DIA 120- Jueces 12-14 Salmo 119,33-48 Marcos 1,1-28


Jueces 12
1 Los hombres de Efraín se juntaron y atravesaron el Jordán a la altura de Safón. Le dijeron a Jefté: «¿Por qué te fuiste a pelear con los amonitas y no nos invitaste para que fuéramos contigo? Vamos a quemarte junto con tu casa». 2 Pero Jefté respondió: «Yo y mi pueblo teníamos un conflicto pendiente con los amonitas. Los llamé a ustedes, pero no me libraron de las manos de aquellos. 3 Cuando vi que no venían a librarme, arriesgué mi vida. Tuve una batalla con los amonitas y Yavé los puso en mis manos. ¿Es eso un motivo para que vengan a atacarme?
4 Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y se trabó en combate con Efraín. Los hombres de Galaad aplastaron a los de Efraín que decían: «Ustedes, gente de Galaad, no son más que desertores de Efraín, ustedes se pasaron de Efraín a Manasés».
5 Galaad se apoderó de los vados del Jordán por donde se pasa a Efraín, y cuando los fugitivos de Efraín decían: «Quiero atravesar», los hombres de Ga laad le decían: «¿Eres de Efraín?» Si respondían: «No», 6 entonces le decían: «¡Di Chibolet!» y si pronunciaba «Sibolet» (porque no podían pronunciar correctamente) lo tomaban y lo degollaban en el vado del Jordán. Cuarenta y dos mil hombres de Efraín fueron muertos ese día.
7 Jefté juzgó a Israel seis años. Luego Jefté de Galaad murió y fue enterrado en su ciudad, en Galaad.
8 Después de él juzgó a Israel Ibsán de Belén. 9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas, casó a sus hijas con gente de fuera e hizo venir de fuera muchachas para sus hijos. Juzgó a Israel siete años. 10 Ibsán murió y lo enterraron en Belén.
11 Después de él juzgó a Israel Elón de Zabulón. Juzgó a Israel diez años. 12 Luego murió Elón de Zabulón y lo enterraron en Ayalón, en el territorio de Zabulón.
13 Después de él fue Abdón, hijo de Hillel, de Pireatón quien juzgó a Israel. 14 Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos que andaban en setenta burros. Juzgó a Israel ocho años. 15 Cuando murió Abdón, hijo de Hillel, de Pireatón, lo enterraron en Pireatón en territorio de Efraín, en la montaña del Amalecita.


