1 Reyes 11
Las mujeres de Salomón
1 El rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras: 3 tuvo setecientas mujeres que eran princesas y trescientas concubinas, (además de la hija del faraón): Moabitas, amorreas, edomitas, sidonias e hititas (y sus mujeres pervirtieron su corazón). 2 Eran de esas naciones de las cuales había dicho Yavé: «Ustedes no entrarán en sus casas ni ellas en las de ustedes, porque seguramente los arrastrarán tras otros dioses». Pero Salomón se apegó a ellas, las amó.
4 Cuando Salomón fue de edad, sus mujeres arrastraron su corazón tras otros dioses; ya no fue totalmente de Yavé Dios como lo había sido su padre David. 5 Salomón siguió a Astarté, la diosa de los sidonios y a Milcom, la abominación de los amorreos. 6 Hizo lo que no gusta a Yavé en vez de obedecer perfectamente como su padre David. 7 Por ese entonces construyó en el cerro, al este de Jerusalén, un santuario a Quemos, la abominación de Moab, y otro a Milcom, la abominación de los amorreos. 8 Eso hizo para todas sus mujeres extranjeras que ofrecían incienso y sacrificios a sus dioses.
9 Yavé se enojó con Salomón porque se había apartado de Yavé Dios de Israel, el que, sin embargo, se le había aparecido dos veces 10 y le había prohibido que siguiera a otros dioses. Salomón no respetó las órdenes de Yavé, 11 y Yavé le dijo: «Ya que tú me has tratado así y no has observado mi alianza ni las leyes que te había dado, te quitaré el reino y se lo daré a tu servidor; está decidido. 12 No haré esto mientras vivas, en consideración a tu padre David, pero a tu hijo se lo quitaré. 13 Y aún así, no le quitaré todo el reino, le dejaré una tribu en consideración a David mi servidor y a Jerusalén que yo elegí».
Los enemigos de Salomón
14 Yavé le dio a Salomón un adversario, Hadad, que era de la familia real de Edom. 15 Cuando David venció a Edom y Joab, el jefe del ejército, fue allá a enterrar a los muertos, dio muerte a todos los varones de Edom. 16 Joab estuvo seis meses con Israel hasta exterminar completamente a todos los varones de Edom. 17 Pero Hadad había huido junto con edomitas servidores de su padre y refugiádose en Egipto; Hadad era aún muy joven en ese tiempo. 18 Partiendo de Madián, llegaron a Parán, luego continuaron llevando consigo a hombres de Parán. Así llegaron a Egipto donde el faraón, rey de Egipto, quien le dio una casa, víveres y tierras.
19 El faraón apreciaba a Hadad, le dio como esposa a la hermana de su mujer (esposa real se dice Tafnés en egipcio). 20 La hermana de Tafnés dio un hijo a Hadad, al que llamó Genubat. Tafnés educó a Genubat en la casa del faraón; vivía en el palacio junto con los hijos del faraón.
21 Hadad se enteró en Egipto que había muerto David y también Joab, jefe del ejército; entonces dijo al faraón: «Déjame volver a mi país». 22 El faraón le respondió: «Si nada te falta a mi lado, ¿para qué vas a volver a tu país?» Le dijo: «Es cierto que nada me falta, pero, déjame volver». Hadad regresó pues a su país lleno de odio contra Israel, y llegó a ser rey de Edom.
23 Dios le dio otro adversario a Salomón, Rezón hijo de Elyadá. Había huido de la casa de su patrón Hadadecer, rey de Soba, 24 se le había juntado gente y se había convertido en jefe de bandidos. Cuando David quiso acabar con ellos, se fueron a Damasco y se instalaron allí. Rezón llegó a ser rey de Damasco 25 y creó problemas a Israel durante toda la vida de Salomón.
