DIA 23-Génesis 32--33 Salmo 22 Mateo 13,1-23



Génesis 32

1 Labán se levantó muy temprano, besó a sus hijos y a sus hijas, los bendijo y se fue. Así volvió Labán a su lugar.
2 Jacob, por su parte, siguió su camino y le salieron al encuentro Angeles de Dios. 3 Al verlos dijo Jacob: «Este es un campamento de Dios», y por eso llamó a aquel lugar Majanaim.
Jacob lucha con Dios
4 Jacob mandó a avisar de su llegada a su hermano Esaú, en Seír, en los campos de Edom; 5 los mensajeros recibieron las instrucciones siguientes: «Digan a mi señor, a Esaú, de parte de su servidor Jacob: He vivido con Labán y con él he permanecido hasta hoy. 6 He adquirido bueyes, burros, rebaños, mozos y sirvientas. Y ahora quiero avisarte, esperando que me recibirás bien.»
7 Volvieron los mensajeros y dijeron a Jacob: «Hemos estado con tu hermano Esaú, y él mismo viene ahora a tu encuentro con cuatrocientos hombres.»
8 Jacob se llenó de miedo y se desesperó. Dividió en dos campamentos a la gente que estaba con él, y lo mismo hizo con el ganado, las ovejas y los camellos, 9 pues pensaba: «Si Esaú ataca a un campamento, el otro podrá salvarse.»
10 Luego oró así: «Yavé, Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, tú me dijiste: Vuelve a tu patria, a la tierra de tus padres que yo seré bueno contigo. 11 Yo no soy digno de todos los favores que me has hecho, ni de la gran bondad que has tenido conmigo. Porque al partir, cuando atravesé el Jordán, no tenía más que mi bastón. Pero ahora, al volver, tengo suficiente como para hacer dos campamentos. 12 Líbrame de las manos de mi hermano, de las manos de Esaú; no sea que que venga y mate a todos, a la madre con sus hijos. 13 Pero eres tú quien me dijo: Te colmaré de bienes y tu descendencia será como la arena del mar, que nadie puede contar.»
14 Y pasó allí aquella noche.
14 Echó mano a lo que traía consigo para enviar un regalo a su hermano Esaú: 15 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 16 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte mulas y diez burros. 17 Luego los dividió en varios grupos y confió cada uno de ellos a un servidor, con esta orden: «Vayan delante de mí, y mantengan cierta distancia entre un grupo y otro.» 18 Al del primer grupo le recomendó: «Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte quién eres, a dónde vas, y de quién es el rebaño que vas guiando, 19 le contestarás: «Todo pertenece a tu siervo Jacob, y todo es un regalo que él envía a mi señor Esaú. El mismo viene detrás de nosotros.» 20 Jacob dio las mismas instrucciones al segundo, al tercero y a todos los demás que guiaban los rebaños. Y les dijo: 21 «Así han de hablar a Esaú cuando lo encuentren.» Y también le dirán: «Tu siervo Jacob ya viene detrás de nosotros.»
21 Pues Jacob pensaba: «Lo aplacaré con los regalos que le envío delante, y cuando después me encuentre frente a él, quizá me reciba sin enojo.» 22 Envió, pues, los regalos por delante, y él se quedó aquella noche en el campamento.
:B:23 Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y los hizo cruzar el vado de Yaboc. 24 A todos los hizo pasar al otro lado del torrente, y también hizo pasar todo lo que traía con él. 25 Y Jacob se quedó solo.
25 Entonces alguien luchó con él hasta el amanecer. 26 Este, viendo que no lo podía vencer, tocó a Jacob en la ingle, y se dislocó la cadera de Jacob mientras luchaba con él.
27 El otro le dijo: «Déjame ir, pues ya está amaneciendo.» Y él le contestó: «No te dejaré marchar hasta que no me des tu bendición.» 28 El otro, pues, le preguntó: «¿Cómo te llamas?» El respondió: «Jacob.» 29 Y el otro le dijo: «En adelante ya no te llamarás Jacob, sino Israel, o sea Fuerza de Dios, porque has luchado con Dios y con los hombres y has salido vencedor.»
30 Entonces Jacob le hizo la pregunta: «Dame a conocer tu nombre» Él le contestó: «¿Mi nombre? ¿Para qué esta pregunta?» Y allí mismo lo bendijo. 31 Jacob llamó a aquel lugar Panuel, o sea Cara de Dios, pues dijo: «He visto a Dios cara a cara y aún estoy vivo.» 32 El sol empezaba a dar fuerte cuando cruzó Penuel, y él iba cojeando a causa de su cadera.
33 Por esta razón los hijos de Israel no comen, hasta el día de hoy, el nervio del muslo, porque tocó a Jacob en la ingle, sobre el nervio del muslo.

