DIA 109-Josué 14--15 Salmo 110 Gálatas 1


Josué 14
1 Esta es la herencia de los israelitas en el territorio de Canaán. Esto fue lo que les dieron en herencia el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y los jefes de los clanes y de las tribus de Israel. 2 El reparto se hizo por sorteo, como Yavé lo había ordenado por boca de Moisés, entre nueve tribus y media, 3 pues Moisés ya había dado su herencia a dos tribus y media al otro lado del Jordán. 4 No había incluido en el reparto a los levitas, pero en cambio los hijos de José formaban dos tribus: Manasés y Efraín. Los levitas no recibieron más que las ciudades donde vivían, con las tierras que las rodeaban, para sus ganados y sus cultivos. 5 Los israelitas se repartieron el país ateniéndose a la orden que Yavé había dado a Moisés.
La parte de Caleb
6 Los hijos de Judá fueron a ver a Josué en Guilgal y Caleb, hijo de Jefoné, el queniceo, le dijo: «Tú sabes lo que Yavé dijo a Moisés, el hombre de Dios, respecto a mí y a ti cuando estábamos en Cadés-Barne. 7 Tenía entonces cuarenta años cuando Moisés, el servidor de Yavé, me mandó desde Cadés-Barne a explorar el territorio y yo le di mi informe con toda sinceridad. 8 Mientras mis hermanos que habían subido conmigo desalentaban al pueblo, yo permanecí fiel a Yavé mi Dios. 9 Por eso, Moisés hizo ese día este juramento: La tierra que ha pisado tu pie será tu herencia y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste fielmente a Yavé mi Dios.
10 Hace cuarenta y cinco años que Yavé dirigió esta palabra a Moisés cuando Israel caminaba por el desierto, y Yavé me conservó con vida, como lo había prometido. Ahora tengo ochenta y cinco años, 11 pero todavía estoy tan firme como el día en que Moisés me envió. Me siento ahora con tanta fuerza como antes, ya sea para pelear como para ir y venir. 12 Dame pues esa montaña de la que habló Yavé ese día. Tú mismo lo escuchaste entonces: allí están los anaquim en sus ciudades grandes y fortificadas, pero ¡ojalá que Yavé esté conmigo! Y los expulsaré como Yavé lo dijo.
13 Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefoné, y le dio como herencia Hebrón. 14 Por eso Hebrón ha formado parte, hasta el día de hoy, de la herencia de Caleb, hijo de Jefoné el quenisita, porque había seguido fielmente a Yavé, el Dios de Israel. 15 Hebrón se llamaba antes Quiriat-Arba (esa Arba era el hombre famoso de los anaquim); y con esto el país descansó de las guerras.