El profeta Ajías anuncia la división del reino
26 Jeroboam también se rebeló contra el rey mientras estaba a su servicio. Era hijo de Nabat, originario de Sereda en la tribu de Efraín, y su madre, Seruya, era viuda. 27 Esto fue lo que aconteció: Salomón estaba edificando el Millo y cerrando la brecha de la ciudad de David su padre. 28 Ese Jeroboam era un hombre fuerte y de gran valor, y Salomón se había fijado en la calidad de su trabajo. Lo hizo jefe de los hombres sometidos a trabajos forzados de la casa de José.
29 Un día en que Jeroboam había salido de Jerusalén, el profeta Ajías de Silo lo encontró. El profeta iba vestido con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo.
30 Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo partió en doce pedazos y dijo a Jeroboam: 31 «Toma para ti diez pedazos, porque esto dice Yavé, el Dios de Israel: Arrancaré el reino de la mano de Salomón, y te daré diez tribus. 32 Sin embargo dejaré una tribu a Salomón en consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que escogí en medio de todas las tribus de Israel.
33 Haré eso porque me abandonó, porque se postró delante de Astarté, la diosa de los sidonios, delante de Quemós, el dios de Moab, y delante de Milcom, el dios de los amorreos, porque no siguió por mis caminos para hacer lo que es justo a mis ojos, porque no obedeció mis leyes ni mis ordenanzas como David su padre.
34 Sin embargo, mientras viva, no le quitaré nada del reino y lo mantendré en el trono, en atención a David, mi servidor, al que elegí y quien observó mis mandamientos y mis leyes. 35 Le quitaré el reino a su hijo para darte a ti diez tribus; 36 daré sin embargo una tribu a su hijo para que David mi servidor tenga siempre una lámpara delante de mí en Jerusalén, la ciudad que escogí para que en ella habitara mi Nombre.
37 Haré que reines sobre todo lo que deseas; reinarás en Israel. 38 Si obedeces mis mandamientos, si sigues por mis caminos y haces lo que es justo a mis ojos, observando mis leyes y mis mandamientos tal como lo hizo David, mi servidor, yo estaré contigo. Te construiré una casa tan sólida como la que le edifiqué a David ( 39 )».
40 Salomón trató de asesinar a Jero boam, pero éste se refugió en Egipto junto a Sesonc, rey de Egipto, y se quedó en Egipto hasta la muerte de Salomón.
41 El resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría está escrito en el libro de los hechos de Salomón. 42 Salomón reinó en todo Israel desde Jerusalén cuarenta años. 43 Luego fue a acostarse con sus padres y lo enterraron en la ciudad de David, su padre. En su lugar reinó Roboam, su hijo.
1 Reyes 12
El cisma o la división del reino
1 Roboam se dirigió a Siquem, porque todo Israel había ido allá para proclamarlo rey. 2 Avisaron de eso a Jeroboam, hijo de Nabat, cuando todavía estaba en Egipto, a donde había huido lejos del rey Salomón; inmediatamente regresó de Egipto. 3 Lo mandaron a buscar, después de lo cual Jeroboam y toda la comunidad de Israel fueron a ver a Roboam y le dijeron: 4 «Tu padre nos impuso un duro yugo. Si nos liberas de esos trabajos forzados, de ese pesado yugo que nos ha impuesto tu padre, te serviremos». 5 Les respondió: «Váyanse y vuelvan a verme en tres días». Y el pueblo se fue.
6 El rey Roboam consultó a los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón mientras éste vivía. Les dijo: «¿Qué me aconsejan que responda a ese pueblo?» 7 Le respondieron: «Si ahora te haces su servidor, si te muestras conciliador en tu respuesta, estarán para siempre a tu servicio». 8 Pero Roboam no atendió al consejo de los ancianos, más bien se volvió hacia los jóvenes que habían crecido con él, y les pidió su opinión. 9 Les dijo: «¿Qué me aconsejan que le responda a ese pueblo? Saben lo que me dicen: «Haz que sea menos penoso el yugo que nos ha impuesto tu padre».
