SANTA MISA EN LA IMAGEN
291 - DÍAS LA SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
JEREMÍAS C. 21
Capítulo 21
1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, cuando el rey Sedecías le envió a Pasjur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sefanías, hijo de Maasías, para decirle:
2 «Por favor, consulta al Señor por nosotros, ya que Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos hace la guerra. Tal vez el Señor renueve por nosotros todas sus maravillas, y lo fuerce a retirarse».
3 Jeremías les dijo: «Díganle a Sedecías:
4 Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo haré retroceder las armas de guerra que ustedes empuñan, con las que combaten al rey de Babilonia y a los caldeos que los asedian desde fuera de los muros, y las amontonaré en medio de esta ciudad.
5 Yo mismo combatiré contra ustedes con mano fuerte y brazo poderoso, con ira, furor y una gran irritación.
6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y animales, y ellos morirán de una gran peste.
7 Después de esto –oráculo del Señor– entregaré a Sedecías, rey de Judá, a sus servidores y a la población que aún quede en esta ciudad después de la peste, de la espada y el hambre; los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en manos de sus enemigos y en manos de los que atentan contra su vida: él los pasará al filo de la espada, sin piedad, sin clemencia y sin compasión».
8 Y a este pueblo le dirás: «Así habla el Señor» Miren que yo pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte.
9 El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; pero el que salga y se rinda a los caldeos que los asedian, vivirá, y su vida será para él un botín.
10 Porque yo he vuelto mi rostro hacia esta ciudad para mal y no para bien –oráculo del Señor–: ella será entregada en manos del rey de Babilonia, que la hará arder por el fuego».
11 A la casa real de Judá: ¡Escuchen la palabra del Señor!
12 Casa de David, así habla el Señor: Hagan justicia cada mañana, y libren al explotado de la mano del opresor, no sea que mi furor estalle como un fuego y arda sin que nadie lo extinga, a causa de la maldad de sus acciones.
13 ¡Aquí estoy contra ti, Moradora del valle, Roca de la llanura! –oráculo del Señor–. Ustedes dicen: «¿Quién bajará contra nosotros, quién entrará en nuestras guaridas?».
14 Soy yo el que los voy a castigar conforme al fruto de sus acciones –oráculo del Señor–. Yo prenderé fuego a su bosque y él consumirá todos sus alrededores.
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El Antiguo Testamento
JEREMÍAS C. 22
Capítulo 22
1 Así habla el Señor: Baja a la casa del rey de Judá, y pronuncia allí esta palabra.
2 Tú dirás: Escucha la palabra del Señor, rey de Judá que te sientas en el trono de David, tú y también tus servidores y tu pueblo, que entran por estas puertas.
3 Así habla el Señor: Practiquen el derecho y la justicia; libren al explotado de la mano del opresor; no maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano y a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar.
4 Porque si ustedes cumplen realmente esta palabra, entonces, por las puertas de esta Casa, entrarán reyes que se sientan en el trono de David; entrarán montados en carros y caballos, ellos con sus servidores y su pueblo,
5 Pero si ustedes no escuchan estas palabras, juro por mí mismo –oráculo del Señor– que esta Casa se convertirá en un montón de ruinas.
6 Porque así habla el Señor acerca de la casa real de Judá: Tú eras para mí como Galaad, como una cumbre del Líbano, pero juro que te convertiré en un desierto, en una ciudad deshabitada.
7 Consagraré contra ti destructores, cada uno con sus armas; ellos talarán tus cedros escogidos y los harán caer en el fuego.
8 Numerosas naciones pasarán junto a esta ciudad, y se dirán unos a otros: «¿Por qué el Señor trató así a esta gran ciudad?».
9 Y se les responderá: «Porque abandonaron la alianza del Señor, su Dios, y los sirvieron».
10 No lloren por el que está muerto ni se lamenten por él. Lloren más bien por el parte, porque él no volverá nunca más ni verá otra vez su país natal.
11 Porque así habla el Señor acerca de Salúm, hijo de Josías, Rey de Judá, que sucedió en el trono a su padre Josías: «El que salió de este lugar ya no regresará:
12 morirá en el lugar adonde ha sido deportado, no verá más que este país».
