DIA 298-SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO

SANTA MISA EN LA IMAGEN
298 - DÍAS LA SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO

El Antiguo Testamento
JEREMÍAS C. 33
Capítulo 33
1 La palabra del Señor llegó a Jeremías por segunda vez, mientras todavía estaba detenido en el patio de la guardia, en estos términos:
2 Así habla el Señor que hizo la tierra y la formó para que subsistiera –¡su nombre es el Señor!–:
3 Invócame y yo te responderé, y te anunciaré cosas grandes e impenetrables, que tú no conocías.
4 Porque así habla el Señor, el Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, derribadas para levantar terraplenes y empalizadas,
5 a fin de combatir a los caldeos y llenar la ciudad con los cadáveres de los hombres que yo herí en mi ira y en mi furor, porque oculté mi rostro a esta ciudad a causa de todas sus maldades:
6 Yo voy a cicatrizar su llaga y la voy a sanar; los sanaré y les descubriré tesoros de paz y seguridad.
7 Cambiaré la suerte de Judá y la suerte de Israel, y los reconstruiré como al principio.
8 Los purificaré de toda la iniquidad con que pecaron contra mí, les perdonaré todas las iniquidades con que pecaron y se rebelaron contra mí.
9 Jerusalén será para mí un nombre gozoso, un honor y una gloria, entre todas las naciones de la tierra, que oirán todo el bien que yo les hago: ellas temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que les concedo.
10 Así habla el Señor: En este lugar del que ustedes dicen: «Está desierto, sin hombres ni animales», en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están devastadas, sin hombres ni habitantes ni animales, se oirá de nuevo
11 el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, y el canto de los que dicen, mientras presentan el sacrificio de alabanza en la Casa del Señor: «Den gracias al Señor de los ejércitos, porque es bueno el Señor, porque es eterno su amor». Sí, yo cambiaré la suerte de este país, y será como al principio, dice el Señor.
12 Así habla el Señor de los ejércitos: En este lugar que está desierto, sin hombres ni animales, y en todas sus ciudades, habrá de nuevo un redil donde los pastores harán descansar a sus rebaños.
13 En todas las ciudades de la Montaña, en las ciudades de la Sefelá, en las ciudades del Négueb, en el país de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas pasarán de nuevo bajo las manos del que las recuenta, dice el Señor.
14 Llegarán los días –oráculo del Señor– en que yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá:
15 En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país.
16 En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra justicia».
17 Porque así habla el Señor: Nunca le faltará a David un sucesor que se siente en el trono de la casa de Israel.
18 Y a lo sacerdotes levitas nunca les faltará un descendiente que esté delante de mi para ofrecer el holocausto, hacer quemar la oblación y presentar el sacrificio cada día.
19 La palabra del Señor llegó a Jeremías en estos términos:
20 Así habla el Señor: Si ustedes pueden romper mi alianza con el día y mi alianza con la noche, de manera que el día y la noche no aparezcan más a su tiempo,
21 entonces también se romperá mi alianza con mi servidor David, de manera que no tenga más un hijo que reine sobre su trono, y mi alianza con los sacerdotes levitas, mis ministros.
22 Así como no se puede contar el ejército del cielo, ni medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de David, mi servidor, y a los levitas, que son mis ministros.
23 La palabra del Señor llegó a Jeremías en estos términos:
24 ¿No ves lo que dice esta gente: «A las dos familias que había elegido, el Señor las ha rechazado»? Así desprecian a mi pueblo, y ya no lo consideran una nación.
25 Así habla el Señor: Si yo no establecí mi alianza con el día y con la noche, si no fijé el ordenamiento del cielo y de la tierra,
26 entonces también rechazaré a la descendencia de Jacob y de David, mi servidor, no tomando de ella jefes para el linaje de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero no, yo cambiaré su suerte y me compadeceré de ellos.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Antiguo Testamento
 JEREMÍAS C. 34

