DIA 193--2 Crónicas 19--21 Proverbios 20,1-15 Romanos 11



2 Crónicas 19
1 Cuando Josafat, rey de Judá, regresaba sano y salvo a su casa, a Jerusalén, 2 le salió al encuentro Jehú, hijo de Jananí, el vidente, y le dijo al rey: «¿Debías tú ayudar al malo y favorecer a los que aborrecen a Yavé? Por esto ha caído sobre ti la cólera de Yavé. 3 Sin embargo, algo bueno ha sido hallado en ti: quitaste de tu país los troncos sagrados y te dedicaste a buscar a Dios.»
4 Josafat permaneció en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo desde Bersebá hasta los cerros de Efraím, y los convirtió a Yavé, el Dios de sus padres. 5 Estableció jueces en todo el país, en todas y cada una de las ciudades amuralladas de Judá, 6 y les dijo a los jueces: «Miren bien lo que hacen, porque ustedes no juzgan en nombre de los hombres, sino en nombre de Yavé, que está con ustedes cuando administran justicia. 7 Que el temor a Yavé esté con ustedes. Cuiden bien lo que hacen, porque Yavé, nuestro Dios, no tolera que se hagan favores a uno más que a otro; no soporta a los jueces pervertidos ni a los que se dejan comprar con regalos.»
8 También en Jerusalén Josafat estableció levitas, sacerdotes y jefes de familias de Israel, que administraran la justicia de Yavé y arreglaran los pleitos. Estos vivían en Jerusalén. 9 Les dio esta orden: «Obrarán en todo con el temor de Yavé, siendo íntegros y correctos en todo. 10 En todo pleito que les llegue de parte de sus hermanos que habitan en sus ciudades, ya sean causas de sangre o cuestiones de la Ley, de los mandamientos, decretos y sentencias, tienen que instruirlos, a fin de que no pequen contra Yavé. De otro modo, Yavé se enojaría contra ustedes y contra sus hermanos. 11 Actúen así y no cometan pecados. El sumo sacerdote Amarías los dirigirá en todos los asuntos de Yavé, y Zabedías, hijo de Ismael, príncipe de la tribu de Judá, en todos los asuntos del rey. Los levitas les servirán de escribas. Sean valientes y eficaces. ¡Yavé esté con el bueno!»



