DIA 325-SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO


SANTA MISA DE HOY EN LA IMAGEN
 
325 - DIAS. SANTA BIBLIA
 TEXTO Y AUDIO

El Antiguo Testamento
EZEQUIEL C. 23


Capítulo 23
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre,
3 que se prostituyeron en Egipto, se prostituyeron en su juventud; allí manosearon sus senos, allí acariciaron sus pechos virginales.
4 La mayor se llamaba Oholá, y su hermana, Oholibá. Ellas fueron mías y engendraron hijos e hijas –Oholá es el nombre de Samaría, y Oholibá, el de Jerusalén –
5 Oholá se prostituyó mientras me pertenecía: se enamoró perdidamente de sus amantes, de los asirios, guerreros
6 vestidos de púrpura, gobernadores y prefectos, todos jóvenes y atrayentes, hábiles jinetes.
7 Ella ofreció sus prostituciones a lo mejor de los asirios y después de enamorarse perdidamente, se contaminó con todos sus ídolos.
8 Pero no dejó de prostituirse con los Egipcios, que se habían acostado con ella, cuando era joven, acariciando sus pechos virginales y prodigando sobre ella sus prostituciones.
9 Por eso la entregué en manos de sus amantes, en manos de los asirios, de los que se había enamorado perdidamente.
10 Ellos descubrieron su desnudez, tomaron a sus hijos y a sus hijas, y a ella misma la mataron con la espada. Así se hizo famosa entre las mujeres, por el castigo que le habían infligido.
11 Su hermana Oholibá vio todo esto, pero se entregó a una pasión más perversa y se prostituyó más que su hermana.
12 Ella se enamoró perdidamente de los asirios, gobernadores y prefectos, guerreros espléndidamente vestidos, hábiles jinetes, todos jóvenes y atrayentes.
13 Yo vi que se había contaminado: las dos habían tomado el mismo camino.
14 Pero Oholibá fue más lejos todavía con sus prostituciones: vio unos hombres esculpidos en el muro, imágenes de caldeos pintados de rojo,
15 con cinturones ceñidos a las caderas, con amplios turbantes en la cabeza, todos ellos con prestancia de oficiales; eran imágenes de babilonios, originarios de Caldea.
16 Apenas los vio, se enamoró perdidamente de ellos y les envió mensajeros a Caldea.
17 Los babilonios fueron a compartir el lecho de sus amores y la contaminaron con sus prostituciones, y una vez que se contaminó, su corazón se hastió de ellos.
18 Ella había puesto de manifiesto sus prostituciones y había descubierto su desnudez. Entonces mi corazón se hastió de ella, como me había hastiado de su hermana.
19 Multiplicó sus prostituciones, acordándose de los días de su juventud, cuando se prostituía en Egipto:
20 se enamoró perdidamente de hombres disolutos, que tiene miembros de asnos y semen de padrillos.
21 ¡Tú añorabas la lascivia de tu juventud, cuando los Egipcios manoseaban tus senos, acariciando tus pechos juveniles!
22 Por eso, Oholibá, así habla el Señor: Y o voy a suscitar contra ti a tus amantes, de los que te habías hastiado, y los traeré contra ti de todas partes:
23 a los babilonios y a todos los caldeos, a los de Pecod, de Soa y de Coa –y con ellos, a todos los asirios– jóvenes atrayentes, gobernadores y prefectos, escuderos, guerreros y jinetes.
24 Llegarán contra ti desde el Norte, con carros y rodados, al frente de una multitud de pueblos, y te atacarán por todas partes con escudos y cascos. Yo los encargaré del juicio, y ellos te juzgarán conforme a sus leyes.
25 Desataré mis celos contra ti, y será tratada con furor: te arrancarán la nariz y las orejas, y lo quede de ti caerá bajo la espada. Se apoderarán de tus hijos y de tus hijas, y lo que quede de ti será devorado por el fuego.
