DIA 124- - Rut 1--2 Salmo 119,97-112 Marcos 3,7-35



Rut 1
Tu Dios será mi Dios

1 En los tiempos en que gobernaban los Jueces en Israel, hubo una gran hambruna en el país. Debido a eso, un hombre de Belén de Judá se trasladó a los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos. 2 El hombre se llamaba Elimelec; su esposa Noemí, y sus hijos, Maja lón y Guilyón.
3 Al poco tiempo falleció Elimelec, y Noemí quedó sola con sus dos hijos. 4 Ambos tomaron por eposas a mujeres moabitas: una se llamaba Orfa y la otra Rut. 5 Al cabo de diez años murieron también los dos hombres y Noemí quedó de samparada, sin esposo y sin hijos.
6 Entonces decidió salir de Moab en compañía de sus nueras, 7 pues había oído decir que Yavé se había acordado de su pueblo y les había dado qué comer. 8 Cuando estaban en camino de regreso a Judá, Noemí dijo a sus nueras: «Creo que es mejor que ustedes se vayan a sus casas. 9 Que el Señor les recompense todo lo bueno que han hecho con mis hijos y conmigo y les permita que encuentren cada una un esposo con quien puedan vivir en paz.» 10 Y en seguida les dio un abrazo. Pero ellas, llorando, le respondieron: «No nos iremos, sino que seguiremos contigo.»
11 «Vuelvan a sus casas, insistió Noemí, pues ¿qué sacan con venir conmigo? Ya no puedo tener hijos para que sean sus maridos. 12 Les repito, regresen a sus hogares, pues yo soy ya vieja para casarme de nuevo. Y aunque tuviera la remota esperanza de casarme esta misma noche y de tener hijos, 13 ¿serían ustedes capaces de esperar a que se hicieran mayores? ¿Dejarían por eso de casarse? No, hijitas, bastante me ha castigado ya Dios como para añadir esta preocupación por ustedes.»
14 Ellas seguían llorando, hasta que al fin Orfa, dándole un beso, se fue a su casa. Rut, en cambio, se quedó con ella. 15 Noemí le dijo entonces: «¿Por qué no te vas también tú con tu cuñada, y así regresas a tu casa y a tus dioses?» 16 Rut le replicó: «No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues a donde tú vayas, iré yo; y donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. 17 Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Que el Señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.»
18 Viendo Noemí que Rut se mantenía firme en su decisión, no quiso insistirle más. 19 Y continuando el camino llegaron las dos a Belén. Todo la gente se impresionó al verlas llegar. 20 Y como Noemí se diera cuenta de que las mujeres comentaban: «¿Pero no es ésta Noemí?», 21 les dijo: «No me llamen por mi nombre, sino díganme Amar ga, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. Partí con todo, y el Señor me hace volver con las manos vacías. ¿Para qué, pues, me llaman Noemí, cuando Yavé me ha condenado a ser una desgraciada?»
22 Así, fue como Noemí, acompañada de Rut, su nuera moabita, regresó de Moab. Y justo cuando llegaron a Belén estaba comenzando la cosecha de la cebada.


Rut 2
Rut espiga en el campo de Booz

1 Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente muy rico llamado Booz. 2 Rut le pidió permiso a Noemí para ir a recoger espigas donde pudiera hacerlo sin problemas. 3 Como ella se lo diera, Rut salió al campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Dio la coin cidencia de que el campo adonde ella había llegado pertenecía a Booz, pariente de Elimelec, que precisamente llegó ese día de Belén.
4 Luego de saludar a los segadores con un: «El Señor esté con ustedes», y de recibir por respuesta: «¡El Señor te bendiga!», 5 Booz preguntó al capataz de la cuadrilla de segadores: «¿De quién es esa joven?» Y el empleado le contestó: 6 «Es la moabita que acaba de regresar de Moab con Noemí. 7 La autoricé para que recogiera las espigas que dejan los segadores, y es lo que ha hecho toda la mañana sin parar.»
8 Booz, dirigiéndose entonces a Rut, le dijo: «Oye, hijita, no vayas a recoger espigas a otra parte. 9 Quédate aquí y no te separes de los trabajadores. Síguelos a cualquier potrero donde vayan a segar. Yo les daré órdenes de que no te molesten. Y si tienes sed, no tienes más que acercarte a los cántaros donde tienen agua.»
10 Al oír esto, Rut se inclinó profundamente hasta el suelo y le dijo: «¿Qué de bueno has visto en mí, una extranjera, para que me trates con tanta bondad?» 11 «Me han contado, le respondió Booz, lo bien que te has portado con tu suegra después de que murió tu marido, hasta el punto de dejar tu patria y tus padres para venirte a un país totalmente desconocido para ti. 12 Que Yavé te recompense tus buenas obras y que el Dios de Israel, bajo cuyas alas te has cobijado, te dé el premio que mereces.»
13 Ella replicó: «¡Ojalá me haga merecedora de tanta bondad como la que me has demostrado con tus palabras amables y tranquilizadoras, en circunstancias en que yo no me equiparo ni a la última de tus esclavas!»
14 A la hora del almuerzo, Booz la invitó a acercarse y a que comiera un pedazo de pan empapándolo en salsa. 15 Cuando ella estaba sentada en medio de los segadores, él le ofreció también un puñado de granos tostados. Ella comió hasta quedar satisfecha y se guardó las sobras. 16 En seguida se levantó para proseguir su trabajo, y entonces Booz dijo a sus trabajadores: «Déjenla que incluso arranque espigas de las gavillas y no le llamen por eso la atención. Más aún, de vez en cuando vayan dejando caer de propósito algunas espigas para que ella pueda irlas recogiendo, sin decirle nada.»
17 Rut estuvo todo el día espigando y, luego de desgranarlas, vio que había juntado más o menos un quintal de cebada. 18 Regresó a la ciudad con la cebada a cuestas y, cuando llegó a su casa, mostró a su suegra lo que había recogido y le entregó lo que había guardado para ella del almuerzo.
19 Su suegra le preguntó: «¿Por dónde anduviste recogiendo espigas, ya que te fue tan bien?» Como ella le contase dónde había estado trabajando, su suegra prosiguió: 20 «¡Pero si el dueño de esos campos es Booz! ¡Bendito sea Yavé, que siempre se muestra tan bueno con los vivos y los muertos! Ese hombre es pariente nuestro; a él, entre otros, le corresponde rescatarnos.»
21 Rut, entonces, agregó: «Fíjate que todavía me dijo que me quedara con sus trabajadores hasta que terminen de cosechar.» 22 Noemí le respondió: «Muy bien, hija mía, quédate con sus trabajadores, pues así no tendrás que pasar malos ratos si vas a otra parte.»
23 Rut continuó, pues, recogiendo espigas al lado de los trabajadores de Booz hasta que terminó la siega de la cebada y del trigo. Por lo demás, no se separó de su suegra.


