DOCUMENTO DE APOYO, CANTAR DE LOS CANTARES,
Cantar de los Cantares
Autor: La Biblia
CANTAR DE LOS CANTARES es un superlativo que significa "el más hermoso de los Cantos", "el Canto por excelencia". A primera vista, es el Libro menos "bíblico" por su contenido y por su forma. Su autor es desconocido y, probablemente, fue compuesto en la primera mitad del siglo IV a. C. En él se describe y ensalza el amor apasionado de una pareja, que trata por todos los medios de llegar a la unión definitiva. Los encantos y el mutuo atractivo de los dos amantes, lo mismo que el gozo y el sufrimiento que acompañan necesariamente su amor, son expresados en el estilo propio de la poesía amatoria de la época, a través de imágenes llenas de colorido y de fuerza. "¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son palomas! ¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encantador!"( 1. 15-16). "¡Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado, que apacienta su rebaño entre los lirios!" (2. 16; 6. 3).
Entre las diversas partes del Libro no existe mayor continuidad lógica y sus personajes son imprecisos. Tampoco se explican las situaciones por las que atraviesa la pareja ni se establece ninguna ilación entre ellas. De vez en cuando, el diálogo amoroso es interrumpido por un coro que actúa a la manera de relator e impulsa a los amantes en su ardiente búsqueda.
¿Qué significa dentro de los Libros sagrados este Libro, que apenas una vez y de paso nombra a Dios? (8. 6). ¿Qué mensaje nos transmite la "Palabra de Dios" contenida en él? Son muchas y muy variadas las interpretaciones que se han dado del mismo, tanto en el Judaísmo como en el Cristianismo. Para algunos, el Cantar es un poema alegórico, que celebra el amor de Dios hacia su Pueblo a la manera de un amor conyugal, retomando la hermosa imagen utilizada por Oseas, Jeremías y Ezequiel. Para otros, este Libro no es más que un conjunto de poemas, compuestos con ocasión de una fiesta nupcial y destinados a cantar el amor de una pareja.
Ambas interpretaciones, lo mismo que otras mas o menos semejantes, no son necesariamente opuestas ni excluyentes. ¿Acaso el amor entre el varón y la mujer no ha sido establecido y bendecido por Dios al comienzo de la creación? "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne" (Gn. 2. 24). Es na- tural, entonces, que la Biblia se haya valido de una canción de amor aparentemente "profana" para exaltar la dignidad del amor conyugal y proclamar sus excelencias. Y es natural que, de esa manera, el Cantar de los Cantares haya querido también celebrar veladamente la gran Alianza de amor entre Dios e Israel, que llena todas las páginas del Antiguo Testamento.
La tradición cristiana ha visto en este Libro una figura del amor de Cristo hacia la Iglesia, que es su Esposa (Ef. 5. 25). A su vez, la liturgia ha aplicado varias imágenes de este poema a la unión entre la Virgen María y el Espíritu, y los grandes místicos las han referido a la unión íntima de cada creyente con Dios.
¿Qué tiene que ver Dios, o su Palabra, con los piropos, las zalamerías, los cantos y los versos que se dedican los enamorados? Parece que nada en absoluto. Y, sin embargo, hay en la Biblia un librito que está compuesto precisamente de requiebros, cantos y poemas de amor iguales o parecidos a los de la poesía amorosa popular de todos los tiempos y de todas las culturas: el Cantar de los Cantares. El propio título agrava el problema, porque califica al libro como uno de los mejores, so no el mejor, de toda la literatura bíblica. El título en cuestión es un superlativo, como amor de los amores, rey de reyes o señor de los señores. Debería traducirse por El mejor de todos los cantares. Quizá para que el tema-amor entre hombre y mujer con todas sus implicaciones-no desentonara como Palabra de Dios los judíos y los cristianos tras ellos, prefirieron interpretar el Cantar alegóricamente: en realidad de trataría del amor entre Dios (el amado) y su pueblo (la amada). Y es verdad que los profetas utilizan la alegoría del amor entre hombre y mujer, o la del matrimonio, para referirse a las relaciones de Dios con su comunidad (cf. Os 2; Is 54; Ez 16). Algunos han traducido cristianamente este tipo de interpretación: el novio y la novia serían Cristo y su Iglesia, o Cristo y el alma del cristiano. Y también es verdad que el Nuevo Testamento habla de las bodas del Cordero (Cristo) con su Esposa, la Iglesia (Ap 21).
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