2 Crónicas 20
1 Después de esto, los hombres de Moab y la gente de Amón, y con ellos algunos maonitas, vinieron a pelear contra Josafat. 2 Le avisaron a Josafat diciendo: «Viene contra ti una gran muchedumbre de gente del otro lado del mar de Edom, que están ya en Jesasón-Tamor, o sea, Engadí.»
3 Josafat tuvo miedo y consultó a Yavé, ordenando un ayuno a todo Judá. 4 Los judíos se reunieron para suplicar a Yavé y, de todas las ciudades de Judá, llegaron para rogar a Yavé. 5 Entonces Josafat se puso de pie en medio de la asamblea de Judá en Jerusalén, en la Casa de Yavé, delante del patio nuevo.
6 Dijo: «Yavé, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en el cielo y no dominas tú en todos los reinos de las naciones? En tu mano está el poder y la fortaleza sin que nadie pueda resistirte. 7 ¿No has sido tú, oh Dios nuestro, el que expulsaste a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a los descendientes de tu amigo Abraham para siempre? 8 Ellos la han habitado y han edificado un santuario para tu nombre diciendo: 9 Si viene sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante de esa Casa y delante de ti, porque tu Nombre reside en esta Casa. Clamaremos a ti en nuestra angustia, y tú oirás y nos salvarás.
10 Pero mira a los hijos de Amón, de Moab y del norte de Seír, adonde no dejaste entrar a Israel cuando salía de la tierra de Egipto, y por orden tuya Israel se apartó de ellos sin destruirlos. 11 Ahora nos pagan viniendo a echarnos de la heredad que tú nos has dado. 12 Oh Dios nuestro, ¿no harás justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza para hacer frente a esta gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven a ti.»
13 Todo Judá estaba de pie ante Yavé con sus niños, mujeres e hijos. 14 Entonces en medio de la asamblea vino el Espíritu de Yavé sobre Jazaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, 15 y dijo: «Atiende, pueblo de Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat. Esto les dice Yavé: No teman ni se asusten ante esta gran muchedumbre; porque esta guerra no es de ustedes sino de Yavé. 16 Bajen contra ellos mañana; ellos van a subir por la cuesta de Sis, de manera que los encontrarán al extremo del torrente, junto al desierto de Jeruel. 17 No tendrán que pelear en este lugar sino que se pararán y verán la salvación de Yavé sobre ustedes, oh Judá y Jerusalén. No teman ni se acobarden, salgan mañana al encuentro de ellos pues Yavé estará con ustedes.»
18 Entonces Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante Yavé para adorarlo. 19 Los levitas de las familias quehatita y coreíta se levantaron y alabaron con gritos a Yavé, el Dios de Israel.
20 Al día siguiente se levantaron temprano y salieron al desierto de Tecoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie, dijo: «Escuchen, Judá y habitantes de Jerusalén, tengan confianza en Yavé su Dios y estarán seguros, tengan confianza en sus profetas y triunfarán.»
21 Después, habiendo conversado con el pueblo, dispuso a los cantores de Yavé y a los salmistas que marcharían al frente de las tropas vestidos de ornamentos sagrados: «Alaben a Yavé porque es eterno su amor.»
22 En el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas, Yavé preparó una trampa en que cayeron los hijos de Amón, los de Moab y los del monte Seír que habían venido para atacar a Judá. 23 Pues los amonitas y los moabitas se echaron sobre los habitantes de los cerros de Seír para destruirlos y acabar con ellos; y cuando acabaron con ellos, se mataron unos a otros.
24 Cuando los de Judá llegaron a la cumbre desde donde se divisa el desierto, vieron todo el campo cubierto de cadáveres sin que uno solo hubiera quedado con vida. 25 Entonces Josafat con todo su ejército llegaron para recoger los despojos y hallaron gran cantidad de ganado, vestidos y objetos preciosos. Fue tanto el botín, que tres días no fueron suficientes para juntarlo todo, y no sabían cómo llevarlo.
26 Al cuarto día se reunieron en el valle de Beraká. Por eso se llama aquel lugar valle de Beraká, que significa bendición, hasta el día de hoy, pues allí los bendijo Yavé. 27 Después, todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat al frente, regresaron con gran alegría a Jerusalén, porque Yavé los había colmado de gozo a expensas de sus enemigos. 28 Entraron en Jerusalén con salterios, cítaras y trompetas dirigiéndose a la Casa de Yavé.
29 El terror de Yavé cayó sobre todos los países vecinos cuando supieron que él había vencido a los enemigos de Israel. 30 Entre tanto el reinado de Josafat fue tranquilo, y su Dios le dio paz por todos lados.
31 Josafat reinó sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre Azubá era hija de Siljí. 32 Siguió en todo el camino de su padre Asá, sin desviarse de él, haciendo lo que era correcto a los ojos de Yavé.
33 Con todo, no desaparecieron los santuarios de las lomas, pues el pueblo aún no se había convertido al Dios de sus padres. 34 Lo demás referente a Josafat, del comienzo al fin, está escrito en la historia de Jehú, hijo de Jananí, que se halla insertada en el libro de los Reyes de Israel.
35 Después de esto, Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, que hacía el mal. 36 Se asoció con él para construir barcos que hicieran viajes a Tarsis y fabricaron los barcos en Asiongaber. 37 Entonces Eliezer, hijo de Bodavías, de Maresá, profetizó contra Josafat, diciendo: «Porque te has aliado con Ocozías, Yavé ha destruido tus proyectos.» En efecto, las naves fueron destrozadas y no llegaron a Tarsis.



