DIA 188-- 2 Crónicas 4--6 Proverbios 17,16-28 Romanos 6




2 Crónicas 4
1 Construyó también un altar de bronce de veinte codos de largo, veinte codos de ancho y diez codos de alto. 2 Hizo una gran pileta de metal fundido, llamado el mar, de diez codos de borde a borde, enteramente redondo y de cinco codos de alto. Un cordón de treinta codos medía su contorno. 3 Debajo del borde había en todo el contorno unas como figuras de granadas, diez por cada lado, colocadas en dos órdenes, fundidas en una sola masa. 4 Se apoyaba sobre doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al oeste, tres mirando al sur y tres mirando al este.
4 El mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior. 5 El espesor de este vaso era de un palmo y su borde era como el de una copa, o como el de un lirio abierto: hacía tres mil medidas.
6 Hizo diez pilas, que dispuso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para hacer en ellas las purificaciones. En ellas se lavaban las víctimas del holocausto mientras el mar servía para las purificaciones de los sacerdotes. 7 Hizo candelabros de oro según la forma ordenada, y los colocó en el Lugar Santo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda. 8 Hizo también cien tazas de oro. 9 Construyó también el patio de los sacerdotes y el patio grande con sus puertas, revistiendo las puertas de bronce. 10 Colocó el mar al lado derecho, hacia el sureste.
11 Hiram hizo también las ollas, las paletas y las tazas.
12 Así acabó la obra que le había encargado el rey Salomón en la Casa de Dios: las dos columnas; las molduras de los capiteles que coronaban las columnas; los dos trenzados para cubrir las dos molduras de los capiteles que estaban sobre las columnas; 13 las cuatrocientas granadas de los dos trenzados, dos filas de granadas para cada trenzado; 14 las diez basas y las diez pilas sobre las basas; 15 el mar con los doce bueyes debajo de él, las ollas, las paletas y las tazas.
16 Todos los utensilios que hizo Hiram-Abi para el rey Salomón, para la Casa de Yavé, eran de bronce bruñido. 17 El rey los hizo fundir en la vega del Jordán, al vado de Adma, entre Surot y Sereda. 18 Salomón fabricó todos estos utensilios en tan gran cantidad que no se pudo calcular el peso del bronce.
19 Salomón hizo todos los objetos destinados a la Casa de Dios: el altar de oro, las mesas para los panes de la Ofrenda, 20 los candelabros con sus lámparas de oro fino que ardieran según el rito, delante del Lugar Santísimo; 21 las flores, las lámparas y las tijeras para cortar las mechas, todo de oro puro. 22 Igualmente los cuchillos, las copas, las tazas y los incensarios, de oro puro. Eran también de oro los goznes de las puertas interiores de la Casa hacia el Lugar Santísimo, y de las puertas de la Casa hacia el Lugar Santo.



2 Crónicas 5
1 Así fue concluida toda la obra que hizo Salomón para la Casa de Yavé. Salomón hizo traer todo lo que había sido consagrado por su padre David, la plata, el oro y todos los objetos, y lo puso en los tesoros de la Casa de Dios.
Llevan el Arca al Santuario
2 Entonces congregó Salomón en Jerusalén a todos los jefes de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los principales de las casas paternas de los hijos de Is rael, para hacer subir el Arca de la Alianza de Yavé desde la ciudad de David, que es Sión. 3 Se reunieron junto al rey todos los hombres de Israel, en la fiesta del mes séptimo. 4 Cuando llegaron todos los jefes de Israel, los levitas alzaron el Arca 5 y la llevaron junto a la Tienda de las Citas y todos los utensilios sagrados que había en la Tienda; los llevaron los sacerdotes y los levitas.
6 El rey Salomón, con toda la comunidad de Israel que se había reunido en torno a él, ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes sin número; no se pudo contar la muchedumbre de las víctimas. 7 Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza de Yavé a su lugar, al Santuario de la Casa, al Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines. 8 Pues los querubines extendían las alas por encima del Arca, cubriendo el Arca y sus varas por encima. 9 Las varas eran tan largas que se veían sus puntas desde el Lugar Santo, desde la parte anterior al Lugar Santísimo, pero no se veían desde fuera; y allí están hasta el día de hoy. 10 En el Arca había solamente las dos tablas que Moisés puso en ella, en el Horeb, cuando Yavé hizo alianza con los hijos de Israel a su salida de Egipto.
11 Cuando los sacerdotes salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaban presentes se habían santificado, sin hacer distinciones de clases, 12 mientras que todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Jedutún con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino, estaban de pie al oriente del altar tocando címbalos, salterios y cítaras y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas); 13 cuando, pues, se oyeron al mismo tiempo y al unísono los que tocaban las trompetas y los cantores, alabando y celebrando a Yavé; cuando alzaron la voz con las trompetas y con los címbalos y otros instrumentos de música para alabar a Yavé diciendo: «Porque es bueno, porque es eterno su amor», 14 en ese momento la Casa se llenó de la nube de la Gloria de Yavé y los sacerdotes no pudieron continuar en su servicio a causa de la nube, porque la Gloria de Yavé llenaba la Casa de Dios.