Jueces 13
El nacimiento de Sansón

1 Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos de Yavé, quien los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años.
2 Había un hombre de Sorea, de la tribu de Dan, que se llamaba Manoa. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. 3 El ángel de Yavé se apareció a la mujer y le dijo: «Hasta ahora has sido estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y darás a luz un hijo. 4 Ahora fíjate bien en no beber vino ni bebida alcohólica y en no comer nada impuro debido a ese hijo que vas a concebir y dar a luz. 5 Porque desde el vientre de su madre el muchacho estará consagrado a Dios: no pasará por su cabeza la navaja, pues él será quien comenzará a librar a Israel de manos de los filisteos».
6 Al volver a su casa, la mujer conversó con su marido y le dijo: «Un hombre de Dios vino a verme. Era tan majestuoso como un ángel de Dios, pero no le pregunté de dónde venía y no me dijo su nombre. 7 Pero me dijo esto: Vas a concebir y dar a luz un hijo. Por eso, desde ahora no bebas vino ni bebida alcohólica y no comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el vientre de su madre y hasta el día de su muerte».
8 Entonces Manoa le suplicó a Yavé: «¡Por favor, Señor! Que el hombre de Dios que enviaste venga de nuevo a vernos para decirnos cómo hay que actuar con el niño que va a nacer». 9 Dios oyó la voz de Manoa y el ángel de Dios vino otra vez donde la mujer, cuando estaba sentada en el campo. Pero su marido Manoa no estaba con ella. 10 La mujer corrió inmediatamente a avisar a su marido: «Acabo de ver al hombre que vino a visitarme el otro día».
11 Manoa se levantó y siguió a su mujer. Llegó donde estaba el hombre y le preguntó: «¿Eres tú el hombre que habló con esta mujer?» El respondió: «Sí, yo soy». 12 Manoa le dijo: «Si lo que has dicho sucede, ¿qué norma seguiremos con este niño, qué tendrá que hacer él?»
13 El ángel de Yavé respondió a Manoa: «La mujer deberá abstenerse de todo lo que he dicho. 14 No probará ningún producto de la vid, no beberá vino ni bebida alcohólica, no comerá nada impuro: tendrá que cumplir con todo lo que le he mandado». 15 Manoa dijo al ángel de Yavé: «Permítenos que te retengamos un poco mientras preparamos un cabrito». 16 Pero el ángel de Yavé le respondió: «Aunque me quede, no comeré de tu pan. Sin embargo, si quieres ofrecer un holocausto a Yavé, ofréceselo». En realidad Manoa no sabía que era el ángel de Yavé.
17 Entonces Manoa dijo al ángel de Yavé: «¿Cuál es tu nombre? Quisiéramos poder agradecerte cuando se cumplan tus palabras». 18 El ángel de Yavé le dijo: «¿Por qué me preguntas el nombre? Es misterioso». 19 Manoa tomó el cabrito y una ofrenda y los puso en una roca en honor de Yavé y de ese personaje misterioso al que podían ver Manoa y su mujer.
20 Ahora bien, en cuanto se levantó a los cielos la llama del altar, sucedió que el ángel se elevó junto con la llama del altar. Al ver eso, Manoa y su mujer cayeron con el rostro en tierra. 21 El ángel, mientras tanto, desapareció de la vista de Manoa y de su mujer. Entonces comprendió Manoa que era el ángel de Yavé.
22 Manoa dijo a su mujer: «Vamos a morir porque vimos a Dios». 23 Pero su mujer le respondió: «Si Yavé hubiera querido que muriéramos, no habría aceptado nuestro holocausto y nuestra ofrenda. ¿Nos habría mostrado todo eso y más aún prometido lo que acabamos de escuchar?»
24 Así fue como la mujer dio a luz un hijo al que puso por nombre Sansón. El niño creció y Yavé lo bendijo; 25 el espíritu de Yavé comenzó a apoderarse de él en el Campamento de Dan, entre Sorea y Estaol.


Jueces 14
Historia de Sansón
1 Sansón bajó a Timná y allí se encontró una mujer entre las niñas filisteas. 2 Subió para comunicárselo a su padre y a su madre: «He visto a una mujer en Timná, les dijo, una niña filistea. ¡Consíganmela como esposa!» 3 Su padre y su madre le dijeron: «¿Acaso no hay suficientes jóvenes en nuestro clan y en todo nuestro pueblo para que vayas a buscarte una entre los incircuncisos, entre los filisteos?»
3 Pero Sansón respondió a su padre «Consíguemela porque me gusta». 4 Su padre y su madre no sabían que eso venía de Yavé, quien quería crear problemas con los filisteos (en ese tiempo Israel estaba sometido a los filisteos).
5 Bajó pues Sansón a Timná con su padre y su madre. Cuando venía por las viñas de Timná, le salió al paso un león joven. 6 En ese momento se apoderó de él el espíritu de Yavé, desgarró al leoncito como se desgarra a un cabrito, siendo que nada tenía en las manos. No contó nada de esa hazaña ni a su padre ni a su madre. 7 En seguida bajó y habló con la mujer que le gustaba.
8 Al cabo de un tiempo volvió a Timná para llevársela. Dio un rodeo para ver el cadáver del león: en el cuerpo del león había un enjambre de abejas con miel. 9 Lo tomó en sus manos y se fue chupándolo por el camino. Cuando llegó a su casa, le convidó miel a su padre y a su madre, quienes comieron, pero no les dijo que había encontrado esa miel en el cadáver de un león.
10 Cuando el padre de Sansón bajó a la casa de la mujer, Sansón ofreció un gran banquete según la costumbre de los jóvenes. 11 Como le tenían miedo, le habían buscado treinta jóvenes para que lo acompañaran. 12 Sansón les dijo: «Les voy a proponer una adivinanza. Les doy los siete días del banquete para que la resuelvan, y si la adivinan les daré treinta túnicas y treinta trajes para cambiarse. 13 Pero si no adivinan, me darán treinta túnicas y treinta mudas». Le respondieron: «Dinos la adivinanza, te escuchamos». 14 Sansón les dijo: «Del que come salió lo que se come, y del más fuerte salió lo dulce».
14 Durante tres días no pudieron resolver la adivinanza. 15 Entonces, al cuarto día, dijeron a la mujer de Sansón: «Hazle arrumacos a tu marido para que te explique la adivinanza, o si no te quemaremos a ti y a la familia de tu padre; ¿o es que nos invitaste para robarnos?»
16 La mujer de Sansón se puso a llorar a su lado: «Tú sólo me odias, le decía, tú no me quieres. Ni siquiera me has explicado esa adivinanza que propusiste a los jóvenes de mi pueblo». Le respondió: «Ni siquiera se la he explicado a mi padre y a mi madre, ¿y quieres que te la explique?» 17 Ella siguió así llorando los siete días que duró el banquete, y al séptimo día, como él estaba cansado con eso, le dio la solución.
17 Ella, inmediatamente, se la dio a los de su pueblo, 18 y al séptimo día antes de la puesta del sol, la gente de la ciudad dijo a Sansón: «¿Qué más dulce que la miel y qué más fuerte que un león?» Les respondió : «Si no hubiesen arado con mi vaquilla, no habrían acertado con mi adivinanza».
19 El espíritu de Yavé se apoderó de él y bajó a Ascalón. Allí dio muerte a treinta hombres, les quitó la ropa y se la dio a los que habían explicado la adivinanza. Luego, muy enojado, se volvió a la casa de su padre. 20 En vista de eso dieron la mujer de Sansón a uno de los jóvenes que lo habían acompañado.


