DIA 34 -Éxodo 3--4 Salmo 33 Mateo 19,1-15



Éxodo 3
La zarza ardiendo

1 Moisés cuidaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas muy lejos en el desierto y llegó al Horeb, el Cerro de Dios. 2 Entonces fue cuando el Angel de Yavé se presentó a él, como una llama ardiente en medio de una zarza. Moisés estuvo observando: la zarza ardía, pero no se consumía. 3 Y se dijo: «Voy a dar una vuelta para mirar este fenómeno tan extraordinario: ¿ por qué la zarza no se consume?»
4 Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!», y él respondió: «Aquí estoy.» 5 Yavé le dijo: «No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada.»
6 Luego le dijo: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Al instante Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de que su mirada se fijara sobre Dios.
7 Yavé dijo: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he oído sus quejas cuando lo maltrataban sus mayordomos. Me he fijado en sus sufrimientos, 8 y he bajado, pa ra librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel, al territorio de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos. 9 El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los egipcios los oprimen.
10 Ve, pues, yo te envío a Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.»
11 Moisés dijo a Dios: «¿Quién soy yo para ir donde Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?» 12 Dios respondió: «Yo estoy contigo, y ésta será para ti la señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, ustedes vendrán a darme culto en este monte.»
13 Moisés contestó a Dios: «Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía a ellos, si me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, yo ¿qué les voy a responder?»
14 Dios dijo a Moisés: «Yo soy: YO-SOY.» «Así dirás al pueblo de Israel: YO-SOY me ha enviado a ustedes. 15 Y también les dirás: YAVÉ, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado. Este será mi nombre para siempre, y con este nombre me invocarán de generación en generación.»
Moisés es enviado como liberador
16 Ve y reúne a los jefes de Israel, y les dirás: «Yavé, el Dios de sus padres, se me apareció; el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob me ha dicho: Ahora voy a pedir cuentas debido a todo lo que a ustedes les están haciendo en Egipto. 17 He decidido sacarlos de esta opresión en Egipto y trasladarlos a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.
18 Los jefes de Israel te harán caso y, con ellos te presentarás al rey de Egipto. Tú le dirás: El Dios de los hebreos, Yavé, nos salió al encuentro: deja que nos alejemos a tres días de marcha en el desierto, para ofrecer sacrificios a Yavé, nuestro Dios.
19 Yo ya sé que el rey de los egipcios no los dejará ir, si no es obligado por la fuerza. 20 Por esto yo extenderé mi mano y azotaré a Egipto con toda clase de males extraordinarios, de manera que él mismo los echará fuera.
21 Y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios de modo que, al salir, no se marchen con las manos vacías. 22 Cada mujer pida a su vecina o a la persona que comparte su casa objetos de plata y oro y también vestidos; sus hijos e hijas se los pondrán, y así dejarán sin nada a los egipcios.»


Éxodo 4
Moisés recibe el don de los milagros

1 Moisés respondió a Yavé: «No me van a creer, ni querrán escucharme, sino que dirán: ¡Cómo que se te ha aparecido Yavé!»
2 Entonces Yavé le dijo: «¿Qué es lo que tienes en la mano?» «Un bastón», le respondió él. 3 Dijo Yavé: «Tíralo al suelo.» Lo tiró al suelo, y se convirtió en una serpiente: Moisés dio un salto atrás. 4 Yavé entonces le dijo: «¡Tómala por la cola con tu mano!» Moisés la agarró, y volvió a ser un bastón en su mano. 5 «Con esto –le dijo Yavé– podrán creer que se te ha aparecido el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y de Jacob.»
6 Otra vez Yavé le dijo: «Mete la mano en tu pecho.» Lo hizo, y la sacó cubierta de lepra, blanca como la nieve. 7 «Vuelve a meter tu mano en el pecho.» Lo hizo y, al sacarla, su mano estaba tan sana como el resto de su cuerpo.
8 «Si no te creen —le dijo Yavé— y no los convence el primer prodigio, te creerán con el segundo. 9 Y si no creen todavía con los dos prodigios y no te hacen caso, toma agua del río y derrámala; en cuanto toque el suelo, el agua del río se convertirá en sangre.»

Aarón, intérprete de Moisés
10 Moisés dijo a Yavé: «Mira, Señor, que yo nunca he tenido facilidad para hablar, y no me ha ido mejor desde que hablas a tu servidor: soy torpe de boca y de lengua.»
11 Le respondió Yavé: «¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace que uno hable y otro no? 12 ¿Quién hace que uno vea y que el otro sea ciego o sordo? ¿No soy yo, Yavé? 13 Anda ya, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir.»
14 Pero él insistió: «Por favor, Señor, ¿por qué no mandas a otro?» Esta vez Yavé se enojó con Moisés y le dijo: «¿No tienes a tu hermano Aarón, el levita? Bien sé yo que a él no le faltan las palabras. 15 Y precisamente ha salido de viaje en busca tuya y, al verte, se alegrará mucho.
15 Tú le hablarás y se lo enseñarás de memoria; 16 yo les enseñaré lo que tienen que hacer, porque estaré en tu boca y en la suya. 17 Aarón hablará por ti igual que un profeta habla por su Dios, y tú, con este bastón en la mano, harás milagros.»

