6a. sesión. Interpretación de la Biblia


I. INTRODUCCIÓN

La Palabra de Dios fijada y condensada en un texto definitivo hace muchos siglos, por ser palabra de salvación está destinada a todos los hombres de cualquier época y nación.

Problemas que tenemos que resolver en este capítulo: ¿Cómo acortar la distancia entre los siglos remotos de la composición textual de la Escritura y nosotros? ¿Cómo hacer para que la Palabra divina siga siendo viva, actual y salvífica? ¿Cada uno interpreta la Biblia a su manera o hay unos principios de interpretación? ¿A qué se debe el que haya tantas clases de Biblia, tantas traducciones distintas?


II. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer los principios y criterios de la interpretación bíblica.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Leer, meditar e interpretar la Biblia con el mismo sentido de fe con el que fue escrita y leída en la Iglesia durante todos estos siglos.

IV. TESIS: Siendo la Biblia mensaje divino en palabras humanas, su interpretación presupone en primer lugar la fe en la Palabra de Dios, y luego el progresivo descubrimiento de su mensaje profundo. Este progresivo descubrimiento lo realiza la Iglesia toda meditando la Palabra divina con la asistencia del Espíritu de la Verdad, con la ayuda del Magisterio del Papa y demás obispos que enseñan con la autoridad de Cristo, y con el apoyo de los teólogos y exegetas. La hermenéutica bíblica tiene por objeto establecer una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo, recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el texto vivo y actual. Estos son los criterios teológicos recogidos por la encíclica “Providentissimus Deus” (1893) del papa León XIII: hay que interpretar la Biblia con la luz y la gracia del mismo Espíritu Santo que la ha inspirado; conformidad de la exégesis con la interpretación que la Iglesia ha hecho y hace de la Escritura; la exégesis no debe estar en contra del consenso unánime de los Padres de la Iglesia; y debe tener en cuenta la analogía de la fe. También admite criterios histórico-críticos: recomienda el estudio de las lenguas orientales y la ciencia crítica textual o literaria; admite, aunque todavía tímidamente, la crítica histórica.

V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:

1. Definición de términos

a) Exégesis: es la explicación actualizada de un texto bíblico. El exegeta tiende un puente entre el texto que ya tiene muchos siglos y el hombre contemporáneo, con sus inquietudes y preguntas existenciales de hoy. Sólo comprenderemos verdaderamente un texto cuando un determinado evento o contenido, alcanzado mediante una metodología exegética correcta, es traducido en su significado al hombre de hoy y a la historia contemporánea, y como tal vuelve a revivir en eventos y palabras, aquí y ahora, su mensaje universal.

b) Hermeneútica: es una parte de la ciencia bíblica que tiene por objeto establecer una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo, recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el texto vivo y actual.

c) Heurística: es la parte de la hermeneútica que descubre los distintos sentidos de la Biblia, sea por los estudios de los investigadores, sea por las enseñanzas del Magisterio.

d) Crítica: es el estudio racional de los textos, cualesquiera sean, para determinar su sentido, las intenciones del autor, el tiempo y circunstancias en que fue escrito, el género literario y la forma estilística. Este estudio crítico se impone también en la interpretación de la Biblia, por estar escrita en lenguaje humano.



2. Diversos sentidos de la Biblia
a) Sentido literal
: no significa interpretar al pie de la letra el texto, sino tratar de buscar el sentido que le dio el autor mismo de ese texto, teniendo en cuenta la intención del autor, el auditorio a quien se dirigía, la situación de su tiempo y el género literario empleado. Este sentido literal requiere del uso de la crítica en sus dos vertientes: literaria e histórica.

Primero, crítica literaria: analiza el género literario en que está escrito ese libro de la Biblia.

Segundo, la crítica histórica: descubre la historia literaria del libro o pasaje bíblico en cuestión, ubicando la época y cultura en que se escribió y así conocer la intención teológica del autor.


b) Sentido espiritual: supera el conocimiento del autor humano, aunque se apoya en sus escritos. Se desprende no de las palabras sino de las realidades que se ocultan bajo esas palabras. Este sentido espiritual se divide a su vez en: sentido pleno y sentido típico.

Sentido pleno: significa ver ese texto a la luz de la totalidad de la Escritura, a la luz de la Tradición y echando mano de la analogía de la fe. Es un sentido más profundo que el sentido literal.

1. A la luz de la totalidad de la Escritura significa que ese texto analizado hay que entenderlo en conexión con otros textos de la Sagrada Escritura que lo explicitan o lo profundizan.

2. A la luz de la tradición significa que no se puede analizar un texto sin tener en cuenta la interpretación de la Tradición viva de la Iglesia, que viene analizando esos textos desde los orígenes. Esta Tradición viva está reflejada, sobre todo, en la doctrina de los Santos Padres de Oriente y Occidente, y en la liturgia (16).

