DIA 319--Baruc 3--4 Eclesiástico 26 Juan 16


Baruc 3
1 Señor todopoderoso, Dios de Israel, es un alma angustiada y un espíritu acongojado el que grita hacia ti.
2 Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
3 Tú permaneces para siempre, mientras que nosotros perecemos para siempre.
4 Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades.
5 No te acuerdes de las injusticias de nuestros padres, sino acuérdate en este momento de tu mano y de tu Nombre.
6 Porque tú eres el Señor, nuestro Dios, y nosotros te alabaremos, Señor .
7 Sí, tú has infundido tu temor en nuestro corazón, para que invocáramos tu Nombre, y nosotros te alabaremos en nuestro exilio, porque hemos arrojado de nuestro corazón toda la injusticia de nuestros padres que pecaron contra ti.
8 Aquí estamos hoy en la tierra de nuestro exilio donde tú nos has dispersado, soportando el oprobio, la maldición y la condena, por todas las injusticias de nuestros padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.
9 Escucha, Israel, los mandamientos de vida; presta atención para aprender a discernir.
10 ¿Por qué, Israel, estás en un país de enemigos y has envejecido en una tierra extranjera?
11 ¿Por qué te has contaminado con los muertos, contándote entre los que bajan al Abismo?
12 ¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría!
13 Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.
14 Aprende dónde está el discernimiento, dónde está la fuerza y dónde la inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la paz.
15 ¿Quién ha encontrado el lugar de la Sabiduría, quién ha penetrado en sus tesoros?
16 ¿Dónde están los jefes de las naciones, los que dominaban las bestias de la tierra
17 y se divertían con las aves del cielo; los que atesoraban la plata y el oro, en los que los hombres ponen su confianza, y cuyas posesiones no tenían límite;
18 los que trabajaban la plata con tanto cuidado, que sus obras sobrepasan la imaginación?
19 Ellos han desaparecido, han bajado al Abismo, y han surgido otros en su lugar.
20 Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no han conocido el camino de la ciencia,
21 no han comprendido sus senderos. Tampoco sus hijos la han alcanzado y se han alejado de sus caminos.
22 No se oyó nada de ella en Canaán, ni se la vio en Temán.
23 Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos.
24 ¡Qué grande, Israel, es la morada de Dios, qué extenso es el lugar de su dominio!
25 ¡Es grande y no tiene fin, excelso y sin medida!
26 Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra.
27 Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia;
28 ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez.
29 ¿Quién subió al cielo para tomarla y hacerla bajar de las nubes?
30 ¿Quién atravesó el mar para encontrarla y traerla a precio de oro fino?
31 Nadie conoce su camino, ni puede comprender su sendero.
32 Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró con su inteligencia; el que formó la tierra para siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos;
33 el que envía la luz, y ella sale, la llama, y ella obedece temblando.
34 Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia:
35 él las llama, y ellas responden: «Aquí estamos», y brillan alegremente para aquel que las creó.
36 ¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él!
37 El penetró todos los caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su servidor, y a Israel, su predilecto.
38 Después de esto apareció sobre la tierra, y vivió entre los hombres.


