Después de que Dios se llevara al profeta Elías, se quedó su discípulo, Eliseo, con los israelitas. Hizo muchos milagros, que eran en realidad gestos de Dios para confirmar al pueblo que aquél era el hombre que predicaba su Palabra.
Uno de los milagros que se narran en la Biblia nos recuerda mucho al milagro que hizo Jesús de la multiplicación de los panes y los peces. Era una mujer que se había quedado viuda. Tenía muchas deudas y ningún dinero, por lo que los acreedores iban a llevarse a sus hijos como esclavos por no pagar las deudas. Ella pidió ayuda a Eliseo, el hombre de Dios, y éste le dijo: "¿Qué tienes en tu casa?", y ella le contestó: "Nada más que una vasija de aceite".
"Pues vete a pedir fuera a todos los vecinos más vasijas pero vacías", le replicó Eliseo. Una vez hecho esto, le profeta le pidió que echase en todas las vasijas aceite.
El aceite se fue multiplicando y llenó todas las vasijas que había conseguido. Y el aceite se paró. Entonces la mujer fue a contárselo al hombre de Dios. Y Eliseo le dijo: "Vete a vender el aceite y con lo que saques paga las deudas que tienes y vive con tus hijos".
Un buen día, Eliseo pasaba con su siervo por Sunam, cerca del monte Tabor. Allí vivía un matrimonio rico que sabía que Eliseo era un hombre de Dios y por ello le invitaron a aceptr una habitación de su casa para que se hospedara. Eliseo que estaba muy agradecido por la hospitalidad del matrimonio, tras consultarlo con su siervo y ver que no tenían hijos, le dijo a la mujer: "El año que viene por estas fechas, abrazarás a un hijo". La mujer no se lo podía creer: "No, por favor, señor, no me engañéis". Y tal como predijo Eliseo, la mujer se quedó embarazada y tuvo un hijo.
El niño creció y un día estando en el campo con su padre sintió un fuerte dolor de cabeza y al poco rato murió en su casa. La mujer corrió a buscar a Eliseo. Sentía tanto dolor y tanta rabia que le dijo: "¡Yo no te pedí un hijo! ¿Por qué me engañaste?"
Entonces Eliseo, comprendiendo lo sucedido, le dijo que cogiera su bastón y lo colocara en el rostro del niño.
Así hicieron, pero no reaccionó. Entonces, Eliseo volvió a su casa y entró en la habitación del niño y allí le rezó al Señor. Después, como ya había hecho Elías con otro niño, se echó sobre él para que el niño fuera entrando en calor. Por fin, el niño abrió los jos y se levantó como si sólo hubiera estado dormido. Y Eliseo le dijo a su madre: "Aquí tienes a tu hijo".
Fuente: Alfa y Omega (Pequealfa)
NAAMÁN Y EL PROFETA ELISEO
Naamán era un general del ejército del rey sirio que gozaba de la estima y el favor de su señor, pero estaba enfermo de la piel.
La criada de su mujer dijo un día: "Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría, pues él lo libraría de su enfermedad".
Esto llegó a oídos del rey que, como le apreciaba, quería que se curara. Y le dijo: "Ven, que te voy a dar una carta para el rey de Israel". En la carta, el rey de Siria le decía al rey de Israel que le enviaba a su general para que lo librase de su enfermedad.
Cuando el rey de Israel recibió la carta pensó que aquello era un reto que le imponía el rey de Siria para declararle la guerra, porque lo que le pedía era algo que él no podía y no sabía cómo hacer.
El profeta Eliseo se enteró, fue al rey de Israel y le dijo: "Que venga a mi y verá entonces que hay iun profeta en Israel".
Eliseo mandó decir a Naamán que se lavara siete veces en el río Jordán y así su piel quedaría limpia. Naamán se decepciona, pu es le parece demasiado sencillo. "Además -dijo- los ríos de mi tierra ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No me podría bañar en ellos y quedar limpio?"
Pero sus servidores le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera pedido algo realmente difícil, lo hubieras hecho. Sin embargo, sólo te pide que te bañes en el río... ¿Por qué no cumplirlo?"
Naamán, entonces, obedeció y su piel quedó totalmente limpia, como la de un niño.
El general sirio se humilló entonces ante Eliseo y se convirtió diciendo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. En adelante, este servidor, no ofrecerá más sacrificios que no sean al Dios de Israel".