TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
JOB C. 25
Capítulo 25
1 Bildad de Súaj replicó, diciendo:
2 Su dominio es soberano y temible: él hace reinar la paz en sus alturas.
3 ¿Se pueden contar sus legiones? ¿Sobre quién no se alza su luz?
4 ¿Cómo puede un hombre ser justo ante Dios o ser puro un hijo de mujer?
5 Si hasta la luna no tiene brillo ni las estrellas son puras a sus ojos,
6 ¡cuánto menos el hombre, ese gusano, el hijo del hombre, que es sólo una lombriz!
1 Bildad de Súaj replicó, diciendo:
2 Su dominio es soberano y temible: él hace reinar la paz en sus alturas.
3 ¿Se pueden contar sus legiones? ¿Sobre quién no se alza su luz?
4 ¿Cómo puede un hombre ser justo ante Dios o ser puro un hijo de mujer?
5 Si hasta la luna no tiene brillo ni las estrellas son puras a sus ojos,
6 ¡cuánto menos el hombre, ese gusano, el hijo del hombre, que es sólo una lombriz!
******
El Antiguo Testamento
JOB C. 26
Capítulo 26
1 Job replicó, diciendo:
2 ¡Qué bien has ayudado al débil y socorrido al brazo sin fuerza!
3 ¡Qué bien has aconsejado al ignorante y enseñado la prudencia al simple!
4 ¿A quién le has dirigido tus palabras y quién inspiraba lo que salió de ti?
5 Bajo la tierra se retuercen las Sombras, las aguas y los que habitan en ellas.
6 El Abismo está desnudo ante él, y nada cubre a la Perdición.
7 El extiende el Norte sobre el vacío, suspende la tierra sobre la nada.
8 Encierra el agua en sus densos nubarrones, y las nubes no se rompen bajo su peso.
9 Oscurece la faz de la luna llena, desplegando sus nubes contra ella.
10 Trazó un círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite mismo de la luz y las tinieblas.
11 Las columnas del cielo vacilan, presas de terror por su amenaza.
12 Con su fuerza, reprimió al Mar, con su inteligencia, quebrantó a Rahab.
13 Con su soplo, despejó los cielos, su mano traspasó a la Serpiente huidiza.
14 ¡Y esto no es más que un vestigio de su poder! ¡Qué eco tan débil percibimos de él! ¿Quién entenderá, entonces, su poderío atronador?
*****El Antiguo Testamento
Copyright © Libreria Editrice Vaticana
JOB C. 27
Capítulo 27
1 Job continuó pronunciando su poema, y dijo:
2 ¡Por el Dios viviente, que me priva de mi derecho, y por el Todopoderoso, que me llenó de amargura;
3 mientras haya en mí un aliento de vida y el soplo de Dios esté en mis narices,
4 mis labios no dirán nada falso ni mi lengua pronunciará una mentira!
5 ¡Lejos de mí darles la razón a ustedes: hasta que expire, no renunciaré a mi integridad!
6 Me aferré a mi justicia, y no la soltaré mi corazón no se avergüenza de ninguno de mis días.
7 ¡Que mi enemigo tenga la suerte del malvado, y mi adversario, la del hombre injusto!
8 Porque ¿qué puede esperar el impío, aunque suplique, aunque eleve su alma a Dios?
9 ¿Acaso Dios escuchará su grito cuando le sobrevenga la calamidad?
10 ¿Se deleita él en el Todopoderoso e invoca a Dios en todo tiempo?
11 Yo los instruyo sobre la conducta de Dios, no oculto las intenciones del Todopoderoso, ¿por qué se pierden en pensamientos vanos?
