DIA 363 SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO


SANTA MISA EN LA IMAGEN
363 DIAS. SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO


El Antiguo Testamento
ZACARIAS C. 8



ZACARÍAS
Capítulo 8



Capítulo 8
1 La palabra del Señor llegó en estos términos:
2 Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella.
3 Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada «Ciudad de la Fidelidad», y la montaña del Señor de los ejércitos, «Montaña Santa».
4 Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años.
5 Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas.
6 Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? –oráculo del Señor de los ejércitos–.
7 Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente. y de los países donde se pone el sol.
8 Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia.
9 Así habla el Señor de los ejércitos: Que se fortalezcan las manos de ustedes, los que escuchan en estos días, de la boca de los profetas, estas palabras pronunciadas desde el día en que se pusieron los cimientos de la Casa del Señor de los ejércitos, para la reconstrucción del Templo.
10 Porque antes de estos días no había salario para los hombres ni ración para los animales, ni había seguridad para los que iban y venían, a causa del enemigo: yo había lanzado a todos los hombres, unos contra otros.
11 Pero ahora, yo no trataré al resto de este pueblo como en los tiempo pasados –oráculo del Señor de los ejércitos–.
12 Porque hay semillas de paz: la viña dará su fruto, la tierra sus productos y el cielo su rocío. Yo daré todo esto como herencia al resto de este pueblo.
13 Y así como ustedes, pueblo de Judá y pueblo de Israel, fueron una maldición entre las naciones, así yo los salvaré, y ustedes serán una bendición. ¡No teman! ¡Que sus manos se fortalezcan!
14 Porque así habla el Señor de los ejércitos: Así como yo había resuelto hacerles mal cuando sus padres me irritaban –dice el Señor de los ejércitos– y no me arrepentí,
15 así, en cambio, decidí en estos días hacer el bien a Jerusalén y al pueblo de Judá. ¡No teman!
16 Esto es lo que deberán practicar: díganse mutuamente la verdad y dicten en sus puertas sentencias que restablezcan la paz;
17 no piensen en hacerse mal unos a otros y no amen el falso juramento. Porque yo aborrezco todo eso –oráculo del Señor–.
18 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
19 «Así habla el Señor de los ejércitos: El ayuno del cuarto, del quinto, del séptimo y el décimo mes se convertirán para la casa de Judá en alegría, en gozo y en hermosas solemnidades. ¡Pero amen la verdad y la paz!».
20 Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades.
21 Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: «Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir».
22 Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor.


23 Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: «Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes».
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El Antiguo Testamento
 ZACARIAS C. 9


Capítulo 9
1 Oráculo. La palabra del Señor llegó al país de Jadrac, y en Damasco está su reposo; porque al Señor pertenece la fuente de Aram, como todas las tribus de Israel,
2 y también Jamat, que está en su frontera, y Tiro y Sidón. Por su gran sabiduría,
3 Tiro se construyó una fortaleza, amontonó plata como polvo y oro fino como barro de las calles.
4 Pero el Señor va a apoderarse de eso, arrojará su poderío en el mar y ella misma será presa de las llamas.
5 Lo verá Ascalón y temerá; también Gaza, y se retorcerá de dolor, y lo mismo Ecrón, porque su esperanza quedó defraudada; Gaza no tendrá más rey, Ascalón ya no será habitada
6 y gente bastarda se instalará en Asdod. Yo aniquilaré el orgullo del filisteo,
7 quitaré la sangre de su boca y sus abominaciones de entre sus dientes. El también será un resto para nuestro Dios, será como un jefe en Judá, y Ecrón será como un jebuseo.
8 Yo acamparé junto a mi casa como una guardia contra los que pasan y vuelven: no pasará más entre ellos ningún opresor, porque ahora he visto con mis ojos.
9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna.
10 El suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
11 En cuanto a ti, por la sangre de alianza yo libraré a tus cautivos de la fosa sin agua.
12 Vuelvan a la plaza fuerte, cautivos llenos de esperanza. Sí, hoy mismo lo declaro: yo te daré una doble compensación.
13 Porque yo tendí mi arco: es Judá; lo armé con Efraím. Lanzaré a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Javán; te empuñaré como una espada de guerrero.
14 El Señor aparecerá sobre ellos, y su flecha partirá como el rayo. El Señor hará sonar la trompeta y avanzará en los torbellinos del sur.
15 El Señor de los ejércitos los escudará; ellos triunfarán y pisotearán las piedras de las hondas, beberán la sangre como si fuera vino, se llenarán como la copa de la aspersión, como los ángulos del altar.
16 El Señor, su Dios, los salvará en aquel día, como al rebaño de su pueblo; como piedras de una diadema, resplandecerán sobre su tierra.
17 ¡Qué felicidad y qué hermosura! El trigo dará vigor a los jóvenes y el vino nuevo a las jóvenes.


