SANTA MISA DE HOY EN LA IMAGEN
279 - LA SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
ISAIAS C. 61
Capítulo 61
1 El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vender los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros,
2 a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo
3 a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de alabanza. Ellos serán llamados «Encinas de justicia». «Plantación del Señor, para su gloria».
4 Ellos reconstruirán las ruinas antiguas, restaurarán los escombros del pasado, renovarán las ciudades en ruinas, los escombros de muchas generaciones.
5 Se presentarán extranjeros para apacentar sus rebaños, hijos de forasteros serán sus labradores y viñadores.
6 Y ustedes serán llamados «Sacerdotes del Señor». se les dirá «Ministros de nuestro Dios». Se alimentarán con las riquezas de las naciones, se enorgullecerán con su magnificencia.
7 Ya que su ignominia fue el doble de la cuenta y recibieron como parte vergüenza e insultos, ellos poseerán el doble en su tierra y gozarán de una alegría eterna.
8 Porque yo, el Señor, amo el derecho y odio lo que se arrebata injustamente; les retribuiré con fidelidad y estableceré en favor de ellos una alianza eterna.
9 Su descendencia será conocida entre las naciones, y sus vástagos, en medio de los pueblos: todos los que los vean, reconocerán que son la estirpe bendecida por el Señor.
10 Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.
11 Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.
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El Antiguo Testamento
ISAIAS C. 62
Capítulo 62
1 Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida.
2 Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor.
3 Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios.
4 No te dirán más «¡Abandonada!», sino que te llamarán «Mi deleite», y a tu tierra «Desposada». Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.
5 Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.
6 Sobre tus murallas, Jerusalén, yo he apostado centinelas: que nunca se queden callados, ni de día ni de noche. Ustedes, los que hacen que el Señor se acuerde, no se tomen descanso,
7 ni lo dejen descansar a él hasta que restablezca a Jerusalén y la convierta en motivo de alabanza sobre la tierra.
8 El Señor lo juró por su mano derecha y por su brazo poderoso: «Nunca más daré tu trigo como alimento a tus enemigos, ni los extranjeros beberán el vino nuevo por el que tú has trabajado.
9 Los que lo cosechan lo comerán, y alabarán al Señor; los que lo vendimien lo beberán en mis atrios sagrados».
10 ¡Pasen, pasen por las puertas, preparen el camino del pueblo, terraplenen el sendero, límpienlo de piedras, levanten un estandarte ante los pueblos!
11 Esto es lo que el Señor hace oír hasta el extremo de la tierra: «Digan a la hija de Sión: Ahí llega tu Salvador; el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
12 A ellos se los llamará «Pueblo santo». «Redimidos por el Señor»; y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».
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El Antiguo Testamento
ISAIAS C. 63
Capítulo 63
1 ¿Quién es ese que llega desde Edom, desde Bosrá, con las ropas enrojecidas? ¿Quién es ese, ataviado espléndidamente, que se yergue con la plenitud de su poder? –Soy yo, el que habla con justicia, yo, el poderoso para salvar.
2 –¿Por qué están rojas tus vestiduras, y tu ropa como la del que pisa el lagar?
3 –En la cuba he pisado yo solo, nadie de entre los pueblos estaba conmigo. Los he pisoteado con ira, los he estrujado con furor; su sangre salpicó mi ropa y manché todas mis vestiduras.
4 Porque tenía previsto un día de venganza y había llegado mi año de redención.
5 Miré, y no había quien me socorriera; me sorprendí de que nadie me sostuviera. Entonces me socorrió mi brazo y mi furor me sostuvo.
6 Pisoteé a los pueblos en mi ira, los embriagué en mi furor, hice correr su sangre hasta el suelo.
7 Recordaré los favores del Señor, alabaré sus proezas, por todo el bien que nos hizo en su compasión y en la abundancia de su misericordia.
8 El dijo: «Realmente son mi Pueblo, son hijos que no decepcionarán». Y él fue para ellos un salvador
9 en todas sus angustias. No intervino ni un emisario ni un mensajero: él mismo, en persona, los salvó; por su amor y su clemencia, él mismo los redimió; los levantó y los llevó en todos los tiempos pasados.
10 Pero ellos ser rebelaron y afligieron su santo espíritu. Entonces él se volvió su enemigo y combatió contra ellos.
11 Ellos se acordaron de los días del pasado, de Moisés, su servidor: ¿Dónde está el que hizo subir de las aguas al pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso dentro de él su santo espíritu,
12 el que hizo marchar su brazo glorioso a la derecha de Moisés, el que separó las aguas delante de ellos, para ganarse un renombre eterno?
13 ¿Dónde está el que los condujo por el fondo del Océano, como a un caballo por el desierto, sin que ellos tropezaran?
14 Como a ganado que desciende al valle, el espíritu del Señor les dio un descanso. ¡Así guiaste a tu Pueblo para hacerte un Nombre glorioso!
15 Mira desde el cielo y contempla, desde tu santo y glorioso dominio. ¿Dónde están tus celos y tu valor, tu ternura entrañable y tu compasión? ¡No, no permanezcas insensible!
16 Porque tú eres nuestro padre, porque Abraham no nos conoce ni Israel se acuerda de nosotros. ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, «nuestro Redentor» es tu Nombre desde siempre!
17 ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia!
18 ¿Por qué los impíos hollaron tu Lugar santo y nuestros adversarios pisotearon tu Santuario?
19 ¡Desde hace mucho tiempo, tú no nos gobiernas, y ya no somos llamados por tu Nombre! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras las montañas se disolverían delante de ti,
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El Nuevo Testamento
CARTA A
LOS FILIPENSES C. 1
CARTA A LOS FILIPENSES
Capítulo 1
1 Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús, saludan a todos los santos en Cristo Jesús, que se encuentran en Filipos, así como también a los que presiden la comunidad y a los diáconos.
2 Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
3 Yo doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo.
4 Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes,
5 pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora.
6 Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.
7 Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido.
8 Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús.
9 Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión,
10 a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo.
11 llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.
12 Quiero que ustedes sepan, hermanos, que lo que me ha sucedido más bien ha contribuido al progreso del Evangelio.
13 En efecto, en el pretorio y en todas partes, se ha hecho evidente que es por Cristo que llevo las cadenas,
14 y la mayor parte de los hermanos, a quienes mis cadenas han devuelto el coraje en el Señor, se han animado a proclamar sin temor la Palabra de Dios.
15 Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.
16 Estos obran por amor, sabiendo que yo tengo la misión de defender el Evangelio.
17 Aquellos, en cambio, anuncian a Cristo por espíritu de discordia, por motivos que no son puros, creyendo que así aumentan el peso de mis cadenas.
18 Pero ¡qué importa! Después de todo, de una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre.
19 Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo.
20 Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.
21 Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia.
22 Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir.
23 Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor,
24 pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo.
25 Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe.
26 De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.
27 Solamente les pido que se comporten como dignos seguidores del Evangelio de Cristo. De esta manera, sea que yo vaya a verlos o que oiga hablar de ustedes estando ausente, sabré que perseveran en un mismo espíritu, luchando de común acuerdo y con un solo corazón por la fe del Evangelio,
28 y sin dejarse intimidar para nada por los adversarios. Este es un signo cierto de que ellos van a la ruina, y ustedes a la salvación. Esto procede de Dios,
29 que les ha concedido a ustedes la gracia, no solamente de creer en Cristo, sino también de sufrir por él,
30 sosteniendo la misma lucha en la que ustedes me han visto empeñado y ahora saben que sigo sosteniendo.
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