DIA 119--Jueces 10-11 Salmo 119,17-32 Santiago 5



Jueces 10
1 Después de Abimelec surgió Tola, hijo de Puá, hijo de Dodó, para librar a Israel. Era de la tribu de Isacar y vivía en Samir, en la montaña de Efraín. 2 Fue juez de Israel durante veinte años, después murió y lo enterraron en Samir.
3 Después de él surgió Yaír de Galaad. Fue juez de Israel veintidós años. 4 Tenía treinta hijos que andaban en treinta burros, y poseía treinta ciudades que todavía se llaman las aldeas de Yaír, en el territorio de Galaad. 5 Cuando Yaír murió, lo enterraron en Camón.
6 De nuevo hicieron los israelitas lo que es malo a los ojos de Yavé. Sirvieron a los Baales y a las Astartés como también a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de los amonitas y de los filisteos. Abandonaron a Yavé y no le sirvieron más. 7 Por eso estalló contra Israel la cólera de Yavé, quien lo entregó en manos de los filisteos y de los amonitas. 8 A partir de ese año aplastaron y maltrataron a todos los israelitas que vivían al otro lado del Jordán, en territorio amoreo, en Galaad, y esto duró dieciocho años. 9 Los amonitas atravesaron incluso el Jordán para atacar a Judá, Benjamín y la casa de Efraín: Israel se hallaba en una situación muy grave.
10 Los israelitas clamaron entonces a Yavé: «Hemos pecado contra ti, le dijeron, hemos abandonado a nuestro Dios y servido a los Baales». 11 Yavé les respondió: «Cuando ustedes eran oprimidos por los egipcios, los amoreos, los amonitas, los filisteos, 12 los sidonios, los amalecitas o los madianitas y me clamaban, ¿no los libré de sus manos? 13 Pero ustedes me han abandonado y han servido a otros dioses, por eso ya no los salvaré más. 14 Vayan ahora a gritar a los dioses que se eligieron, ¡que ellos los libren ahora que las cosas se dan mal para ustedes!»
15 Los israelitas dijeron a Yavé: «Hemos pecado, trátanos como mejor te parezca, pero por lo menos sálvanos ahora». 16 Hicieron desaparecer de sus casas los dioses extranjeros y sirvieron a Yavé. Entonces Yavé no aguantó más el sufrimiento de Israel.
17 Los amonitas se reunieron e instalaron su campamento en Galaad. Los israelitas también se reunieron e instalaron su campamento en Mispá. 18 El pueblo y los jefes de Galaad se decían unos a otros: «¿Quién será nuestro jefe para atacar a los amonitas? A ese lo pondremos a la cabeza de todos los habitantes de Galaad.»


