DIA 328--Ezequiel 21--22 Eclesiástico 31,1-15 1 Juan 3



Ezequiel 21
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro en dirección al sur, vaticina hacia el sur y profetiza contra el bosque del campo del Négueb.
3 Tú dirás al bosque del Négueb: Escucha la palabra del Señor. Así habla el Señor: Yo voy a prenderte fuego, y él consumirá todo árbol verde y todo árbol seco. La llama ardiente no se extinguirá y arderá toda la superficie, desde el Négueb hasta el norte.
4 Y todos los mortales verán que yo, el Señor, soy el que encendí ese fuego, que no se extinguirá.
5 Yo exclamé: ¡Ay, Señor! Ellos andan diciendo de mí: «¡Este no es más que un fabulador!».
6 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
7 Hijo del hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén, vaticina contra sus santuarios y profetiza contra la tierra de Israel.
8 Tú dirás a la tierra de Israel: Así habla el Señor: Aquí estoy contra ti: yo sacaré mi espada de su vaina y extirparé de ti al justo y al impío.
9 Porque quiero extirpar de ti al justo y al impío, por eso saldrá mi espada de su vaina contra todos ustedes, desde el sur hasta el norte.
10 Y todos los mortales sabrán que yo, el Señor, he sacado mi espada de su vaina, y no volverá a ser envainada.
11 Y tú, hijo de hombre, gime; agobiado por el dolor, gime amargamente a la vista de ellos.
12 Y cuando te pregunten: «¿Por qué gimes?», tú les responderás: Es por una noticia. Apenas llegue, desfallecerán todos los corazones, se paralizarán todas las manos, decaerán todos los espíritus y flaquearán todas las rodillas. Y a está por llegar, ya va a suceder –oráculo del Señor–.
13 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
14 Profetiza, hijo de hombre, y di: Así habla el Señor: ¡Una espada, una espada afilada y bruñida!
15 Afilada para provocar una masacre, bruñida para fulgurar como el rayo,
16 Se la hizo bruñir para empuñarla: la espada fue afilada y bruñida para ponerla en mano de un verdugo.
17 ¡Grita, laméntate, hijo de hombre, porque ella se alza contra mi pueblo, contra todos los príncipes de Israel, entregados a la espada junto con mi pueblo! Por eso, golpéate el pecho,
18 porque es el momento de la prueba... –oráculo del Señor–.
19 Y tú, hijo de hombre, profetiza, golpea con las palmas de tus manos. Que la espada duplique y triplique sus golpes: ella es la espada de las matanzas, la gran espada de la matanza que los tiene acorralados.
20 Para que desfallezcan los corazones y haya muchas víctimas, yo he puesto en todas las puertas una espada, hecha para fulgurar como el rayo, bruñida para provocar una masacre.
21 ¡Muestra tu filo a la derecha, toma posición a la izquierda, donde quiera seas dirigida!
22 Yo también golpearé con las palmas de mis manos y aplacaré mi furor. Yo, el Señor, he hablado.
23 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
24 Y tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que llegue la espada del rey de Babilonia. Los dos caminos arrancarán de un mismo país. A la entrada de cada camino, pondrás una señal indicando la dirección de una ciudad.
25 Tú trazarás el camino para que la espada llegue a Rabá de los amonitas, y a Judá, que tiene su plaza fuerte en Jerusalén.
26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el encrucijada, allí donde se bifurcan los caminos, para consultar los presagios: sacude las flechas, consulta a los ídolos y examina el hígado de las víctimas.
27 En su mano derecha está el presagio que señala «Jerusalén», para ordenar la matanza, lanzar el grito de guerra, colocar arietes contra las puertas, levantar terraplenes y construir torres de asalto.
28 A los habitantes de Jerusalén les parecerá que ese presagio es falso, porque tienen a su favor un juramento solemne. Pero él les recordará su delito, y serán capturados.
29 Por eso, así habla el Señor: Porque ustedes, al ser descubiertas sus rebeldías, al ponerse en evidencia los pecados que han cometido en todas sus acciones, han hecho que se les recordara su delito; y por que se han acordado de ustedes, por eso, serán capturados.
30 En cuanto a ti, infame malvado, príncipe de Israel, cuyo día ha llegado al mismo tiempo que la expiación final,
31 así habla el Señor: ¡Saquen el turbante, quiten la diadema! Esto ya no será más así: lo humilde será elevado, lo excelso será humillado.
32 ¡Ruinas, ruinas, todo lo convierto en ruinas! Pero esto no sucederá hasta que llegue aquel a quien le pertenece el juicio, y a él se lo daré.
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza. Tú dirás: Así habla el Señor acerca de los amonitas y de sus sarcasmos. Tú dirás: ¡Una espada, una espada! Desenvainada para la masacre, bruñida para devorar, para fulgurar como el rayo,
34 para descargarla sobre el cuello de los infames malvados, cuyo día llegará al mismo tiempo que la expiación final, mientras se tienen acerca de ti visiones ilusorias y se predice la mentira.
35 ¡Vuelve la espada a la vaina! En el mismo lugar donde fuiste creado, en tu país de origen, yo te juzgaré.
36 Derramaré mi indignación sobre ti, atizaré contra ti el fuego de mi furor, y te entregaré en manos de gente brutal, artífices del exterminio.
37 Serás presa del fuego, tu sangre correrá en medio del país, y no quedará ni el recuerdo de ti, porque yo, el Señor, he hablado.


