(Gén. 6, 1 - 9, 17)
por María Inés Casalá
Destinatarios:
niños de 10 años en adelante.
Marco de Referencia:
El relato bíblico retoma una leyenda popular que habla de unos seres sobrehumanos llamados «gigantes», y narraciones babilónicas del diluvio que presentan sorprendentes analogías con el relato bíblico. En ellas se conserva el recuerdo de una gran inundación acontecida en la región del Tígris y el Eufrates, que la imaginación popular elevó a proporciones de cataclismo universal. El autor inspirado se vale de ellos para ilustrar la corrupción creciente de la humanidad y simbolizar el juicio de Dios sobre el mundo.
Es importante que los niños tengan claro que este no es un relato «histórico», sino que, como podría hacerlo una parábola, busca transmitir un mensaje. Haremos también un paralelismo con la imagen de la misericordia de Dios que se presenta en la parábola del Padre misericordioso.
Primer momento:
Recordar a los niños que el Génesis no es un libro histórico, sino, que a través de distintos relatos, quiere manifestar a Dios.
Leer Génesis 6, 1 - 9, 17.
Entregar a cada niño una copia del texto, para que lo vuelvan a leer, y subrayen:
• con lápiz rojo, lo que no entienden.
• con lápiz azul, lo que más les llama la atención
• con lápiz negro, las frases que dan una imagen de Dios.
Cada niño coloca su nombre en la hoja. Este trabajo puede hacerse en grupo pero, cada uno subrayará lo propio.
Segundo momento:
El catequista pide las hojas que escribieron los niños y hace un rápido resumen. Mientras tanto, los chicos realizan alguna actividad que tenga como objetivos mejorar la manera de trabajar en grupo, y la comprensión del relato bíblico (realización de una maqueta, de una historieta donde cada viñeta sea hecha en una cartulina grande…). (También se puede encargar a los chicos la realización de un audiovisual a partir de la canción El Arca de Noé, de Daniel Poli, de su casete «La Biblia en canciones». Los dibujos, se realizan en una radiografía blanqueada con lavandina, o en un papel de calcar, del tamaño de una diapositiva.)
Tercer momento:
Puesta en común de los trabajos realizados en los grupos, y de lo resumido por el catequista del trabajo de subrayados.
Cuarto momento:
Reconocimiento de símbolos: el relato del diluvio contiene muchos símbolos, que son los elementos a través de los cuáles el autor sagrado quiere expresar un determinado significado.
En un primer momento, los chicos releen el texto y marcan con un círculo los símbolos que encuentran: arca, diluvio, agua, arco iris, paloma.
Reflexionan, guiados por la catequista, en qué otros pasajes de la Biblia recuerdan aparecen los mismos signos.
Quinto momento:
Lectura de la Parábola del Padre Misericordioso.
¿Qué relación encuentran con el diluvio? ¿A quién representa el padre, qué características tiene?
Conclusión: Dios Padre siempre está atento al hombre y se preocupa por su bien.
Dios se va manifestando a lo largo de la historia de distinta manera, pero siempre de acuerdo con lo que el hombre puede comprender. Por eso, el Dios del Antiguo Testamento, se parece al padre de un niño pequeño, que no explica a su hijo de meses que debe recibir una vacuna o que debe tomar un determinado remedio, o que debe abrigarse para no resfriarse. Le hace colocar la vacuna, aprovecha un momento de distracción para darle el remedio o lo abriga de manera adecuada.
A medida que el niño crece, el padre explica, conversa, entra en diálogo con su hijo para que reconozca que lo que le pide no son caprichos, sino que es lo que él comprende que es lo mejor para su hijo. Dios Padre, tiene «ventaja» sobre cualquier otro padre: él sabe perfectamente qué necesita el hombre, conoce su corazón, y no se equivoca. Además, Dios hizo una alianza con los hombres que nunca rompe: él estará siempre con nosotros, envió a su hijo para sellar esa alianza, y sabemos que está dispuesto a perdonarnos siempre.
Respuesta:
Se prepara, en una cartulina, el contorno del Arca de Noé.
Cada niño dibuja un «autoretrato», y del otro lado de la hoja, escribe algo que se comprometa a cambiar o mejorar. Algo que tenga que ser «salvado», o rescatado. Puede ser su relación con los padres, sus ganas de estudiar, su impaciencia, sus enojos, su incapacidad de guardar un secreto…
Los chicos ponen intenciones y, uno por uno, van pasando y pegan su «autoretrato» dentro del arca, de manera que lo que escribieron no se pueda leer y que eso quede entre él y Dios.Aclaración: El catequista debe tener en cuenta que el tamaño del arca y de los papeles en los cuales se realiza el autoretrato sea el adecuado para que todos los niños puedan colocar su papel dentro del arca.
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