2 Crónicas 6
1 Entonces dijo Salomón: «Yavé ha dicho que habita en una espesa nube. 2 Yo te he edificado una Casa, un lugar donde habites para siempre.»
3 Se volvió el rey y bendijo a la asamblea de Israel, mientras todos estaban en pie. Dijo: 4 «Bendito sea Yavé, Dios de Israel, que habló por boca de mi padre David, y ha cumplido por su mano lo que dijo: 5 Desde que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, no he elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel, para edificar una Casa en la que esté mi nombre; ni elegí varón que estuviera al frente de mi pueblo Israel, 6 sino que he elegido a Jerusalén, para que esté allí mi Nombre, y elegí a David, para que esté al frente de mi pueblo Israel.
7 Mi padre David se preocupó por edificar una Casa para el Nombre de Yavé, Dios de Israel. 8 Pero Yavé dijo a mi padre David: Has hecho bien en preocuparte por edificar una Casa a mi Nombre. 9 Pero no edificarás tú la Casa, sino un hijo tuyo, nacido de tu sangre. 10 Yavé ha cumplido la promesa que dijo; he sucedido a mi padre David, me he sentado en el trono de Israel, como Yavé había dicho, y he construido la Casa para el Nombre de Yavé, Dios de Israel. 11 Allí he puesto el Arca, en la cual está la alianza de Yavé, el que pactó su alianza con los hijos de Israel.»
Oración de Salomón
12 Salomón se puso ante el altar de Yavé en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió las manos. 13 Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho y tres codos de alto, que había colocado en medio del patio; poniéndose sobre él se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel. Y extendiendo sus manos hacia el cielo dijo:
14 «Yavé, Dios de Israel, no hay Dios como tú en el cielo ni en la tierra; tú que guardas tu alianza y tu amor a tus siervos que te sirven con todo su corazón; 15 tú que has cumplido a favor de mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo prometiste, y con tu mano lo has cumplido este día. 16 Ahora, pues, Yavé, Dios de Israel, cumple a favor de tu siervo David, mi padre, la promesa que le hiciste cuando dijiste: Nunca será quitado de mi presencia el de los tuyos que te suceda sentado en el trono de Israel, con tal de que tus hijos sigan tu camino y anden en mi Ley, como tú has andado delante de mí.
17 Ahora, Yavé, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David. 18 Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los Cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido! 19 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yavé, Dios mío; escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace en tu presencia. 20 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre. ¡Escucha la oración que te dirige tu siervo en este lugar!
21 Oye, pues, las plegarias de tu siervo y las de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona.
22 Cuando un hombre peque contra su prójimo, y éste pronuncie una imprecación sobre él, haciéndolo jurar delante de tu altar en esta casa, 23 escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos y castiga al culpable, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, dándole según lo que merece.
24 Si Israel, tu pueblo, es vencido por el enemigo por haber pecado contra ti, pero se vuelven ellos y alaban tu nombre, rezando y suplicando ante ti en esta Casa, 25 escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.
26 Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si rezan en este lugar y alaban tu nombre, y se convierten de su pecado porque los humillaste, 27 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel (pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar) y manda lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia.
28 Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón, plaga en los árboles frutales, langostas, o pulgón, cuando su enemigo lo tenga bloqueado en una de sus ciudades, en todo azote y toda enfermedad; 29 si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y reconociendo su plaga y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa, 30 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón, y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de Adán, 31 para que te teman, caminando en tus caminos todos los días que vivan en la tierra que has dado a nuestros padres.
32 También al extranjero que no es de tu pueblo Israel, el que viene de un país lejano a causa de tu gran nombre, tu mano fuerte y tu brazo fuerte, cuando venga a rezar en esta Casa, 33 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz cuanto te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman como tu pueblo Is rael, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta Casa que yo he construido.
34 Si tu pueblo va a la guerra contra tus enemigos por el camino que tú le envías, si rezan a ti, vueltos hacia esta ciudad que tú has elegido, y hacia la Casa que yo he construido a tu nombre, 35 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia. 36 Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven cautivos a un país lejano o cercano, 37 si se convierten en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te suplican en la tierra de su destierro, diciendo: Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables; 38 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de su destierro al que fueron deportados, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo he edificado a tu nombre, 39 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados que cometieron contra ti.
40 Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. 41 Y ahora: ¡levántate, Yavé Dios, hacia tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza! ¡Que tus sacerdotes, Yavé Dios, se revistan de tu fuerza salvadora y tus fieles gocen de la felicidad! 42 Yavé, Dios mío, no rechaces el rostro de tu Ungido; acuérdate de tus favores a David, tu siervo.»