Ezequiel 22

1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Y tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar, no vas a juzgar a la ciudad sanguinaria? Dale a conocer todas sus abominaciones.
3 Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Ay de la ciudad que derrama sangre en medio de ella para que llegue su hora, y se fabrica ídolos para contaminarse!
4 Por la sangre que has derramado te has hecho culpable, y por los ídolos que fabricaste te has contaminado; has hecho que se acercara tu día y que llegara el término de tus años. Por eso te he convertido en el oprobio de las naciones y en la irrisión de todos los países.
5 Los que están cerca y los que están lejos se burlarán de ti, ciudad famosa por tu impureza, grande por tu anarquía.
6 En ti, los príncipes de Israel se valen de su poder sólo para derramar sangre.
7 En ti se desprecia al padre y a la madres, se extorsiona al extranjero que reside en medio de ti, y se oprime al huérfano y a la viuda.
8 Tú menosprecias mis cosas santas y profanas mis sábados.
9 En ti hay calumniadores que incitan a derramar sangre y hay gente que participa de las comidas sagradas en las montañas. En ti se cometen ignominias:
10 se descubre la desnudez del padre y se fuerza a la mujer a tener relaciones en el período de su menstruación.
11 Uno comete abominación con la mujer de su prójimo; otro contamina a su nuera de una manera infame; otro viola a su hermana, la hija de su propio padre.
12 En ti se acepta soborno para derramar sangre. Practicas la usura y prestas a interés, extorsionas a tu prójimo y te olvidas de mi –oráculo del Señor–.
13 Pero yo voy a golpear con las palmas de mis manos, a causa de las ganancias que has obtenido y de la sangre que corre en medio de ti.
14 ¿Podrá resistir tu corazón y estarán firmes tus manos, los días en que yo me enfrente contigo? Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
15 Te dispersaré entre las naciones, te diseminaré por toros países y eliminaré de ti tu impureza.
16 Tú te has profanado a ti misma a los ojos de las naciones, pero sabrás, que yo soy el Señor.
17 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
18 Hijo de hombre, la casa de Israel se ha convertido para mí en escoria: todos, sean plata, cobre, estaño, hierro o plomo, se han convertido en escoria dentro del crisol.
19 Por eso, así habla el Señor: Porque todos ustedes se han convertido en escoria, yo voy a amontonarlos en medio de Jerusalén.
20 Así como se amontona plata, cobre, hierro, plomo y estaño en medio del crisol, y se atiza el fuego para fundirlos, así yo los amontonaré en mi ira y en mi furor; los pondré allí y los fundiré.
21 Los amontonaré, atizaré contra ustedes el fuego de mi furor y los fundiré en medio de Jerusalén.
22 Como se funde la palta en medio del crisol, a sí ustedes serán fundidos en medio de ella, y sabrán que yo, el Señor, he derramado mi furor contra ustedes.
23 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
24 Hijo de hombre, dile a Jerusalén: Tú eres una tierra que no ha sido purificada, sobre la que no ha llovido en el día de la ira.
25 Hay una conjuración de profetas en medio de ella. Como un león rugiente que despedaza la presa, han devorado a la gente, se han apoderado de las riquezas y objetos preciosos y han multiplicado las viudas en la ciudad.
26 Sus sacerdotes han violado mi Ley, han profanado mis cosas santas; no han separado lo sagrado de lo profano, ni han hecho conocer la diferencia entre lo puro y lo impuro; han cerrado sus ojos a mis sábados y yo he sido profanado en medio de ellos.
27 Sus jefes, en medio de la ciudad, son como lobos que despedazan la presa, derramando sangre y haciendo perecer ala gente, a fin de acumular ganancias.
28 Sus profetas los recubren con cal, proponiendo falsas visiones y predicciones engañosas. Ellos dicen: «Así habla el Señor», cuando el Señor no había hablado.
29 Los terratenientes practican la extorsión, cometen robos, explotan al pobre y al indigente, y atropellan al extranjero, contra todo derecho.
30 Yo busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí, pero no lo encontré.
31 Entonces derramé mi furia contra ellos, los exterminé con el fuego de mi furor e hice recaer sobre sus cabezas su mala conducta –oráculo del Señor–.




