DIA 15-Génesis 21- Salmo 15- Mateo 9,18-38




Génesis 21
Nacimiento de Isaac

1 Yavé visitó a Sara tal como lo había dicho; Yavé hizo con Sara aquello mismo que había prometido.
2 Sara quedó embarazada, dio a luz un hijo de Abraham siendo ya anciana, y en la misma fecha que Dios había señalado.
3 Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le nació, el hijo que Sara dio a luz.
4 Lo circuncidó a los ocho días, conforme a lo que Dios le había ordenado.
5 Abraham tenía cien años de edad cuando le nació Isaac.
6 Sara dijo: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren se reirán también.»
7 Y añadió: «¡Quién hubiera dicho a Abraham que yo amamantaría hijos! Y sin embargo, le he dado a luz un hijo en su vejez.»
Abraham despide a Agar
8 Creció el niño, y el día en que dejó de ser amamantado, Abraham celebró un gran banquete.
9 Sara vio que el hijo que la egipcia Agar había dado a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac,
10 y dijo a Abraham: «Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no debe compartir la herencia con mi hijo, con Isaac.»
11 Esto desagradó mucho a Abraham, por ser Ismael su hijo.
12 Pero Dios le dijo: «No te preocupes por el muchacho ni por tu sirvienta. Haz todo lo que te pide Sara, porque de Isaac saldrá la descendencia que lleve tu nombre.
13 Pero también del hijo de la sierva yo haré una gran nación, por ser descendiente tuyo.»
14 Abraham se levantó por la mañana muy temprano, tomó pan y un recipiente de cuero lleno de agua y se los dio a Agar. Le puso su hijo sobre el hombro y la despidió. Agar se marchó y anduvo errante por el desierto de Bersebá.
15 Cuando no quedó nada de agua en el recipiente de cuero, abandonó al niño bajo un matorral
16 y fue a sentarse a la distancia de un tiro de arco, pues pensó: «Al menos no veré morir a mi hijo.»
16 Como se alejara para sentarse, el niño se puso a llorar a gritos.
17 Dios oyó los gritos del niño, y el Angel de Dios llamó desde el cielo a Agar y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del niño desde el lugar donde él está. 18 Anda a buscar al niño, y tómalo de la mano, porque de él haré yo un gran pueblo.»
19 Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Llenó el recipiente de cuero y dio de beber al niño.
20 Dios asistió al niño, que creció y vivió en el desierto, llegando a ser un experto tirador de arco.
21 Vivió en el desierto de Parán, donde su madre lo casó con una mujer egipcia.
22 Por aquel tiempo, Abimelec fue con Ficol, general de sus tropas, a hablar a Abraham, y le dijo: «Dios está contigo en todo cuanto emprendes.
23 Por eso júrame ahora mismo ante Dios que no me harás daño, ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis descendientes, sino que usarás conmigo y con esta tierra en la que habitas, la misma bondad que yo he usado contigo.»
24 Abraham le respondió: «Lo juro.»
25 Y de inmediato Abraham se quejó ante Abimelec de que algunos servidores de éste se habían apoderado por la fuerza de un pozo que le pertenecía.
26 Abimelec le contestó: «No sé quién haya hecho tal cosa, pero tú no me has dicho nada, y yo me entero de eso sólo ahora.»
27 Abraham tomó unas ovejas y vacas y se las dio a Abimelec, e hicieron los dos un pacto.
28 Abraham puso aparte siete ovejas de su rebaño,
29 y Abimelec le preguntó: «¿Qué significan estas siete ovejas que has separado?»
30 Le respondió Abraham: «Acepta estas siete ovejas de mi mano, como prueba de que ese pozo lo he excavado yo.»
31 Por eso aquel lugar fue llamado Bersebá (o sea, pozo del juramento), porque allí juraron ambos.
32 Después de haber hecho el pacto en Bersebá, Abimelec y Ficol, general de sus tropas, volvieron al país de los filis teos. 33 Abraham plantó un árbol de tamarindo en Bersebá y allí invocó el nombre de Yavé, Dios Eterno. 34 Abraham estuvo todavía mucho tiempo viviendo en el país de los filisteos.



Salmo 15
Señor, ¿quién morará en tu tienda?—Que el Señor nos ayude a guardar sus mandamientos.
1 Señor, ¿quién entrará bajo tu tienda y habitará en tu montaña santa?
2 El que es irreprochable y actúa con justicia, el que dice la verdad de corazón y no forja calumnias;
3 el que no daña a su hermano ni al prójimo molesta con agravios; 4 el que menosprecia al criminal, pero honra a los que temen al Señor;
5 y si bien al jurar se perjudicó, no se retracta de lo que ha dicho; el que no presta dinero a interés ni acepta sobornos para perjudicar al inocente. Quien obra así jamás vacilará.



Mateo 9,18-38
18 Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se postró delante de él y le dijo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá.» 19 Jesús se levantó y lo siguió junto con sus discípulos.
20 Mientras iba de camino, una mujer que desde hacía doce años padecía hemorragias, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto. 21 Pues ella pensaba: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»
22 Jesús se dio vuelta y, al verla, le dijo: «Animo, hija; tu fe te ha salvado.» Y desde aquel momento, la mujer quedó sana.
23 Al llegar Jesús a la casa del jefe, vio a los flautistas y el alboroto de la gente.
24 Entonces les dijo: «Váyanse, la niña no ha muerto sino que está dormida.» Ellos se burlaban de él.
25 Después que echaron a toda la gente, Jesús entró, tomó a la niña por la mano, y la niña se levantó.
26 El hecho se divulgó por toda aquella región.
Otras curaciones
27 Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!»
28 Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?» Contestaron: «Sí, Señor.»
29 Entonces Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Hágase así, tal como han creído». Y sus ojos vieron.
30 Después les ordenó severamente: «Cuiden de que nadie lo sepa.»
31 Pero ellos, en cuanto se fueron, lo publicaron por toda la región.
32 Apenas se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenía un demonio y no podía hablar.
33 Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. La gente quedó maravillada y todos decían: «Jamás se ha visto cosa igual en Israel.» 34 En cambio, los fariseos comentaban: «Este echa a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios.»

Segunda etapa (9,35—12,50) La Buena Nueva no es recibida
Jesús enseña y sana, encomienda la misma misión al grupo de los Doce.
En el centro del Discurso misionero Jesús se identifica con sus discÍpulos: quien los recibe, a él lo recibe.
Jesús enfrenta la incredulidad. A Juan Bautista le recuerda su misión. Denuncia la ceguedad de las ciudades que no creyeron. Choca con el legalismo de los fariseos. Anuncia su muerte (12,40) y el juicio de esa generación. Renuncia a su familia carnal a favor de la familia espiritual que forman sus discípulos.
35 Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades.
36 Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor.
37 Y dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 38 Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.»