Proverbios 17,16-28
16 ¿De qué sirve el dinero en manos de un tonto? Como es tonto no comprará la sabiduría.
17 Un amigo te querrá en todo momento: te ha nacido un hermano en previsión de días malos.
18 Hay que ser bien ingenuo para servir de aval a otro y comprometerse en vez del otro.
19 Amar la discusión es buscar los golpes, el que toma un tono arrogante busca su propia desgracia.
20 El que actúa con doblez no hallará la felicidad; las malas lenguas caerán en desgracia.
21 El que echa un tonto al mundo le pesará; el padre del insensato no tendrá de qué alegrarse.
22 El buen humor hace bien al organismo; si el espíritu está triste los nervios se deprimen.
23 El malvado acepta regalos bajo cuerda para torcer la justicia.
24 El hombre inteligente tiene los ojos fijos en la sabiduría, las miradas del tonto vagabundean por los cuatro rincones del mundo.
25 Un hijo insensato es la amargura de su padre, y la tristeza de la que lo dio a luz.
26 No es nada bueno castigar a un inocente; golpear a personas honorables no se puede justificar.
27 El hombre con experiencia no habla demasiado, el inteligente se toma su tiempo antes de hablar.
28 Hasta un tonto pasaría por sabio si supiese callarse; mientras cierre la boca es inteligente.


Romanos 6
Por el bautismo hemos muerto con Cristo

1 ¿Qué conclusión sacaremos? ¿Continuaremos pecando para que la gracia venga más abundante? ¡Por supuesto que no! 2 Si hemos muerto al pecado, ¿cómo volveremos a vivir en él?
3 ¿No saben que todos nosotros, al ser bautizados en Cristo Jesús, hemos sido sumergidos en su muerte? 4 Por este bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros empezamos una vida nueva. 5 Si la comunión en su muerte nos injertó en él, también compartiremos su resurrección.
6 Como ustedes saben, el hombre viejo que está en nosotros ha sido crucificado con Cristo. Las fuerzas vivas del pecado han sido destruidas para que no sirvamos más al pecado. 7 Hemos muerto, ¿no es cierto? Entonces ya no le debemos nada. 8 Pero si hemos muerto con Cristo, debemos creer que también viviremos con él. 9 Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; desde ahora la muerte no tiene poder sobre él.
10 Así, pues, si hay una muerte para el pecado que es para siempre, también hay un vivir que es vivir para Dios. 11 Así también ustedes deben considerarse a sí mismos muertos para el pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
12 No dejen que el pecado tenga poder sobre este cuerpo —¡ha muerto!— y no obedezcan a sus deseos. 13 No le entreguen sus miembros, que vendrían a ser como armas perversas al servicio del pecado. Por el contrario, ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han vuelto de la muerte a la vida, y que sus miembros sean como armas santas al servicio de Dios. 14 El pecado ya no los volverá a dominar, pues no están bajo la Ley, sino bajo la gracia.
15 Díganme: el hecho de que ya no estemos bajo la Ley sino bajo la gracia, ¿nos autoriza a pecar? Claro que no. 16 Si se entregan a alguien como esclavos sumisos, ya serán esclavos de aquel a quien obedecen. Si ese dueño es el pecado, irán a la muerte, mientras que obedeciendo a la fe, alcanzarán una vida santa.
17 Así, pues, demos gracias a Dios, porque antes tenían como dueño al pecado, pero han obedecido de todo corazón a esa doctrina a la cual se han entregado. 18 Y, liberados del pecado, se hicieron esclavos del camino de justicia. 19 Ven que uso figuras muy humanas, pues tal vez les cueste entender.
19 Hubo un tiempo en que llevaron una vida desordenada e hicieron sus cuerpos esclavos de la impureza y del desorden, conviértanlos ahora en servidores de la justicia verdadera, para llegar a ser santos.
20 Cuando eran esclavos del pecado, se sentían muy libres respecto al camino de justicia. 21 Pero con todas esas cosas de las que ahora se avergüenzan, ¿cuál ha sido el fruto? Al final está la muerte. 22 Ahora, en cambio, siendo libres del pecado y sirviendo a Dios, trabajan para su propia santificación, y al final está la vida eterna. 23 El pecado paga un salario, y es la muerte. La vida eterna, en cambio, es el don de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.