DIA 360-SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO


 
360 - DÍAS. SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO



El Antiguo Testamento 
 AGEO C. 1

AGEO
Capítulo 1
1 En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos:
2 Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor.
3 Y la palabra del Señor llego, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
4 ¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas?
5 Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran!
6 Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto.
7a Así habla el Señor de los ejércitos:
8 Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el Señor.
7b ¡Consideren la situación en que se encuentran!
9 Ustedes esperaban mucho y la cosecha fue escasa. Y yo aventé lo que ustedes habían llevado a su casa. ¿Por qué? –oráculo del Señor de los ejércitos–. A causa de mi Casa, que está en ruinas, mientras cada uno de ustedes se preocupa por la suya propia.
10 Por eso, por culpa de ustedes, el cielo ha retenido el rocío y la tierra ha rehusado sus frutos.
11 Yo he llamado a la sequía sobre la tierra y sobre las montañas, sobre el trigo, el vino nuevo, el aceite fresco y sobre todo lo que produce el suelo, sobre los hombres y los animales, y sobre todo el trabajo de sus manos.
12 Entonces Zorobabel, hijo de Sealtiel, Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote y todo el resto del pueblo escucharon la voz del Señor, su Dios y las palabras del profeta Ageo, según la misión que el Señor, su Dios, le había encomendado. Y el pueblo sintió temor en la presencia del Señor.
13 Ageo, el mensajero del Señor, habló al pueblo conforme al mensaje del Señor, diciendo: «Yo estoy con ustedes –oráculo del Señor–».
14 Entonces el Señor despertó el espíritu de Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, el de Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo: ellos fueron y se pusieron a trabajar en el Templo de su Dios, el Señor de los ejércitos.
15 Era el día veinticuatro del sexto mes, del segundo año del rey Darío.

 
 
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El Antiguo Testamento 
 AGEO C. 2

Capítulo 2
1 El día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
2 Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo:
3 ¿Queda alguien entre ustedes que halla visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos?
4 ¡Animo, Zorobabel! –oráculo del Señor–. ¡Animo, Josué, hijo de Iehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Animo, todo el pueblo del país! –oráculo del Señor–. ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con ustedes –oráculo del Señor de los ejércitos
5 según el compromiso que contraje con ustedes cuando salieron de Egipto, y mi espíritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman!
6 Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme.
7 haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa dice el Señor de los ejércitos.
8 ¡Son míos el oro y la plata! –oráculo del Señor de los ejércitos
9 la gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejército, y en este lugar yo daré la paz –oráculo del Señor de los ejércitos–.
10 El día veinticuatro del noveno mes el segundo año de Darío, la palabra del Señor llegó al profeta Ageo, en estos términos:
11 Así habla el Señor de los ejércitos: Consulta a los sacerdotes sobre el caso siguiente:
12 Si alguien lleva en los pliegues de su ropa carne ofrecida en sacrificio y toca con ellos pan, caldo, vino, aceite o cualquier clase de alimentos, ¿todo esto quedará consagrado? Los sacerdotes respondieron: «¡No!».
13 Ageo prosiguió: Si alguien contaminado por un cadáver toca alguna de estas cosas, quedarán impuras? Los sacerdotes respondieron: ¡Sí, quedarán impuras!
14 Entonces Ageo tomó la palabra y dijo: ¡Así es este pueblo! ¡Así es esta nación delante de mí! –oráculo del Señor– ¡Así es toda la obra de sus manos! ¡Y lo que ellos ofrecen aquí es impuro!».
15 Y ahora reflexionen desde hoy en adelante. Antes de poner piedra sobre piedra en el Templo del Señor,
16 ¿qué les pasaba a ustedes? Alguien iba a pesar un montón de grano estimado en veinte medidas, y no había mas que diez; iba al lagar para sacar cincuenta medidas, y no había más que veinte.
17 Yo los castigué con la sequía, el pulgón y el granizo en toda la obra de sus manos, ¡pero ustedes no han vuelto a mi! –oráculo del Señor–.
18 Reflexionen desde hoy en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes en que se pusieron los cimientos del Templo del Señor. Reflexionen:
19 ¿Queda aún semilla en el granero? ¿todavía no han dado nada la vid, la higuera, el granado y el olivo? A partir de este día, yo daré mi bendición.
20 La palabra del Señor llegó por segunda vez a Ageo, el día veinticuatro del mismo mes, en estos términos:
21 Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, y dile: Yo haré estremecer el cielo y la tierra,
22 derribaré el trono de los reinos y destruiré el poder de los reinos de las naciones; derribaré los carros y sus conductores, los caballos y sus jinetes caerán abatidos, cada uno bajo la espada de su hermano.
23 Aquel día –oráculo del Señor de los ejércitos– yo te tomaré a ti, Zorobabel, hijo de Sealtiel, mi servidor –oráculo del Señor– y haré de ti un anillo para sellar, porque yo te he elegido –oráculo del Señor de los ejércitos
 