13 ¡Ay del que edifica su casa sin respetar la justicia y sus pisos altos sin respetar el derecho, del que hace trabajar de balde a su prójimo y no le remunera su trabajo!
14 ¡Ay del que dice: «Me edificaré una casa espaciosa, con pisos altos bien aireados», y luego le abre ventanas, la recubre de cedro y la pinta de rojo vivo!
15 ¿Eres acaso rey porque ostentas la mejor madera de cedro? ¿Acaso tu padre no comía y bebía? Pero también practicaba el derecho y la justicia, y entonces todo lo iba bien.
16 El juzgaba la causa del pobre y del indigente, y entonces todo le iba bien. ¿No es eso conocerme? –oráculo del Señor–.
17 Pero tú no tienes ojos ni corazón más que para tus ganancias, para derramar sangre inocente, para practicar la opresión y la violencia.
18 Por eso, así habla el Señor acerca de Joaquím, hijo de Josías, rey de Judá: ¡Pobre de ese hombre! Nadie se lamentará por él: «¡Ay, hermano mío! ¡Ay, hermana mía!». Nadie se lamentará por él: «¡Ay, señor! ¡Ay, su Majestad!».
19 Será sepultado como un asno, será arrastrado y arrojado más allá de las puertas de Jerusalén.
20 Sube hasta el Líbano y grita, levanta tu voz en Basán, grita desde los Abarím, porque todos tus amantes han sido destrozados!
21 Yo te hablé cuando estabas tranquila, pero tú dijiste: «¡No escucharé!». Este ha sido tu camino desde tu juventud: nunca has escuchado mi voz.
22 A todos tus pastores los apacentará el viento, tus amantes irán al cautiverio; entonces quedarás avergonzada y confundida por toda tu maldad.
23 Tú, que habitas en el Líbano, que anidas entre los cedros, ¡cómo gemirás cuando te asalten los dolores y un temblor como de parturienta!
24 ¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–: Aunque Conías, hijo de Joaquím, rey de Judá, fuera un anillo en mi mano derecha, de allí lo arrancaría.
25 Yo entregaré en manos de los que atentan contra tu vida, en manos de los que tú más temes, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos.
26 Yo te arrojaré, a ti y a tu madre que te dio a luz, a un país extraño, donde ustedes no han nacido, y allí morirán.
27 Pero al país al que ansían volver, allí no volverán.
28 ¿Es este hombre, Conías, una vasija despreciable, rota, un objeto que ya nadie quiere? ¿Por qué él y su descendencia han sido arrojados, echados a un país que no conocían?
29 ¡Tierra, tierra, tierra! Escucha la palabra del Señor: Inscriban a este hombre: «Sin hijo, un fracasado en la vida», porque ninguno de su descendencia logrará sentarse en el trono de David ni seguir dominando en Judá.
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El Nuevo Testamento
PRIMERA CARTA
A LOS
TESALONICENSES C. 5
Capítulo 5
1 Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.
2 Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
3 Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
4 Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:
5 todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
6 No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
7 Los que duermen lo hacen de noche, y también los que se emborrachan.
8 Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el caso de la esperanza de la salvación.
9 Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo,
10 que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a él.
11 Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.
12 Les rogamos, hermanos, que sean considerados con los que trabajan entre ustedes, es decir, con aquellos que los presiden en nombre del Señor y los aconsejan.
13 Estímenlos profundamente, y ámenlos a causa de sus desvelos. Vivan en paz unos con otros.
14 Los exhortamos también a que reprendan a los indisciplinados, animen a los tímidos, sostengan a los débiles, y sean pacientes con todos.
15 Procuren que nadie devuelve mal por mal. Por el contrario, esfuércense por hacer siempre el bien entre ustedes y con todo el mundo.
16 Estén siempre alegres.
17 Oren sin cesar.
18 Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.
19 No extingan la acción del Espíritu;
20 no desprecien las profecías;
21 examínenlo todo y quédense con lo bueno.
22 Cuídense del mal en todas sus formas.
23 Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo– hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 El que los llama es fiel, y así lo hará.
25 Hermanos, rueguen también por nosotros.
26 Saluden a todos los hermanos con un beso santo.
27 Les recomiendo en nombre del Señor que hagan leer esta carta a todos los hermanos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.
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