Josué 15
Los límites de las tribus de Judá

1 Los clanes de la tribu de Judá recibieron por sorteo un territorio que llegaba hasta la frontera de Edom y que se extendía desde el desierto de Sin hasta Cadés por el sur. 2 La frontera meridional partía de la extremidad del Mar Salado, de la lengua de tierra que mira al sur, 3 se prolongaba por el sur de la subida de los Escorpiones, atravesaba Sin, subía al sur de Cadés-Barne; pasaba luego por Jesrón, subía hasta Addar y volvía entonces hacia Carca. 4 Luego la frontera pasaba por Asmón, llegaba al torrente de Egipto y terminaba en el Mar. Esa era la frontera meridional. 5 El Mar Salado, hasta la desembocadura del Jordán, constituía la frontera oriental. Por el norte, partía la frontera desde el golfete, en la desembocadura del Jordán. 6 La frontera subía luego a Bet-Hogla, pasaba por el norte de Bet-ha-Arabá y se prolongaba hasta la Roca de Bohán (Bohán era hijo de Rubén). 7 La frontera seguía luego a Debir, por el valle de Acor y subía por el norte a Guilgal, frente a la subida de Adumim, al sur del Torrente. La frontera pasaba después por las fuentes de En-Chemech y de En-Roguel; 8 subía luego por el barranco de Ben-Hinón, pasando por el sur del territorio de los jebuseos (es decir, Jerusalén), luego proseguía por la cumbre de la montaña que está frente al barranco de Hinom al oeste, en el extremo de la llanura de los refaim por el norte. 9 Entonces la frontera descendía de la cumbre de la montaña al manantial de Neftoa, luego se dirigía a las ciudades que están en el cerro Efrón y se volvía en dirección a Baala (es decir, Quiriat-Yearim). 10 De Baala, la frontera continuaba al oeste hasta el monte Seir, se prolongaba por la pendiente del monte Yearim en dirección al norte (es decir Quesalón), pasaba por Bet-Chemech, atravesaba Timna, 11 y llegaba por la falda norte de Ecrón. Allí se volvía hacia Chicarón, pasaba por la montaña de Baal, y luego por Yabuel. La frontera terminaba en el mar.
12 El Gran Mar constituía la frontera occidental. Esa era la frontera de los clanes de Judá.
13 A Caleb, hijo de Jefoné, se le entregó su parte en medio de la tribu de Judá, de acuerdo a la orden de Yavé a Josué: Quiriat-Arbá, la ciudad del padre de Anac (que ahora es Hebrón). 14 Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Anac. 15 Desde allí llevó a cabo una campaña contra los habitantes de Debir (antes Debir se llamaba Quiriat-Sefer). 16 Entonces Caleb exclamó: «¡Al que ataque Quiriat-Safer y se apodere de ella, le daré a mi hija Acsa como esposa!» 17 Otoniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, se tomó la ciudad, y Caleb le dio a su hija Acsa como esposa. 18 Cuando ésta llegó donde su marido, éste le aconsejó que pidiera a su padre un campo. Saltó pues de su burro y Caleb le preguntó: «¿Qué quieres?» 19 Respondió: «¡Hazme un favor, ya que me has mandado al Negueb, dame al menos un manantial!» Y le dio las Fuentes de Arriba y las Fuentes de Abajo. 20 Esa fue la posesión de los clanes de Judá.
Lista de las ciudades de la tribu de Judá
21 Estas eran las ciudades al sur del territorio de Judá; al lado de la frontera con Edom, en el Negueb: Cabsel, Arad, Jagur, 22 Quina, Dimón, Aroer, 23 Cadés, Jasor-Jituán, 24 Zif, Telem, Balot, 25 Jasor-Jadata, Queriot-Hesrón (es decir, Jasor), 26 Amam, Sema, Meclada, 27 Jasar-Gada, Hesmón, Bet-Pelet, 28 Jasar-Sual, Bersabé y sus pastizales, 29 Baala, Ijim, Esen, 30 Eltolad, Quesil, Jormá, 31 Siquelag, Madmana, Sansana, 32 Lebaot, Siljim, Ajín y Rimmón: en total, veintinueve ciudades y sus aldeas.
33 En las tierras bajas: Estaol, Sorea, Ajna, 34 Zanúa, Enganim, Tapúa, Enam, 35 Jarmot, Adulam, Soco, Azeca, 36 Saarim, Aditaim, Ja-Guedera y Guederotarim: catorce ciudades y sus aldeas.
37 Senán, Adasa, Migdalgat, 38 Dileán, Jamispé, Yoctel, 39 Laquis, Boscat, Eglón, 40 Cabón, Lajmas, Quitlis, 41 Guederot, Bet-dagón, Naama y Maqueda: dieciséis ciudades y sus aldeas.
42 Libna, Eter, Asán, 43 Jifta, Asna, Nesib, 44 Queila, Aczib y Maresa: nueve ciudades y sus aldeas. 45 Ecrón con sus pastizales y sus aldeas, 46 todo lo que está en la región de Asdod, con sus aldeas, desde Ecrón hasta el mar.
47 Asdod con sus pastizales y sus al deas, Gaza con sus pastizales y sus aldeas, desde el Gran Mar hasta el Torrente de Egipto.
48 En la montaña: Samir, Yatir, Soco, 49 Dana, Quiriat-Sefer (actualmente Debir), 50 Anab, Estemoa, Anim, 51 Gosen, Jolón y Quilo: once ciudades y sus al deas.
52 Arab, Duma, Eseán, 53 Janum, Bet-tapúa, Afeca, 54 Umta, Quiriat-Arba (actualmente Hebrón) y Sior: nueve ciudades y sus aldeas.
55 Maón, Carmel, Zif, Juta, 56 Jizreel, Yorqueam, Zanúa, 57 Jacayim, Guibea y Timna: diez ciudades y sus aldeas.
58 Halul, Betsar, Guedor, 59 Maarat, Betamot y Eltecón: seis ciudades y sus aldeas.
59 Tecoa, Efratá (actualmente es Belén), Peor, Etam, Culón, Tatam, Sorés, Carem, Galim, Beter y Mana: once ciudades y sus aldeas.
60 Quiriat-Baal (es decir Quiriat-Yearim) y Jaraba: dos ciudades y sus aldeas.
61 En el desierto: Betaraba, Midin, Secaca, 62 Nibsán, la ciudad de la sal y Engadi: seis ciudades y sus aldeas.
63 Los hijos de Judá no pudieron echar a los jebuseos que vivían en Jerusalén; por eso los jebuseos viven, hasta el día de hoy, en Jerusalén, al lado de los hijos de Judá.



