El valle del Jordán en la zona de Gilgal, lo que había sido un lugar fértil, se había convertido en una tierra árida debido a una gran sequía. Las reservas de comida se habían agotado y el pueblo pasaba hambre.
Eliseo no era cocinero, era un profeta de Dios, y su tiempo lo dedicaba a enseñar a la gente acerca de Dios, pero cuando surgió un problema relacionado con la cocina, Eliseo supo como resolverlo ya que sabía que Dios podía ayudarle.
Durante uno de sus viajes Eliseo llegó a un lugar llamado Gilgal. En esa región había hambre y algunos hombres que amaban a Dios le contaron a Eliseo el problema de la falta de comida. Está bien, dijo Eliseo, vamos a cocinar
Eliseo les dio algunas instrucciones: Buscad la olla mas grande que podáis encontrar y preparad una sopa. Pronto una gigantesca olla estaba al fuego y el agua calentándose en su interior. Buscad verduras, les dijo Eliseo.
Fueron a buscar verduras, pero uno de los jóvenes recogió fruta venenosa. El joven echó la fruta en la olla porque en ningún momento pensó que podía ser venenosa. Tremendo error
La gente comenzó a tomar la sopa y de repente todos empezaron a sentirse enfermos. esta comida está envenenada, gritaban algunos.
Eliseo comenzó a orar y pronto supo qué hacer. Traed harina, ordenó. Pronto trajeron harina y Eliseo la echó en la olla. Ahora servid a la gente la sopa de nuevo, ya pueden comerla.
La gente de Gilgal estaba muy interesada en lo que estaba sucediendo, pero seguía pasando hambre. Eliseo estaba conmovido, ¡Cómo podía ayudar para que esta gente tuviera algo para comer!
Mientras pensaba en todo esto se acercó un hombre que traía un regalo para Eliseo, eran veinte panes de cebada recién horneados pero esa comida no alcanzaba para tanta gente.
El hombre se abrió entre la multitud y Eliseo salió a recibirlo.
- Que bueno verte - le dijo Eliseo - ¿Qué te trae por aquí? - le preguntó
Traigo esta comida para ti, aunque se que no es mucha - le dijo el hombre a Eliseo. El hombre puso a los pies de Elías lo que traía, verduras, fruta, veinte panes y un poco de maiz.
Gracias - le dijo Eliseo - esta comida ha llegado en el momento oportuno
Comparte esta comida entre las multitudes, pidió Eliseo a su criado. Este se burló - ¿Cómo? ¿Alimentar con esta comida a tanta gente? Imposible repartir entre cien personas. Eliseo lo ignoró y dijo: - El Señor me ha dicho que todas las personas comerán y aún sobrará.
Y así sucedió. La comida se repartió entre todos. Las cien personas comieron tanto como quisieron y todavía sobró mucha comida. Todos estaban sorprendidos, el único que no se sorprendió fue Eliseo.
Este relato de la Biblia lo puedes leer en 2 Reyes 4:38
Puedes ver la historia original en inglés en este enlace:
https://www.christart.com/christianbooks/read/4773/1Eliseo confió en Dios y no dudó que la comida alcanzaría para alimentar a todos aquellos hombres hambrientos. ¿A qué pasajes del Nuevo Testamento te recuerda esta historia?
Dios resolvió la dificultad de una manera poco convencional para el pensamiento humano. Una comida contaminada es purificada