10 Los jóvenes que habían crecido con él le respondieron: «Ya que esa gente te ha dicho: Tu padre nos impuso un pesado yugo, alivia nuestra carga, tú les responderás: Mi dedo meñique es más fuerte que las espaldas de mi padre. 11 Si mi padre les impuso un pesado yugo, conmigo será peor. Si mi padre los castigaba con correas de cuero, conmigo los látigos tendrán puntas de fierro».
12 Al tercer día Jeroboam y todo el pueblo de Israel volvieron donde Roboam, pues el rey les había dicho: «Vuelvan dentro de tres días». 13 El rey habló al pueblo ásperamente; no tuvo en cuenta el consejo de los ancianos, 14 sino que les dijo lo que querían los jóvenes: «Si mi padre hizo pesado su yugo, conmigo será peor. Si mi padre los castigaba con correas de cuero, conmigo los látigos serán de puntas de fierro».
15 El rey, pues, no escuchó al pueblo; en eso hubo una intervención de Yavé para que se cumpliera lo que había dicho a Jeroboam, hijo de Nabat, por boca de Ajías de Silo.
16 Cuando todo Israel vio que el rey no les hacía caso, el pueblo replicó al rey: «¿Qué tenemos que ver con David? No tenemos nada que heredar del hijo de Jesé. ¡Vamos Israel! ¡A tus tiendas! ¡Que David se las arregle con los suyos!» Y todo Israel regresó a sus hogares. ( 17 Los israelitas que vivían en las ciudades de Judá reconocieron a Roboam como rey).
18 El rey Roboam envió a Adoniram, jefe de los trabajadores obligados, pero todo Israel lo recibió con piedras y murió. Roboam tuvo que subir a su carro y huyó a Jerusalén. 19 Y hasta ahora, Israel ha renegado de la casa de David.
20 Cuando todo Israel supo que Jero boam había vuelto, lo mandaron a buscar para una asamblea, y lo hicieron rey de todo Israel; únicamente la tribu de Judá siguió fiel a la casa de David. 21 Después que regresó a Jerusalén, Roboam convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, unos ciento ochenta mil hombres preparados para el combate, con el fin de pelear con la casa de Israel y devolver el reino a Roboam hijo de Salomón.
22 Pero en ese momento llegó una palabra de Dios a Semaya, el hombre de Dios: 23 «Esto dirás a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, a toda la casa de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo: 24 No vayan a pelear con sus hermanos, los hijos de Israel. Que cada uno vuelva a su casa porque yo he sido el que dispuso todo eso».
24 Escucharon la palabra de Yavé y, así como se les dijo, se volvieron a su casa.
25 Jeroboam fortificó Siquem, en la montaña de Efraín; allí vivió un tiempo, luego la dejó por Penuel, a la que también fortificó.
La división religiosa
26 Jeroboam pensó: «El reino podría muy bien volver a la casa de David. 27 Si este pueblo sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en la Casa de Yavé, el corazón del pueblo se volverá de nuevo hacia Roboam, rey de Judá, su señor, y me matarán».
28 Después de haber pedido consejo, el rey Jeroboam mandó hacer dos terneros de oro y dijo al pueblo: «¡No suban más a Jerusalén, ya basta! Israel, aquí está tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto.» 29 Colocó uno de los terneros en Betel y el otro en Dan. 30 De allí partió el pecado de Israel; el pueblo escoltó a uno de los terneros hasta Betel, y fueron en procesión delante del otro hasta Dan.
31 Jeroboam construyó santuarios o Altos Lugares e instaló allí a sacerdotes sacados de entre el pueblo, que no pertenecían a la tribu de Leví. 32 Jeroboam instituyó una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que existía en Judá, y sacrificó en el altar. Lo hizo en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros que había hecho, y fue en Betel donde estableció los sacerdotes para los Altos Lugares que había construido.
33 Subió pues al altar el día quince del octavo mes, una fecha que él mismo había elegido y que había convertido en fiesta para los hijos de Israel; subió al altar y quemó en él incienso.