Salmo 119,33-48
33 Señor, enséñame el camino de tus preceptos, que los quiero seguir hasta el final.
34 Dame inteligencia para guardar tu Ley, y que la observe de todo corazón.
35 Guíame por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco.
36 Inclina mi corazón hacia tus testimonios y no hacia la ganancia.
37 Guarda mis ojos de mirar cosas vanas, me darás vida en tus caminos.
38 Cumple con tu siervo tu promesa, dirigida a aquellos que te temen.
39 Aparta de mí el desprecio que temo, pues tus juicios son para mi bien.
40 Mira cómo deseo tus ordenanzas, tú que eres justo, vivifícame.
41 Que vengan a mí, Señor, tu gracia y tu salvación, conforme a tu palabra.
42 Entonces responderé a los que se burlan, que puedo confiar en tus palabras.
43 Que no se me olvide la palabra de verdad, pues espero en tus juicios.
44 Quiero observar tu Ley constantemente, por siempre jamás.
45 Estaré a mis anchas en todos mis caminos, pues tus ordenanzas he buscado.
46 Ante reyes hablaré de tus testimonios y no tendré vergüenza.
47 Me he deleitado en tus mandamientos, a los que amaba mucho.
48 Alzaré mis manos hacia ti y meditaré en tus preceptos.


Marcos 1,1-28
1 Este es el comienzo de la Buena Nueva de Jesucristo (Hijo de Dios).
2 En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Mira, te voy a enviar a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. 3 Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.» 4 Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los pecados. 5 Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acu dían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán.
6 Además de la piel que le ceñíala cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. 7 Juan proclamaba este mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» 8 Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.»
9 En aquellos días Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. 10 Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, 11 mientras se escuchaban estas palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido.»
12 En seguida el Espíritu lo empujó al desierto. 13 Estuvo cuarenta días en el desierto y fue tentado por Satanás. Vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían.
Jesús llama a sus cuatro primeros discípulos
14 Después de que tomaron preso a Juan, Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. 15 Decía: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva.»
16 Mientras Jesús pasaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Síganme y yo los haré pescadores de hombres.» 18 Y de inmediato dejaron sus redes y le siguieron.
19 Un poco más allá Jesús vio a Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan, que estaban en su barca arreglando las redes. 20 Jesús también los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes, lo siguieron.
Jesús enseña y sana a un endemoniado
21 Llegaron a Cafarnaúm, y Jesús empezó a enseñar en la sinagoga durante las asambleas del día sábado. 22 Su manera de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la Ley.
23 Entró en aquella sinagoga un hombre que estaba en poder de un espíritu malo, y se puso a gritar: 24 «¿Qué quieres con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé que tú eres el Santo de Dios.» 25 Jesús le hizo frente con autoridad: 26 «¡Cállate y sal de ese hombre!» El espíritu impuro revolcó al hombre en el suelo y lanzó un grito tremendo y luego salió de él.
27 El asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva, y ¡con qué autoridad! Miren cómo da órdenes a los espíritus impuros ¡y le obedecen!» 28 Así fue como la fama de Jesús se extendió por todo el territorio de Galilea.