12 Si todos ustedes ya lo han comprobado, ¿por qué se pierden en pensamientos vanos?
13 Esta es la parte que Dios asigna al malvado y la herencia que los violentos reciben del Todopoderoso.
14 Si tienen muchos hijos, la espada los espera, y sus vástagos no se saciarán de pan.
15 A los que sobrevivan, los sepultará la Muerte, y sus viudas no llorarán.
16 Si él acumula plata como polvo y amontona ropa fina como arcilla,
17 ¡que siga amontonando!: un justo se vestirá con ella y un inocente heredará la plata.
18 Se edificó una casa como la araña, como la choza que hace un guardián.
19 Se acuesta rico, pero es por última vez: abre los ojos, y no queda nada.
20 En pleno día lo asaltan los terrores y por la noche lo arrebata un torbellino.
21 El viento del este lo levanta y se lo lleva, lo barre del lugar donde habita.
22 Se lo hostiga sin compasión y tiene que huir de la mano que lo hiere.
23 La gente aplaude por su ruina y se lo silba por todas partes.
1 Job continuó pronunciando su poema, y dijo:
2 ¡Por el Dios viviente, que me priva de mi derecho, y por el Todopoderoso, que me llenó de amargura;
3 mientras haya en mí un aliento de vida y el soplo de Dios esté en mis narices,
4 mis labios no dirán nada falso ni mi lengua pronunciará una mentira!
5 ¡Lejos de mí darles la razón a ustedes: hasta que expire, no renunciaré a mi integridad!
6 Me aferré a mi justicia, y no la soltaré mi corazón no se avergüenza de ninguno de mis días.
7 ¡Que mi enemigo tenga la suerte del malvado, y mi adversario, la del hombre injusto!
8 Porque ¿qué puede esperar el impío, aunque suplique, aunque eleve su alma a Dios?
9 ¿Acaso Dios escuchará su grito cuando le sobrevenga la calamidad?
10 ¿Se deleita él en el Todopoderoso e invoca a Dios en todo tiempo?
11 Yo los instruyo sobre la conducta de Dios, no oculto las intenciones del Todopoderoso, ¿por qué se pierden en pensamientos vanos?
12 Si todos ustedes ya lo han comprobado, ¿por qué se pierden en pensamientos vanos?
13 Esta es la parte que Dios asigna al malvado y la herencia que los violentos reciben del Todopoderoso.
14 Si tienen muchos hijos, la espada los espera, y sus vástagos no se saciarán de pan.
15 A los que sobrevivan, los sepultará la Muerte, y sus viudas no llorarán.
16 Si él acumula plata como polvo y amontona ropa fina como arcilla,
17 ¡que siga amontonando!: un justo se vestirá con ella y un inocente heredará la plata.
18 Se edificó una casa como la araña, como la choza que hace un guardián.
19 Se acuesta rico, pero es por última vez: abre los ojos, y no queda nada.
20 En pleno día lo asaltan los terrores y por la noche lo arrebata un torbellino.
21 El viento del este lo levanta y se lo lleva, lo barre del lugar donde habita.
22 Se lo hostiga sin compasión y tiene que huir de la mano que lo hiere.
23 La gente aplaude por su ruina y se lo silba por todas partes.
******
El Nuevo Testamento
CARTA
A LOS ROMANOS C. 13
Capítulo 13
1 Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por él.
2 En consecuencia, el que resiste a la autoridad se opone al orden establecido por Dios, atrayendo sobre sí la condenación.
3 Los que hacen el bien no tienen nada que temer de los gobernantes, pero sí los que obran mal. Si no quieres sentir temor de la autoridad, obra bien y recibirás su elogio.
4 Porque la autoridad es un instrumento de Dios para tu bien. Pero teme si haces el mal, porque ella no ejerce en vano su poder, sino que está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal.
5 Por eso es necesario someterse a la autoridad, no sólo por temor al castigo sino por deber de conciencia.
6 Y por eso también, ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio.
7 Den a cada uno lo que le corresponde: al que se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido.
8 Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.
9 Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
10 El amor no hace más al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.
11 Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
12 La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz.
13 Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias.
14 Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.
******