3. La analogía de la fe significa la conexión que tienen las verdades de la fe entre sí. Pongamos un ejemplo:

Isaías 7, 14: “Pues bien, el Señor mismo va a darnos una señal: He aquí que una doncella está en cinta. Y va a dar a luz un hijo. Y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Mateo 1, 22-23: “Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel”.

Sentido típico: es leer toda la Biblia en referencia a Cristo, en quien la Escritura tuvo su plenitud. Cristo es el nuevo Adán, el nuevo Abel, el nuevo José, el nuevo Moisés, el Siervo doliente de Isaías, el nuevo Jonás, etc. Cristo viene a ser el modelo y la figura de cuanto está contenido en la Escritura.



3. Diversos principios y criterios de interpretación católica de la Biblia

a) Lectura en el espíritu.
Hay que leer la Biblia con el mismo Espíritu con que ha sido escrita. Debe ser una lectura espiritual, centrada en Cristo. Debe ser una lectura interiorizada que va transformando interiormente a quien lee la Biblia.

b) La intención del autor. El autor divino es el Espíritu Santo. El autor humano es el instrumento del que Dios se sirvió y a quien inspiró para que dijera solo y todo lo que Dios quería. La constitución Dei Verbum , n.12 dice: “Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios. Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice o intenta decir, según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época. Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se usaban en la conversación ordinaria”.

c) El contenido y la unidad de toda la Biblia. El intérprete o exegeta científico ha de estar capacitado para descomponer y analizar separadamente cada una de las piezas de un libro o de un autor; pero como científico creyente ha de saber también, teniendo a mano los resultados de sus estudios científicos, recomponer las piezas del escrito bíblico y redescubrir en toda su belleza la verdad unitaria del mensaje. ¿Cuál es el contenido de la Escritura? El contenido de la entera Escritura es la salvación, llevado a su plenitud en Cristo y por Cristo. ¿Cuál es la unidad de toda la Escritura? La unidad del tema es la salvación en Jesucristo. Y la unidad de autor: Dios es el autor de los libros sagrados. El Nuevo Testamento dará su sentido último y definitivo al Antiguo.

d) La Tradición viva de toda la Iglesia. Tradición quiere significar primeramente la Tradición apostólica, en la que y de la que nació el Nuevo Testamento y la Escritura cristiana. Tradición viva, es decir, que progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo. Toda la Iglesia constituye la Tradición viva y por ello toda la Iglesia contribuye a la correcta interpretación de la Escritura: los Padres, los fieles cristianos, lso exegetas, el Magisterio. Éste último goza del carisma de la interpretación auténtica, bajo la guía del mismo Espíritu Santo que inspiró el texto sagrado. La Tradición tiene una función hermenéutica de guía y de norma, porque nos ofrece un horizonte de comprensión. Es como el lecho por el que corre el río de la Palabra de Dios y de su comprensión ininterrumpida.

e) La analogía de la fe. La analogía de la fe es la conexión coherente de la fe objetiva de la Iglesia, el nexo interno de los misterios entre sí, de que habla el Vaticano I (cfr DS 3016). Por consiguiente, cualquier verdad o expresión de la revelación y de la fe ha de verse a la luz de las otras y en conexión con ellas, para poder entenderla rectamente y que quede abierta a una ulterior y más profunda comprensión.


Otros principios a tener en cuenta, y que están implícitos en los ya mencionados anteriormente:

a) El contexto del fragmento: Hay que tener el cuenta el contexto para interpretar correctamente un texto bíblico. Para ello haremos cuatro círculos concéntricos:

Primer círculo: abarca los versículos anteriores y posteriores al texto.

Segundo círculo: ver el contenido global y el objetivo del libro en el que se encuentra ese texto.

Tercer círculo: tener en cuenta otros escritos del mismo autor.

Cuarto círculo: ver el contenido global y el objetivo de toda la Biblia.


Pongamos un ejemplo: Marcos 4, 10-12
“Y cuando se quedó solo, los que le acompañaban junto con los doce le preguntaron por el significado de las parábolas. Y les decía: A vosotros se os ha trasmitido el misterio del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera todo se les anuncia en parábola, de modo que los que miran miren y no vean, y los que oyen oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”.


Primer círculo:- Versículos anteriores: Mc 4, 1-9: Parábola del sembrador. -Versículos posteriores: Mc 4, 13-20: explicación de la parábola


Segundo círculo: el contenido global y objetivo del libro.

- Intención de Marcos: demostrar que Jesús es Hijo de Dios
- Jesús incomprendido y rechazado por los hombres


Tercer círculo: otros escritos del mismo autor.

- San Marcos no tiene otros escritos.


Cuarto círculo: La Biblia en su conjunto.

Contenido: La historia de la Salvación
Objetivos:
- Dar a conocer al Dios que se revela.
- Conocer al hombre.
- Conocer el plan de Dios para el hombre


b) El estilo del libro: es decir, el género literario o formas de expresión de las que se sirve el autor para expresar su pensamiento.

c) El sentido literal: Tener en cuenta el momento y el lugar en que se escribió.

d) Armonía del sentido literal y el sentido espiritual:

P.e. Lc 14, 26: “Si alguno viene en pos de mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
¿Cuál es el sentido literal? Quiere decir simplemente que en el orden de los valores, Jesús ocupa el primer lugar, aún frente a los padres.