Salmo 150
Sinfonía universal.
—El libro de los salmos termina con un canto ejecutado por toda la orquesta. Esto tiene valor de símbolo: la alabanza a Dios, para ser total, necesita la participación de todas las naciones y razas, civilizaciones y culturas.
1 ¡Aleluya!
1 ¡Alaben a Dios en su santuario,
1 alábenlo en el firmamento de su poder!
2 Alábenlo por sus hechos portentosos,
2 alábenlo por toda su grandeza!
3 ¡Alábenlo con el fragor del cuerno,
3 alábenlo con arpas y con cítaras,
4 alábenlo con danzas y tamboriles,
4 alábenlo con mandolinas y flautas,
5 alábenlo con platillos sonoros,
5 alábenlo con platillos triunfales!
6 ¡Alabe al Señor todo ser que respira!
6 ¡Aleluya!
1 Corintios 7,1-24
La continencia en el matrimonio
1 Ustedes me han escrito sobre varios puntos: es cosa buena que un hombre no toque mujer alguna. 2 Pero no ignoren la tiranía del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. 3 El marido cumpla con sus deberes de esposo y lo mismo la esposa. 4 La esposa no dispone de su cuerpo, sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo, sino la esposa.
5 No se nieguen ese derecho el uno al otro, a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración. Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las trampas de Satanás por no saberse dominar.
6 Lo que les digo es a modo de consejo, no estoy dando órdenes. 7 Me gustaría que todos fueran como yo; pero cada uno recibe de Dios su propia gracia, unos de una manera y otros de otra. 8 A los solteros y a las viudas les digo que estaría bien que se quedaran como yo. 9 Pero si no logran contenerse, que se casen, pues más vale casarse que estar quemándose por dentro.
Matrimonio y divorcio
10 En cuanto a los casados, les doy esta orden, que no es mía sino del Señor: que la mujer no se separe de su marido. 11 Y si se ha separado de él, que no se vuelva a casar o que haga las paces con su marido. Y que tampoco el marido despida a su mujer.
12 A los demás les digo, como cosa mía y no del Señor: si algún hermano tiene una esposa que no es creyente, pero acepta vivir con él, que no la despida. 13 Del mismo modo, si una mujer tiene un esposo que no es creyente, pero acepta vivir con ella, que no se divorcie. 14 Pues el esposo no creyente es santificado mediante su esposa, y la esposa no creyente es santificada mediante su marido cristiano. De no ser así, también sus hijos esta rían lejos de Dios, mientras que en realidad ya han sido consagrados.
15 Si el esposo o la esposa no creyente se quiere separar, que se separe. En este caso el esposo o la esposa creyente no están esclavizados, pues el Señor nos ha llamado a vivir en paz. 16 ¿Estás segura tú, mujer, de que vas a salvar a tu esposo? Y tú, marido, ¿estás seguro de que podrás salvar a tu esposa?
17 Fuera de este caso, que cada uno siga en la condición en que lo puso el Señor, en la situación en que lo encontró la llamada de Dios. Esta es la regla que doy en todas las Iglesias. 18 ¿Estabas circuncidado cuando fuiste llamado? No lo disimules. ¿No eras judío? No debes circuncidarte por el hecho de haber sido llamado. 19 Porque lo que importa no es el haber sido circuncidado o no, sino el observar los mandamientos de Dios.
20 Que cada uno, pues, permanezca en la situación en que estaba cuando fue llamado. 21 ¿La llamada de Dios te alcanzó siendo esclavo? No te preocupes. Pero si puedes conseguir la libertad, no dejes pasar esa oportunidad. 22 El que recibió la llamada del Señor siendo esclavo es un cooperador libre del Señor. Y el que fue llamado siendo libre se hace esclavo de Cristo. 23 Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; no se hagan esclavos de otros hombres.