Eclesiástico 31,1-15
1 Los desvelos del rico terminan por consumirlo y el afán de riquezas hace perder el sueño.
2 La preocupación por el sustento no deja dormir, y priva del sueño más que una grave enfermedad.
3 El rico se fatiga por amontonar una fortuna, y si descansa, es para hartarse de placeres;
4 el pobre se fatiga por amontonar una fortuna, y si descansa, cae en la indigencia.
5 El que ama el oro nunca podrá ser justo, y el afán de lucro hace extraviar a un hombre.
6 Muchos acabaron en la ruina por culpa del oro y se enfrentaron con su propia perdición,
7 porque el oro es una trampa para los que se enloquecen por él, y todos los insensatos se dejan atrapar.
8 ¡Feliz el rico que se conserva íntegro y no corre detrás del oro!
9 ¿Quién es él? Y lo felicitaremos porque ha hecho maravillas en su pueblo.
10 ¿Quién pasó por esta prueba y demostró ser perfecto? Tiene un buen motivo para gloriarse. ¿Quién pudo transgredir y no transgredió, hacer el mal y no lo hizo?
11 Sus bienes estarán asegurados y la asamblea publicará sus beneficios.
12 ¿Estás sentado a la mesa de un grande? No digas, relamiéndote los labios: «¡Cuántas cosas hay aquí!».
13 Acuérdate que está mal tener un ojo ávido: ¿ha sido creado algo peor que el ojo? Por eso derrama lágrimas por cualquier cosas.
14 No extiendas la mano a todo lo que veas, para no tropezar con tu vecino en el plato.
15 Juzga al prójimo por lo que tú mismo sientes y reflexiona siempre que hagas algo.




1 Juan 3
1 ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.
2 Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
3 El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro.
4 El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad.
5 Pero ustedes saben que él se manifestó para quitar el pecado, y que él no tiene pecado.
6 El que permanece en él, no peca, y el que peca no lo ha visto ni lo ha conocido.
7 Hijos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo es justo.
8 Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.
9 El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
10 Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
11 La noticia que oyeron desde el principio es esta: que nos amemos los unos a los otros.
12 No hagamos como Caín, que era del Maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran justas.
13 No se extrañen, hermanos, si el mundo los aborrece.
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
15 El que odia a su hermano es un homicida, y ustedes saben que ningún homicida posee la Vida eterna.
16 En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
17 Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?
18 Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad.
19 En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios
20 aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas.
21 Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza,
22 y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
23 Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.
24 El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.