1a. EPISTOLA DE PEDRO-DOCUMENTO DE APOYO


Autor: La Biblia



La PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO es una exhortación a un grupo de Iglesias situadas en cinco provincias romanas de Asia Menor. Allí, como en otras regiones del Imperio, comenzaba a vislumbrarse un horizonte sombrío para las incipientes comunidades cristianas. Los creyentes no cuestionaban las estructuras sociales o políticas de su tiempo (2. 13-14), pero habían introducido un estilo de vida nuevo, que los hacía vivir como "extranjeros" en su propio ambiente (1. 1; 2. 11). Esta forma de vida diferente no tardó en hacerse sospechosa, y la reacción de la sociedad pagana tampoco se hizo esperar. El simple hecho de ser cristiano se convirtió en un delito, "sancionado" con la calumnia, el desprecio y la hostilidad más o menos abierta (4. 14-16).

En tales circunstancias, el Apóstol Pedro escribió esta Carta desde Roma (5. 13), quizá poco antes de la persecución de Nerón (64 d. C.). Lo hizo con el fin de alentar a los cristianos a profundizar cada vez más su compromiso bautismal (3. 21), abandonando definitivamente las malas costumbres (4. 3) y desmintiendo con el testimonio de su conducta las calumnias de los paganos. De allí que la preocupación central de la Carta sea el comportamiento cristiano, no sólo dentro de la comunidad eclesial, sino también en relación con el mundo (2. 12; 3. 15-16; 4. 4).

Las repetidas alusiones al Bautismo (1. 3, 22-23; 2. 2; 3. 21) hacen pensar que Pedro, al escribir su exhortación, se inspiró en la catequesis y en la liturgia bautismal de la Iglesia primitiva. Además, su enseñanza presenta muchos puntos de contacto con la doctrina de Pablo. Este hecho es perfectamente explicable, ya que Silvano o Silas, el antiguo compañero del Apóstol de los paganos (Hech. 15. 22; 18. 5), debió prestarle una amplia colaboración en la redacción de esta Carta (5. 12).
La 1Pe es una carta, sin embargo, que muestra una fuerza inusitada. Exhorta a los bautizados a dar razón de su esperanza y a mantenerse firmes en la fe. Es eso lo que, sin duda, pretende el autor: exhortar a las comunidades que se nombran del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Son muchos los elementos bautismales que aparecen en la carta, lo que ha dado pie a pensar que en su elaboración pudo partirse de una especie de homilía bautismal para interpelar a los bautizados, con objeto de no desesperar ante las dificultades. Las pruebas y los sufrimientos que deben soportar los cristianos en el mundo son una constante que recuerda el autor.
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Segunda epístola de Pedro
Autor: La Biblia



Esta SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO fue escrita bastante tiempo después de la primera, probablemente por un discípulo del Apóstol y al estilo de un "testamento" espiritual atribuido al mismo. Sus destinatarios están indicados de una manera muy vaga (1. 1).

El autor comienza por recordar el sentido de la vocación cristiana. Como partícipe de "la naturaleza divina" (1. 4), el discípulo de Cristo está llamado a vivir santamente, en conformidad con la palabra apostólica y profética. En esa palabra inspirada por el Espíritu Santo se funda, en efecto, la predicación cristiana (1. 16, 19-21).

A continuación, lanza una dura invectiva contra los falsos maestros espirituales que corrompen la fe y las costumbres de la comunidad, y los amenaza con los castigos que recayeron sobre los ángeles rebeldes y sobre los grandes pecadores del Antiguo Testamento (2. 1-22). Toda esta parte reproduce casi textualmente la Carta de Judas y, al igual que esta, se inspira en las tradiciones "apocalípticas" tan difundidas en el Judaísmo de esa época.

Finalmente, el autor previene contra el escepticismo de algunos frente al retraso de la Venida del Señor. Ese supuesto retraso sólo se debe a su "paciencia" misericordiosa, que quiere dar a todos el tiempo necesario para convertirse (3. 9). Su Venida es cierta, aunque no se pueda precisar el momento. Nada tiene que hacernos dudar de ella. Al contrario, debemos "acelerarla" con nuestra vida santa, mientras aguardamos "un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia" (3. 11-13).
La 2Pe es mucho más misteriosa y difícil, tanto por su estilo como su contenido. De hecho tuvo dificultades en la Tradición, no solamente para ser considerada como escrito de Pedro, sino incluso para entrar en el canon. Sus relaciones con la carta de Judas son indiscutibles. Sus tres capítulos ponen de manifiesto la necesidad de consolidar la vocación cristiana (2Pe 1,1-11), para lo que se recurre a la enseñanza de Cristo y de los profetas (2Pe 1,12-21). La parte central es la polémica de los falsos maestros (2Pe 2). El momento final se refiere al recuerdo de la Parusía o vuelta del Señor y la necesidad de llevar, pues, una vida santa (2Pe 3,1-18).
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