24 Por lo tanto, hermanos, que cada uno viva para Dios en el mismo estado en que se encontraba al ser llamado.
Las mujeres de Salomón
1 El rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras: 3 tuvo setecientas mujeres que eran princesas y trescientas concubinas, (además de la hija del faraón): Moabitas, amorreas, edomitas, sidonias e hititas (y sus mujeres pervirtieron su corazón). 2 Eran de esas naciones de las cuales había dicho Yavé: «Ustedes no entrarán en sus casas ni ellas en las de ustedes, porque seguramente los arrastrarán tras otros dioses». Pero Salomón se apegó a ellas, las amó.
4 Cuando Salomón fue de edad, sus mujeres arrastraron su corazón tras otros dioses; ya no fue totalmente de Yavé Dios como lo había sido su padre David. 5 Salomón siguió a Astarté, la diosa de los sidonios y a Milcom, la abominación de los amorreos. 6 Hizo lo que no gusta a Yavé en vez de obedecer perfectamente como su padre David. 7 Por ese entonces construyó en el cerro, al este de Jerusalén, un santuario a Quemos, la abominación de Moab, y otro a Milcom, la abominación de los amorreos. 8 Eso hizo para todas sus mujeres extranjeras que ofrecían incienso y sacrificios a sus dioses.
9 Yavé se enojó con Salomón porque se había apartado de Yavé Dios de Israel, el que, sin embargo, se le había aparecido dos veces 10 y le había prohibido que siguiera a otros dioses. Salomón no respetó las órdenes de Yavé, 11 y Yavé le dijo: «Ya que tú me has tratado así y no has observado mi alianza ni las leyes que te había dado, te quitaré el reino y se lo daré a tu servidor; está decidido. 12 No haré esto mientras vivas, en consideración a tu padre David, pero a tu hijo se lo quitaré. 13 Y aún así, no le quitaré todo el reino, le dejaré una tribu en consideración a David mi servidor y a Jerusalén que yo elegí».
Los enemigos de Salomón
14 Yavé le dio a Salomón un adversario, Hadad, que era de la familia real de Edom. 15 Cuando David venció a Edom y Joab, el jefe del ejército, fue allá a enterrar a los muertos, dio muerte a todos los varones de Edom. 16 Joab estuvo seis meses con Israel hasta exterminar completamente a todos los varones de Edom. 17 Pero Hadad había huido junto con edomitas servidores de su padre y refugiádose en Egipto; Hadad era aún muy joven en ese tiempo. 18 Partiendo de Madián, llegaron a Parán, luego continuaron llevando consigo a hombres de Parán. Así llegaron a Egipto donde el faraón, rey de Egipto, quien le dio una casa, víveres y tierras.
19 El faraón apreciaba a Hadad, le dio como esposa a la hermana de su mujer (esposa real se dice Tafnés en egipcio). 20 La hermana de Tafnés dio un hijo a Hadad, al que llamó Genubat. Tafnés educó a Genubat en la casa del faraón; vivía en el palacio junto con los hijos del faraón.
21 Hadad se enteró en Egipto que había muerto David y también Joab, jefe del ejército; entonces dijo al faraón: «Déjame volver a mi país». 22 El faraón le respondió: «Si nada te falta a mi lado, ¿para qué vas a volver a tu país?» Le dijo: «Es cierto que nada me falta, pero, déjame volver». Hadad regresó pues a su país lleno de odio contra Israel, y llegó a ser rey de Edom.
23 Dios le dio otro adversario a Salomón, Rezón hijo de Elyadá. Había huido de la casa de su patrón Hadadecer, rey de Soba, 24 se le había juntado gente y se había convertido en jefe de bandidos. Cuando David quiso acabar con ellos, se fueron a Damasco y se instalaron allí. Rezón llegó a ser rey de Damasco 25 y creó problemas a Israel durante toda la vida de Salomón.