Capítulo 34
1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, mientras Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, junto con todos los reinos de la tierra sometidos a su dominio y todos los pueblos, combatían contra Jerusalén y contra todas sus ciudades:
2 Así habla el Señor, el Dios de Israel: Ve a decir a Sedecías, rey de Judá: Así habla el Señor: Mira que yo voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la incendiará.
3 Tú mismo no te librarás de él, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos, Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, él te hablará cara a cara, y tú irás a Babilonia.
4 Sin embargo, ¡escucha la palabra del Señor, Sedecías, rey de Judá! Así habla el Señor acerca de ti: Tú no morirás por la espada,
5 sino que morirás en paz. Y Así como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antiguos que te han precedido, así se quemarán perfumes por ti, y se entonará por ti la lamentación: «¡Ay Señor!». Esta es la palabra que yo te he dicho –oráculo del Señor–.
6 El profeta Jeremías dijo a Sedecías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén.
7 Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia combatía contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que todavía quedaban, o sea, contra Laquis y contra Azecá. Porque estas eran las únicas plazas fuertes que habían quedado entre las ciudades de Judá.
8 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, después que el rey Sedecías concertó un pacto con todo el pueblo de Jerusalén, para proclamar una liberación:
9 Cada uno debía dejar en libertad a su esclavo hebreo –varón o mujer– de manera que nadie retuviera como esclavo a un hermano suyo judío.
10 Todos los jefes y todo el pueblo que habían participado en la alianza, aceptaron dejar en libertad a sus esclavos y esclavas, de manera que ya no los tendrían a su servicios: aceptaron y los dejaron en libertad.
11 Pero después se volvieron atrás e hicieron retornar a los esclavos y esclavas que habían dejado en libertad, y los redujeron de nuevo a la esclavitud.
12 Entonces la palabra del Señor llegó a Jeremías en estos términos:
13 Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo establecía una alianza con sus padres, el día en que los hice salir del país de Egipto, del lugar de esclavitud, diciendo:
14 «Al cabo de cada siete años, cada uno de ustedes dejará libre a su hermano, al hebreo que se haya vendido a ti: él te servirá seis años, y después lo dejarás en libertad». Pero sus padres no escucharon ni inclinaron sus oídos.
15 Hoy ustedes se habían convertido y habían hecho lo que es recto a mis ojos, proclamando cada uno la liberación de su prójimo, ustedes habían hecho un pacto en mi presencia, en la Casa que es llamada con mi Nombre.
16 Pero después se volvieron atrás y profanaron mi Nombre: cada uno hizo retornar a su esclavo y a su esclava, que habían dejado enteramente libres, y los redujeron de nuevo a la esclavitud.
17 Por eso, así habla el Señor: Ustedes no me han escuchado, proclamando cada uno la liberación de su hermano y de su prójimo. Ahora, yo proclamo para ustedes una liberación –oráculo del Señor–: los dejo librados a la espada, a la peste y al hambre, y los convertiré en un motivo de horror para todos los reyes de la tierra.
18 Y a los hombres que transgredieron mi alianza, que no cumplieron las cláusulas del pacto que habían concertado en mi presencia, los trataré como al ternero que ellos cortaron en dos y entre cuyos pedazos pasaron.
19 A los jefes de Judá y a los jefes de Jerusalén, a los eunucos y a los sacerdotes, y a toda la gente del país que pasaron entre los pedazos del ternero,
20 los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que atentan contra sus vidas, y sus cadáveres serán pasta de los pájaros del cielo y de los animales de la tierra.
21 En cuanto a Sedecías, rey de Judá, y a sus jefes, los entregarán en manos de sus enemigos, en manos de los que atentan contra sus vidas, y en manos del ejército del rey de Babilonia, que acaba de levantar el asedio.
22 Yo daré una orden –oráculo del Señor– y los haré volver hacia esta ciudad: combatirán contra ella, la tomarán y la incendiarán. Y a las ciudades de Judá las convertiré en un país desolado y sin habitantes.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
******
El Nuevo Testamento
 PRIMERA CARTA
 A TIMOTEO C. 4

Capítulo 4
1 El Espíritu afirma claramente que en los últimos tiempos habrá algunos que renegarán de su fe, para entregarse a espíritus seductores y doctrinas demoníacas,
2 seducidos por gente mentirosa e hipócrita, cuya conciencia está marcada a fuego.
3 Esa gente proscribe el matrimonio y prohíbe el consumo de determinados alimentos que Dios creó para que los creyentes y los conocedores de la verdad los comieran dando gracias.
4 Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable, si se lo recibe con acción de gracias,
5 porque la Palabra de Dios y la oración lo santifican.
6 Si explicas todo esto a los hermanos, serás un servidor de Cristo Jesús, alimentado por las enseñanzas de la fe y de la buena doctrina que siempre seguiste fielmente.
7 Rechaza esos mitos ridículos, esos cuentos de viejas, y ejercítate en la piedad.
8 Los ejercicios físicos son de poca utilidad; la piedad, en cambio, es útil para todo, porque encierra una promesa de Vida para el presente y para el futuro.
9 Esta es doctrina cierta y absolutamente digna de fe.
10 Nosotros nos fatigamos y luchamos porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen.
11 Predica esto y enséñalo.
12 Que nadie menosprecie tu juventud: por el contrario, trata de ser un modelo para los que creen, en la conversación, en la conducta, en el amor, en la fe, en la pureza de vida.
13 Hasta que yo llegue, dedícate a la proclamación de las Escrituras, a la exhortación y a la enseñanza.
14 No malogres el don espiritual que hay en ti y que te fue conferido mediante una intervención profética, por la imposición de las manos del presbiterio.
15 Reflexiona sobre estas cosas y dedícate enteramente a ellas, para que todos vean tus progresos.
16 Vigila tu conducta y tu doctrina, y persevera en esta actitud. Si obras así, te salvarás a ti mismo y salvarás a los que te escuchen.


AnteriorSiguiente
 
 
Copyright © Libreria Editrice Vaticana