Baruc 4
1 La Sabiduría es el libro de los preceptos de Dios, y la Ley que subsiste eternamente: los que la retienen, alcanzarán la vida, pero los que la abandona, morirán.
2 Vuélvete, Jacob, y tómala, camina hacia el resplandor, atraído por su luz.
3 No cedas a otro tu gloria, ni tus privilegios a un pueblo extranjero.
4 Felices de nosotros, Israel, porque se nos dio a conocer lo que agrada a Dios.
5 ¡Animo, pueblo mío, memorial viviente de Israel!
6 Ustedes fueron vendidos a las naciones, pero no para ser aniquilados; es por haber excitado la ira de Dios, que fueron entregados a sus enemigos.
7 Ustedes irritaron a su Creador, ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios;
8 olvidaron al Dios, eterno, el que los sustenta, y entristecieron a Jerusalén, la que los crió.
9 Porque ella, al ver que la ira del Señor se desencadenaba contra ustedes, exclamó: «Escuchen, ciudades vecinas de Sión: Dios me ha enviado un gran dolor.
10 Yo he visto el cautiverio que el Eterno infligió a mis hijos y a mis hijas.
11 Yo los había criado gozosamente y los dejé partir con lágrimas y dolor.
12 Que nadie se alegre al verme viuda y abandonada por muchos. Estoy desolada por los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios:
13 ellos no conocieron sus preceptos, no siguieron los caminos de sus mandamientos ni anduvieron por las sendas de la instrucción, conforme a su justicia.
14 ¡Que vengan las vecinas de Sión, y recuerden el cautiverio que el Eterno infligió a mis hijos y a mis hijas!
15 Porque él hizo venir contra ellos a una nación lejana, una nación insolente, de lengua desconocida, que no respetó al anciano ni tuvo compasión del niño;
16 que se llevó a los hijos queridos de la viuda y la dejó desolada, privándola de sus hijas.
17 Y yo ¿cómo podré socorrerlos?
18 El mismo que les infligió esos males los librará de las manos de sus enemigos.
19 ¡Vayan, hijos, vayan, mientras yo me quedo desolada!
20 Yo me quité el vestido de fiesta, me puse ropa de suplicante y clamaré al Eterno mientras viva.
21 ¡Animo, hijos, clamen a Dios, y él los librará de la tiranía y del poder de sus enemigos!
22 Porque yo espero que el Eterno les dará la salvación, y el Santo me ha llenado de alegría por la misericordia que pronto les llegará del Eterno, su Salvador.
23 Yo los dejé partir con dolor y lágrimas, pero Dios los hará volver a mí, con gozo y alegría para siempre.
24 Así como ahora las ciudades vecinas de Sión están viendo el cautiverio de ustedes, así verán pronto la salvación que les llegará de Dios, con la gran gloria y el esplendor del Eterno.
25 Hijos, soporten con paciencia la ira que les ha sobrevenido de parte de Dios. Tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y pondrás tu pie sobre su cuello.
26 Mis tiernos hijos han recorrido ásperos caminos, fueron llevados como un rebaño arrebatado por el enemigo.
27 ¡Animo, hijos, clamen a Dios, porque aquel que los castigó se acordará de ustedes!
28 Ya que el único pensamiento de ustedes ha sido apartarse de Dios, una vez convertidos, búsquenlo con un empeño diez veces mayor.
29 Porque el que atrajo sobre ustedes estos males les traerá, junto con su salvación, la eterna alegría».
30 ¡Animo, Jerusalén! El que te dio un nombre te consolará.
31 ¡Ay de los que te maltrataron y se alegraron de tu caída!
32 ¡Ay de las ciudades que esclavizaron a tus hijos, ay de aquella que recibió a tus hijos!
33 orque así como ella se alegró de tu caída y se regocijó por tu ruina, así se afligirá por su propia desolación.
34 Yo le quitaré su alegría de ciudad populosa, y su jactancia se convertirá en duelo.
35 Caerá fuego sobre ella de parte del Eterno durante muchos días, y será morada de los demonios por muy largo tiempo.
36 Mira hacia el Oriente, Jerusalén, y contempla la alegría que te viene de Dios.
37 Ahí llegan tus hijos, los que habías visto partir; llegan reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo por la gloria de Dios.



Eclesiástico 26
1 ¡Feliz el marido de una buena esposa: se duplicará el número de sus días!
2 La mujer hacendosa es la alegría de su marido y él vivirá en paz hasta el último de sus días.
3 Una buena esposa es una gran fortuna, reservada en suerte a los que temen al Señor:
4 sea rico o pobre, su corazón será dichosos y su rostro estará radiante en todo momento.
5 Hay tres cosas que me inspiran temor, y por la cuarta imploro misericordia: ciudad dividida, multitud amotinada y falsa acusación son más penosas que la muerte.
6 Pero pesadumbre y duelo es la mujer celosa de su rival, y en todo está presente el flagelo de la lengua.
7 Un yugo mal ajustado es una mala mujer: tratar de sujetarla es agarrar un escorpión.
8 Una mujer bebedora provoca indignación: ella no podrá ocultar si ignominia.
9 en el descaro de la mirada y en sus pupilas se reconoce la procacidad de una mujer.
10 Redobla la guardia ante una joven atrevida, no sea que descubra una ocasión se aproveche.
11 Cuídate de las miradas provocativas y no te sorprendas si te incitan al mal.
12 Ella abre la boca como un viajero sediento y bebe toda el agua que se le ofrece; se sienta ante cualquier estaca y abre su aljaba a todas las flechas.
13 La gracia de una mujer deleita a su marido y su buen juicio lo llena de vigor.
14 Una mujer discreta es un don del Señor y no tiene precio la esposa bien educada.
15 Una mujer pudorosa es la mayor de las gracias y no hay escala para medir a la que es dueña de sí misma.
16 Como el sol que se eleva por las alturas del Señor, así es el encanto de la buena esposa es una casa ordenada.
17 Como una lámpara que brilla sobre el candelabro sagrado, así es la belleza del rostro sobre un cuerpo esbelto.
18 Columnas de oro sobre un zócalo de plata son las piernas hermosas sobres talones firmes.
28 Hay dos cosas que me entristecen y por una tercera se enciende mi enojo: un guerrero sumido en la indigencia, los hombres inteligentes tratados con desprecio y el que vuelve de la justicia al pecado: a este, el Señor lo destina a la espada.
29 Difícilmente un comerciante se libra de incurrir en falta, y un negociante no estará exento de pecado.



Juan 16
1 «Les he dicho esto para que no se escandalicen.
2 Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
3 Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
4 Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.
5 Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?».
6 Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.
7 Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
8 Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
9 El pecado está en no haber creído en mí.
10 La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.
11 Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
12 Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
13 Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
14 El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
15 Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes».
16 Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver».
17 Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: «¿Qué significa esto que nos dice: «Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver?».
18 Decían: «¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir».
19 Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: «Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: «Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver».
20 Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.
21 La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
22 También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
23 Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
24 Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta.
25 Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre.
26 Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes,
27 ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.
28 Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre».
29 Sus discípulos le dijeron: «Por fin hablas claro y sin parábolas.
30 Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios».
31 Jesús les respondió: «¿Ahora creen?
32 Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo».