DIA 344-Daniel 6--7 Eclesiástico 39,12-35 Apocalipsis 12



Daniel 6
1 Y Darío el medo lo sucedió en el trono a los sesenta y dos años de edad. 2 Darío consideró oportuno poner al frente del reino a ciento veinte sátrapas, distribuidos por todo el reino, 3 y establecer sobre ellos a tres ministros –entre los cuales estaba Daniel– a quienes esos sátrapas debían rendir cuenta, a fin de que no se atentara contra los intereses del rey. 4 Ahora bien, este Daniel sobresalía entre los ministros y sátrapas, porque había en él un espíritu superior, y el rey pensaba ponerlo al frente de todo el reino. 5 Por eso los ministros y los sátrapas trataron de encontrar un pretexto para acusar a Daniel en lo referente a los asuntos del reino. Pero no pudieron encontrar ningún pretexto ni falta, porque él era fiel y no se le descubrió ninguna negligencia ni falta. 6 Esos hombres, dijeron: «No encontraremos ningún motivo de acusación contra Daniel, sino es en la Ley de su Dios». 7 Los ministros y los sátrapas acudieron precipitadamente al rey y hablaron así: «¡Viva eternamente el rey Darío! 8 Todos los ministros del reino, los prefectos y los sátrapas, los familiares y los gobernadores, se han puesto de acuerdo para que el rey promulgue un edicto y ponga en vigencia una prohibición, a saber: Todo el que dentro de los próximos treinta días dirija una plegaria a cualquier dios u hombre que no seas tú, rey, será arrojado en el foso de los leones. 9 Por lo tanto, rey, promulga la prohibición y consígnala por escrito, para que no sea modificada, conforme a la ley de los medos y de los persas, que es irrevocable». 10 A causa de esto, el rey Darío puso por escrito la prohibición. 11 Cuando Daniel supo que el documento había sido firmado, entró en su casa. Esta tenía en el piso superior unas ventanas que se abrían en dirección a Jerusalén, y tres veces por día, él se ponía de rodillas, invocando y alabando a su Dios, como lo había hecho antes. 12 Aquellos hombres acudieron precipitadamente y encontraron a Daniel orando y suplicando a su Dios. 13 Entonces de presentaron ante el rey y, refiriéndose a la prohibición real, le dijeron: «¿Acaso no has escrito una prohibición según la cual todo el que dirija una oración dentro de los próximos treinta días, a cualquier dios u hombre que no seas tú, rey, debe ser arrojado al foso de los leones?». El rey tomó la palabra y dijo: «Así es, en efecto, según la ley de los medos y de los persas, que es irrevocable». 14 Entonces ellos tomaron la palabra y dijeron en presencia del rey: «Daniel, uno de los deportados de Judá, no te ha hecho caso, rey, ni a ti ni a la prohibición que tú has escrito, y tres veces al día hace su oración». 15 Al oír esto, el rey se apenó profundamente y puso todo su empeño por salvar a Daniel: hasta el atardecer se esforzó por librarlo. 16 Pero esos hombres acudieron precipitadamente al rey y le dijeron: «Tienes que saber, rey, que según la ley de los medos y de los persas, ninguna prohibición o edicto promulgado por el rey puede ser modificado». 17 Entonces el rey mandó traer a Daniel y arrojarlo al foso de los leones. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: «Tu Dios, al que sirves con tanta constancia, te salvará». 18 Luego trajeron una piedra y la pusieron sobre la abertura del foso; el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, para que no se cambiara nada en lo concerniente a Daniel. 19 El rey se retiró a su palacio; ayunó toda la noche, no hizo venir a sus concubinas y se le fue el sueño. 20 Al amanecer, apenas despuntado el día, el rey se levantó y fue rápidamente al foso de los leones. 21 Cuando se acercó a él, llamó a Daniel con voz angustiosa. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: «Daniel, servir del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que sirves con tanta constancia, salvarte de los leones?». 22 Daniel dijo al rey: «¡Viva el rey eternamente! 23 Mi Dios ha enviado a su Angel y ha cerrado las fauces de los leones, y ellos no me han hecho ningún mal, porque yo he sido hallado inocente en su presencia; tampoco ante ti, rey, había cometido ningún mal». 24 El rey sintió una gran alegría a causa de Daniel, y ordenó que lo sacaran del foso. Daniel fue sacado del foso, y no se le encontró ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. 25 Luego el rey mandó traer a los hombres que habían acusado a Daniel y los hizo arrojar al foso de los leones, con sus hijos y sus mujeres. Y no habían llegado aún al fondo del foso, cuando ya los leones se apoderaron de ellos y les trituraron todos los huesos. 26 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre la tierra: «¡Tengan ustedes paz en abundancia! 27 Yo ordeno que en todo el dominio de mi reino se tiemble y se sienta temor ante el Dios de Daniel, porque él es el Dios viviente y subsiste para siempre; su reino no será destruido y su dominio durará hasta el fin. 28 El salva y libera, realiza signos y prodigios en el cielo y sobre la tierra. El ha salvado a Daniel del poder de los leones». 29 Así este Daniel estuvo en auge bajo el reinado de Darío y bajo el reinado de Ciro el persa.