¿Cuál es el sentido espiritual? Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser. Todo lo humano queda en segundo término, tratándose de Dios.

P.e. Mt 18, 6: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de las mueve el asno, y lo arrojen al fondo del mar”.
¿Cuál es el sentido literal? Máxima severidad para los que corrompen a la niñez y juventud, en doctrina o conducta. Escándalo es literalmente todo lo que hace tropezar a los que creen, matando su fe o deformándola.

¿Cuál es el sentido espiritual? Poner todos los medios para evitar el escándalo, especialmente con los niños, porque grave es el escándalo dado por aquellos que tienen responsabilidad en la formación de otros.


P.e. Mt 18, 8-9: “Si tu mano o pie te escandaliza, córtalo y arrójalo lejos de ti. Más vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado al fuego eterno con las dos manos o los dos pies”.
¿Cuál es el sentido literal? Debemos renunciar a todo, para evitar la ocasión de pecado. San Pablo enseña a dejar aún lo lícito, cuando puede escandalizar a un ignorante (cf. 1 Cor 8, 9ss).

¿Cuál es el sentido espiritual? Obrar siempre correctamente para que nuestro ejemplo acerque y no aleje a otros de Dios, de Cristo, de la Iglesia.

Hay otros muchos textos bíblicos para sacar el sentido, por ejemplo:

Interpretar en su sentido literal y en su sentido espiritual este texto de san Mateo 18, 9: “Si tu ojo te escandaliza, córtatelo”.
O este texto de Mateo 19, 12: “Hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, los hay que fueron hechos eunucos por los hombres y los hay que a sí mismos se hicieron tales por el reino de Dios. ¡El que se sea capaz de hacer esto que lo haga!”.
O el siguiente: Mateo 5, 39-41: “Pero yo os digo que no hagáis frente al que os ataca. Al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que te quiera llevar a juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; al que te obligue a ir con él un kilómetro, vete con él dos”.
Hay un texto difícil: Mateo 5, 32: “Pero yo os digo que todo el que se separe de su mujer, excepto en caso de concubinato, la expone a cometer adulterio, y el que se casa con una mujer divorciada comete adulterio”. Cristo afirma la indisolubilidad del matrimonio. El inciso aparentemente exceptivo del v. 32, que sólo consigna Mateo, delo que se deduce que responde a la situación peculiar de la iglesia a la que se dirige Mateo, compuesta de cristianos venidos del judaísmo y de la gentilidad, se refiere a matrimonios nulos por haber sido contraídos en grados de parentesco prohibidos por la ley (cf. Lev 18) y que los judíos habían permitido a sus prosélitos. Es el significado de “porneia” en la literatura rabínica.

También se podría reflexionar este texto de Pío XII: “Así como Cristo se hizo semejante al hombre, menos en el pecado, así las palabras de Dios expresadas en lenguaje humano, se han hecho en todo semejantes al modo de hablar humano, menos en el error” (Pío XII, en su encíclia “Divino Afflante Spiritu”).

e) El sentido de determinadas palabras: es clásica la palabra “hermanos de Jesús”. Algunos protestantes aprovechan esta palabra para negar la virginidad de María. No saben que el término “hermano” abarca también a primos y parientes cercanos.


f) Objetividad de juicio: al interpretar un texto bíblico, no olvidemos el influjo de nuestras actitudes personales, positivas o negativas, sobre la lectura del texto. Debemos dejar a un lado las actitudes negativas y aprovechar las positivas para lograr el mayor fruto. Algunas actitudes negativas son: actitud crítica, apertura excesiva, superficialidad, rigorismo, desconfianza. Lo más importante es leer la Biblia con mucha humildad y apertura de corazón, y con mucha docilidad a la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, única garantía de que no haremos decir a la Biblia lo que nos conviene.

Estos principios no son fórmulas mágicas para abrir la combinación de una caja complicada. Son pistas de apoyo para entresacar el mensaje de Dios en la Biblia. Lo más importante es la fe: creo que Dios es el autor de la Escritura; creo que el Espíritu Santo ha inspirado a los autores sagrados; creo que el Espíritu Santo asiste al Magisterio para la auténtica interpretación de la Sagrada Escritura, creo que la Tradición contribuye a la recta interpretación de la Escritura, creo que los fieles cristianos, con su vida guiada por la fe, constituyen también la tradición viva. Sin fe, no se entenderá nunca la Biblia en toda su profundidad.



4. La Biblia y la Iglesia


Dios no entregó su Palabra al individuo, sino a una comunidad, a su Pueblo; y ese Pueblo, hoy, no es otro que la Iglesia.

Por otra parte, Dios tiene que querer de manera eficaz que su Verdad llegue íntegra a los hombres. Para llevar a cabo esto, ha confiado a su Iglesia la misión de transmitir su Palabra salvadora a todos los hombres, a fin de que participen de la vida divina.

