DIA 341--Daniel 1--2 Eclesiástico 38,1-23 Apocalipsis 9

 


Daniel 1
1 El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió. 2 El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los objetos en el tesoro de su dios. 3 El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble, 4 algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos. 5 El rey les asignó para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que él bebía. Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se pondrían al servicio del rey. 6 Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran Judíos. 7 Pero el jefe de los eunucos les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Baltasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac, y a Azarías, Abed Negó. 8 Daniel estaba decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse. 9 Dios hizo que él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos. 10 Pero este dijo a Daniel: «Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y la bebida; si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey». 11 Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 «Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que nos den legumbres para comer y agua para beber; 13 compara luego nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que veas». 14 El aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días. 15 Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. 16 Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino que debían tomar, y les dio legumbres. 17 Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda índole. 18 Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor. 19 El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey, 20 y en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo su reino. 21 Así continuó Daniel hasta el primer año del rey Ciro.



Daniel 2
1 El segundo año del reinado de Nabucodonosor, este tuvo unos sueños, y su espíritu quedó tan perturbado que no pudo seguir durmiendo. 2 El rey mandó llamar a los magos, los adivinos, los hechiceros y los caldeos, para que le explicaran sus sueños. Ellos fueron a presentarse delante del rey, 3 y él les dijo: «He tenido un sueño, y mi espíritu está ansioso por conocer ese sueño». 4 Los caldeos respondieron al rey: «¡Viva el rey eternamente! Di a tus servidores lo que has soñado, y nosotros expondremos la interpretación». 5 Pero el rey tomó la palabra y dijo a los caldeos: «Mi decisión ya está tomada: si no me dan a conocer el sueño y su interpretación, ustedes serán cortados en pedazos y sus casas quedarán reducidas a un basural. 6 En cambio, si me exponen el sueño y su interpretación, recibirán de mí obsequios, regalos y grandes honores. Por lo tanto, expónganme el sueño y su interpretación». 7 Ellos respondieron por segunda vez, diciendo: «Que el rey diga a sus servidores lo que ha soñado, y nosotros expondremos la interpretación». 8 El rey replicó: «Yo sé ciertamente que ustedes están tratando de ganar tiempo, porque han visto que mi decisión está tomada. 9 Pero si no me dan a conocer el sueño, habrá para ustedes una sola sentencia. Ustedes se han confabulado para entretenerme con palabras engañosas y perversas, hasta que los tiempos cambien. Por eso díganme el sueño, y así sabré que pueden exponerme su interpretación». 10 Los caldeos respondieron delante del rey, diciendo: «No hay ningún hombre sobre la tierra que pueda exponer lo que pide el rey, ya que ningún rey, por grande y poderoso que sea, ha pedido jamás una cosa semejante a un mago, adivino o caldeo. 11 Lo que pide el rey es excesivo, y no hay nadie que pueda exponerlo ante el rey, fuera de los dioses, cuya morada no está con los mortales». 12 El rey se enfureció terriblemente a causa de esto, y ordenó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. 13 Se promulgó el decreto de hacer morir a los sabios, y también se buscó a Daniel y a sus compañeros para darles muerte. 14 Entonces Daniel se dirigió con cautela y discreción a Arioc, capitán de guardias del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 El tomó la palabra y dijo a Arioc, comandante del rey: «¿Por qué este decreto tan perentorio de parte del rey?». Arioc informó del asunto a Daniel 16 y este fue a pedir al rey que le concediera un plazo para exponerle la interpretación. 17 Daniel se fue a su casa e informó del asunto a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18 instándolos a implorar misericordia ante el Dios del cielo acerca de aquel misterio, a fin de que no los hicieran perecer, a ellos y a él, con el resto de los sabios de Babilonia. 19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en una visión nocturna, y él bendijo al Dios del cielo. 20 Daniel tomó la palabra y exclamó: «Bendito sea el nombre de Dios, desde siempre y para siempre, porque a él pertenecen la sabiduría y la fuerza. 21 El hace alternar los tiempos y las estaciones, él depone y entroniza a los reyes, da la sabiduría a los sabios y el conocimiento a los que saben discernir. 22 El revela las cosas profundas y ocultas, conoce lo que está en las tinieblas y la luz habita junto a él. 23 A ti, Dios de mis padres, yo te alabo y glorifico, porque me has dado la sabiduría y la fuerza; y ahora me has manifestado lo que te habíamos pedido, porque nos has hecho conocer lo concerniente al rey». 24 A causa de esto, Daniel se presentó a Arioc, a quien el rey había encargado ejecutar a los sabios de Babilonia, y le habló de esta manera: «No hagas morir a los sabios de Babilonia. Llévame ante la presencia del rey, y yo le expondré la interpretación». 25 Arioc llevó rápidamente a Daniel ante la presencia del rey, y le dijo: «He hallado entre los deportados de Judá a un hombre que hará conocer al rey la interpretación». 26 El rey tomó la palabra y dijo a Daniel, llamado Beltsasar: «¿Eres tú capaz de darme a conocer el sueño que tuve y su interpretación?». 27 Daniel respondió ante el rey, diciendo: «El rey interroga sobre un misterio que no se lo puede aclarar ningún sabio, adivino, mago o astrólogo. 28 Sin embargo, hay en el cielo un Dios que revela los misterios, y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá en los días venideros. Tu sueño y las visiones de tu imaginación, cuando estabas en tu lecho, fueron estos: 29 A ti, mientras estabas en tu lecho, te sobrevinieron pensamientos acerca de lo que va a suceder en adelante, y el que revela los misterios te ha hecho conocer lo que va a suceder. 30 En cuanto a mí, este misterio me ha sido revelado no porque yo tenga una sabiduría superior a la de todos los vivientes, sino para que se ponga de manifiesto al rey la interpretación, y así conozcas los pensamientos de tu corazón. 31 Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante. 32 Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; 33 sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla. 34 Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. 35 Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra. 36 Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey. 37 Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria; 38 él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú. 39 Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. 40 Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo –como el hierro que destroza– él los triturará y destrozará a todos ellos. 41 También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez de hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; 42 pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. 43 Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla. 44 Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre, 45 porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe». 46 Entonces el rey Nabucodonosor cayó con el rostro en tierra, se postró delante de Daniel y ordenó que le ofrecieran oblaciones y perfumes de aroma agradable. 47 El rey se dirigió a Daniel y le dijo: «Realmente, el Dios de ustedes es el Dios de los dioses, el Señor de los reyes, y el que revela los misterios, porque tú has podido revelarme este misterio». 48 Luego el rey confirió a Daniel un alto rango y le otorgó numerosos y magníficos regalos. Le dio autoridad sobre toda la provincia de Babilonia y lo hizo jefe de todos los sabios de Babilonia. 49 Daniel rogó al rey que pusiera al frente de la administración de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed Negó, y él permaneció en la corte del rey.



