DIA 285-SANTA BIBLIA EN UN AÑO TEXTO Y AUDIO

SANTA MISA EN LA IMAGEN
285 - DÍAS LA SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO



El Antiguo Testamento
JEREMIAS C. 9

Capítulo 9

1 ¡Ah, si tuviera en el desierto un albergue de caminantes! Yo abandonaría a mi pueblo y me iría lejos de ellos. Porque todos son adúlteros, una banda de traidores.
2 Tienden su lengua como un arco: la mentira, y no la verdad, es lo que reina en el país, porque ellos van de mal en peor y no me conocen –oráculo del Señor–.
3 Que cada uno se cuide de su amigo y nadie se fíe de su hermano, porque el hermano suplanta al hermano y el amigo no hace más que calumniar.
4 Cada uno se burla de su amigo, ellos no dicen la verdad; han habituado sus lenguas a mentir, están pervertidos, son incapaces de convertirse.
5 ¡Violencia y más violencia! ¡Engaño y más engaño! Ellos se niegan a conocerme –oráculo del Señor –
6 Por eso, así habla el Señor de los ejércitos: Yo voy a depurarlos y a probarlos, porque ¿qué puedo hacer ante su maldad?
7 Su lengua es una flecha mortífera, las palabras de boca no son más que engaño; se habla de paz al amigo y por dentro se le tiende una celada.
8 ¿No los voy a castigar por esto? –oráculo del Señor–. De una nación semejante, ¿no me voy a vengar?
9 Yo haré resonar en las montañas llantos y gemidos, y en las praderas del desierto, un canto fúnebre. Porque están abrasadas, nadie transita por ellas, y no se escucha el rumor de los rebaños; desde los pájaros del cielo hasta el ganado todos huyeron, se han ido.
10 Yo haré de Jerusalén un montón de escombros, una guarida de chacales, reduciré las ciudades de Judá a una desolación, sin ningún habitante.
11 ¿Quién es el hombre bastante sabio para comprender todo esto? ¿A quien le habló la boca del Señor para que lo anuncie? ¿Por qué ha perecido el país, ha sido abrasado como el desierto por donde nadie transita?
12 Dice el Señor: Ellos abandonaron mi Ley, la que yo había puesto delante de ellos; no escucharon mi voz ni procedieron conforme a ella,
13 sino que siguieron los impulsos de su corazón obstinado, y a los Baales, que sus padres les enseñaron a conocer.
14 Por eso, así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo les haré comer ajenjo, y les daré de beber agua envenenada.
15 Los dispersaré entre las naciones, que ni ellos ni sus padres conocían, y enviaré la espada detrás de ellos, hasta exterminarlos por completo.
16 Así habla el Señor de los ejércitos: ¡Atención! Llamen a las plañideras, y que vengan! ¡Manden a buscar a las más expertas, y que vengan!
17 ¡Que se apuren a lanzar gemidos por nosotros! ¡Que nuestros ojos se deshagan en lágrimas y brote el llanto de nuestras pupilas!
18 Porque se oye desde Sión el rumor de los gemidos: «¡Cómo hemos sido devastados, cubiertos de vergüenza! Tenemos que abandonar el país, porque han derribado nuestros hogares».
19 ¡Sí, escuchen, mujeres, la palabra del Señor, que reciban sus oídos la palabra de su boca! Enseñen a sus hijas este gemido y unas a otras, este canto fúnebre:
20 «La Muerte ha trepado por nuestras ventas, ha entrado en nuestros palacios, arrancando de las calles a los niños, y a los jóvenes de las plazas.
21 Los cadáveres de los hombres yacen como estiércol sobre la superficie de los campos, como una gavilla detrás del segador, y nadie los recoge».
22 Así habla el Señor: Que el sabio no se gloríe de su sabiduría, que el fuerte no se gloríe de su fuerza ni el rico se gloríe de su riqueza.
23 El que se gloría, que se gloríe de esto: de tener inteligencia y conocerme. Porque yo soy el Señor, el que practica la fidelidad, el derecho y la justicia sobre la tierra. Sí, es eso lo que me agrada, –oráculo del Señor –
24 Llegarán los días –oráculo del Señor– en que yo castigaré a todo circunciso que es un incircunciso:
25 a Egipto, a Judá, a Edom, a los amonitas, a Moab y a todos los «Sienes rapadas» que habitan en el desierto. Porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.


