DIA 73-Números 10--11 Salmo 75 Hechos 11


Números 10
1 Yavé dijo a Moisés: 2 «Hazte dos trompetas de plata: las harás de plata batida. Te servirán para convocar a la comunidad y para dar la señal de levantar el campamento.
3 Cuando suenen las dos, se reunirá junto a ti toda la comunidad, a la entrada de la Tienda de las Citas. 4 En cambio, si se toca una sola, será para que los responsables, los jefes de mil, se reúnan contigo.
5 Cuando se toque con estrépito, partirán los que acampan al oriente. 6 Cuando se toque con estrépito por segunda vez, partirán los que acampan al mediodía. Se tocará con estrépito para dar la señal de partir; 7 en cambio cuando quieras congregar al pueblo, el sonido de las trompetas será sencillo y sin redoble.
8 Los sacerdotes, hijos de Aarón, tocarán las trompetas: ésta es una ley para ustedes y para sus descendientes. 9 Cuando ya estén en su tierra y salgan a combatir al enemigo que les trae la guerra, ustedes tocarán las trompetas con estrépito; así se acordará Yavé, Dios de ustedes, y los librará de sus enemigos.
10 En los días de alegría, en las fiestas y en las lunas nuevas, ustedes tocarán las trompetas durante el ofrecimiento de los holocaustos y sacrificios de comunión. Así harán que su Dios se acuerde de ustedes. Yo soy Yavé, Dios de ustedes.»
Orden de marcha de los «Ejércitos de Israel»
11 El día veinte del segundo mes del año segundo se levantó la Nube de encima de la Morada del Testimonio, 12 y los hijos de Israel partieron del desierto de Sinaí caminando por etapas. La Nube se detuvo en el desierto de Parán.
13 Partieron entonces por primera vez según la orden de Yavé transmitida por Moisés. 14 La bandera del campamento de la tribu de Judá partió en primer lugar, por cuerpos de ejército. 15 Al frente de la tropa de Judá iba Najasón, hijo de Aminadab; al frente de la tribu de los hijos de Isacar (en formación) Natanael, hijo de Suar; 16 al frente de la tribu de los hijos de Zabulón (en formación) Eliab, hijo de Helón.
17 Entonces fue desmontada la Morada y partieron los hijos de Guersón y los de Merarí, llevándola. 18 Partió luego la bandera del campamento de Rubén, por cuerpos de ejército. Al frente de la tropa de Rubén iba Elisur, hijo de Sedeur; 19 al frente de la tribu de los hijos de Simeón (en formación) Selemiel, hijo de Surisadday; 20 al frente de la tribu de los hijos de Gad (en formación) Elyasaf, hijo de Duel. 21 Tras éstos caminaron los quehatitas, llevando en hombros las cosas santas; así se armaba la Morada antes de que ellos llegaran. 22 Partió luego la bandera del campamento de la tribu de Efraím por cuerpos de ejército; al frente de la tropa de Efraím iba Elisama, hijo de Ammiud. 23 Al frente de los hijos de Manasés (en formación) Gamaliel, hijo de Pedasur; 24 al frente de la tribu de los hijos de Benjamín (en formación) Abidán, hijo de Guedeoní.
25 Luego, cerrando la marcha de todos los campamentos, partió la bandera del campamento de los hijos de Dan, por cuerpos de ejército. Al frente de la tropa de Dan iba Abiezer, hijo de Amisadday; 26 al frente de la tribu de los hijos de Aser (en formación) Pagiel, hijo de Ocrón; 27 al frente de la tribu de los hijos de Neftalí (en formación) Ajirá, hijo de Enan.
28 Este fue el orden de marcha de los hijos de Israel repartidos en cuerpos de ejército. Y así partieron.
RECUERDOS DEL DESIERTO: PRIMERA PARTE
29 Moisés dijo a Jobab, hijo de Raguel el madianita, su suegro: «Nosotros partimos para el lugar que Yavé nos prometió que nos daría: ¡ven pues con nosotros! Te trataremos bien porque Yavé prometió que le haría el bien a Israel.» 30 Jobab le respondió: «No iré con ustedes sino que volveré a mi país donde mi familia.» 31 Moisés le replicó: «¡Por favor, no nos dejes. Tú conoces los lugares donde tendremos que acampar en el desierto, tú serás nuestro ojo! 32 Si vienes con nosotros, tendrás tu parte en todos los favores que Dios nos haga.»
33 Saliendo de la montaña de Yavé, caminaron tres días, y durante esos tres días de marcha, el Arca de la Alianza iba delante de ellos para ubicarles un lugar donde descansar. 34 La Nube de Yavé estaba encima de ellos durante el día, cuando levantaban el campamento. 35 Cuando el Arca partía, Moisés decía: «¡Levántate, Yavé! ¡Que se dispersen tus enemigos, que huyan ante ti los que te odian!» 36 Y cuando se detenía, decía: «¡Vuélvete Yavé a las miríadas de Israel!»