De esta misión o deber sagrado, nace el derecho que la Iglesia tiene de proclamar la divina Palabra. Ella, la Iglesia, es la depositaria y la guardiana del tesoro sagrado de la Revelación y la única intérprete auténtica de la Biblia, siendo infalible en sus interpretaciones doctrinales sobre las cuestiones concernientes a la fe y a las costumbres. A este ejercicio divino y permanente de la enseñanza de la Iglesia se le llama “magisterio vivo”.

Según esto, debe afirmarse que fuera de la Iglesia no se puede alcanzar el pleno conocimiento de la Palabra de Dios.

En este sentido ha reaccionado siempre la Iglesia en sus enseñanza ordinaria y en sus controversias contra los que desde el siglo II atacan la fe tradicional en nombre de la letra escrita. La predicación apostólica, expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. De ahí que los apóstoles, comunicando lo que ellos mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre.

Esta tradición, que deriva de los apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque brotando ambas de la misma fuente se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin, ya que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo; y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los apóstoles la Palabra de Dios a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del espíritu de la verdad, la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas –que están todas ellas implícitas en la Escritura-. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.

La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura, constituyen un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a este depósito, todo el pueblo santo unido a sus pastores en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, persevera constante en la fracción del pan y en la oración, de suerte que prelados y fieles colaboren estrechamente en conservar, ejercer y profesar la fe recibida.

Pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida, como ya hemos dicho, ha sido confiado únicamente al magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo.

Desde los comienzos de la historia de la Iglesia, algunos se sirvieron de falsas interpretaciones de textos bíblicos para apoyar sus errores. El mal se acentuó con la reforma protestante que proclamaba, por medio del libre examen, la interpretación personal de la Sagrada Escritura. Así se explica que los Papas Pío IV (1559-1565), Clemente VIII (1592-1605) tomasen serias medidas, no para prohibir a los fieles la lectura de la Biblia, sino para limitarla. Pasado el grave peligro, las normas de la Iglesia se suavizaron y la cristiandad entera se inundó de nuevo de nuevas versiones y ediciones bíblicas bajo la aprobación de los obispos.

Es vana, por tanto, la tentativa de enfrentar a la Iglesia con la Biblia. La Biblia sólo se comprende rectamente dentro de la Iglesia, pues –conviene repetirlo- Dios no entregó su Palabra al individuo, sino a la comunidad, y es natural que esta comunidad –la Iglesia, fundada por Jesucristo sobre san Pedro y asistida por el Espíritu Santo- sea la única llamada a interpretarla.


5. Interpretaciones protestantes de la Biblia

¿Por qué los protestantes predican algunas verdades diferentes a la Iglesia católica, si la Biblia es la misma para todos?

Los protestantes tienen la Biblia como única fuente de Revelación, y además, interpretada por cada uno a su manera. No aceptan ni la Tradición ni el Magisterio de la Iglesia.


A este principio protestante contestamos:

a) La misma Escritura excluye la interpretación meramente privada: “Sépanlo bien, nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de la Escritura...” (2 Pe 1, 20; cf. 1 Jn 2, 19-27; 1 Jn 4, 1-6). Sin la Tradición no conocemos los libros canónicos. El subjetivismo, pues, destruye la unidad de la fe.

b) Es más, este principio protestante está en abierta oposición al deseo de Cristo que quiso la unidad de la Iglesia (cf. Jn 17, 20-21; Ef 4, 4-6). Mientras la Iglesia católica es una, desde su principio hasta hoy, las sectas protestantes se multiplican cada día y dividen el cuerpo de Cristo. Hoy hay más de 2.000 sectas en el mundo, todas ramas del protestantismo. O existen mil verdades, lo que es absurdo, o son falsos los principios en que se fundamentan las sectas protestantes.

c) Hay más: ese principio protestante es imposible. Antes de inventarse la imprenta, pocos podían leer los manuscritos bíblicos y la mayoría no sabía leer. Si Jesús hubiera puesto la Biblia como única salvación, no todos hubieran podido salvarse. Aún hoy existen muchos pobres que no pueden leer y no pueden entender la Biblia. ¿No se salvarían, por no haber sabido leer la Biblia?

d) Es también incompleto. La Escritura y la Tradición son dos fuentes donde está contenida la Palabra de Dios, como ya hemos explicado anteriormente. No son dos fuentes separadas, sino unidas. Así lo afirma el concilio Vaticano II en la constitución Dei Verbum, sobre la divina revelación, en los números 9 y 10.

e) Además, inseguro: ¿Cómo saben los protestantes que la Biblia es Palabra de Dios y que las verdades de la Biblia son inspiradas y divinas? Ellos contestan: “porque lo dice la misma Biblia”. Pero esto es absurdo. ¡También los apócrifos dicen que son verdaderos y se firman con nombres de apóstoles...y no es verdad! Yo también puedo escribir un libro y allí decir que soy inspirado por Dios. Tiene que haber una autoridad, fuera de la Biblia, que garantice que la Biblia es Palabra de Dios. Todo escrito, ley o código, requiere de un tribunal que lo interprete y resuelva las dudas. ¿En qué país se deja a cada uno que interprete la ley a su gusto personal?

f) Y, por si fuera poco, contradictorio. Los protestantes dicen: “Nosotros tenemos los pastores que nos explican la Biblia”. Por una parte, creen que la Biblia es la única regla de fe; y, por otra, admiten la enseñanza de sus pastores. Rehúsan el Magisterio de la Iglesia, que tiene la inspiración del Espíritu Santo e inclinan la cabeza a personas que no tienen ninguna autoridad y que se contradicen unos a otros.



