23 Nosotros, por nuestra parte, les escribimos: El ganado y todos los bienes de ustedes son nuestros, y los nuestros son de ustedes. En consecuencia, ordenamos que se les envíe un mensaje para comunicarles esto».
24 Jonatán tuvo noticias de que los generales de Demetrio habían regresado con un ejército más numeroso que el anterior, para combatir contra él.
25 Partió entonces de Jerusalén y fue a enfrentarlos en la región de Jamat, sin dejarles tiempo a que invadieran sus dominios.
26 Envió espías al campamento enemigo y estos, al regresar, le anunciaron que los sirios se estaban preparando para atacarlos durante la noche.
27 Al ponerse el sol, Jonatán ordenó a sus hombres que velaran toda la noche con las armas en la mano, listos para entrar en combate, y estableció puestos de avanzada alrededor del campamento.
28 Cuando los enemigos supieron que Jonatán y sus hombres estaban preparados para el combate, sintieron un gran temor y encendieron fogatas en su campamento.
29 Pero Jonatán y los suyos, como veían arder las hogueras, no se dieron cuenta de su partida hasta el amanecer.
30 Jonatán los persiguió, pero no pudo alcanzarlos, porque ya había pasado el río Eléutero.
31 Entonces Jonatán se volvió contra los árabes llamados sabadeos, los derrotó y se apoderó del botín.
32 Luego reanudó la marcha hacia Damasco y recorrió toda la región.
33 Simón, por su parte, hizo una expedición hasta Ascalón y las fortalezas vecinas. Se volvió luego hacia Jope y la tomó,
34 porque se había enterado de que sus habitantes querían entregar la plaza fuerte a los hombres de Demetrio. Por eso dejó en ella una guarnición para defenderla.
35 A su regreso, Jonatán reunió en asamblea a los ancianos del pueblo y decidió con ellos construir fortalezas en Judea.
36 También resolvió elevar las murallas de Jerusalén y levantar un gran muro entre la Ciudadela y el resto de la ciudad, a fin de separarlas, de manera que la Ciudadela quedara aislada y sus habitantes no pudieran comprar ni vender.
37 Se reunieron entonces para reconstruir la ciudad, porque se había caído la parte de la muralla que da al torrente oriental, y también se restauró la parte llamada Cafenatá.
38 Simón, por su lado, reconstruyó Adidá en la Sefelá, la fortificó y la aseguró con puertas y cerrojos.
39 Mientras tanto, Trifón aspiraba a reinar sobre Asia y a ceñirse la corona, eliminando al rey Antíoco.
40 Temiendo que Jonatán se lo impidiera y le hiciera la guerra, buscaba la manera de detenerlo para deshacerse de él. Entonces se puso en marcha y llegó a Betsán.
41 Jonatán salió a su encuentro con cuarenta mil hombres elegidos para la guerra y también llegó a Betsán.
42 Trifón, al ver que se presentaba con un ejército tan numeroso, no se atrevió a enfrentarlo.
43 Lo recibió con grandes honores, lo recomendó a todos sus Amigos, le hizo regalos y ordenó a sus Amigos y a sus tropas que lo obedecieran como a él mismo.
44 Luego dijo a Jonatán: «¿Por qué has fatigado a toda esta gente sino hay guerra entre nosotros?
45 Mándalos ahora mismo a sus casas, quédate con una pequeña escolta y ven conmigo a Tolemaida. Yo te la entregaré con las otras plazas fuertes, el resto de las tropas y todos los funcionarios. Enseguida emprenderé el regreso, porque para eso he venido».
46 Jonatán confió en él e hizo lo que Trifón le había dicho: licenció las tropas, que se retiraron al país de Judea,
47 y no se reservó más que tres mil soldados, dejando a dos mil en Galilea y haciéndose acompañar por los otros mil.
48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida, sus habitantes cerraron las puertas, lo apresaron y pasaron al filo de la espada a todos los que habían entrado con él.
49 Luego Trifón envió tropas y caballería a Galilea y a la Gran Llanura para acabar con todos los partidarios de Jonatán.
50 Pero estos, al darse cuenta que Jonatán había sido apresado y que había perecido con todos sus acompañantes, se animaron uno a otros y avanzaron en filas bien compactas, resueltos a luchar.
51 Sus perseguidores, viendo que estaban resueltos a jugarse la vida, emprendieron la retirada.
52 Así pudieron regresar sanos y salvos al país de Judá, donde lloraron a Jonatán y a sus compañeros, en medio de un gran temor. Hubo un gran duelo en Israel,
53 y todos los pueblos vecinos trataban de exterminarlos, porque decían: «Ya no tienen jefe ni nadie que los ayude. Ataquémoslos ahora mismo, y borremos su recuerdo de entre los hombres».
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