DIA 136-- 1 Samuel 22--23 Salmo 127 Marcos 9,30-49


1 Samuel 22
1 David salió de allí y se refugió en la caverna de Adulam. Sus hermanos y su familia lo supieron y bajaron por él a ese lugar. 2 Se le juntaban todos los que tenían problemas, todos los que eran perseguidos por un acreedor o que se sentían descontentos. Se hizo su jefe, y con él había más o menos unos cuatrocientos.
3 De allí se fue David a Mispé de Moab. Dijo al rey de Moab: «Me gustaría que mi padre y mi madre se quedaran contigo hasta que sepa lo que Dios me tiene reservado». 4 Llevó pues a sus padres donde el rey de Moab y allí permanecieron hasta el día en que David abandonó ese refugio.
5 El profeta Gad dijo un día a David: «No te quedes en ese refugio, vuelve al territorio de Judá». David salió de allí y llegó al bosque de Jeret.
6 Supo Saúl que había noticias de David y de los hombres que andaban con él. Por esos días estaba Saúl sentado en Guibea bajo el tamarindo que está en la colina: tenía en la mano su lanza y todos sus servidores estaban de pie a su alrededor. 7 Saúl dijo entonces a sus servidores reunidos a su alrededor: «¡Oigan, hombres de Benjamín! ¿Creen que el hijo de Jesé les dará a todos ustedes campos y viñas, y que los hará jefes de mil y de cien? 8 ¿Por qué se han puesto todos de acuerdo en contra mía? Nadie me comunicó que mi hijo había hecho un pacto con el hijo de Jesé. Ninguno de ustedes se preocupó de mí, nadie me comunicó que mi hijo había soliviantado contra mí a mi servidor, convirtiéndolo en mi adversario, como es ahora el caso».
9 Doeg el edomita, que era uno de los jefes de los sirvientes de Saúl, pidió la palabra: «Vi al hijo de Jesé cuando llegaba a Nob a la casa de Ajimelec hijo de Ajitub. 10 Este consultó por él a Yavé, le dio provisiones y le pasó la espada de Goliat, el filisteo». 11 Entonces Saúl mandó llamar al sacerdote Ajimelec hijo de Ajitub y a toda su familia, los sacerdotes de Nob; todos fueron a la casa del rey. 12 Saúl le dijo: «Oyeme bien, hijo de Ajitub». Este respondió: «Aquí me tienes, señor». 13 Saúl le dijo: «¿Por qué has conspirado contra mí tú y el hijo de Jesé? ¿Así que le diste pan y una espada, consultaste a Dios por él, para que se sublevara contra mí y se convirtiera en mi adversario como se ve ahora?»
14 Ajimelec respondió al rey: «¿Quién es más fiel que David entre todos los servidores del rey? El es yerno del rey, está adscrito a su guardia personal y recibe honores en su casa. 15 Ciertamente no es la primera vez que consulto a Dios por él. El rey nada tiene que reprocharme, ni menos a toda la familia de mi padre, pues tu servidor nada sabía de eso, absolutamente nada». 16 Pero el rey le dijo: «Ajimelec vas a morir, y contigo toda la familia de tu padre». 17 Luego el rey dijo a los soldados que estaban a su alrededor: «Adelante, den muerte a los sacerdotes de Yavé porque ellos también apoyan a David. Sabían que estaba huyendo de mí y no me lo dijeron». Pero los servidores del rey no quisieron herir a los sacerdotes de Yavé.
18 Entonces el rey dijo a Doeg: «Ven tú y mata a los sacerdotes». Y Doeg el edomita dio unos pasos adelante e hirió de muerte a los sacerdotes. Ese día dio muerte a ochenta y cinco hombres que llevaban vestimentas sacerdotales. 19 Nob, la ciudad de los sacerdotes, fue pasada a cuchillo, incluyendo hombres y mujeres, niños y bebés, todo fue pasado a cuchillo hasta los bueyes, burros y corderos.
20 Sólo se salvó un hijo de Ajimelec hijo de Ajitub, que se llamaba Ebiatar. Corrió a juntarse con David. 21 Ebiatar contó a David cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Yavé, 22 y David le dijo: «Doeg el edomita estaba allí ese día y yo sabía que le avisaría a Saúl. Por causa mía dio muerte a toda tu familia. 23 Quédate conmigo y no temas, el que atente contra tu vida atentará contra la mía; a mi lado estarás seguro».