El profeta Ajías anuncia la división del reino
26 Jeroboam también se rebeló contra el rey mientras estaba a su servicio. Era hijo de Nabat, originario de Sereda en la tribu de Efraín, y su madre, Seruya, era viuda. 27 Esto fue lo que aconteció: Salomón estaba edificando el Millo y cerrando la brecha de la ciudad de David su padre. 28 Ese Jeroboam era un hombre fuerte y de gran valor, y Salomón se había fijado en la calidad de su trabajo. Lo hizo jefe de los hombres sometidos a trabajos forzados de la casa de José.
29 Un día en que Jeroboam había salido de Jerusalén, el profeta Ajías de Silo lo encontró. El profeta iba vestido con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo.
30 Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo partió en doce pedazos y dijo a Jeroboam: 31 «Toma para ti diez pedazos, porque esto dice Yavé, el Dios de Israel: Arrancaré el reino de la mano de Salomón, y te daré diez tribus. 32 Sin embargo dejaré una tribu a Salomón en consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que escogí en medio de todas las tribus de Israel.
33 Haré eso porque me abandonó, porque se postró delante de Astarté, la diosa de los sidonios, delante de Quemós, el dios de Moab, y delante de Milcom, el dios de los amorreos, porque no siguió por mis caminos para hacer lo que es justo a mis ojos, porque no obedeció mis leyes ni mis ordenanzas como David su padre.
34 Sin embargo, mientras viva, no le quitaré nada del reino y lo mantendré en el trono, en atención a David, mi servidor, al que elegí y quien observó mis mandamientos y mis leyes. 35 Le quitaré el reino a su hijo para darte a ti diez tribus; 36 daré sin embargo una tribu a su hijo para que David mi servidor tenga siempre una lámpara delante de mí en Jerusalén, la ciudad que escogí para que en ella habitara mi Nombre.
37 Haré que reines sobre todo lo que deseas; reinarás en Israel. 38 Si obedeces mis mandamientos, si sigues por mis caminos y haces lo que es justo a mis ojos, observando mis leyes y mis mandamientos tal como lo hizo David, mi servidor, yo estaré contigo. Te construiré una casa tan sólida como la que le edifiqué a David ( 39 )».
40 Salomón trató de asesinar a Jero boam, pero éste se refugió en Egipto junto a Sesonc, rey de Egipto, y se quedó en Egipto hasta la muerte de Salomón.
41 El resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría está escrito en el libro de los hechos de Salomón. 42 Salomón reinó en todo Israel desde Jerusalén cuarenta años. 43 Luego fue a acostarse con sus padres y lo enterraron en la ciudad de David, su padre. En su lugar reinó Roboam, su hijo.
1 Reyes 12
El cisma o la división del reino
1 Roboam se dirigió a Siquem, porque todo Israel había ido allá para proclamarlo rey. 2 Avisaron de eso a Jeroboam, hijo de Nabat, cuando todavía estaba en Egipto, a donde había huido lejos del rey Salomón; inmediatamente regresó de Egipto. 3 Lo mandaron a buscar, después de lo cual Jeroboam y toda la comunidad de Israel fueron a ver a Roboam y le dijeron: 4 «Tu padre nos impuso un duro yugo. Si nos liberas de esos trabajos forzados, de ese pesado yugo que nos ha impuesto tu padre, te serviremos». 5 Les respondió: «Váyanse y vuelvan a verme en tres días». Y el pueblo se fue.
6 El rey Roboam consultó a los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón mientras éste vivía. Les dijo: «¿Qué me aconsejan que responda a ese pueblo?» 7 Le respondieron: «Si ahora te haces su servidor, si te muestras conciliador en tu respuesta, estarán para siempre a tu servicio». 8 Pero Roboam no atendió al consejo de los ancianos, más bien se volvió hacia los jóvenes que habían crecido con él, y les pidió su opinión. 9 Les dijo: «¿Qué me aconsejan que le responda a ese pueblo? Saben lo que me dicen: «Haz que sea menos penoso el yugo que nos ha impuesto tu padre».