Moisés vuelve a Egipto
18 Yavé dijo a Moisés, en el país de Madián: «Regresa a Egipto, pues ya murieron los que querían tu muerte.»
19 Moisés, pues, volvió a casa de su suegro Jetró y le dijo: «Yo quisiera irme donde mis hermanos, en Egipto, para saber si están vivos todavía.» Jetró le respondió: «Que te vaya bien.» 20 Tomó Moisés a su esposa y a sus hijos. Los hizo montar en un burro y partió para Egipto, llevando en la mano el bastón divino.
21 Yavé le dijo, asimismo: «Cuando regreses a Egipto, harás delante de Faraón todos los prodigios para los cuales te he dado poder. Pero yo haré que se ponga porfiado y no dejará partir a mi pueblo. 22 Tú entonces le dirás: Esto dice Yavé: Israel es mi hijo primogénito. 23 Ya te dije: Deja partir a mi hijo, para que me rinda culto. Pero tú no lo has dejado que salga, y yo voy a quitar la vida a tu hijo primogénito.»
24 Cuando Moisés iba de camino, el Angel de Yavé se le presentó en el lugar donde pasaba la noche, con intención de quitarle la vida. 25 Tomó entonces Séfora un cuchillo de piedra y, cortando el prepucio de su hijo, tocó con él los pies de Moisés. Luego dijo: «Tú eres para mí un esposo de sangre.»
26 El Angel lo dejó. Ella había dicho estas palabras, «esposo de sangre», a causa de la circuncisión.
Moisés y Aarón son aceptados por los israelitas
27 Mientras tanto, Yavé había dicho a Aarón: «Sal al encuentro de Moisés, en el desierto.» Así que partió Aarón, lo encontró en el Monte de Dios y lo besó. 28 Moisés contó a Aarón todas las palabras que Yavé le había dirigido y los prodigios que le había enseñado. 29 Moisés y Aarón, pues, partieron juntos a Egipto, donde reunieron a todos los jefes de los hijos de Israel. 30 Aarón les comunicó todo lo que Yavé había dicho a su hermano Moisés; y éste hizo los prodigios delante de todo el pueblo. 31 El pueblo creyó; comprendieron que Yavé había visto sus humillaciones y venía a visitar a los hijos de Israel. Postrados en tierra, adoraron.


Salmo 33
La Providencia de Dios cuida el mundo.
—«Dichoso el pueblo que tiene al Señor por Dios.» El tiene sus ojos puestos en los que lo temen.
1 Buenos, festejen al Señor,
1 pues los justos le deben alabar.
2 Denle gracias, tocando la guitarra,
2 y al son del arpa entónenle canciones.
3 Entonen para él un canto nuevo,
3 acompañen la ovación con bella música.
4 Pues recta es la palabra del Señor,
4 y verdad toda obra de sus manos.
5 El ama la justicia y el derecho,
5 y la tierra está llena de su gracia.
6 Por su palabra surgieron los cielos,
6 y por su aliento todas las estrellas.
7 Junta el agua del mar como en un frasco,
7 y almacena las aguas del océano.
8 Tema al Señor la tierra entera,
8 y tiemblen ante él sus habitantes,
9 pues él habló y todo fue creado,
9 lo ordenó y las cosas existieron.
10 Malogra los proyectos de los pueblos
10 y deshace los planes de las naciones.
11 Pero el proyecto del Señor subsiste siempre,
11 sus planes prosiguen a lo largo de los siglos.
12 Es feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
12 el pueblo que él escoge como herencia.
13 Mira el Señor de lo alto de los cielos,
13 y contempla a los hijos de los hombres.
14 Del lugar en que vive está observando
14 a todos los que habitan en la tierra;
15 él, que solo formó sus corazones,
15 él, que escudriña todas sus acciones.
16 No salva al rey lo inmenso de sus tropas,
16 ni su gran fuerza libra al que combate.
17 No es verdad que un caballo sirva para triunfar,
17 no salvará al jinete ni con todo su brío.
18 Está el ojo del Señor sobre los que le temen,
18 y sobre los que esperan en su amor,
19 para arrancar sus vidas de la muerte
19 y darles vida en momentos de hambruna.
20 En el Señor nosotros esperamos,
20 él es nuestra defensa y nuestro escudo;
21 en él se alegra nuestro corazón,
21 en su santo nombre tenemos confianza.
22 Venga, Señor, tu amor sobre nosotros,
22 como en ti pusimos nuestra confianza.



Mateo 19,1-15
Matrimonio, divorcio y continencia «por el Reino»

1 Después de terminar este discurso, Jesús partió de Galilea y llegó a las fronteras de Judea por la otra orilla del Jordán. 2 También allí mucha gente vino a él y los sanó.3 Se le acercaron unos fariseos y lo pusieron a prueba con esta pregunta: «¿Está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
4 Jesús respondió: «¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer 5 y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? 6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.»
7 Los fariseos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés ordenó que se firme un certificado en el caso de divorciarse?» 8 Jesús contestó: «Moisés vio lo tercos que eran ustedes, y por eso les permitió despedir a sus mujeres, pero al principio no fue así. 9 Yo les digo: el que se divorcia de su mujer, fuera del caso de unión ilegítima, y se casa con otra, comete adulterio.»
10 Los discípulos le dijeron: «Si ésa es la condición del hombre que tiene mujer, es mejor no casarse.» 11 Jesús les contestó: «No todos pueden captar lo que acaban de decir, sino aquellos que han recibido este don. 12 Hay hombres que han nacido eunucos. Otros fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!»
Jesús y los niños
13 Entonces trajeron a Jesús algunos niños para que les impusiera las manos y rezara por ellos. Pero los discípulos los recibían muy mal. 14 Jesús les dijo: «Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí: el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.»
15 Jesús les impuso las manos y continuó su camino.