Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo



Jesús me invita a poner sabor a mi vida mediante la Fe, la Esperanza y la Caridad, iluminándome con su palabra.


Evangelio: Mt 5, 13-16


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: »Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se le salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. »Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. »Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.


FRUTO: Que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en la oración.


Pautas para la reflexión: En el Antiguo Testamento, la Alianza de Dios con Israel se llegó a llamar "alianza de sal" (cf. Números 18, 19), significando su valor duradero pues la sal tiene la propiedad de conservar los alimentos. Es por esto que Jesús llama a sus discípulos a ser sal de la tierra, confiriéndoles el compromiso de hacer entrar al mundo esa alianza de Dios y de propiciar su permanencia.


1- SAL PARA DAR SABOR


Dar sabor es perfeccionar el gusto. Hay quienes ante un caldo de sopa, le ponen sal al constatar que le falta. Nuestra vida, con el entretejido de los acontecimientos que nos rodean, nos puede proporcionar sinsabores, o tal vez momentos desagradables. Sin embargo, el cristiano, poseedor de un mensaje de salvación eterna, no debería contentarse con "pasar" o simplemente "sobrellevar" estos sinsabores. Al contrario, son oportunidades para crecer en la fe, para darle el sabor cristiano de la esperanza evangélica, para demostrar nuestro amor incondicional a Dios.

Se trata de poner esa sal para así perfeccionar el gusto por los acontecimientos de nuestra vida. Pero se necesita de mucha sencillez para no dejarse tocar por los momentos desagradables y que en ocasiones nos pueden postrar en el desánimo. Sencillez para saber encontrar la mano de Dios que nos va dirigiendo en nuestro caminar diario. Él sabe muy bien para qué y por qué nos manda todas las cosas. Nosotros tenemos que perfeccionarlas dándoles un nuevo sabor, el sabor del Evangelio.


2- LA LUZ DE NUESTRO TESTIMONIO


De esta manera nuestra vida será un vivo reflejo de que vivimos según las normas que nuestro Señor Jesucristo nos dejó: caridad, humildad, sencillez, fortaleza… Y también hacemos visible la presencia de Dios en nuestras vidas. Es la luz que nos ilumina no sólo a nosotros, también a las personas que nos rodean. Tal vez, algún compañero de trabajo se acerque sorprendido para preguntarnos: «¿Por qué te muestras siempre tan sereno, a pesar de vivir el trajín cotidiano?». Y no será por falta de sensibilidad, sino por virtud, porque Dios y su gracia nos van transformando poco a poco y nos vamos haciendo ejemplo vivo de su palabra.

Durante el día nos surgen múltiples oportunidades para ser luz antes los demás: luz de fe cuando a pesar de las contrariedades tenemos la certeza de que Dios no dejará de asistirnos; luz de esperanza cuando tenemos la confianza de que todo sucederá de acuerdo a la voluntad de Dios; y luz de caridad cuando encontramos las huellas de Cristo en las personas que nos rodean, sabiendo tender la mano con franca amistad para ofrecerles nuestra ayuda. Luz alimentada en Cristo, en su palabra y en la Eucaristía. Luz de nuestro testimonio.


3- UN BRILLO NO PARA NOSOTROS, SINO PARA DAR GLORIA A DIOS


El cristiano que vive en esta clave es un testimonio elocuente que llama la atención.. Y es una ocasión importante para demostrar que Dios se hace presente en nuestra vida, para manifestar a las personas que nos rodean que somos de Cristo y Él vive y reina en nuestras vidas. De esta manera, además de hacer tangible su presencia entre nosotros, estamos siendo instrumentos eficientes de su Reino. No para nuestro propio brillo, sino para que Él sea glorificado y muchas personas se acerquen a Él.


PROPÓSITO: Daré sabor a los acontecimientos de la semana con mi benedicencia, hablando de manera positiva de los demás, dando gloria a Dios con este testimonio de caridad