Daniel 7
1 El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y unas visiones en su imaginación, mientras se hallaba en su lecho. El escribió el sueño. Este es el comienzo del relato. 2 Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran mar. 3 Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar. 4 El primero era como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que fueron arrancadas sus alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos patas como un hombre, y le fue dado un corazón de hombre. 5 Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él estaba medio erguido y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así: «¡Levántate, devora carne en abundancia!». 6 Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el dominio. 7 Después de esto, yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi un cuarto animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de todos los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos. 8 Yo observaba los cuernos, y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos. Tres de los cuernos anteriores fueron arrancados delante de él, y sobre este cuerno había unos ojos como de hombre y una boca que hablaba con insolencia. 9 Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. 10 Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros 11 Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego. 12 También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo. 13 Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre;él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. 14 Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. 15 Yo, Daniel, quedé profundamente turbado en mi espíritu, y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto. 16 Me acerqué a uno de los que estaban de pie y le pregunté la verdad acerca de todo aquello. El me habló y me hizo conocer la interpretación de las cosas. 17 «Esos cuatro animales enormes son cuatro reyes que se alzarán de la tierra; 18 y los Santos del Altísimo recibirán la realeza, y la poseerán para siempre, por los siglos de los siglos». 19 Entonces quise saber la verdad acerca del cuarto animal, que era diferente de todos los demás, extremadamente horrible, y que tenía dientes de hierro y garras de bronce: el que devoraba, trituraba y pisoteaba el resto con las patas; 20 y también acerca de los diez cuernos de su cabeza, y del otro cuerno que se había elevado y ante el cual habían caído tres; es decir, el cuerno que tenía ojos y una boca que hablaba con insolencia, y que parecía más grande que los otros. 21 Yo miraba, y este cuerno hacía la guerra a los Santos del Altísimo y prevalecía sobre ellos, 22 hasta que vino el Anciano, se hizo justicia a los Santos del Altísimo y llegó el momento en que los Santos entraron en posesión de la realeza. 23 El habló así: «En lo que respecta al cuarto animal, habrá sobre la tierra un cuarto reino, diferente de todos los reinos:él devorará toda la tierra, la pisoteará y la triturará. 24 En cuanto a los diez cuernos, de este reino surgirán diez reyes, y otro surgirá después de ellos:será diferente de los anteriores y abatirá a tres reyes. 25 Hablará contra el Altísimo y maltratará a los Santos del Altísimo. Tratará de cambiar los tiempos festivos y la Ley, y los Santos serán puestos en sus manos por un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo. 26 Pero luego se sentará el tribunal, y a ese rey se le quitará el dominio, para que sea destruido y aniquilado definitivamente. 27 Y la realeza, el dominio y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los Santos del Altísimo. Su reino es un reino eterno, y todos los imperios lo servirán y le obedecerán». 28 Aquí termina el relato. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me llenaron de espanto y cambié de color. Y yo conservé estas cosas en mi corazón.