 
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El Nuevo Testamento 
 APOCALIPSIS C. 18


Capítulo 18
1 Después vi que otro Angel descendía del cielo con gran poder, mientras la tierra se iluminaba con su resplandor.
2 Y gritó con voz potente: «¡Ha caído, ha caído Babilonia, la grande! Se ha convertido en refugio de demonios, en guarida de toda clase de espíritus impuros y en nido de aves impuras y repugnantes.
3 Porque todos los pueblos han bebido el vino embriagante de su prostitución, los reyes de la tierra han fornicado con ella y los comerciantes del mundo se han enriquecido con su lujo desenfrenado».
4 En seguida oí otra voz que venía del cielo y decía: «Ustedes, que son mi pueblo, huyan de esa ciudad, para no hacerse cómplices de sus pecados ni ser castigados con sus plagas.
5 Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades.
6 Páguenle con su propia moneda, retribúyanle el doble de lo que ha hecho, sírvanle una porción doble en la copa de sus brebajes.
7 Provóquenle tormentos y dolor en la medida de su fastuosidad y de su lujo. Porque ella se jacta, diciendo: Estoy sentada como una reina, no soy viuda y jamás conoceré el duelo.
8 Por eso, en un solo día, caerán sobre ella las plagas que merece: peste, llanto y hambre. Y será consumida por el fuego, porque el Señor Dios que la ha condenado es poderoso».
9 Los reyes de la tierra, que fornicaron con ella y compartieron su vida lujosa, al ver la humareda del incendio, llorarán y se lamentarán por ella,
10 manteniéndose a distancia ante el horror de sus tormentos: «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad, Babilonia, la ciudad poderosa! Bastó una hora para que recibieras tu castigo».
11 También los comerciantes de la tierra lloran y están de duelo por ella, porque ya nadie les compra sus mercancías:
12 objetos de oro y de plata; piedras preciosas, perlas, telas de lino y de púrpura, de seda y de escarlata; maderas aromáticas; objetos de marfil, de maderas finas, de bronce, de hierro y de mármol;
13 canela, ungüento perfumado, perfumes, mirra e incienso; vino, aceite, harina y trigo; animales de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y seres humanos...
14 «Ya no verás más los frutos que tanto deseabas: has perdido esos productos delicados y espléndidos, y nunca más se los encontrará».
15 Los que traficaban con esos productos y se habían enriquecido a costa de ella, se mantendrán a distancia ante el horror de sus tormentos, llorando y lamentándose»:
16 «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad! Estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, resplandeciente de oro, de piedras preciosas y de perlas.
17 ¡Y en una hora fue arrasada tanta riqueza!». Los capitanes, los que navegan por las costas, los marinos y todos los que viven del mar, se mantuvieron a distancia,
18 y contemplando la humareda del incendio, exclamaban: «¡Ninguna ciudad se podía comparar a la gran Ciudad!».
19 Y echándose tierra sobre su cabeza, llorando y lamentándose, decían: «¡Ay, ay! ¡La gran ciudad! Con su opulencia se enriquecieron todos los que poseían barcos en el mar. ¡Y en una hora ha sido arrasada!».
20 «Que se alegre el cielo a causa de su ruina, y alégrense ustedes, los santos, los apóstoles y los profetas, porque al condenarla, Dios les ha hecho justicia».
21 Y un Angel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá».
22 Ya no se escuchará dentro de ti el canto de los que tocan el arpa y de los músicos, de los flautistas y de los trompetistas; ya no se encontrarán artesanos de los diversos oficios, ni se escuchará el sonido de la rueda del molino.
23 No volverá a brillar la luz de la lámpara, ni tampoco se escuchará la voz de los recién casados. Porque tus comerciantes eran los grandes de la tierra, y con tus encantos sedujiste a todos los pueblos.
24 En ella fue derramada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos aquellos que han sido inmolados en la tierra.
 
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