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El Antiguo Testamento
  JEREMÍAS C. 10
Capítulo 10
1 ¡Escuche, casa de Israel, la palabra que les dirige el Señor!
2 Así habla el Señor: No imiten las costumbres de los paganos ni se atemoricen por los signos del cielo, porque son los paganos lo que temen esas cosas.
3 Sí, el Terror de los pueblos no vale nada: es una madera que se corta en el bosque, una obra cincelada por la mano del orfebre;
4 se la embellece con plata y oro, se la asegura con clavos y martillos, para que no se tambalee.
5 Ellos son como un espantapájaros, en un campo de pepinos; no pueden hablar, hay que transportarlos, porque no dan ni un paso. ¡No les tengan miedo, no hacen ningún mal, ni tampoco son capaces de hacer el bien!
6 No hay nadie como tú, Señor: tú eres grande y es grande la fuerza de tu Nombre.
7 ¿Quién no sentirá temor de ti, Rey de las naciones? Sí, eso es lo que te corresponde, porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.
8 Todos ellos, por igual, son estúpidos y necios: vana es su enseñanza, no son más que madera,
9 plata laminada traída de Tarsis y oro de Ufaz, obra de un orfebre, de las manos de un fundidor, con vestiduras de púrpura y carmesí: ¡obra de artesanos es todo eso!
10 Pero el Señor es el Dios verdadero, él es un Dios viviente y un Rey eterno. Cuando él se irrita, la tierra tiembla y las naciones no pueden soportar su enojo.
11 Esto es lo que ustedes dirán de ellos: «Los dioses que no hicieron ni el cielo ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo».
12 Con su poder él hizo la tierra, con su sabiduría afianzó el mundo, y con su inteligencia extendió el cielo.
13 Cuando él truena, retumban las aguas en el cielo, hace subir las nubes desde el horizontes, desata la lluvia con los relámpagos, hace salir el viento de sus depósitos.
14 El hombre queda aturdido, sin comprender, el fundidor se avergüenza de su ídolo, porque su estatua es una mentira, y en nada de eso hay aliento de vida;
15 son pura vanidad, una obra ridícula, perecerán cuando haya que dar cuenta.
16 Pero no es como ellos la Parte de Jacob, porque él ha modelado todas las cosas; Israel es la tribu de su herencia, su nombre es: «Señor de los ejércitos».
17 ¡Recoge del suelo tu equipaje, tú que estás bajo el asedio!
18 Porque así habla el Señor: Esta vez lanzaré como una honda a todos los habitantes del país; estrecharé el cerco sobre ellos, para que sean alcanzados.
19 ¡Ay de mí, a causa de mi desastre! ¡Mi llaga es incurable! Y eso que yo decía: «Es mi sufrimiento, lo soportaré».
20 Mi carpa ha sido devastada y se han roto todas mis cuerdas. Mis hijos me dejaron, ya no están más, no hay nadie que despliegue mi carpa y levante mis toldos.
21 Porque los pastores se han vuelto necios y no han buscado al Señor: por eso no han obrado con acierto y se ha dispersado todo su rebaño.
22 ¡Oigan el rumor! ¡Ya llega! Un gran estruendo viene del país del Norte para hacer de las ciudades de Judá una desolación, una guarida de chacales.
23 Yo sé, Señor, que el hombre no es dueño de su camino, ni está en poder del caminante dirigir sus propios pasos,
24 Corrígeme, Señor, pero con equidad, no según tu indignación, para no rebajarme demasiado.
25 Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no invocan tu Nombre. Porque ellas han devorado a Jacob, lo han devorado, lo han exterminado, y han devastado su morada.


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El Nuevo Testamento
  CARTA A LOS COLOSENSES C. 3

Capítulo 3


1 Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
2 Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
3 Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
4 Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
5 Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es                                  terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría.
6 Estas cosas provocan la ira de Dios.
7 Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
8 Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.
9 Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras
10 y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
11 Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.
12 Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.
13 Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
14 Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la                                  perfección.
15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
16 Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
17 Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
18 Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor.
19 Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida.
20 Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor.
21 Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.
22 Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor.
23 Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres.
24 Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus                                  herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor:
25 el que obra injustamente recibirá el pago que corresponde, cualquiera sea su condición.


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