1 Samuel 23
Cómo David consultaba a Dios

1 Le llevaron esta noticia a David: «Los filisteos llegaron para atacar a Queila y se apoderaron de las eras». 2 Entonces David consultó a Yavé, preguntándole: «¿Debo marchar contra los filisteos?» Yavé respondió a David: «Anda, derrotarás a los filisteos y librarás a Queila». 3 Pero los hombres de David le dijeron: «¿No tenemos ya bastante que temer aquí en Judá para que vayamos ahora a buscar a los filisteos en Queila?» 4 David consultó de nuevo a Yavé y éste le respondió: «Levántate, baja a Queila porque yo he entregado a los filisteos a tus manos». 5 Partió pues David para Queila con sus hombres y se trabó en combate con los filisteos. Les quitó sus rebaños y les infligió una gran derrota; así fue como David libró a los habitantes de Queila.
6 (Cuando Ebiatar hijo de Ajimelec había huido donde David a Queila, había bajado con el efod).
7 Cuando avisaron a Saúl que David había entrado en Queila, Saúl dijo: «Dios lo ha puesto en mis manos, pues al entrar en una ciudad con puertas y candados se ha encerrado solo». 8 Saúl convocó a todo el pueblo para la guerra y bajaron a Queila para sitiar a David y a sus hombres. 9 Cuando David supo que Saúl tramaba algo en su contra, dijo al sacerdote Ebiatar: «Trae el efod». 10 David hizo esta consulta: «Yavé, Dios de Israel, tu servidor ha sabido que Saúl trata de apoderarse de Queila y destruir la ciudad por mi culpa. ¿Bajará realmente Saúl tal como tu servidor lo oyó decir? 11 Yavé, Dios de Israel, comunícamelo, por favor». Yavé respondió: «Vendrá». 12 David dijo: «¿Los habitantes de Queila me entregarán a Saúl junto con mis hombres?» Yavé respondió: «Los entregarán». 13 Entonces David se levantó junto con sus hombres, que eran más o menos unos seiscientos, salieron de Queila y anduvieron errantes.
13 Cuando avisaron a Saúl que David había huido de Queila, desistió de su expedición.
14 David permaneció en los refugios del desierto, en la montaña y en el desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo puso en sus manos. 15 Estando David en Jorsa, en el desierto de Zif, supo que Saúl había organizado una expedición para matarlo. 16 Fue entonces cuando Jonatán, hijo de Saúl, fue a Jorsa a visitar a David, para darle ánimo de parte de Dios. 17 Le dijo: «No temas, mi padre no te hallará. Tú reinarás en Israel y yo seré tu segundo, mi padre Saúl lo sabe muy bien». 18 Ambos concluyeron un pacto ante Yavé. David se quedó en Jorsa, mientras que Jonatán regresó a su casa.
19 La gente de Zif fue a Guibea a ver a Saúl para decirle: «¿Sabes que David está escondido en medio de nosotros en los refugios de Jorsa, en la colina de Jaquila que se sitúa al sur de la estepa? 20 Vaya cuando quiera nuestro señor y nosotros entregaremos a David en las manos del rey». 21 Saúl les dijo: «Que Yavé los bendiga por haber tenido piedad de mí. 22 Regresen ahora e infórmenme exactamente del lugar donde se esconde, porque me han dicho que es muy astuto. 23 Observen e infórmense de todos los escondites donde pudiere hallarse, y vuelvan a verme. Entonces yo me iré con ustedes. Si está en esa región lo buscaré en todos los clanes de Judá».
23 Regresaron pues a Zif precediendo a Saúl. 24 David y sus hombres se encontraban en el desierto de Maón, en el valle que está al sur de la Estepa. 25 Saúl y sus hombres fueron a buscarlo, pero David lo supo y bajó a la Roca. Se quedó en el desierto de Maón. Lo supo Saúl y persiguió a David por el desierto de Maón. 26 Saúl iba por un lado del cerro, y David con sus hombres, por el otro. David y sus hombres caminaban rápido para escapar de Saúl, mientras que éste y sus hombres trataban de cercar a David y a sus compañeros para apresarlos. 27 Llegó entonces un mensajero donde estaba Saúl diciéndole: «Ven inmediatamente pues los filisteos acaban de invadir nuestro país». 28 En vista de eso Saúl dejó de perseguir a David y se fue a combatir a los filisteos; por eso ese lugar se llamó la Roca de las Separaciones.


Salmo 127
Lo que se construye sin Dios, fracasar
á.

—Y de nada sirve gastar nuestros días y nuestros años en busca de mil cosas, adelantos y comodidades, si con esto pasamos ciegos e insensibles entre tantos hallazgos y alegrías que nos reservaba el momento presente.
1 Si el Señor no construye la casa
1 en vano trabajan los albañiles;
1 si el Señor no protege la ciudad,
1 en vano vigila el centinela.
2 En vano te levantas tan temprano
2 y te acuestas tan tarde,
2 y con tanto sudor comes tu pan:
2 él lo da a sus amigos mientras duermen.
3 Un regalo del Señor son los hijos,
3 recompensa, el fruto de las entrañas.
4 Como flechas en manos del guerrero
4 son los hijos de la juventud.
5 Feliz el hombre que con tales flechas
5 ha llenado su aljaba,
5 cuando a la puerta vayan a litigar,
4 sus contrarios no los harán callar.


Marcos 9,30-49
Jesús anuncia otra vez su pasión
30 Se marcharon de allí y se desplazaban por Galilea. Jesús quería que nadie lo supiera, 31 porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará.» 32 De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir.
Si alguno quiere ser el primero
33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: «¿De qué venían discutiendo por el camino?» 34 Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.» 36 Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: 37 «El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado.»
38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros.» 39 Jesús contestó: «No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí. 40 El que no está contra nosotros está con nosotros.
41 Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa.»
Si tu ojo es ocasión de pecado, sácatelo
42 «El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar.
43 Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida que ir con las dos a la gehenna, al fuego que no se apaga. 44 Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo; 45 pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehenna. 46 Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo; 47 pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. 49 Pues el mismo fuego los conservará.
50 La sal es buena, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se lo devolverán? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.»