Números 11
1 El pueblo murmuró malvadamente a los oídos de Yavé. Yavé lo oyó y se enojó: se encendió el fuego de Yavé contra el pueblo y devoró las primeras tiendas del campamento. 2 Entonces el pueblo le suplicó a Moisés. Moisés intercedió ante Yavé y el fuego se apagó. 3 A ese lugar se le dio el nombre de Tabera porque se había encendido contra ellos el fuego de Yavé. 4 El montón de gente extraña que se encontraba en medio de los Israelitas sólo pensaba en comer, y hasta los mismos israelitas se pusieron a quejarse. Decían: «¿Quién nos dará carne para comer?» 5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que gratuitamente comíamos en Egipto, los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. 6 Ahora tenemos la garganta seca, y no hay nada, absolutamente nada más que ese maná en el horizonte!
7 El maná era como la semilla del cilantro, se parecía a un manojo de malvavisco. 8 La gente del pueblo se dispersaba para recogerlo, luego lo molían entre dos piedras o lo machacaban en un mortero. Después lo cocían en una olla y hacían con él tortillas. Su sabor era parecido al de una tortilla con aceite. 9 Por la noche, apenas caía el rocío sobre el campamento, caía también el maná.
10 Moisés oyó que el pueblo lloraba, cada familia a la entrada de su tienda, mientras ardía la cólera de Yavé. Moisés se afectó mucho por eso. 11 Le dijo a Yavé: «¿Por qué tratas tan mal a tu servidor? ¡No me has hecho ningún favor al imponerme la carga de todo este pueblo! 12 ¿Soy yo acaso quien lo dio a luz para que me digas: Llévalo en tu seno, como la nodriza lleva a su bebé, al país que prometiste bajo juramento a nuestros padres?
13 Todo el pueblo viene a mí para decirme: ¡Danos carne, queremos comerla! Pero, ¿de dónde voy a sacar carne para dársela? 14 ¡No puedo conducir solo a todo este pueblo, es demasiado peso para mí! 15 Si así es como me quieres tratar, mejor mátame, te lo ruego; con eso me harías un favor y me vería libre de esta desgracia!» 16 Yavé le respondió a Moisés: «Júntame setenta ancianos de Israel, hombres de los que sabes que son ancianos y escribas de su pueblo, y llévalos a la Tienda de las Citas. Que se paren a tu lado. 17 Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré de mi espíritu que está en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no tendrás que llevarla solo.
18 Dirás al pueblo: Santifíquense para mañana, comerán carne ya que vinieron a llorar a los oídos de Yavé. Pues ustedes dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? ¡Estábamos tan bien en Egipto! Yavé les dará carne y la comerán. 19 La comerán no sólo uno o dos, o siquiera cinco, diez o veinte días, 20 sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y sientan asco de ella. Porque menospreciaron a Yavé que está en medio de ustedes cuando vinieron a llorar ante él, diciéndole: ¿Por qué salimos de Egipto?» 21 Moisés dijo: «El pueblo al que pertenezco consta de seiscientos mil hombres de a pie, y tú dices: ¿¡Les voy a dar carne y la comerán todo un mes!? 22 Si se mataran para ellos rebaños de ovejas y de bueyes, ¿tendrían bastante? Si se recogieran para ellos todos los pescados del mar, ¿sería suficiente?» 23 Yavé le dijo a Moisés: «¡Así que la mano de Yavé es muy corta! Ahora verás si mi palabra se cumple o no.»
Yavé da su espíritu a los jefes de Israel
24 Moisés salió y transmitió al pueblo las palabras de Yavé: Reunió a setenta hombres de entre los ancianos del pueblo, que se pusieron de pie alrededor de la Tienda. 25 Entonces Yavé bajó en la nube y habló, luego tomó del espíritu que estaba en Moisés y lo puso en los setenta hombres ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar, pero después no lo hicieron más.
26 Dos hombres se habían quedado en el campamento, el primero se llamaba Eldad y el otro, Medad; el espíritu se posó sobre ellos. Pertenecían a los inscritos, pero no ha bían ido a la Tienda, y profetizaron en el campamento. 27 Un muchacho corrió para anunciárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento».
28 Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: «¡Mi señor Moisés, prohíbeselo!» 29 Pero Moisés le respondió: «¿Así que te pones celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé fuera profeta, que Yavé les diera a todos su espíritu!» 30 Después de eso, Moisés regresó al campamento junto con los ancianos de Israel.
31 Empezó a soplar un viento: venía de Yavé. El viento venía del mar y arrastraba codornices, las que dispersó por el campamento y sus alrededores hasta un día de camino. Las había por todo el derredor del campamento formando una capa de dos codos. 32 El pueblo se levantó, y toda esa noche y todo el día siguiente se dedicó a recoger codornices. El que menos tenía había juntado diez grandes medidas. Las pusieron a secar alrededor del campamento.
33 Pero aún tenían la carne entre los dientes, y todavía no terminaban de masticarla, cuando la cólera de Yavé se encendió contra el pueblo. Yavé le asestó al pueblo un golpe tremendo. 34 A ese lugar se le dio el nombre de Quibrot-ha-taava, porque allí fueron enterrados los que se habían lanzado como hambrientos sobre la comida. 35 De Quibrot-ha-taava partió el pueblo para Jaserot.