Eclesiástico 38,1-23
1 Honra al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado el Señor. 2 La curación procede del Altísimo, y el médico recibe presentes del rey. 3 La ciencia del médico afianza su prestigio y él se gana la admiración de los grandes. 4 El Señor hizo brotar las plantas medicinales, y el hombre prudente no las desprecia. 5 ¿Acaso una rama no endulzó el agua, a fin de que se conocieran sus propiedades? 6 El Señor dio a los hombres la ciencia, para ser glorificado por sus maravillas. 7 Con esos remedios el médico cura y quita el dolor, y el farmacéutico prepara sus ungüentos. 8 Así, las obras del Señor no tienen fin, y de él viene la salud a la superficie de la tierra. 9 Si estás enfermo, hijo mío, no seas negligentes, ruega al Señor, y él te sanará. 10 No incurras en falta, enmienda tu conducta y purifica tu corazón de todo pecado. 11 Ofrece el suave aroma y el memorial de harina, presenta una rica ofrenda, como si fuera la última. 12 Después, deja actuar al médico, porque el Señor lo creó; que no se aparte de ti, porque lo necesitas. 13 En algunos casos, tu mejoría está en sus manos, 14 y ellos mismos rogarán al Señor que les permita dar una alivio y curar al enfermo, para que se restablezca. 15 El hombre que peca delante de su Creador, ¡que caiga en manos del médico! 16 Hijo mío, por un muerto, derrama lágrimas, y entona un lamento, como quien sufre terriblemente. Entierra su cadáver en la forma establecida y no descuides su sepultura. 17 Llora amargamente, golpéate el pecho, y observa el duelo que él se merece, uno o dos días, para evitar comentarios, y luego consuélate de tu tristeza. 18 Porque la tristeza lleva a la muerte y un corazón abatido quita las fuerzas. 19 En la desgracia la tristeza es permanente, y el corazón maldice una vida miserable. 20 No te dejes llevar por la tristeza, aléjala, acordándote de tu fin. 21 Nunca lo olvides: ¡no hay camino de retorno! Al muerto, no podrás serle útil y te harás mal a ti. 22 «Recuerda mi destino, que será también el tuyo: ayer a mí y hoy a ti». 23 Ya que el muerto descansa, deja en paz su memoria, y trata de consolarte, porque ha partido su espíritu.