10 Los jóvenes que habían crecido con él le respondieron: «Ya que esa gente te ha dicho: Tu padre nos impuso un pesado yugo, alivia nuestra carga, tú les responderás: Mi dedo meñique es más fuerte que las espaldas de mi padre. 11 Si mi padre les impuso un pesado yugo, conmigo será peor. Si mi padre los castigaba con correas de cuero, conmigo los látigos tendrán puntas de fierro».
12 Al tercer día Jeroboam y todo el pueblo de Israel volvieron donde Roboam, pues el rey les había dicho: «Vuelvan dentro de tres días». 13 El rey habló al pueblo ásperamente; no tuvo en cuenta el consejo de los ancianos, 14 sino que les dijo lo que querían los jóvenes: «Si mi padre hizo pesado su yugo, conmigo será peor. Si mi padre los castigaba con correas de cuero, conmigo los látigos serán de puntas de fierro».
15 El rey, pues, no escuchó al pueblo; en eso hubo una intervención de Yavé para que se cumpliera lo que había dicho a Jeroboam, hijo de Nabat, por boca de Ajías de Silo.
16 Cuando todo Israel vio que el rey no les hacía caso, el pueblo replicó al rey: «¿Qué tenemos que ver con David? No tenemos nada que heredar del hijo de Jesé. ¡Vamos Israel! ¡A tus tiendas! ¡Que David se las arregle con los suyos!» Y todo Israel regresó a sus hogares. ( 17 Los israelitas que vivían en las ciudades de Judá reconocieron a Roboam como rey).
18 El rey Roboam envió a Adoniram, jefe de los trabajadores obligados, pero todo Israel lo recibió con piedras y murió. Roboam tuvo que subir a su carro y huyó a Jerusalén. 19 Y hasta ahora, Israel ha renegado de la casa de David.
20 Cuando todo Israel supo que Jero boam había vuelto, lo mandaron a buscar para una asamblea, y lo hicieron rey de todo Israel; únicamente la tribu de Judá siguió fiel a la casa de David. 21 Después que regresó a Jerusalén, Roboam convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, unos ciento ochenta mil hombres preparados para el combate, con el fin de pelear con la casa de Israel y devolver el reino a Roboam hijo de Salomón.
22 Pero en ese momento llegó una palabra de Dios a Semaya, el hombre de Dios: 23 «Esto dirás a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, a toda la casa de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo: 24 No vayan a pelear con sus hermanos, los hijos de Israel. Que cada uno vuelva a su casa porque yo he sido el que dispuso todo eso».
24 Escucharon la palabra de Yavé y, así como se les dijo, se volvieron a su casa.
25 Jeroboam fortificó Siquem, en la montaña de Efraín; allí vivió un tiempo, luego la dejó por Penuel, a la que también fortificó.
La división religiosa
26 Jeroboam pensó: «El reino podría muy bien volver a la casa de David. 27 Si este pueblo sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en la Casa de Yavé, el corazón del pueblo se volverá de nuevo hacia Roboam, rey de Judá, su señor, y me matarán».
28 Después de haber pedido consejo, el rey Jeroboam mandó hacer dos terneros de oro y dijo al pueblo: «¡No suban más a Jerusalén, ya basta! Israel, aquí está tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto.» 29 Colocó uno de los terneros en Betel y el otro en Dan. 30 De allí partió el pecado de Israel; el pueblo escoltó a uno de los terneros hasta Betel, y fueron en procesión delante del otro hasta Dan.
31 Jeroboam construyó santuarios o Altos Lugares e instaló allí a sacerdotes sacados de entre el pueblo, que no pertenecían a la tribu de Leví. 32 Jeroboam instituyó una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que existía en Judá, y sacrificó en el altar. Lo hizo en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros que había hecho, y fue en Betel donde estableció los sacerdotes para los Altos Lugares que había construido.
33 Subió pues al altar el día quince del octavo mes, una fecha que él mismo había elegido y que había convertido en fiesta para los hijos de Israel; subió al altar y quemó en él incienso.