Génesis 33
Encuentro de Esaú y Jacob

1 En cierto momento Jacob levantó la vista y, viendo que se acercaba Ésaú con los cuatrocientos hombres, distribuyó a los hijos entre Lía, Raquel y las dos siervas. 2 Situó a las dos siervas con sus hijos por delante; detrás colocó a Lía con sus hijos, después a Raquel y a José. 3 El mismo pasó delante de todos, y se inclinó siete veces hasta el suelo antes de alcanzar a su hermano.
4 Esaú corrió al encuentro de su hermano y lo abrazó; echándose sobre su cuello lo besó, y los dos rompieron a llorar. 5 Levantó después la vista, y al ver a las mujeres y a sus hijos preguntó: «¿Qué tienen que ver todos estos contigo?» Jacob le respondió: «Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo.»
6 Entonces se acercaron las siervas de Jacob con sus hijos, e hicieron profunda reverencia; 7 se acercó también Lía con sus hijos, y se postraron; por último se acercaron José y Raquel y se postraron.
8 Le preguntó Esaú: «¿Qué significan todos aquellos grupos con los que me he encontrado?» Respondió Jacob: «Esos eran para ganarme tu favor.» 9 Le dijo Esaú: «Hermano, yo tengo de todo, guarda lo que es tuyo.» 10 Pero Jacob contestó: «No, por favor. Si realmente me quieres, acepta el regalo que te ofrezco, pues me he presentado ante ti como ante Dios, y tú me has acogido. 11 Acepta, pues, el regalo que te he traído, ya que Dios me ha favorecido, y tengo de todo.» Jacob insistió tanto, que Esaú aceptó.
12 «Vamos —dijo después Esaú—, pongámonos en marcha, que yo iré delante de ti.» 13 Jacob le dijo: «Mi señor sabe bien que los niños son delicados, y tengo ovejas y vacas paridas, que si las hago andar muy apuradas, en un solo día todo el ganado menor morirá. 14 Vaya mi señor delante de su siervo, y yo caminaré con calma al paso del ganado que viene detrás de mí y al paso de los niños, hasta que nos encontremos en Seír.» 15 Respondió Esaú: «Por lo menos acepta que se queden contigo algunos de los hombres que me acompañan.». Jacob replicó: «No es necesario si tengo paz contigo.»
16 Aquel mismo día regresó Esaú a Seír, 17 y Jacob se dirigió a Sucot, donde se construyó una casa e hizo chozas para sus rebaños; a esto se debió que aquel lugar fuese llamado Sucot (o sea, chozas).
18 Regresando de Padán-Aram, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, en el país de Canaán, y acampó frente a la ciudad. 19 Compró por cien monedas de plata a los hijos de Hamor, que era padre de Siquem, el pedazo de tierra en que había instalado sus tiendas. 20 Allí construyó un altar, llamando a este lugar: «El, el Dios de Israel.»