2 Crónicas 21
Joram

1 Cuando Josafat murió lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David y su hijo Joram lo sucedió.
2 Joram tenía seis hermanos, hijos de Josafat, que eran: Azarías, Jejiel, Zaca rías, Azarías, Miguel y Sefatías. Todos éstos eran hijos de Josafat, rey de Israel. 3 Su padre les había dado grandes cantidades de plata, oro y objetos preciosos y ciudades amuralladas en Judá; pero entregó el reino a Joram, porque era el primogénito.
4 Joram tomó posesión del trono de su padre; y cuando se sintió fuerte, pasó a cuchillo a todos sus hermanos y también a algunos de los jefes de Israel. 5 Treinta y dos años tenía Joram cuando empezó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. 6 Se portó como los reyes de Israel e hizo como había hecho la gente de Ajab, porque se había casado con una mujer de la familia de Ajab y se portó mal con Yavé.
7 Pero Yavé no quiso destruir la descendencia de David, a causa de la alianza que había hecho con David, cuando le prometió que le guardaría siempre una lámpara a él y a sus hijos.
8 Por aquellos días se rebeló Edom, sacudiendo el yugo de Judá, y se proclamó un rey propio. 9 Joram con sus jefes y con todos sus carros de guerra salió de noche y derrotó a los edomitas, que lo tenían cercado, a él y a los jefes de sus carros de guerra. 10 Así se rebeló Edom del yugo de Judá hasta el día de hoy. Por ese mismo tiempo Libná se rebeló también contra él, porque había abandonado a Yavé, el Dios de sus padres.
11 Construyó asimismo santuarios altos en los montes de Judá, incitó a la prostitución a los habitantes de Jerusalén y empujó a ella a todo Judá. 12 Le llegó un escrito de parte del profeta Elías que decía: «Así dice Yavé, el Dios de tu padre David: No has seguido los caminos de tu padre Josafat, ni los caminos de Asá, rey de Judá, 13 sino que has andado por los caminos de los reyes de Israel, y has prostituido a Judá y a los habitantes de Jerusalén siguiendo las prostituciones de la familia de Ajab; también has dado muerte a tus hermanos de la familia de tu padre que eran mejores que tú. 14 Por eso, Yavé castigará con terribles azotes a tu pueblo, tus hijos, tus mujeres y todos tus bienes; 15 tú mismo padecerás una enfermedad en el vientre tan maligna, que irás echando las entrañas poco a poco un día tras otro.»
16 Yavé hizo que se levantaran contra Joram los filisteos y los árabes, vecinos de los etíopes. 17 Subieron contra Judá y lo invadieron, llevándose todas las riquezas que hallaron en la casa del rey y también a sus hijos y a sus mujeres, no dejándole otro hijo que Ocozías, el menor.
18 Después de todo esto lo hirió Yavé con una enfermedad incurable en el vientre 19 y al cabo de un tiempo, al fin del segundo año, se le salieron las entrañas y murió en medio de terribles dolores. El pueblo no quemó perfumes por él, como lo había hecho por su padre.
20 Tenía treinta y dos años cuando empezó a reinar y reinó en Jerusalén ocho años. Se fue sin que nadie lo llorara; y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.



Proverbios 20,1-15
1 El vino lo pone a uno sarcástico, el alcohol excita: el que se da a ellos no será un sabio.
2 La cólera del rey es como el rugido del león; el que la provoca arriesga su vida.
3 Poner fin a las querellas engrandece al hombre; el que no se domina es un tonto.
4 El flojo no trabajó en el otoño; ¡cuando llegue el verano buscará, pero nada!
5 Aguas profundas son los proyectos del corazón; los inteligentes sacan de allí.
6 De mucha gente se dice que son buenos, pero ¿quién hallará a un hombre fiel?
7 El justo que lleva una vida irreprochable; ¡felices sus hijos después de él!
8 En cuanto se sienta el rey en su tribunal, le salta a la vista todo lo malo.
9 ¿Quién puede decir: mi corazón es puro, estoy limpio de todo pecado?
10 ¡Peso doble y medida doble: dos cosas que aborrece Yavé!
11 Por sus actos demuestra el muchacho si su vida será justa y honrada.
12 Al oído que oye, al ojo que ve, a ambos los hizo Yavé.
13 No te acostumbres a dormitar, vendría la pobreza; ten abiertos los ojos y tendrás pan.
14 «¡Mal negocio, mal negocio!» dice el comprador, pero se va contento.
15 Hay oro, hay muchas perlas, pero lo más precioso es el saber.