5. Principales temas bíblicos de las sectas protestantes, contrarios a la fe católica o que no aceptan

a) La autoridad del Papa: Dicen que Jesús no constituyó a Pedro cabeza visible de la Iglesia, que en la Iglesia no hay otra cabeza más que Cristo, que la autoridad que Cristo dio a Pedro no se pasa a otros, porque no está escrito en la Biblia. Se apoyan en estos textos: a) Ef. 5, 23; b) 1 Cor 3, 11; c) Gal 2, 11. Nosotros les contestamos: a) Cristo sigue siendo cabeza de la Iglesia, pero el Papa es cabeza visible de Cristo aquí en la tierra. b) Cristo es el fundamento de la Iglesia como piedra angular; pero este fundamento se continúa en la historia, en los apóstoles. Nuestros textos fundamentales son: Mateo 16, 16-19; Jn 21, 15-17; Lc 22, 31-33.

b) El sacerdocio cristiano: Dicen que Jesucristo no dio a los apóstoles poder ordenar sacerdotes, que todo el que cree en Jesús es verdadero sacerdote y puede predicar su evangelio sin necesidad de la ordenación. Se apoyan en estos textos: a) 1 Pe 2, 9; b) Mt 23, 9-10.





























Nosotros les contestamos: a) Por el bautismo todo cristiano participa del sacerdocio común de todos los fieles, pero Jesús instituye en la Última Cena el sacerdocio ministerial: b) Las palabras de Jesús no van entendidas literalmente. De hecho Pablo se hace llamar “padre” varias veces y a llama a los cristianos “hijos”. Nuestros textos fundamentales son: Hechos 20, 28; 13, 2-4; 1 Tim 4, 14; 5, 22; 2 Tim 1, 6; Tito 1, 5; Heb 5, 1-4; Rm 10, 14-15; 1 Cor 4, 1; 1 Cor 3, 9; Sant 5, 14; Jn 20, 23 Y sobre todo, Lc 22, 19 y 1 Co 11, 23.

c) Bautismo de los niños: Dicen que no vale bautizar a los niños, porque el bautismo exige la fe en Cristo y los niños no pueden tener fe, porque no entienden; que Jesús se bautizó cuando tenía 30 años; que en la Biblia no consta que se haya dado el bautismo a los niños. Se apoyan en estos textos: a) Rom 5, 1; b) Mc 1, 9.




























Nosotros les contestamos: a) Jesús ordena a sus discípulos de bautizar a todos, no prohíbe bautizar a los niños; b) El bautismo cristiano no está relacionado con el bautismo de Jesús en el Jordán, que fue un acto externo de purificación y penitencia. El cristiano es bautizado y salvado en la muerte y resurrección de Jesús. Es una nueva vida que nos hace hijos de Dios, ¿cómo no recibirlo desde el nacimiento? c) Pedro bautiza a toda la familia de Cornelio (Hech 10, 44-48), sin duda también habría niños.

d) La confesión: Dicen que sólo Dios puede perdonar los pecados. Se apoyan en estos textos: a) 1 Jn 1, 7: ya hemos sido perdonados por la sangre de Cristo; b) Sant 5, 6: confesarse entre los hermanos.




























Nosotros les contestamos: a) Mt 18, 18: Jesús entrega a los apóstoles el poder de atar y desatar; b) Jn 20, 19-23: Jesús explicita aquí el poder de perdonar en su nombre; c) 2 Cor 5, 18; d) Hech 19, 18: los cristianos que habían pecado de magia fueron arrepentidos y lo confesaron a los apóstoles.

e) La Eucaristía: Dicen que Jesucristo no está presente realmente en la Eucaristía. Hay que entender todo en sentido figurado y simbólico. La Cena es sólo un recuerdo. El sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto, no es necesario perpetuarlo.




























Nosotros les contestamos: a) Jn 6, 48-63: Jesús promete la Eucaristía con palabras claras y fuertes, tanto que los judíos que escuchaban se escandalizaron; b) Mt 26, 26-28: “Esto es mi cuerpo...Esta es mi sangre”; c) Lc 22, 19: “Haced esto en memoria mía”; d) 1 Cor 11, 23-29; e) Hech 2, 42. Jesús, cuando se le fueron muchos, no rebajó nada su doctrina sobre el Pan de vida.

f) El celibato sacerdotal: Dicen que en ninguna parte de la Biblia se encuentra la ley “corruptora” del celibato sacerdotal. Se apoyan en este texto de 1 Tim 3, 2 y 12: “Que el obispo sea casado”.




