Jueces 11
1 Jefté de Galaad era un valiente guerrero. Era hijo de una prostituta, pero su padre era Galaad. 2 La mujer de Galaad le había dado hijos, y cuando éstos fueron grandes echaron a Jefté. Le dijeron: «Tú no heredarás nada de la casa de nuestro padre, pues no eres más que el hijo de una extranjera». 3 Jefté se alejó entonces de sus hermanos y se instaló en el territorio de Tob. Se le juntaron aventureros que hacían incursiones con él.
4 Fue en ese momento cuando los amonitas atacaron a Israel. 5 Los ancianos de Galaad fueron a buscar a Jefté en el país de Tob 6 y le dijeron: «¡Ven! Tú serás nuestro jefe y nosotros lucharemos con los amonitas». 7 Pero Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «¿No fueron ustedes los que me despreciaron y me echaron de la casa de mi padre? ¡Y vienen ahora a buscarme porque están en peligro!»
8 Los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: «Precisamente por eso nos hemos dirigido a ti ahora, para que marches al frente de nosotros y combatas a los amonitas; queremos hacerte jefe de todos los habitantes de Galaad». 9 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «Si me hacen volver para combatir a los amonitas y si Yavé los pone en mis manos, seré el jefe de ustedes». 10 Los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: «Que Yavé sea testigo en contra nuestra si no actuamos como acabas de decir».
11 Jefté partió con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo puso al frente de ellos como su jefe y general. Luego en Mispá, en presencia de Yavé, Jefté repitió todas sus condiciones.
12 Jefté envió unos hombres al rey de los amonitas con este mensaje: «¿Por qué vienes a meterte en mis asuntos y a hacerme la guerra en mi país?» 13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: «Bien sabes que los israelitas se apoderaron de mi territorio desde el Arnón hasta el Yaboc y el Jordán cuando llegaron de Egipto. Ahora, devuélvemelo por las buenas».
14 Jefté despachó otra vez mensajeros al rey de los amonitas. 15 Le mandó a decir: «Israel no se apoderó del territorio de Moab ni del de los amonitas. 16 Cuando los israelitas subieron de Egipto, caminaron por el desierto hasta el Mar de los Juncos y llegaron a Cadés. 17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para que le dijeran: Déjame atravesar tu país. Pero el rey de Edom no quiso. Mandó asimismo mensajeros al rey de Moab quien también se negó. Entonces Israel se quedó en Cadés.
18 Después avanzó por el desierto, rodeó el territorio de Edom y el de Moab y llegó por el este del territorio de Moab. No entró en el territorio de Moab sino que instaló su campamento al otro lado del Arnón, ya que el Arnón era la frontera de Moab.
19 Luego Israel mandó mensajeros a Sijón, rey de los amoreos, que reinaba en Jesbón. Israel le dijo: Déjame atravesar tu territorio hasta el lugar adonde voy. 20 Pero Sijón no quiso que Israel atravesara su territorio. Más todavía, Sijón reunió a toda su gente, llevaron su campamento a Yahas y atacaron a Israel. 21 Yavé, el Dios de Israel, puso a Sijón y a todo su ejército en manos de Israel quien los aniquiló. Y así se apoderó Israel de todo el territorio de los amoreos que vivían en esa región. 22 Después conquistó todo el territorio de los amoreos desde el Arnón hasta el Yaboc, y desde el desierto al Jordán.
23 ¿Y ahora que Yavé, el Dios de Israel, desposeyó a los amoreos para favorecer a su pueblo, quieres tú a tu vez desposeer a Israel? 24 Si consideras tuyo lo que Quemós, tu dios, te dio, ¿por qué quieres arrebatarnos lo que Yavé nuestro Dios nos ha dado? 25 ¿Te crees más poderoso que Balac, hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Pudo él oponer resistencia a Israel? ¿Pudo vencerlo? 26 Hace ya más de trescientos años que Israel vive en Jesbón y en sus dependencias, en Aroer y en sus dependencias, y en todas las ciudades que están a orillas del Arnón. ¿Por qué no las liberaron durante todo ese tiempo? 27 Yo no te he perjudicado, así que actúas mal conmigo haciéndome la guerra. Que Yavé, el Juez, juzgue ahora entre los israelitas y los amonitas».
28 Pero el rey de los amonitas no hizo caso de las palabras que le dirigió Jefté.
Jefté y su hija
29 El espíritu de Yavé se apoderó de Jefté. Atravesó Galaad y Manasés, luego pasó por Mispá de Galaad y de Mispá de Galaad se fue donde los amonitas. 30 Hizo esta promesa a Yavé: «Si entregas en mis manos a los amonitas, 31 el primero que atraviese la puerta de mi casa para salir a saludarme después de mi victoria sobre los amonitas, será para Yavé y lo sacrificaré por el fuego».
32 Jefté pasó entonces al territorio de los amonitas para atacarlos, y Yavé los puso en sus manos. 33 Los persiguió desde Aroer hasta los alrededores de Minit, apoderándose de veinte pueblos, y hasta Abel-Queramim. Los amonitas sufrieron una derrota muy grande y en adelante quedaron sometidos a los israelitas.
34 Ahora bien, cuando Jefté regresaba a su casa en Mispá, salió a saludarlo su hija con tamboriles y coros. Era su única hija; fuera de ella no tenía hijos ni hijas. 35 Cuando la vio, rasgó su ropa y dijo: «¡Ay, hija mía, me has destrozado! ¡Tú llegas para traerme la desgracia! Pues hice una promesa a Yavé, y ahora no puedo echarme atrás».
36 Ella le respondió: «Padre mío, ya que Yavé hizo que te desquitaras de tus enemigos, los amonitas, aunque te hayas comprometido con Yavé a la ligera, debes actuar conmigo de acuerdo a la palabra que salió de tu boca». 37 Y dijo a su padre: «Concédeme sólo esto: Dame un plazo de dos meses para que vaya por los montes junto con mis compañeras y pueda llorar esa muerte siendo todavía virgen». 38 El le respondió: «¡Anda!» y le permitió que se fuera por dos meses.
38 Ella se fue pues con sus compañeras para llorar por los montes esa muerte siendo virgen todavía. 39 Al cabo de dos meses volvió donde su padre y cumplió con ella la promesa que había hecho. No había conocido varón. Desde entonces es costumbre en Israel 40 que cada año las jóvenes de Israel salgan a lamentarse por la hija de Jefté de Galaad.