Romanos 11
Un resto de Israel se ha salvado

1 Entonces debo preguntar: ¿Es posible que Dios haya rechazado a su pueblo? ¡Por supuesto que no! Yo también soy is raelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín. 2 No, Dios no ha rechazado a su pueblo, al que de antemano conoció. ¿No se acuerdan de lo que dice la Escritura acerca de Elías, cuando éste acusaba a Israel ante Dios? 3 Señor, han dado muerte a tus profetas, han derribado tus altares; he quedado yo solo y, además, quieren matarme. 4 Y ¿cuál fue la respuesta? Me he reservado siete mil hombres que no se han arrodillado ante Baal. 5 Lo mismo ocurre ahora: queda un resto escogido por pura gracia.
6 Yo digo por gracia, y no porque cumplían. De otra manera la gracia no sería gracia. 7 Y entonces, ¿qué? Israel no encontró lo que buscaba, pero sí lo encontraron esos elegidos mientras los demás se endurecían. 8 Dice la Escritura: Dios los embruteció, sus ojos no ven y sus oídos no oyen hasta el día de hoy. 9 Y David dice: Que sus banquetes sean trampa y un lazo, una piedra donde caigan ellos mismos y encuentren ahí su castigo. 10 Que sus ojos se oscurezcan y no vean, y que anden siempre con la espalda encorvada.
No desprecies al que tropezó
11 De nuevo pregunto: ¿Tropezaron y cayeron para no volver a levantarse? De ninguna manera. A consecuencia de su traspié la salvación ha sido llevada a los paganos, y esto será un desafío para ellos. 12 Si la caída de Israel fue una riqueza para el mundo, y lo que perdieron enriqueció a las naciones paganas, ¡como será cuando Israel alcance su plenitud! 13 A ustedes, que no son judíos, les digo: si yo, apóstol de los no-judíos, pongo tanto empeño en cumplir con mi oficio, 14 es porque quiero despertar los celos de mi raza y así salvar a algunos de ellos. 15 Si su exclusión ha sido reconciliación del mundo con Dios, ¿qué significará su reintegración sino que la vida resurge de entre los muertos?
16 Cuando se consagran a Dios las primicias, queda todo bendecido. Si la raíz es santa, lo serán también las ramas. 17 Ves que algunas ramas han sido cortadas, mientras que a ti te tomaron de un olivo silvestre para injertarte en el árbol bueno de ellos, beneficiándote así de la raíz y de la savia del olivo. 18 ¡No desprecies a esas ramas! ¿Cómo puedes sentirte superior? No eres tú el que sostiene la raíz, sino que es la raíz la que te sostiene a ti. 19 Dirás tal vez: «Cortaron las ramas para injertarme a mí.» 20 Muy bien, no creyeron y fueron desgajados, mientras que tú estás ahí gracias a la fe. Pero no seas orgulloso y vigila tus pasos. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, menos aún te perdonará a ti. 22 Fíjate que Dios es a la vez bondadoso y severo: severo con ellos, que cayeron, y bondadoso contigo, siempre que perseveres en el bien, pues de lo contrario tú también serás cortado.
23 En cuanto a ellos, si no se obstinan en rechazar la fe, serán injertados, pues Dios es capaz de injertarlos de nuevo. 24 Si tú fuiste sacado del olivo silvestre, que era tu misma especie, para ser injertado en el olivo bueno, que no era de tu especie, será mucho más fácil para ellos, que son de la misma especie del olivo.
Israel se salvará
25 Quiero, hermanos, que entiendan este misterio y no se sientan superiores. Una parte de Israel va a quedarse endurecida hasta que el conjunto de las naciones haya entrado; 26 entonces todo Israel se salvará, según dice la Escritura: De Sión saldrá el libertador que limpiará a los hijos de Jacob de todas sus faltas. 27 Y ésta es la alianza que yo haré con ellos después de borrar todos sus pecados.
28 Si los miramos desde el Evangelio, ellos son enemigos, lo que es para el bien de ustedes; pero ateniéndose a la elección, ellos son amados en atención a sus padres. 29 Porque Dios no se arrepiente de su llamado ni de sus dones. 30 Pues bien, ustedes, que no obedecían a Dios, fueron perdonados a través de la desobediencia de los judíos. 31 Ellos, a su vez, serán perdonados después de la actual desobediencia que les ha traído el perdón a ustedes. 32 Así Dios hizo pasar a todos por la desobediencia, a fin de mostrar a todos su misericordia.
33 ¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y la ciencia de Dios! ¿Cómo indagar sus decisiones o reconocer sus caminos? 34 ¿Quién entró jamás en los pensamientos del Señor? ¿A quién llamó para que fuera su consejero? 35 ¿Quién le dio primero para que Dios tenga que devolvérselo?
36 Todo viene de él, por él acontece y volverá a él. A él sea la gloria por siempre. ¡Amén!