Nosotros le contestamos: a) Mt 19, 29: recompensa especial a quien se mantiene virgen. Era voluntad implícita de Jesús el celibato a quienes se quieren consagrar a Él en el sacerdocio, pues Él mismo fue célibe.




























¿Por qué sólo hasta el siglo III la Iglesia ordenó el celibato a los sacerdotes? La Iglesia va poco a poco reflexionando en las palabras de Jesús, bajo la inspiración del E.S.; no puede comprender todo de golpe; además, Dios sigue su pedagogía con nosotros. Desde el siglo III ha sido una constante de la Tradición de la Iglesia la defensa del celibato sacerdotal. A pesar de todo lo dicho, Pablo VI en su encíclica sobre el Celibato sacerdotal no dice que el celibato sea esencial al sacerdocio ordenado; el Papa habla de “íntima conveniencia”. Este celibato es exigido en la Iglesia católica de rito latino y en la Iglesia católica de Oriente.

g) El matrimonio: Dicen que el matrimonio no es un sacramento instituido por Cristo, pues no consta en la Biblia. Se apoyan en el texto de Mt 19, 9, donde parece que Jesús permitió el divorcio por fornicación.




























Nosotros les contestamos: a) Ef 5, 23-32: es un sacramentos, signo de amor de Cristo para la Iglesia; b) Mc 10, 1-12; Lc 16, 18; Mt 19, 3-8: Jesús es terminante en esto: el matrimonio es indisoluble; c) 1 Cor 7, 10-11: Pablo advierte que quien se separe del cónyuge por grave motivo, puede hacerlo, pero que no puede casarse de nuevo. El texto de Mt 19, 9 es un poco oscuro y de difícil interpretación. Pero no puede aislarse este texto de todos los demás. A la luz de estos textos, ese versículo se refiere a la posibilidad de “despedir a la mujer” (o al marido) en caso de infidelidad. Pero no dice la posibilidad de casarse de nuevo.

h) La Virgen María: los protestantes creen que María es la Madre de Dios; pero no aceptan su virginidad. Dicen que no hay que dar culto a la Virgen; que la Virgen tuvo más hijos. Se apoyan en estos textos: Lc 2, 7; Mt, 13, 55.




























Nosotros les contestamos: Mt 1, 16; Gal 4, 4; Lc 1, 26-35: María es virgen antes del parte, en el parto y después del parto. Acerca de los hermanos de Jesús hay que decir que “hermano” significa pariente próximo: sobrino, primo, tío, etc. Además a la Virgen no le damos el culto de adoración (sólo a Dios), sino el culto de especial veneración por ser la Madre de Dios.

i) La veneración de los santos: Dicen que sólo tenemos un mediador, Cristo. Acudir a los santos es sacrilegio. Además están gozando en el cielo, nada saben de nosotros. Se apoyan en 1 Tim 2, 5.




























Nosotros les contestamos: a) 1 Tim 2, 5: aquí mediador significa redentor. Cristo sí es el único redentor. Los santos no son redentores, sino intercesores ante Dios. Otros textos: 1 Re 18, 3-7; 2 Re 2, 15; Nm 21, 7; Job 42, 8; Apoc 5, 8.

j) El culto de las imágenes: Dicen que la Biblia prohíbe terminantemente hacerse imágenes, porque es un culto idolátrico (Ex 20, 4); que Dios no puede ser representado con estatuas de material humano (Hech 17, 29).




























Nosotros les contestamos: Lo que Dios prohíbe es adorar a las imágenes como si ellas en sí mismas tuvieran el poder de salvar; el mismo Dios manda construir estatuas e imágenes como signo de su presencia en medio del pueblo (Ex 25, 12-22; Nm 21, 8); Josué venera el arca de madera, postrado (Jos 7, 6). Las imágenes son un signo externo necesario para ayudarnos a ponernos en relación con Dios-Espíritu. Otros textos: Ex 7, 10; 2 Re 2, 14; 13, 21; Mt 9, 20; 14, 26; Hech 5, 15-16; 19, 12: el Señor se sirve de “reliquias” o cosas que pertenecieron a personas santas, para obrar sus maravillas: la vara de Moisés; el manto de Elías; los huesos de Eliseo; el vestido de Jesús; la sombra de Pedro; los sudarios de san Pablo, etc. “De manera que por medio de las imágenes, ante las cuales nos arrodillamos y oramos, adoramos a Cristo verdadero y veneramos a los santos, cuya semejanza tienen” (Concilio de Trento).

k) El purgatorio y los sufragios por los difuntos: Dicen que no existe el purgatorio y no sirven nuestras oraciones por los difuntos. La Iglesia, apoyándose en 2 Mac 12, 46, cree que mediante nuestros sacrificios, oraciones y buenas obras podemos ayudar a los difuntos que murieron en gracia de Dios y se están purificando antes de llegar a la Gloria. Por el hecho de que la Biblia no contenga la palabra “purgatorio” no se puede concluir que el purgatorio no exista. Tampoco la Biblia presenta la palabra Trinidad y existe el dogma de la Santísima Trinidad, reconocido por los hermanos protestantes.