Salmo 75
Te damos gracias; Señor, porque tú vas a juzgar.—Ya juzgó Dios al mundo por la cruz y la resurrección de Cristo, y dio a los justos la certeza de que triunfarán.
2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, cuenten tus prodigios los que invocan tu nombre.
3 «Déjenme fijar la fecha y yo haré el juicio, yo impondré la justicia.»
4 Se derrumba la tierra con sus habitantes, mas yo soy quien afianzó sus columnas.
5 Digo a los arrogantes: «¡Ya basta de violencias!» y a los incrédulos: «No alcen los cuernos, 6 no levanten tanto su cornamenta ni lancen desafíos contra la Roca».
7 Pues, he aquí que viene, no del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de las montañas, 8 pero sí viene Dios, que es el juez, para humillar a unos y ensalzar a otros.
9 En su mano el Señor tiene la copa de vino espumante y embriagador. La escancia y la vacian hasta la borra al beberla todos los malos de la tierra.
10 Yo podría alargarme, no terminaría, cantaré salmos al Dios de Jacob: 11 aserruchará los cuernos de los malvados, y se alzarán los cuernos de los justos.


Hechos 11
Pedro justifica su conducta

1 Los apóstoles y los hermanos de Judea tuvieron noticias de que también personas no judías habían acogido la Palabra de Dios. Por eso, 2 cuando Pedro subió a Jerusalén, los creyentes judíos comenzaron a criticar su actitud: 3 «¡Has entrado en la casa de gente no judía y has comido con ellos!» 4 Entonces Pedro se puso a explicarles los hechos punto por punto:
5 «Estaba yo haciendo oración en la ciudad de Jope cuando en un éxtasis tuve una visión. Algo bajaba del cielo, algo que se parecía a una gran tienda de campaña, y llegaba hasta mí, posándose en el suelo sobre sus cuatro puntas. 6 Miré atentamente y vi en ella cuadrúpedos, bestias del campo, reptiles y aves. 7 Oí también una voz que me decía: «Pedro, levántate, mata y come.» 8 Yo contesté: «¡De ninguna manera, Señor! Nunca ha entrado en mi boca nada profano o impuro.» 9 La voz me habló por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú impuro.» 10 Esto se repitió por tres veces y después fue retirado todo al cielo.
11 En aquel momento, tres hombres que habían sido enviados a mí desde Cesarea, llegaron a la casa donde nosotros estábamos. 12 El Espíritu me dijo que los siguiera sin vacilar. Me acompañaron estos seis hermanos y entramos en la casa de aquel hombre. 13 El nos contó cómo había visto a un ángel que se presentó en su casa y le dijo: “Envía a alguien a Jope, y que traiga a Simón, llamado Pedro. 14 El te dará un mensaje por el que te salvarás tú y toda tu familia”.
15 Apenas había comenzado yo a hablar, cuando el Espíritu Santo bajó sobre ellos, como había bajado al principio sobre nosotros. 16 Entonces me acordé de la palabra del Señor, que dijo: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo.” 17 Si ellos creían en el Señor Jesucristo y Dios les comunicaba el mismo don que a nosotros, ¿quién era yo para oponerme a Dios?»
18 Cuando oyeron esto se tranquilizaron y alabaron a Dios diciendo: «También a los que no son judíos les ha dado Dios la conversión que lleva a la vida.»
La fundación de la Iglesia de Antioquía
19 Algunos que se habían dispersado a raíz de la persecución cuando el asunto de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, pero sólo predicaban la Palabra a los judíos. 20 Sin embargo, unos hombres de Chipre y de Cirene, que habían llegado a Antioquía, se dirigieron también a los griegos y les anunciaron la Buena Noticia del Señor Jesús. 21 La mano del Señor estaba con ellos y fueron numerosos los que creyeron y se convirtieron al Señor.
22 La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía. 23 Al llegar fue testigo de la gracia de Dios y se alegró; animaba a todos a que permaneciesen fieles al Señor con firme corazón, 24 pues era un hombre excelente, lleno del Espíritu Santo y de fe. Así fue como un buen número de gente conoció al Señor.
25 Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo, 26 y apenas lo encontró lo llevó a Antioquía. En esta Iglesia trabajaron juntos durante un año entero, instruyendo a muchísima gente, y fue en Antioquía donde los discípulos por primera vez recibieron el nombre de cristianos.
27 Por aquel tiempo bajaron algunos profetas de Jerusalén a Antioquía. 28 Uno de ellos, llamado Agabo, dio a entender con gestos proféticos que una gran hambre vendría sobre todo el mundo, la que de hecho sobrevino en tiempos del emperador Claudio. 29 Entonces cada uno de los discípulos empezó a ahorrar según sus posibilidades, destinando esta ayuda a los hermanos de Judea. 30 Así lo hicieron, enviándosela a los presbíteros por medio de Bernabé y Saulo.