 El Antiguo Testamento
 ZACARIAS C. 10

Capítulo 10
1 Pidan al Señor la lluvia en el tiempo de la primavera. El Señor es el que produce los relámpagos; él les dará una lluvia abundante, y a cada uno la hierba en su campo.
2 Porque los ídolos dan respuestas vanas, y los adivinos ven visiones engañosas, relatan sueños quiméricos y dan consuelos ilusorios. Por eso la gente ha partido como un rebaño, están afligidos porque no tienen pastor.
3 Mi ira se ha encendido contra los pastores y yo castigaré a los machos cabríos. Cuando el Señor de los ejércitos visite a su rebaño –la casa de Judá– hará de ella su caballo de honor en el combate.
4 De él saldrá la Piedra angular, de él la Estaca, de él el arco de guerra, de él todos los jefes. Todos juntos
5 serán como héroes, que pisotean el barro de las calles en el combate; combatirán porque el Señor estará con ellos, mientras que los jinetes quedarán confundidos.
6 Yo fortificaré a la casa de José. Los restableceré porque tendré piedad de ellos, y serán como si yo no los hubiera rechazado, porque yo soy el Señor, su Dios, y los escucharé.
7 Efraím será como un héroe, y su corazón se alegrará como con el vino: sus hijos verán y se regocijarán, su corazón se llenará de júbilo en el Señor.
8 Les silbaré y los reuniré, porque yo los he liberado, y ellos serán tan numerosos como antes.
9 Yo los diseminé entre los pueblos, pero se acordarán de mi en las regiones lejanas, criarán a sus hijos y estos volverán.
10 Los haré volver del país de Galaad y en el Líbano, y no habrá lugar suficiente para ellos.
11 Atravesarán el mar de Egipto, él golpeará las olas en el mar, y se secarán las profundidades del Nilo. Será abatido el orgullo de Asiria, y el cetro de Egipto será arrebatado.
12 Yo los fortaleceré en el Señor, y ellos avanzarán en su Nombre –oráculo del Señor–.

El Antiguo Testamento
 ZACARIAS C. 7

Capítulo 7
1 El cuarto año del rey Darío, el día cuatro del noveno mes, el mes de Quisleu,
2 Betel Saréser, gran mago del rey, y sus hombres enviaron una delegación para aplacar el rostro del Señor
3 y preguntar a los sacerdotes de la Casa del Señor de los ejércitos y a los profetas: «¿Debo seguir llorando e imponiéndome privaciones en el quinto mes, como lo he hecho durante tantos años?».
4 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
5 Habla a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciéndoles: Si ustedes han ayunado y se han lamentado en el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, ¿es por mí que han practicado esos ayunos?
6 Y cuando comen y beben ¿no lo hacen por ustedes mismos?
7 ¿No son estas las palabras que proclamó el Señor por intermedio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, rodeada de sus ciudades, y estaban poblados el Négueb y la Sefelá?
8 La palabra del Señor llegó a Zacarías en estos términos:
9 Así habla el Señor de los ejércitos: Hagan justicia de verdad, practiquen mutuamente la fidelidad y la misericordia.
10 No opriman a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre, y no piensen en hacerse mal unos a otros.
11 Pero ellos no quisieron hacer caso: se mostraron rebeldes y endurecieron sus oídos para no oír;
12 endurecieron su corazón como el diamante para no escuchar la instrucción y las palabras que el Señor de los ejércitos les había dirigido por su espíritu, por intermedio de los antiguos profetas. Entonces el Señor de los ejércitos se irritó profundamente.
13 Y sucedió lo siguiente: Así como él llamaba y ellos no escuchaban, así también ellos llamarán y yo no escucharé, dice el Señor de los ejércitos.
14 Yo los esparcía como un torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y el país fue devastado detrás de ellos, sin que nadie fuera ni volviera. De una tierra de delicias, ellos hicieron una desolación.
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El Nuevo Testamento
 APOCALIPSIS C. 21

Capítulo 20

1 Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.
2 Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
3 Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos.
4 El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó».
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y agregó: «Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito.
6 ¡Ya está! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
7 El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.
8 Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en el estanque de azufre ardiente, que es la segunda muerte».
9 Luego se acercó uno de los siete Angeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me dijo: «Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero».
10 Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios.
11 La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino.
12 Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.
13 Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste.
14 La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero.
15 El que me estaba hablando tenía una vara de oro para medir la Ciudad, sus puertos y su muralla.
16 La Ciudad era cuadrangular: tenía la misma medida de largo que de ancho. Con la vara midió la Ciudad: tenía dos mil doscientos kilómetros de largo, de ancho y de alto.
17 Luego midió la muralla: tenía setenta y dos metros, según la medida humana que utilizaba el Angel.
18 La muralla había sido construida con jaspe, y la Ciudad con oro puro, semejante al cristal purificado.
19 Los cimientos de la muralla estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto de esmeralda,
20 el quinto de ónix, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisoprasa, el undécimo de jacinto y el duodécimo de amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas y cada puerta estaba hecha con una perla enteriza. La plaza de la Ciudad era de oro puro, transparente como el cristal.
22 No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.
23 Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero.
24 Las naciones caminarán a su luz y los reyes de la tierra le ofrecerán sus tesoros.
25 Sus puertas no se cerrarán durante el día y no existirá la noche en ella.
26 Se le entregará la riqueza y el esplendor de las naciones.
27 Nada impuro podrá entrar en ella, ni tampoco entrarán los que haya practicado la abominación y el engaño. Unicamente podrán entrar los que estén inscritos en el Libro de la Vida del Cordero. 

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