26 Te despojarán de tus vestidos y se apoderarán de tus joyas.
27 Pondré fin a tu lascivia y a la prostitución que comenzaste en Egipto; ya no levantarás tus ojos hacia ellos y no te acordarás más de Egipto.
28 Porque así habla el Señor: Voy a entregarte en manos de los que tú detestas, en manos de aquellos de los que te has hastiado.
29 Te tratarán con odio, se apoderarán de todo el fruto de tus esfuerzos y te abandonarán completamente desnuda. Así quedará al descubierto la vergüenza de tus prostituciones. Tu lascivia y tus prostituciones
30 serán la causa de todo esto, porque te has prostituido yendo detrás de las naciones y te has contaminado con sus oídos.
31 Por haber seguido el camino de tu hermana, yo pondré su copa en tu mano.
32 Así habla el Señor: Tú beberás la copa de tu hermana, ancha y profunda, de gran capacidad. Serás motivo de burla y escarnio.
33 Te llenarás de embriaguez y de aflicción. ¡Copa de ruina y desolación es la copa de tu hermana Samaría!
34 Tú la beberás hasta las heces, la romperás con tus dientes, y con sus pedazos te desgarrarás los pechos. Porque yo he hablado –oráculo del Señor–.
35 Por eso, así habla el Señor: Porque tú me has olvidado y me has arrojado detrás de tu espada, carga tú también con tu lascivia y tus prostituciones.
36 El Señor me dijo: Hijo de hombre, ¿no vas a juzgar a Oholá y Oholibá? Dales a conocer sus abominaciones.
37 porque han sido adúlteras y hay sangre en sus manos; han cometido adulterios con sus ídolos y les han ofrecido como alimento a mis hijos, los que ellas me habían engendrado,
38 Y todavía me hicieron algo más: contaminaron mi Santuario en aquel día y profanaron mis sábados.
39 Y mientras inmolaban a sus hijos en honor de sus ídolos, entraban ese mismo día en mi Santuario para profanarlo. ¡Esto es lo que han hecho en medio de mi casa!
40 Más aún, ellas mandaron llamar por medio de un mensajero a hombres que debían venir de lejos. Así llegaron aquellos para los que tú te bañaste, te pintaste los ojos y te adornaste con joyas.
41 Luego te recostaste en un lecho suntuoso, ante una mesa servida donde habías puesto mi incienso y mi aceite.
42 Allí se escuchaba el ruido de una multitud despreocupada; y junto a hombres comunes, había allí sabeos traídos del desierto. Ellos pusieron pulseras en los brazos de las mujeres y espléndidas coronas en sus cabezas.
43 Entonces, yo pensé de esa mujer consumida por tantos adulterios: Ahora todos se van a prostituir con ella.
44 Y se acercaron a ella como a una prostituta, se acercaron a Oholá y Oholibá, esas mujeres lascivas.
45 Pero hombres justos las juzgarán como se juzga a las adúlteras y a las sanguinarias, porque son adúlteras y hay sangre en sus manos.
46 Porque así habla el Señor: Que se convoque contra ellas una asamblea y se las entregue a la vejación y al saqueo.
47 Que la asamblea las mate a pedradas, y se las despedace con la espada; que se degüelle a sus hijos y a sus hijas, y que se prenda fuego a sus casas.
48 Así haré desaparecer la lascivia del país. Todas las mujeres recibirán una lección y no imitarán la mala conducta de ustedes.
49 Sobre ustedes recaerá su propia lascivia y cargarán con los pecados de idolatría. Entonces sabrán que yo soy el Señor.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
*******
El Antiguo Testamento
  EZEQUIEL C. 24