VI. CONCLUSIÓN

Concluyo con el número 12 de la constitución Dei Verbum: “Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano, por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras. Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas “los géneros literarios”. Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de la época. Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se usaban en la conversación ordinaria.

La Escritura se ha de leer con el mismo Espíritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe. A los exegetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la Palabra de Dios”.

Recomiendo también leer del Catecismo de la Iglesia católica los números 109- 119.

Por tanto, la interpretación de la Biblia no puede estar sometida a la arbitrariedad de los hombres o de los exegetas, ni a un individualismo feroz. La Biblia pertenece a toda la Iglesia, a todos sus miembros y a toda su historia, y por lo tanto la interpretación de la misma es obra también de toda la Iglesia. En la Iglesia, como en el cuerpo hay miembros diferentes, hay diversos carismas; de entre ellos el Magisterio ha recibido el carisma de interpretar con autenticidad la Escritura y por tanto de juzgar sobre la ortodoxia de cualquier otra interpretación de los miembros de la comunidad eclesial.



VII. ORACIÓN: Señor, dame la humildad suficiente para creer en tu Palabra, en la Tradición viva de la Iglesia y en el Magisterio de la Iglesia, a quien tú encomendaste la interpretación auténtica de tu Palabra de salvación. Amén



VIII. APÉNDICE 1°: Métodos científicos de interpretación
Cuando se trata de interpretar la Biblia, la Iglesia, depositaria de la misma, nos da unos criterios o principios teológicos que deberán guiar una interpretación correcta, y que hemos visto ya en esta lección. Se requiere además de estos principios teológicos, de un método científico de interpretación.

La exégesis católica de por sí no excluye ningún método, pero el método que se adopte habrá de cotejarse con los principios teológicos y ver si hay compatibilidad con ellos.

Los Santos Padres utilizaron los métodos filológico y alegórico. Hoy se utilizan los métodos diacrónico (aquellos que estudian el texto sagrado en su proceso de formación) y sincrónicos (aquellos que estudian el texto sagrado en cuanto tal).


1. Método diacrónico: Este método echa mano de:
a) La crítica textual:
es la ciencia que trata de reconstruir a partir de los manuscritos disponibles el texto original de la Sagrada Escritura (17). La crítica textual es necesaria para corregir posibles cambios accidentales o deliberados de parte de los copistas.

b) La crítica literaria: A su vez, echa mano de las fuentes literarias que analizan los textos bíblicos para detectar y reconstruir eventuales fuentes utilizadas en la formación de la sagrada Escritura, evidenciando las acentuaciones teológicas y el ambiente vital. También echa mano de los géneros literarios, ya explicados anteriormente.

c) La crítica de las tradiciones: trata de detectar la prehistoria oral de tales textos, buscando descubrir las modificaciones que los textos, originalmente en circulación bajo forma de perícopas aisladas, han sufrido en el curso de la transmisión oral. Igualmente, pretende descubrir el grupo transmisor responsable de eventuales reelaboraciones ya en el estadio de la tradición oral.

d) La crítica de la redacción: se propone reconstruir el proceso de redacción y el papel del redactor. Se ha de estudiar en qué modo ha adquirido el texto su forma definitiva, cuál era el material a disposición del redactor, qué punto de vista le ha guiado en la selección, reelaboración y sistematización del material, qué elementos añade, a qué lectores se dirige.

e) La crítica histórica: tiene por objeto unir las afirmaciones de un texto con la realidad histórica. Trata de aclarar la relación entre texto y evento, el paso del hecho histórico al texto escrito. No siendo la Biblia un texto primariamente de carácter histórico, sino testimonio de fe, no proporciona todas las informaciones que un historiador desearía. Sin embargo, permiten trazar una imagen históricamente cierta de los hechos.


2. Método sincrónico: es aquel que analiza el texto, no en su fase de formación, sino en su existencia definitiva y, tratándose de la Biblia, canónica. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica del año 1993, titulado “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” presenta tres métodos sincrónicos:

a) El análisis retórico: se limita a analizar los discursos que se encuentran en la Biblia. Esos discursos son analizados según las partes del discurso en la retórica clásica: exordio, narración, demostración, refutación y epílogo.

b) El análisis narrativo: estudia únicamente los textos narrativos de la Biblia, que son la mayoría. La narración consta de estos elementos: protagonista, antagonista y los comparsas; acción, nudo y desenlace; circunstancias del relato: lugar, tiempo y orden de la acción. Tratándose de un relato bíblico, que es historia de salvación hay que dar el salto al mensaje que se esconde detrás de esa narración.

c) El análisis semiótico: parte de dos presupuestos: (i) leer e interpretar un texto es descubrir y establecer las varias relaciones existentes entre los elementos del mismo texto; (ii) las relaciones fundamentales de cualquier texto son la oposición o la equivalencia. La oposición se aprecia sobre todo en los términos antitéticos: muerte-vida, frío-calor, luz-oscuridad. Enfermarse-curarse, viejo-nuevo, unir-separar, etc. La equivalencia se descubre principalmente en los sinónimos: querer-amar; soplar-alentar, templo-santuario, etc.

