SANTA MISA EN LA IMAGEN
301 - DÍAS LA SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
JEREMIAS C. 39
Capítulo 39
1 El noveno año de Sedecías, rey de Judá, en el décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó hasta Jerusalén con todo su ejército, y la sitiaron.
2 El undécimo año de Sedecías, el día nueve del cuarto mes, se abrió una brecha en la ciudad.
3 Entonces entraron todos los jefes del rey de Babilonia, y se instalaron en la puerta del Medio: Nergalsaréser, Samgarnebó, Sarsequím, jefe de los eunucos, Nergalsaréser, gran mago, y todos los otros jefes del rey de Babilonia.
4 Al ver esto, Sedecías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra huyeron de la ciudad, saliendo de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta entre las dos murallas, y tomaron el camino de la Arabá.
5 Las tropas de los caldeos los persiguieron, y alcanzaron a Sedecías en las estepas de Jericó. Lo apresaron y lo hicieron subir a Riblá, en el país de Jamat, ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, y este dictó sentencia contra él.
6 El rey de Babilonia hizo degollar en Riblá a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos, y también a todos los nobles de Judá.
7 A Sedecías le sacó los ojos y lo ató con una doble cadena de bronce, para llevarlo a Babilonia.
8 Los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén.
9 Nebuzaradán, comandante de la guardia, deportó a Babilonia al resto de la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él, y al resto de los artesanos.
10 Sólo a los más pobres entre el pueblo, a los que no poseían nada, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los dejó en el país de Judá, asignándoles en aquel día viñas y terrenos.
11 Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado esta orden a Nebuzaradán, comandante de la guardia, acerca de Jeremías:
12 «Tómalo, mira por él, y no le hagas ningún mal, sino trátalo como él te diga».
13 Nebuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, jefe de los eunucos, Nergalsaréser, jefe de los magos, y todos los altos oficiales del rey de Babilonia,
14 mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia, y se lo encomendaron a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, para que los dejara ir a su casa. Así Jeremías permaneció en medio del pueblo.
15 La palabra del Señor llegó a Jeremías, mientras estaba detenido en el patio de la guardia, en estos términos:
16 Ve a decir a Ebed Mélec, el cusita: Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a cumplir mis palabras acerca de esta ciudad, para mal y no para bien; tú las tendrás presentes en aquel día.
17 Pero yo te libraré en aquel día –oráculo del Señor– y tú no serás entregado en las manos de los hombres que temes.
18 porque ciertamente yo te dejaré escapar, y no caerás bajo la espada; tu vida será para ti un botín, porque has confiado en mí –oráculo del Señor–.
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1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, después que Nebuzaradán, comandante de la guardia, lo dejó ir de Ramá, donde lo encontró atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá, que eran deportados a Babilonia.
2 El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «El Señor, tu Dios, anunció esta desgracia para este lugar,
3 y la hizo venir; él obró conforme a lo que había dicho. Porque ustedes han pecado contra el Señor y no han escuchado su voz, les ha sobrevenido esto.
4 Y ahora, yo te libro hoy de las cadenas que tienes en tus manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven y yo velaré por ti; pero si prefieres no venir conmigo a Babilonia, no lo hagas. Tienes todo el país delante de ti: ve adonde te guste o te convenga ir».
5 Y como él aún no se decidía a volver, añadió: «Vuelve junto a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia nombró gobernador de las ciudades de Judá y permanece con él en medio del pueblo, o ve adonde te convenga ir». El comandante de la guardia le dio víveres y un regalo, y lo despidió.
6 Jeremías se fue junto a Godolías, hijo de Ajicam, a Mispá, y permaneció con él, en medio del pueblo que había quedado en el país.
7 Todos los jefes de las tropas que estaban en el campo, lo mismo que sus hombres, se enteraron de que el rey de Babilonia, gobernador del país, y le había encomendado a los hombres, las mujeres y los niños, y a la gente pobre del país, que no habían sido deportados a Babilonia.
8 Ellos se presentaron a Godolías en Mispá: eran Ismael, hijo de Natanías, Iojanán, hijo de Caréaj, Serías, hijo de Tanjumet, los hijos de Efai el netofita y Iazanías, hijo de Maacá, junto con sus hombres.
9 Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, les hizo este juramento, a ellas y sus hombres: «No tengan miedo de servir a los caldeos; permanezcan en el país, sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.
10 Yo permaneceré en Mispá, para estar a las órdenes de los caldeos que vengan hasta nosotros. En cuanto a ustedes, recojan el vino, los frutos y el aceite, pónganlos en recipientes, y permanezcan en las ciudades que ocupan».
11 También los judíos que estaban en Moab, entre los amonitas y en Edom, y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un resto de Judá y le había puesto como gobernador a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán.
12 Todos esos judíos volvieron de los lugares adonde habían sido expulsados; y una vez llegados al país de Judá, junto a Godolías, en Mispá, recogieron vino y frutos en gran cantidad.
13 Iojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas que estaban en el campo, se presentaron a Godolías, en Mispá,
14 y le dijeron: «¿No sabes acaso que Baalís, rey de los amonitas, envió a Ismael, hijo de Natanías, para que atente contra tu vida?». Pero Godolías, hijo de Ajicam, no les creyó.
15 Entonces Iojanán, hijo de Caréaj, dijo en secreto a Godolías, en Mispá: «Déjame que vaya a matar a Ismael, hijo de Natanías, sin que nadie se entere. ¿Por qué va a atentar contra tu vida? ¿Por qué van a ser dispersados todos los judíos que se han reunido junto a ti, y por qué va a perecer todo el resto de Judá?».
16 Pero Godolías, hijo de Ajicam, respondió a Iojanán, hijo de Caréaj: «No hagas eso, porque es falso lo que tú dices acerca de Ismael».
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1 Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús,
2 saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
3 Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones.
4 Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa.
5 Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes.
6 Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos.
7 Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad.
8 No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
9 El nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad,
10 y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia,
11 de la cual he sido constituido heraldo, Apóstol y maestro.
12 Por eso soporto esta prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quien he puesto mi confianza, y estoy convencido de que él es capaz de conservar hasta aquel Día el bien que me ha encomendado.
13 Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí.
14 Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
15 Ya sabes que todos los de Asia se apartaron de mí, entre ellos Figelo y Hermógenes.
16 Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de que yo estuviera preso.
17 Por el contrario, desde que llegó a Roma, no dejó de buscarme hasta que me encontró.
18 Que Dios, en aquel Día, le permita alcanzar misericordia delante del Señor. Tú conoces mejor que nadie los servicios que él me prestó en Efeso.
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