Salmo 110
Palabra del Señor a mi Señor.

—La fuerza fundamental que rige el destino de la humanidad, del mundo y de la historia, es la victoria de Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre, para tomarnos junto a él y asociarnos a su gloria eterna.
1 Palabra del Señor a mi señor:
1 «¡Siéntate a mi derecha
1 y ve cómo hago de tus enemigos
1 la tarima de tus pies!»
2 Desde Sión extenderá el Señor
2 el cetro de tu mando:
2 domina en medio de tus enemigos.
3 «Tuyo es el principado
3 desde el día de tu nacimiento;
3 de mí en el monte sagrado tú has nacido,
3 como nace el rocío de la aurora».
4 Juró el Señor y no ha de retractarse:
4 «Tú eres para siempre sacerdote
4 a la manera de Melquisedec».
5 A tu diestra está el Señor,
5 aplasta a los reyes en el día de su cólera;
6 juzga a las naciones; está lleno de cadáveres,
6 y de cabezas rotas a lo ancho de la tierra.
7 El bebe del torrente, en el camino,
7 por eso levanta su cabeza.


Gálatas 1
1 Pablo, apóstol, enviado no por los hombres ni por intervención de hombres, sino por Cristo Jesús y por Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos.
2 Yo y todos los hermanos que están conmigo saludamos a las Iglesias de Galacia.
3 Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.
4 El se entregó por nuestros pecados para arrancarnos de nuestra mala condición presente, cumpliendo así la voluntad de Dios nuestro Padre.
5 Gloria a él por los siglos de los siglos. Amén.
No hay otro Evangelio
6 Me sorprende que ustedes abandonen tan pronto a Aquel que según la gracia de Cristo los llamó y se pasen a otro evangelio. 7 Pero no hay otro; solamente hay personas que tratan de tergiversar al Evangelio de Cristo y siembran confusión entre ustedes.
8 Pero aunque nosotros mismos o un ángel del cielo viniese a evangelizarlos en forma diversa a como lo hemos hecho nosotros, yo les digo: ¡Fuera con él! 9 Se lo dijimos antes y de nuevo se lo repito: si alguno viene con un evangelio que no es el que ustedes recibieron, ¡maldito sea! ¡Anatema!
10 ¿Con quién tratamos de conciliarnos?: ¿con los hombres o con Dios? ¿Acaso tenemos que agradar a los hombres? Si tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo.
Pablo enseña lo que recibió de Dios
11 Les recordaré, hermanos, que el Evangelio con el que los he evangelizado no es doctrina de hombres.
12 No lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por una revelación de Cristo Jesús. 13 Ustedes han oído hablar de mi actuación anterior, cuando pertenecía a la comunidad judía, y saben con qué furor perseguía a la Iglesia de Dios y trataba de arrasarla. 14 Estaba más apegado a la religión judía que muchos compatriotas de mi edad y defendía con mayor fanatismo las tradiciones de mis padres. 15 Pero un día, a Aquel que me había escogido desde el seno de mi madre, por pura bondad le agradó llamarme 16 y revelar en mí a su Hijo para que lo proclamara entre los pueblos paganos. En ese momento no pedí consejos humanos, 17 ni tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y de allí regresé después a Damasco. 18 Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecí con él quince días. 19 Pero no vi a ningún otro apóstol fuera de Santiago, hermano del Señor. 20 Todo esto lo digo ante Dios; él sabe que no miento. 21 Luego me fui a las regiones de Siria y Cilicia.
22 De manera que no me cono- cían personalmente, 23 tan sólo habían oído decir de mí: «El que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que trataba de destruir.» 24 Y glorificaban a Dios por mí.