Salmo 119,17-32
17 Sé bueno con tu servidor y viviré, pues yo quisiera guardar tu palabra.
18 Abre mis ojos para que yo vea las maravillas de tu Ley.
19 En la tierra soy sólo un pasajero, no me ocultes, pues, tus mandamientos.
20 Mi alma se consume deseando tus juicios en todo tiempo.
21 Tú amenazas a los arrogantes malditos, que desertan de tus mandamientos.
22 Ahórrame el desprecio y la vergüenza, pues tus testimonios he guardado.
23 Aunque príncipes sesionen en mi contra, tu servidor meditará en tus maravillas.
24 Tus testimonios son también mis delicias, tus preceptos son mis consejeros.
25 Mi alma está adherida al polvo, vivifícame conforme a tu palabra.
26 Te expuse mis proyectos y me respondiste: enséñame tus preceptos.
27 Haz que tome el camino de tus ordenanzas para que medite tus maravillas.
28 Mi alma está deprimida de pesar, levántame de acuerdo a tu palabra.
29 Aleja de mí el camino engañador, y dame la gracia de tu Ley.
30 He elegido el camino de la verdad, y tus juicios he deseado.
31 Me he apegado, Señor, a tus testimonios, que no me decepcione.
32 Corro por el camino de tus mandamientos, ahí me ensanchas el corazón.



Santiago 5
Les toca a los ricos

1 Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. 2 Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, 3 su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya estamos en los últimos días?
4 El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. 6 Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse?
Esperen la venida del Señor
7 Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Miren cómo el sembrador cosecha los preciosos productos de la tierra, que ha aguardado desde las primeras lluvias hasta las tardías. 8 Sean también ustedes pacientes y no se desanimen, porque la venida del Señor está cerca.
9 Hermanos: no se peleen unos con otros, y así no serán juzgados; miren que el juez está a la puerta. 10 Consideren, hermanos, lo que han sufrido los profetas que hablaron en nombre del Señor y tómenlos como modelo de paciencia. 11 Fíjense que llamamos felices a aquellos que fueron capaces de perseverar. Han oído hablar de la constancia de Job y saben lo que al final el Señor hizo por él, pues el Señor es compasivo y misericordioso.
12 Otro punto muy importante, hermanos: no juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna otra forma. Que su sí sea sí, y su no, no; de otro modo serían reprensibles.
Los enfermos
13 ¿Hay entre ustedes alguno desanimado? Que rece. ¿Está alguno alegre? Que cante himnos a Dios. 14 ¿Hay alguno enfermo? Que llame a los ancianos de la Iglesia, que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. 15 La oración hecha con fe salvará al que no puede levantarse y el Señor hará que se levante; y si ha cometido pecados, se le perdonarán.
16 Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante: 17 Elías era hombre y mortal como nosotros, pero cuando rogó insistentemente para que no lloviese en el país, no llovió durante tres años y medio; 18 después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo frutos.
19 Hermanos, si alguno de ustedes se extravía lejos de la verdad y otro lo hace volver, 20 sepan que el que aparta a un pecador de su mal camino salva un alma de la muerte y hace olvidar muchos pecados.