Salmo 22
Oración de Cristo en la Cruz.—La lectura de este salmo nos hace pensar en el paso de la noche a la mañana. La primera parte es sombría, tenebrosa; la segunda es como el despertar del sol que inunda el campo, devuelve las cosas a la vida y la alegría al corazón del hombre. El tema de este salmo es, en efecto, el de un perseguido, que al llegar al borde del abismo, encuentra de nuevo la seguridad y la confianza.
2 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste? ¡Las palabras que lanzo no me salvan!
3 Mi Dios, de día llamo y no me atiendes, de noche, mas no encuentro mi reposo.
4 Tú, sin embargo, estás en el Santuario, de allí sube hasta ti la alabanza de Israel.
5 En ti nuestros padres esperaron, esperaban y tú los liberabas.
6 A ti clamaban y quedaban libres, su espera puesta en ti no fue fallida.
7 Mas yo soy un gusano y ya no un hombre; los hombres de mí tienen vergüenza y el pueblo me desprecia.
8 Todos los que me ven, de mí se burlan, hacen muecas y mueven la cabeza:
9 «¡Confía en el Señor, pues que lo libre, que lo salve si le tiene aprecio!»
10 Me has sacado del vientre de mi madre, me has confiado a sus pechos maternales.
11 Me entregaron a ti apenas nacido; tú eres mi Dios desde el seno materno.
12 No te alejes de mí, que la angustia está cerca, y no hay nadie que pueda ayudarme.
13 Me rodean novillos numerosos y me cercan los toros de Basán.
14 Amenazándome abren sus hocicos como leones que desgarran y rugen.
15 Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi corazón se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.
16 Mi garganta está seca como teja, y al paladar mi lengua está pegada: ya están para echarme a la sepultura.
17 Como perros de presa me rodean, me acorrala una banda de malvados. Han lastimado mis manos y mis pies.
18 Con tanto mirarme y observarme pudieron contar todos mis huesos.
19 Reparten entre sí mis vestiduras y mi túnica la tiran a la suerte.
20 Pero tú, Señor, no te quedes lejos; ¡fuerza mía, corre a socorrerme!
21 Libra tú de la espada mi alma, de las garras del can salva mi vida.
22 Sálvame de la boca del león, y de los cuernos del toro lo poco que soy.
23 Yo hablaré de tu Nombre a mis hermanos, te alabaré también en la asamblea.
24 Alaben al Señor sus servidores, todo el linaje de Jacob lo aclame, toda la raza de Israel lo tema; 25 porque no ha despreciado ni ha desdeñado al pobre en su miseria, no le ha vuelto la cara y a sus invocaciones le hizo caso.
26 Para ti mi alabanza en la asamblea, mis votos cumpliré ante su vista.
27 Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán a Dios los que lo buscan: ¡vivan sus corazones para siempre!
28 De Dios se acordará toda la tierra y a él se volverá; todos los pueblos, razas y naciones ante él se postrarán.
29 ¡Rey es Dios, Señor de las naciones! Todo mortal honor le rendirá, 30 se agacharán al verlo los que al sepulcro van.
30 Para Dios será sólo mi existencia.
31 Lo servirán mis hijos, hablarán del Señor a los que vengan, 32 al pueblo que va a nacer: Que es justo, les dirán. Tal es su obra.



Mateo 13,1-23
Tercera etapa (13,1—17,27) Los ojos de los Doce se abren, JesÚs les confÍa su Iglesia

– El discurso en parÁbolas: la muchedumbre ve sin ver y escucha sin oÍr, mientras que a los discÍpulos se les revelan cosas que estaban ocultas desde la creaciÓn del mundo (13,35).
– JesÚs es rechazado por la gente de Nazaret, por los fariseos, y es reconocido como Hijo de Dios por los Doce. Pedro es asociado tres veces Íntimamente: camina sobre las aguas, pasa a ser la piedra de fundaciÓn de la Iglesia, es dispensado de pagar el impuesto al Rey del Cielo (17,27). JesÚs anuncia a los Doce su resurrecciÓn y el nacimiento de un pueblo renovado.

La parábola del sembrador

:1 Ese día Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago. 2 Pero la gente vino a él en tal cantidad, que subió a una barca y se sentó en ella, mientras toda la gente se quedó en la orilla. 3 Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas.
3 Les decía: «El sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. 5 Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. 6 Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. 7 Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. 8 Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. 9 El que tenga oídos, que escuche.»
10 Los discípulos se acercaron y preguntaron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
11 Jesús les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. 12 Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. 13 Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.
14 En ellos se verifica la profecía de Isaías: Por más que oigan no entenderán, y por más que miren no verán. 15 Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón... Pero con eso habría conversión y yo los sanaría.
16 ¡Dichosos los ojos de ustedes, que ven!; ¡dichosos los oídos de ustedes, que oyen! 17 Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.
18 Escuchen ahora la parábola del sembrador: 19 Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino.
20 La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría. 21 En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo.
22 La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto.
23 La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más.»