Eclesiástico 39,12-35
1 No pasa lo mismo con el que consagra su vida a reflexionar sobre la Ley del Altísimo. El busca la sabiduría de todos los antiguos y dedica su tiempo a estudiar las profecías; 2 conserva los dichos de los hombres famosos y penetra en las sutilezas de las parábolas; 3 indaga el sentido oculto de los proverbios y estudia sin cesar las sentencias enigmáticas. 4 Presta servicio entre los grandes y se lo ve en la presencia de los jefes; viaja por países extranjero, porque conoce por experiencia lo bueno y lo malo de los hombres. 5 De todo corazón, muy de madrugada, se dirige al Señor, su Creador, y suplica en la presencia del Altísimo; abre sus labios para orar y pide perdón por sus pecados. 6 Si el gran Señor así lo desea, será colmado del espíritu de inteligencia: derramará como lluvia sus sabias palabras y celebrará al Señor con su plegaria; 7 dirigirá rectamente su conejo y su ciencia y reflexionará sobre los secretos de Dios; 8 con su enseñanza hará brillar la doctrina y se gloriará en la Ley de Alianza del Señor. 9 Muchos alabarán su inteligencia, que nunca caerá en el olvido; su recuerdo no se borrará jamás y su nombre vivirá para siempre. 10 Las naciones hablarán de su sabiduría y la asamblea proclamará su alabanza. 11 Si vive largo tiempo, tendrá más renombre que otros mil; si entra en el reposo, eso le bastará. 12 Voy a seguir exponiendo mis reflexiones, porque estoy colmado como la luna llena. 13 Escúchenme, hijos santos, y crezcan como rosal que brota junto a la corriente de agua. 14 Exhalen suave fragancia como el incienso y florezcan como el lirio; derramen aroma y entonen un canto, bendigan al Señor por todas sus obras. 15 Reconozcan que su Nombre es grande, denle gracias, proclamando su alabanza, con cantos en los labios y con arpas, y digan en la acción de gracias: 16 ¡Qué hermosas son todas las obras del Señor, y todo lo que él ordena se cumple a su tiempo! No hay por qué decir: «¿Qué es esto? ¿Para qué está?». Porque todo será comprendido en su momento. 17 Por su palabra, las aguas se detuvieron como una masa; por una de sus órdenes, se formaron los depósitos de agua. 18 El lo ordena, y se cumple su voluntad, y nadie puede menoscabar su obra salvadora. 19 Las obras de todo ser viviente están ante él y nada puede ocultarse a sus ojos. 20 El abarca con la mira los límites del tiempo y no hay nada extraordinario para él. 21 No hay por qué decir: «¿Qué es esto? ¿Para qué está?». Porque todo ha sido creado con un fin. 22 Su bendición desborda como un río y como un diluvio, empapa la tierra. 23 Pero su ira será la herencia de las naciones, igual que cuando él cambió las aguas en sal. 24 Sus caminos son rectos para los santos, pero están llenos de obstáculos para los impíos. 25 Los bienes fueron creados desde el principio para los buenos, así como los males para los pecadores. 26 Lo más indispensable para la vida del hombre es el agua y el fuego, el hierro y la sal, la harina de trigo, la leche y la miel, la sangre de la vid, el aceite y la ropa: 27 todo esto es beneficioso para los buenos, y se vuelve perjudicial para los pecadores. 28 Hay vientos que fueron creados para el castigo, y en sus furor, él los hace más impetuosos: en el momento de la destrucción, desencadenan su violencia y apaciguan el furor de aquel que los hizo. 29 Fuego, granizo, hambre y peste: todo esto fue creado para el castigo. 30 Los dientes de las fieras, los escorpiones y las víboras, y la espada vengadora que destruye al impío, 31 todos ellos se alegran de sus órdenes y están sobre la tierra dispuestos a servirlo: llegado el momento, no transgredirán su palabra. 32 Por eso, desde el principio, convencí de esto, reflexioné, y lo puse por escrito: 33 Las obras del Señor son todas buenas, y a su debido tiempo, él provee a toda necesidad. 34 No hay por qué decir: «Esto es peor que aquello», porque a su tiempo todo será reconocido como bueno. 35 Y ahora, de todo corazón y en alta voz, canten himnos y bendigan el nombre del Señor».



Apocalipsis 12
1 Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. 2 Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. 3 Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. 4 Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. 5 La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, 6 y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días. 7 Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, 8 pero fueron vencidos y expulsados del cielo. 9 Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. 10 Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. 11 Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte. 12 ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes, pero ay de ustedes, tierra y mar, porque el Diablo ha descendido hasta ustedes con todo su furor, sabiendo que le queda poco tiempo!». 13 El Dragón, al verse precipitado sobre la tierra, se lanzó en persecución de la Mujer que había dado a luz al hijo varón. 14 Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. 15 La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara. 16 Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado. 17 El Dragón, enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús. 18 Y yo me quedé de pie sobre la playa.