Salmo 119,97-112
97 ¡Cuánto amo tu Ley! En ella medito todo el día.
98 Me haces más sabio que mis enemigos por tu mandamiento que es siempre mío.
99 Soy más agudo que todos mis maestros, merced a tus testimonios que medito.
100 Superé a los ancianos en saber, pues guardo tus ordenanzas.
101 Aparté mis pasos de todo mal camino, pues quería ser fiel a tu palabra.
102 De tus juicios no me he apartado, pues tú me los enseñas.
103 ¡A mi paladar son dulces tus palabras, más que la miel para mi boca!
104 Tus ordenanzas me han dado la inteligencia, por eso odio cualquier ruta mentirosa.
105 Para mis pasos tu palabra es una lámpara, una luz en mi sendero.
106 He hecho un juramento y lo mantendré, de guardar tus justos juicios.
107 He sido hasta el colmo afligido, vivifícame, Señor, según tu palabra.
108 Acepta, Señor, la ofrenda de mi boca, y enséñame tus juicios.
109 Expongo mi vida a cada instante, pero jamás me olvido de tu ley.
110 Los malvados me han tendido una celada, pero no me alejé de tus ordenanzas.
111 Tus testimonios han sido siempre mi herencia, son la alegría de mi corazón.
112 Incliné mi corazón a cumplir tus preceptos, siempre y totalmente.



Marcos 3,1-35
Curación del hombre de la mano seca

1 Otro día entró Jesús en la sinagoga y se encontró con un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Pero algunos estaban observando para ver si lo sanaba Jesús en día sábado. Con esto tendrían motivo para acusarlo.
3 Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Ponte de pie y colócate aquí en medio.» 4 Después les preguntó: «¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar?» Pero ellos se quedaron callados.
5 Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: «Extiende la mano.» El paralítico la extendió y su mano quedó sana. 6 En cuanto a los fariseos, apenas salieron, fueron a juntarse con los partidarios de Herodes, buscando con ellos la forma de eliminar a Jesús.
7 Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las tierras de Tiro y de Sidón, muchísima gente venía a verlo con sólo oír todo lo que hacía.
9 Jesús mandó a sus discípulos que tuvieran lista una barca, para que toda aquella gente no lo atropellase. 10 Pues al verlo sanar a tantos, todas las personas que sufrían de algún mal se le echaban encima para tocarlo. 11 Incluso los espíritus impuros, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.» 12 Pero él no quería que lo dieran a conocer, y los hacía callar.
Los Doce apóstoles de Jesús
:B:13 Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. 14 Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, 15 dándoles poder para echar demonios.
16 Estos son los Doce: Simón, a quien puso por nombre Pedro; 17 San tiago y su hermano Juan, hijos de Ze bedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, el hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo 19 y Judas Iscariote, el que después lo traicionó.
El pecado contra el Espíritu Santo
20 Vuelto a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. 21 Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues de cían: «Se ha vuelto loco.» 22 Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.»
23 Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos: 24 «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. 25 Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir. 26 De igual modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto llegará su fin. 27 La verdad es que nadie puede entrar en la casa del Fuerte y arrebatarle sus cosas si no lo amarra primero; entonces podrá saquear su casa.
28 En verdad les digo: se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. 29 En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.» 30 Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo.
La verdadera familia de Jesús
31 Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo mandaron a llamar. 32 Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le transmitieron este recado: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y preguntan por ti.» 33 Él les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
34 Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. 35 Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.»