Apocalipsis 9
1 Cuando el quinto Angel tocó la trompeta, vi una estrella que había caído del cielo a la tierra. La estrella recibió la llave del pozo del Abismo, 2 y cuando abrió el pozo, comenzó a subir un humo, como el de un gran horno, que oscureció el sol y el aire. 3 Del humo salieron langostas que se expandieron por toda la tierra, y estas recibieron un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. 4 Se les ordenó que no dañaran las praderas ni las plantas ni los árboles, sino solamente a los hombres que no llevaran la marca de Dios sobre la frente. 5 Se les permitió, no que los mataran, sino que los atormentaran durante cinco meses, con un dolor parecido al que produce la picadura del escorpión. 6 En aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la encontrarán; querrán morir, pero la muerte huirá de ellos. 7 Las langostas parecían caballos equipados para la guerra: tenían en su cabeza algo parecido a coronas doradas y su rostro era semejante al rostro humano. 8 Su cabello era como el de las mujeres y sus dientes como dientes de leones. 9 Su tórax parecía una coraza de hierro; y el zumbido de sus alas era como el ruido de carros de muchos caballos corriendo al combate. 10 Tenían colas con un aguijón como los escorpiones, y en ellas residía el poder para dañar a los hombres durante cinco meses. 11 Su rey era el Angel del Abismo, cuyo nombre es «Destructor»: «Abadón», en hebreo, y «Apolión», en griego. 12 La primera calamidad ha pasado, pero sepan que todavía faltan dos más. 13 Cuando el sexto Angel tocó la trompeta, escuché una voz que provenía de los cuatro ángulos del altar de oro que está delante de Dios. 14 Y esa voz dijo al sexto Angel, al que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro Angeles que están encadenados junto al gran río Eufrates». 15 Y fueron soltados los cuatro Angeles que estaban preparados para la hora, el día, el mes y el año en que debían exterminar a una tercera parte de los hombres. 16 Su ejército constaba de doscientos millones de jinetes: yo pude oír este número. 17 En la visión vi así a los caballos y a los jinetes: los jinetes llevaban corazas de fuego, de jacinto y de azufre; la cabeza de los caballos se parecía a la de los leones, y su boca vomitaba fuego, humo y azufre. 18 Una tercera parte de los hombres fue exterminada por estas tres plagas: el fuego, el humo y el azufre que salía de la boca de los caballos. 19 Porque el poder de esos caballos reside en su boca y en sus colas: sus colas son como serpientes, que tienen cabezas con las cuales hacen daño. 20 Y el resto de los hombres que no habían sido dañados por las plagas, no se arrepintieron de sus obras ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que son incapaces de ver, de oír y de caminar. 21 No, ellos no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de sus fornicaciones, ni de sus robos.