Sinfonía universal.
—El libro de los salmos termina con un canto ejecutado por toda la orquesta. Esto tiene valor de símbolo: la alabanza a Dios, para ser total, necesita la participación de todas las naciones y razas, civilizaciones y culturas.
1 ¡Aleluya!
1 ¡Alaben a Dios en su santuario,
1 alábenlo en el firmamento de su poder!
2 Alábenlo por sus hechos portentosos,
2 alábenlo por toda su grandeza!
3 ¡Alábenlo con el fragor del cuerno,
3 alábenlo con arpas y con cítaras,
4 alábenlo con danzas y tamboriles,
4 alábenlo con mandolinas y flautas,
5 alábenlo con platillos sonoros,
5 alábenlo con platillos triunfales!
6 ¡Alabe al Señor todo ser que respira!
6 ¡Aleluya!
1 Corintios 7,1-24
La continencia en el matrimonio
1 Ustedes me han escrito sobre varios puntos: es cosa buena que un hombre no toque mujer alguna. 2 Pero no ignoren la tiranía del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. 3 El marido cumpla con sus deberes de esposo y lo mismo la esposa. 4 La esposa no dispone de su cuerpo, sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo, sino la esposa.
5 No se nieguen ese derecho el uno al otro, a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración. Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las trampas de Satanás por no saberse dominar.
6 Lo que les digo es a modo de consejo, no estoy dando órdenes. 7 Me gustaría que todos fueran como yo; pero cada uno recibe de Dios su propia gracia, unos de una manera y otros de otra. 8 A los solteros y a las viudas les digo que estaría bien que se quedaran como yo. 9 Pero si no logran contenerse, que se casen, pues más vale casarse que estar quemándose por dentro.
Matrimonio y divorcio
10 En cuanto a los casados, les doy esta orden, que no es mía sino del Señor: que la mujer no se separe de su marido. 11 Y si se ha separado de él, que no se vuelva a casar o que haga las paces con su marido. Y que tampoco el marido despida a su mujer.
12 A los demás les digo, como cosa mía y no del Señor: si algún hermano tiene una esposa que no es creyente, pero acepta vivir con él, que no la despida. 13 Del mismo modo, si una mujer tiene un esposo que no es creyente, pero acepta vivir con ella, que no se divorcie. 14 Pues el esposo no creyente es santificado mediante su esposa, y la esposa no creyente es santificada mediante su marido cristiano. De no ser así, también sus hijos esta rían lejos de Dios, mientras que en realidad ya han sido consagrados.
15 Si el esposo o la esposa no creyente se quiere separar, que se separe. En este caso el esposo o la esposa creyente no están esclavizados, pues el Señor nos ha llamado a vivir en paz. 16 ¿Estás segura tú, mujer, de que vas a salvar a tu esposo? Y tú, marido, ¿estás seguro de que podrás salvar a tu esposa?
17 Fuera de este caso, que cada uno siga en la condición en que lo puso el Señor, en la situación en que lo encontró la llamada de Dios. Esta es la regla que doy en todas las Iglesias. 18 ¿Estabas circuncidado cuando fuiste llamado? No lo disimules. ¿No eras judío? No debes circuncidarte por el hecho de haber sido llamado. 19 Porque lo que importa no es el haber sido circuncidado o no, sino el observar los mandamientos de Dios.
20 Que cada uno, pues, permanezca en la situación en que estaba cuando fue llamado. 21 ¿La llamada de Dios te alcanzó siendo esclavo? No te preocupes. Pero si puedes conseguir la libertad, no dejes pasar esa oportunidad. 22 El que recibió la llamada del Señor siendo esclavo es un cooperador libre del Señor. Y el que fue llamado siendo libre se hace esclavo de Cristo. 23 Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; no se hagan esclavos de otros hombres.
24 Por lo tanto, hermanos, que cada uno viva para Dios en el mismo estado en que se encontraba al ser llamado.