Capítulo 24
1 El año noveno, el día diez del décimo mes, la palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, anota la fecha del día de hoy, justo la de este día, porque hoy mismo el rey de Babilonia se ha lanzado contra Jerusalén.
3 Di una parábola a ese pueblo rebelde. Tú les dirás: Así habla el Señor: Arrima la olla al fuego, arrímala y échale agua.
4 Agrégale trozos de carne, los mejores trozos –la pata y la espalda–, llénala con los mejores huesos.
5 Toma lo mejor del rebaño y amontona leña debajo de ella, para que hierva a borbotones y se cocinen hasta los huesos.
6 Por eso, así habla el Señor: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, esa olla herrumbrada cuya herrumbre no desaparece! Vacíala pedazo a pedazo, sin que la suerte caiga sobre ella.
7 Porque la sangre que derramó está en medio de ella: la puso sobre la roca desnuda, no la derramó por tierra ni la cubrió con el polvo.
8 Para que desborde mi ira, para dar lugar a mi vergüenza, he puesto su sangre sobre la roca desnuda, a fin de que no sea cubierta.
9 Por eso, así habla el Señor: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también voy a encender una gran hoguera.
10 Amontona la leña, enciende el fuego, cocina bien la carne, prepara el condimento, y que se consuman los huesos.
11 Coloca luego la olla vacía sobre las brasas, y el bronce se ponga al rojo vivo, para que se fundan las impurezas dentro de ella y se consuma se herrumbre.
12 Pero es tanta su herrumbre, que no desaparece ni con el fuego.
13 Yo he querido purificarte de tu infame lascivia, pero tú no te has dejado purificar: por eso, no quedará purificada hasta que no haya apaciguado mi furor contra ti,
14 Yo, el Señor, he hablado y esto sucederá: obraré y no me volveré atrás, no tendré compasión ni me arrepentiré. Conforme a tu conducta y a tus malas acciones se te juzgará –oráculo del Señor.
15 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
16 Hijo de hombre, yo voy a arrebatarte de golpe la delicia de tus ojos, pero tú no te lamentarás, ni llorarás, ni derramarás lágrimas.
17 Suspira en silencio, no hagas ninguna clase de duelo, cíñete el turbante, cálzate con sandalias, no te cubras la barba ni comas pan de duelo.
18 Yo hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi esposa; y a la mañana siguiente hice lo que se me había ordenado.
19 La gente me dijo: «¿No vas a explicarnos qué significa lo que haces?».
20 Yo les dije: Las palabra del Señor me llegó en estos términos:
21 Di a la casa de Israel: Así habla el Señor: Yo voy a profanar mi Santuario, el orgullo de su fuerza, la delicia de sus ojos y la esperanza de sus vidas. Los hijos y las hijas que ustedes han dejado, caerán bajo la espada,
22 y ustedes harán lo mismo que yo: no se cubrirán la barba, no comerán el pan de duelo,
23 no se quitarán el turbante de la cabeza ni las sandalias de los pies, no se lamentarán, ni llorarán, sino que se consumirán a causa de sus culpas y gemirán unos con otros.
24 Ezequiel habrá sido para ustedes un presagio: ustedes harán lo mismo que él hizo, y cuando esto suceda sabrán que yo soy el Señor.
25 En cuanto a ti, hijo de hombre, el día en que yo les quite su refugio, su espléndida alegría, la delicia de sus ojos, la pasión de sus vidas, y también a sus hijos y a sus hijas,
26 ese día llegará hasta ti un fugitivo para comunicarte la noticia.
27 Ese día tu boca se abrirá para hablar al fugitivo y ya no te quedarás mudo; serás para ellos un presagio, y así sabrán que yo soy el Señor.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Nuevo Testamento
  CARTA DE
 SANTIAGO C. 4


Capítulo 4
1 ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?
2 Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden.
3 O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
4 ¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
5 No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos.
6 Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
7 Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes.
8 Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido.
9 Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.
10 Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.
11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Ahora bien, si tú condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez de la misma.
12 Y no hay más que un solo legislador y juez, aquel que tiene el poder de salvar o de condenar. ¿Quién eres tú para condenar al prójimo?
13 Y ustedes, los que ahora dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero»,
14 ¿saben acaso qué les pasará mañana? Por su vida es como el humo, que aparece un momento y luego se disipa.
15 Digan más bien: «Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
16 Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala.
17 El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
 
******