Termino esta parte diciendo, una vez más, esto: Todos los métodos son buenos y aprovechables si respetan la letra y el espíritu del texto de la Sagrada Escritura. Cada método aporta su contribución específica a la comprensión de la Biblia y todos ellos llevan a una creciente maduración de la fe de los creyentes.


APÉNDICE 2°: La actualización bíblica

Actualizar la Escritura es hacerla presente, viva y eficaz en la vida diaria de los hombres y en las situaciones simples o complejas de las sociedades humanas. En el último capítulo de la Dei Verbum existen textos que hacen referencia a esta actualización: “Y en las Palabras de los Apóstoles y de los Profetas hace resonar la voz del Espíritu Santo...En los Libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos” (n. 21). El uso del presente (“hace resonar, sale amorosamente”) muestra que la Palabra de Dios es viva en el hoy de la historia y posee carga actualizante de gran magnitud. La misma Constitución del Vaticano II nos brinda la finalidad de la actualización: “De modo que se multipliquen los ministros de la Palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la Escritura, que alumbre el entendimiento, confirme la voluntad, encienda el corazón en amor a Dios” (Dei Verbum, n. 26).


1. Requisitos para la actualización:

a) Oración: ese diálogo con Dios por el que escuchamos al Dios revelador, somos interpelados por Él y a quien damos una respuesta.

b) Lectura frecuente y asidua: esta lectura nos permitirá irnos familiarizándonos con la Biblia, y de esta manera establecer la analogía (semejanza) entre el texto y la vida, entre la Palabra de Dios y la situación del hombre.

c) Estudio: con los métodos que ya hemos explicado.



2. Diversos tipos de actualización:

a) Actualización teológica: es la llevada a cabo por un teólogo, que busca en la Biblia las raíces desde y a través de las cuales llega a la teología la savia vital de la Palabra de Dios.

b) Actualización litúrgica: La liturgia cristiana es la actualización la historia de la salvación por medio de los ritos y de la Palabra. Y se hace mediante el contexto en que la Palabra de Dios se sitúa; mediante la celebración litúrgica misma, y mediante la homilía.

c) Actualización pastoral: engloba la catequética, el acompañamiento pastoral.

d) Actualización espiritual: la forma más importante y primera de actualizar la Escritura se realiza en el interior del hombre de modo que el hombre pase de ser “animal carnal” a ser “espíritu vivificante”. El hombre toma la Biblia, es interpelado en su situación existencial, y responde a lo que Dios le pide.

e) “Lectio divina”: es una lectura, individual o comunitaria, de un texto, más o menos largo, de la Escritura como Palabra de Dios, con el fin de desentrañar su mensaje salvífico para uno mismo o para la comunidad en la situación real y actual. Sigue cinco pasos:


Lectura: se lee y se estudia atentamente el texto.

Meditación: Se encuentra la verdad escondida en el texto.

Oración: se abre el corazón a Dios.

Contemplación: se saborea la alegría de la dulzura eterna de Dios

Operación: aquí el alma se convierte, se decide a obrar el bien, a amar a Dios y al prójimo. El alma se transforma, gracias a este proceso de la “lectio divina”.

Con todo lo dicho hasta ahora, ya estamos bien preparados para entrar al templo del Antiguo y del Nuevo Testamento, a fin de que la Palabra de Dios sea alimento que nutra nuestra vida, luz que guíe siempre nuestros pasos hacia la vida eterna, mensaje de salvación que llevemos generosamente a todos los hombres.

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(16) Santos Padres son aquellos papas, obispos y sacerdotes que sobresalieron, desde los primeros siglos del Cristianismo, por la santidad de vida, por la hondura de su teología y por la ortodoxia en su doctrina. Entre ellos se encuentran: San Ambrosio, san Agustín, san Jerónimo, san Atanasio, san Juan Crisóstomo, san Basilio, san Gregorio Nacianceno, san León Magno, san Alberto Magno, etc.

(17) Hasta el descubrimiento de la imprenta el texto bíblico se fue transmitiendo en manuscritos. Los originales se han perdido o destruido, y nos han quedado las copias del texto original o traducciones, algunas antiquísimas. Los manuscritos que actualmente poseemos, van del siglo II d.C. al siglo XVI. Los principales están formados por los papiros de inicios del siglo III y los grandes códices del siglo IV.



TEMA DE DISCUSIÓN PARA 6a. SESIÓN:
1. ¿Qué es lo más importante en la Biblia: lo que a mí me dice o lo que en sí dice?

2. ¿Por qué los protestantes predican algunas verdades diferentes a la Iglesia Católica, si la Biblia es la misma para todos?